domingo, 28 de febrero de 2010

Las complicaciones afloran en la piel

-¡Mueres!-protestó Ailyn mientras el ritual terminaba.

-¿Puedes mirarme por favor?-preguntó Hina en tono de preocupación-¿Quiero verme?-

La bruja se giró para observar a su compañera. Sus ojos ahora se mantenían apagados, no podía ver nada al menos con ellos. El hechizo había funcionado, ahora Hina podía ver lo que Ailyn miraba.

-Qué bien me queda el traje-dijo la muchacha intentando animarse a si misma.

-Tranquila encontraremos a esa zorra y acabaremos con ella-comentó Orem mientras la abrazaba- Te lo prometo-

El grupo comenzó a caminar, se introdujeron por el marco de la puerta donde horas antes cuatro de ellos habían pisado unas minas anti-persona.

-¿Hola?-dijo Ian al ver que la sala se mantenía vacía.

-Vayamos al salón-sugirió Jake-Esas criaturas no estaban aquí por nada-

-¡¿Habéis sentido eso?!-preguntó el licántropo un tanto alarmado. Sus sentidos se habían percatado de algo de lo que sus compañeros ni si quiera se habían inmutado.

-¿Qué dices?-preguntó la demonio ígnea.

-¡Apartaos!-gritó de nuevo el muchacho mientras sus compañeros se separaban.

De repente una bola gigante de picos atravesó la pared pasó desapercibida sobre la posición en la que se habían encontrado y se estampó contra la pared de enfrente. Segundos después de que la cadena que impedía que la bola de picos se alejara demasiado se extendiera una gigantesca criatura apareció en la sala destrozando la pared con su silueta.

La apariencia era ligeramente similar al de un humano. Su tamaño era enorme pues el techo de apenas unos cinco metros de altura le rozaba la cabeza. Su envergadura era enorme, su cuerpo extremadamente musculoso tenía un tono grisáceo de piel mientras aquellos ojos negros recorrían enloquecidos cada recoveco de la habitación.

-¡Dios que es eso!-gritó Hina cuando los ojos de Ailyn se fijaron en aquella criatura que dejaba caer saliva por un lateral de su boca.

-Se le llamaba sangron-dijo la bruja mientras desenvainaba su espada cuyo ojo miraba con repugnancia a su próximo enemigo-Eran criaturas oscuras cuyo trabajo siempre elaboraban a cambio de comida-

-Que interesante-dijo la demonio segundos antes de que ambas elaboraran una pirueta aérea para esquivar la bola de picos que se dirigía a ellas.

Aquel sangron era rápido, lanzaba y recogía la bola antes de que nadie pudiera atacarle. Los muchachos se veían obligados a esquivar continuamente aquellos ataques pues cuando intentaban acercarse aquella bola les obligaba a retroceder sobre sus pasos.

-¡Formación tres!-gritó Orem que esquivaba el regreso de la bola.

Ian comenzó a correr hacia él, su velocidad era intensamente más eficaz que la del resto de sus compañeros. La bola se dirigía hacia él y si no hacía nada acabaría atravesado por aquellos picos. Sus pies profirieron un gran salto mientras su cuerpo giraba sobre si mismo a modo de vuelta aérea. Comenzó a correr sobre la cadena y cuando llegó al final de esta saltó de nuevo al mismo tiempo que unas hojas afiladas emergían de los laterales exteriores de sus protectores. Con gran velocidad comenzó a atacar el torso de su enemigo con elegantes movimientos de brazos y divertidas piruetas. El brazo del sangron se dirigió hacia él justo después de que profiriera una vuelta hacia atrás haciendo una gran incisión con la hoja de una de sus botas. El íncubo salió despedido por los aires habiendo firmado con sutileza sobre el torso sangrante de su enemigo.

