viernes, 20 de abril de 2012

Juegos del Hambre. Fan fic

Con el estreno de la nueva película de "Los juegos del Hambre" saga que me llegó al corazón, aprovecho para colgar el fan fic que escribí el verano pasado. No espero que lo veais como un plagio, o como un intento de superar a Suzanne Collins, solo verlo como las letras de un fiel seguidor de los libros que decide escribir una historia a su propia manera. El fic se basa en mucho tiempo atrás justo antes de los juegos en los que Katniss Everdeen participa, espero que os guste.

Libro Primero: Castillo de Hielo

Prólogo

El coche se me iba para todos los lados, intentaba frenar pero siempre olvidaba apretar el estabilizador aéreo para no caer de golpe sobre el pavimento. Este era el tercer coche que utilizaba e iba por el mismo camino que los otros dos.

-Relájate-me dijo el profesor sin poder apartarse de los agarraderos del asiento del copiloto, justo después de caer al suelo de golpe.

-Lo siento Kylan-le dije sin poder mirarle a los ojos limitándome a mirar los tatuajes azules brillantes que recorrían su cuello.

-Tienes que tomártelo con más calma jovencito-me regañó.

El profesor de automoción aparentaba ser más joven de lo que verdaderamente era. Realmente tenía cincuenta y seis pero los tratamientos del Capitolio parecían haberlo transformado en un hombre de treinta y pocos.

-¿Puedo preguntarle algo señor?-dije.

No es que quisiera eludir el regaño, aunque también serviría, pero llevaba tres semanas, una por coche, queriéndole preguntar que significaban los tatuajes de su cuello. Muchos se tatuaban extraños signos para seguir la moda, elegían colores llamativos para resaltar entre la gente del Capitolio o incluso se tatuaba el cuerpo completo para hacerle frente a aquella gente que se teñía la piel de colores tan llamativos que casi no parecían ser normal.

-Dime Romeo-habló con la sabiduría que le habían concebido los mismos años que ahora no parecían atacar su cuerpo.

-Esos tatuajes ¿Tienen algún significado?-pregunté sin ni siquiera darle tiempo a intuirlo.

-¿Y por qué piensas eso?

-Bueno, si siguieras la moda hubieras escogido colores como el rosa chillón, el naranja o incluso el verde-me expliqué mientras aquel olor a quemado comenzaba a adentrarse por los conductos de ventilación del coche.

No tuve tiempo a terminar de elaborar mi pregunta cuando tuvimos que salir del coche, llamar a un grupo de protección civil y que se lo llevaran de aquí entre rugidos y potentes descargas eléctricas.

-¿Por dónde íbamos?-preguntó curioso por saber las teorías que azotaban mi mente.

-Bueno-proseguí-Creo que soy lo suficientemente empático para saber que nunca te harías un tatuaje si no fuera importante para ti.

-¿En tres semanas han conseguido sacar todo eso?-se acercó a mí como intentando encontrar algo entre mis manos, un detector de mentiras, o algún extraño aparato nuevo para sacar pensamientos o ideas.

-No, no tengo nada señor-dije.

-¿Qué es lo que ves Romeo?-señaló sus tatuajes.

Iban desde el centro del cuello hasta la nuca y después volvían hasta el comienzo de la barbilla. A mi ver parecían olas, o incluso bandadas de aves tan pequeñas que casi era imposible distinguirlas.

-¿Olas señor?

Comenzó a reírse, como si hubiera dicho algo tan ridículo que causara que ahora se sentara en el bordillo de la acera riéndose a carcajada limpia. La gente pasaba y yo casi me avergonzaba de conocerle.

-Es el cuerpo de un dragón-explicó. Y las escapas tenían forma de aves. A decir verdad si que daba el pego, un dragón que emergía de la nada que rodeaba su cuello como si se tratara de una serpiente que intentaba asfixiarlo. Era azul y brillante y si te movías podías ver como el brillo recorría el lomo y las aparentes garras de aquel dragón.

-¿Dónde está la cabeza?-pregunté buscando sin pausa algo que se pareciera a la cabeza de un lagarto. Con grandes ojos, lengua de serpiente y dientes amenazantes y feroces.

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