Las pistolas plateadas del vampiro giraron al mismo tiempo que él elaboraba una vuelta lateral aérea para esquivar la cadena que pasaba debajo de él. Rápidamente los cargadores de ambas armas llegaron a su fin dejando pequeños agujeros en el torso de su enemigo. Una vez más dejó caer las pistolas sostenidas por las cadenas enganchadas a sus muñequeras, tomó los cargadores y los lanzó haciendo que su explosión alcanzara a su enemigo en el momento justo. La bola se dirigió hacia él, las hojas de sus pistolas emergieron con velocidad mientras aquellas cadenas se extendían inmensamente. Las hojas se clavaron en el techo de la habitación arrastrando a Jake por los aires e impulsándolo en el aire para esquivar el ataque de su enemigo y llegar hasta él con velocidad. Las berettas volvieron a sus manos en el momento justo en el que el vampiro comenzó a cortar su rostro. El sangron escupió a Jake provocando que el impacto lo alejara fuertemente de él.
Las alas de “La Poseída” se batían una y otra vez mientras Ailyn pasaba sobre su compañero que acababa de ser eliminado. Sus labios comenzaron a conjurar al mismo tiempo que la piel de su enemigo tornaba verdosa. La muchacha se posó en su hombro derecho clavando la aguja de sus tacones para adherirse más a él. Comenzó a cortar el perfil de su rostro mientras aquella espada se imbuía de oscuridad. En aquel momento la bruja introdujo su espada en el rostro de su enemigo haciendo que aquella tez tornada verdosa y enferma comenzara a ser marcada por una energía oscura y mortal. Dos enormes dedos tomaron a la muchacha y la lanzaron hacia atrás acompañado de un chillido femenino un tanto ensordecedor.

Su brazo se cubrió de roca al mismo tiempo que uno de aquellos picos le rozaban cuando se dispuso a saltarlo. Orem corrió hacia su enemigo que se mantenía ocupado con su compañera. Se deslizó por debajo de sus pies antes de que estos le aplastaran y elaboró unas fuertes estocadas sobre ellos. De repente parte de aquellos grandes pies tornaron marrones y cuando sintieron que el peso de todo el sangron se posaba sobre ellos, estos se trasformaron en arena y se esparcieron por el suelo. El monstruo cayó al suelo mientras las incisiones que habían provocado sus otros dos compañeros caían bajo la merced de la maldición de la bruja. De repente unos tentáculos emergieron de los pies amputados de aquella criatura y tomaron a Orem para alejarlo de él.

El sangron se levantó con ayuda de sus brazos justo en el momento en el cual Emily se dirigía a atacarle. “La Escupe fuego” comenzó a eliminar cada uno de los dedos de aquella inmensa mano mientras su hoja tornaba ardiente. La demonio ígnea escaló por aquel brazo verrugoso y se colocó en el lugar idóneo en el cual el brazo se unía al resto del cuerpo. Las llamas emergieron de la hoja mientras el brazo se fundía y era amputado. A aquel sangron no le quedaba mucho tiempo de vida.

Dos criaturas de enorme tamaño aparecieron a través de la pared. Les había costado acabar con uno para ahora enfrentarse a dos y medio. Emily suspiró justo antes de que la cabeza de su enemigo la golpeara.

Los otros cuatro sentidos se mantenían completamente activos. Hina logró esquivar la bola aun así sin verla, tan solo sintiendo el ataque. Dejó que su espada rozara las cadenas de aquel arma para que así estas perdieran la noción del tiempo y permanecieran paralizadas. El sangron no tenía arma con la que atacar. Se apresuró hacia su atacante. Se acercó a él e introdujo su espada por sus pies minutos antes de que el otro sangron le golpeara con su bola de picos. La demonio surcó el viento y se chocó con la pared siendo clavada por los picos de aquella bola.

-¡Mierda!-maldijo Jake mientras sus pistolas se centraban en los dos nuevos enemigos-¡Orem!-


-¡Estoy pensando!-gritó el muchacho cuya espada se mantenía posada en el suelo boca abajo mientras se apoyaba en ella y cerraba sus ojos.

-¡Date prisa!-suplicó Ian que esquivaba dos bolas de pinchos que chocaban la una contra la otra.

La situación era complicada. Dos de los enemigos habían sido “limitados. El primero se mantenía en el suelo apoyado en el único brazo que le quedaba mientras sus ataques cuerpo a cuerpo golpeaban a quien quiera que se acercara. El segundo tenía los pies paralizados y no podía moverse simplemente atacar con su gran bola de picos y el tercero no había recibido ningún daño.



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En ocasiones la espera merece la pena

Ailyn abrió los ojos. Ya no estaba bajo la estantería ahora se encontraba al pie de la última escalera, alguien le había separado de su enemigo pero aun no su tacto se mantenía desaparecido. Sus ojos verdes observaron como dos sombras se golpeaban, chocaban de un extremo al otro de la sala para luego mostrar sus siluetas humanas.

Orem saltó de nuevo con “Coloso” desenvainado e hizo chocar su espadón con a la espada de su enemiga. No podía dejar que sus manos le tocaran, ni siquiera que le rozaran si no perdería su tacto para siempre.

La capitana engañó a Orem para que su fuerza se decantara por su espada. Soltó su arma y acercó sus manos hacia él pero algo extraño ocurrió. El brazo del muchacho se cubrió de roca justo en el mismo instante en el que ella intentó tocarle.

-¿Qué es esto?-preguntó ella.

Sin decir nada Orem dirigió su espada hacia su enemiga que logró esquivar el curso de la hoja encogiéndose para coger más peso y dejarse caer. Pero alguien la esperaba en el suelo, Ailyn la tomó de la cabeza, sus pies se separaron del suelo mientras sus manos comenzaron a envolverse de energía negra, aquella descarga mágica hizo que los poderes de la demonio del sentido del tacto fallaran durante un segundo para cortar el influjo que existía entre ambas.

No pudo matarla pues la capitana era más fuerte que ella pero pudo liberarse de aquella maldición pudiendo conjurar con total libertad.

-¡Orem!-gritó Ailyn mientras se apresuraba a auxiliar a otro de sus compañeros-¡Es toda tuya!-

El muchacho se abalanzó al mismo tiempo que ella. Su espada se vio detenida por las manos de su enemiga. Golpeó con su pierna envuelta en roca maciza a la muchacha y antes de que pudiera escapar la atravesó con la gruesa hoja de “Coloso”. Había sido una estocada espléndida pues apenas había tardado en seccionarla,… esa velocidad había sido una gran sorpresa ya que sus anteriores movimientos habían sido lentos reflejando la pobreza de velocidad ante la fuerza.


La estrategia había sido simple. El licántropo había podido acabar con ella mucho antes, si hubiera querido. Pero si lo hubiera echo la maldición que había acaecido sobre Ailyn no se habría disipado así que decidió alentar sus movimientos para darle falsas esperanzas, tras haber salvado a la bruja esconder su verdadero potencial era una pérdida de tiempo y precisamente era eso de lo que carecía Salamanca, de tiempo.

Orem se giró mientras cuatro de sus sentidos se percataban algo de lo que su vista no podía cerciorarse. Había algo que se ocultaba de ellos, alguien que se preparaba para una emboscada.


-Ha llegado el momento-susurró Ailyn tras esquivar una de las manos de Hina que intentaban tocar algo que la guiara por su pasillo.

-¿Estás segura?-preguntó ella.

-Sí-dijo-No te preocupes por ellos su protección es cosa mía ¿Aprecias nuestras vidas?-

Los ojos oscurecidos de la demonio se tornaron reflectantes de nuevo mientras la lluvia la cual había empapado cada resquicio de sequedad en el almacén cesaba. Hina suspiró al mismo tiempo que los rayos caían a gran velocidad sobre la habitación. La electricidad corrió por la fibra de agua eliminando el factor sorpresa de aquellos demonios similares al camaleón.

“Coloso” surcó el aire y se introdujo en el cuerpo de aquella criatura de apariencia humana pero de andares similares al de un animal. El cuerpo del “camaleón” se tornó marrón mientras su cuerpo se deshacía como si se tratara de arena. Antes de que Orem pudiera recoger la hoja de su espadón dos de aquellos enemigos le amarraron por ambos brazos. Sus lenguas emergieron de sus bocas y comenzaron a rodear el cuerpo del muchacho. Ahora su cuerpo humano se mantenía protegido por una fibra rocosa que desapareció en el mismo momento en el que a causa de la presión que ejercían aquellas criaturas en sus brazos se vio obligado a prescindir de su arma.

-¡Joder!-gritó Orem antes de que aquellas lenguas le recubrieran y acallara sus gritos.

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Ian caminaba sigiloso, no escuchaba nada por lo que tampoco quería que le escucharan. Había observado como aquella descarga de rayos había sucumbido la habitación y antes de que uno de ellos pudiera golpearle una burbuja semitransparente le protegió.

Sus ojos aun más brillantes que antes esperaban el momento justo para atacar al capitán que había eliminado temporalmente su sentido del oído. No podría apreciar los sonidos pero aun conservaba sus otros cuatro sentidos. Saltó a la estantería de al lado al mismo tiempo que sus ojos divisaban a sus compañeros, no quería pedirles ayuda, esta era una lucha por su orgullo.

Una mujer salió corriendo por aquel pasillo. No la conocía por lo que su mente caviló sobre otra enemiga. Se dejo caer para colocarse a su espalda y apuntó con su protector para que una de aquellas agujas saliera disparada segundos después en dirección a su nuca.

De repente la aguja rebotó en lo que parecía ser una espada. El enemigo que le había atacado segundos antes se encontraba ahora frente a él ayudando a escapar a su otra enemiga. Los labios de su enemigo vocalizaron algo que Ian ignoró pues la estrategia que su compañero le había comentado horas antes ahora se ponía en funcionamiento.

Aquellos ojos brillantes y violetas indicaban que las características más exclusivas del íncubo se estaban poniendo en funcionamiento. Su cuerpo comenzó a segregar lo que parecía ser una especie de energía demoníaca, era transparente por lo que no se podía apreciar a simple vista. Los ojos de su enemigo permanecieron absortos mientras su cuerpo comenzaba a sentir una fuerte atracción por él, su mente cavilaba en como podía divertirse sexualmente con aquel muchacho de cabello rizado.

Ian comenzó a caminar con total tranquilidad. Poco a poco sus oídos recobraban las melodías del lugar. El íncubo esbozó una sonrisa muy seductora, una de esas sonrisas que se mostraban en su rostro cuando se sentía orgulloso de si mismo.

Su cuerpo casi rozaba el de su enemigo. Su brazo comenzaba a extender al mismo tiempo que una aguja emergía lentamente de aquel protector plateado con elegantes tallado en él. El encantamiento de atracción expiró antes de lo previsto, la aguja no consiguió penetrar en su enemigo y aquella criatura hizo que su espada se moviera rápidamente hacia el íncubo. Con una temible agilidad Ian tomó la empuñadura de la espada de aquel capitán sin llegar a rozar su piel, hizo un movimiento con ella y llevó la hoja hasta el cuerpo de su enemigo con su mano a rastras. Ni si quiera el propietario de la espada tuvo oportunidad para librarse pues su propia espada acababa de asesinarlo.


-¿Estás segura de lo que vas a hacer?-preguntó Orem mientras agarraba los brazos de su compañero entorno a las dos muchachas.

-Es la única forma de que Hina pueda ver-respondió Ailyn mientras sus pupilas se dilataban por todo el ojo y el pentáculo invertido con la cabeza de cabra resplandecía a medias en su espalda ya que el corsé tapaba parte de él.

-Hazlo ya por favor-suplicó la demonio de tormenta.

La bruja comenzó a conjurar en latín mientras sus dos compañeros entonaban una aterradora melodía sin letra. Lentamente Ailyn se acercó a su compañera y justo en el mismo instante en el que acabó de conjurar sus labios se entrelazaron con los de ella uniéndose como uno solo.

-Me marcho un momento-dijo la voz de Emily en un tono claramente irónico mientras aparecía a través de las estanterías junto al vampiro-¿Y ya me has buscado sustituta?-



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jueves, 25 de febrero de 2010

Si aprecias tu vida ¡Corre!

Hina caminaba a la defensiva, su espada se mantenía desenvainada pues ahora se temía lo peor. Un hombre se introdujo en el pasillo y caminó hacia ella. Furiosa y sedienta de más muerte avanzó hacia él. Su vista poco a poco fue desapareciendo la poca luz que había se vio sometida en una inmensa oscuridad. Sin poder apreciar la esencia de aquel lugar Hina envainó su espada a tientas pues tampoco veía su funda aunque si podía tocarla. Se puso nerviosa y eso hizo que los rayos comenzaran de nuevo a caer a lo largo de todo el almacén sin poder saber donde lo hacían.

-¿Qué pasa?-susurró una voz masculina-¿No puedes ver?-

-Sabía que no tardaríais en llegar-dijo ella mientras sus manos se movían de un lado hacia el otro.

-¿Porque vinisteis entonces?-

-Para evitar vuestros planes a toda costa-respondió ella mientras no podía evitar chocar contra una de las estanterías.

Aquel hombre soltó una risotada aquellas palabras le habían parecido verdaderamente graciosas.

-Sabes que no estamos solos-dijo él.

-Si los cinco habéis llegado quiere decir que no tardareis en iniciar la conversión-

-¿Cómo sabes eso?-preguntó alarmado el hombre.

-Yo,…-desenvainó la espada de nuevo-¡Lo sé todo!-

La espada surcó la oscuridad guiada por el sonido de su enemigo. No pudo lograr un ataque mortal pero ahora la punta de su espada se mantenía impregnada en sangre.

-¡Zorra!-gritó el hombre-¡Búscate la vida!-

Solo se oyeron jadeos mientras sus pasos se alejaban,… ahora estaba sola,… sola y ciega.

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No supo como pero los tres se separaron en aquel laberinto, afortunadamente podía ver a sus compañeras o al menos sentirlas pues él caminaba por lo alto de las estanterías. Sus ojos se fijaron en una silueta que aparecía frente a Hina no pudo reaccionar pues cuando quiso hacerlo alguien le detuvo.

-Hola Ian-dijo la voz de un hombre-¿Me dejaste a medias o fue imaginación mía?-

El íncubo se giró mientras sus ojos centelleaban violetas. Allí frente a él había un hombre de inmersa envergadura agarrándole con facilidad y esbozando una seductora pero a la vez maliciosa sonrisa.

-Me aburrí-dijo él tornando su rostro triste-Siempre acabas aburriéndome-

-Entonces estas serán las últimas palabras que escuches-dijo el hombre mientras acariciaba su rostro-Todo está perdido-

Los sonidos se fueron apagando. Ni si quiera el caminar del hombre sobre el metal pudo llamarle la atención. Había perdido el oído ¿Cómo podría seguirle si no podía escuchar sus pasos?

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Aquel lobo de inmensas medidas corría a cuatro patas mientras aquel espadón se fijaba a la funda que colgaba de su lomo. Sus zarpas se mantenían ensangrentadas mientras la piedra de las cuevas salmantinas pasaba a gran velocidad frente a sus ojos.

Sus orejas caninas habían percibido noticias sobre los cinco generales del mundo demoníaco. Nada más escuchar la noticia temió por las vidas de sus compañeros. No sabía donde se encontraban ni el vampiro ni la ígnea pero tenía una ligera idea de a donde se había dirigido el resto. No podía parar, ni si quiera cuando los jadeos lupinos acaecían sobre su cuerpo.

Quizá el estar tanto tiempo en el mundo humano había hecho que su mente reaccionara como tal. Los cinco capitanes eran conocidos más como los cinco sentidos, tenían las capacidades de hacer perder los sentidos además de ser luchadores natos en diferentes estilos.

Sus zarpas eliminaron el metal que comunicaba las alcantarillas con el arcén. Sus ojos medio lupinos-medio humanos observaron un grupo de criaturas que se colocaban frente a la puerta del almacén evitando que cualquiera entrara antes de que el espectáculo acabara.

Aquellos enemigos le miraron antes de darle tiempo a atacarles por sorpresa. Era obvio pues su tamaño resaltaba frente a la luz de las farolas. Avanzó a gran velocidad y propinó un gran salto al mismo tiempo que algunos de sus enemigos saltaran para atacarle en el aire.

Su hocico volvió a ser una nariz, sus orejas se encogieron y aquel pelaje oscuro se redujo hasta una media melena. Sus costillas tornaron humanas para que segundos después un traje de cuero negro apareciera sobre ellas. Ya no tenía que mantenerse desnudo pues también los trajes tenían resquicios mágicos para facilitar las cosas.

Desenvaino el espadón “Coloso” a la vez que giraba sobre si mismo con fuerza y partía a la mitad a sus enemigos como si se trataran de muñecos. Cayó al suelo donde se vio envuelto en una pequeña cruzada en la cual sus enemigos salían despedidos sin darles tiempo a reaccionar. Tanto su agilidad como su fuerza se veían equilibradas.

Se apresuró a entrar echando la puerta abajo, saltó la valla y profirió un aullido ensordecedor mientras sus ojos divisaban la imagen en la cual sus compañeros jugaban en desventaja.

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-¿Ya?-preguntó de nuevo Jake que se mantenía apoyado en la puerta de acceso a la guarida con sus pistolas envainadas en las fundas que se mantenían en la parte trasera de su cintura.

-Ya estoy-dijo un tanto molesta Emily mientras estrenaba su traje de cuero. Su traje era negro como el de sus compañeros. El pantalón era largo y con tribales del mismo estilo que el de ellos. La parte superior no comunicada con la inferior se componía de un pequeño escote y mangas cuya longitud acababa en la doble del brazo. Sus largos cabellos habían abandonado la coleta y se mantenían extendidos por sus hombros ondulándose con elegancia al mismo tiempo que su flequillo ladeado-¿Qué miras?-

-Hacia mucho que no te veía así-dijo Jake mientras comenzaban a caminar-Parece que ahora si te lo tomas enserio-

-Ya ves-dijo ella-Ahora nos jugamos algo más-


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miércoles, 24 de febrero de 2010

Abre los ojos

-¡Allí está!-gritó la voz de un hombre que aparecía con otros dos compañeros frente a él. Aquel grupo de miradas doradas mientras en sus manos relampagueaba lo que se podía nombrar como contacto electrizante.

Antes de que pudieran moverse sus cuerpos quedaron paralizados tras el contacto de aquel destello negro que se movió tras de ellos. Hina se mantenía incurvaba hacia delante mientras su brazo se estiraba hacia atrás, representaba la imagen de un samurai oriental.

Su katana era deslumbrante, el mango era negro pero en la parte inferior de este caía lo que parecía un llavero con una bola pequeña en él. Si te acercabas podías cerciorarte de que la bola representaba un reloj pues dos agujas permanecían talladas en él. En su hoja relucía un texto demoníaco en el cual se podía traducir su nombre “La Paralizada”.

No se demoró. Se incorporó, miró a su compañero mientras su rostro se contraía infantil al mismo tiempo que una sonrisa aparecía en él. Con perfeccionados movimientos fue eliminando a cada uno de sus enemigos mientras su espada iba de un lado hacía el otro rebanando cabezas que quedaban suspendidas en el aire ya que aquel parálisis no había expirado,… aún.

Hina se colocó delante de ellos. Hizo una serie de movimientos divertidos con la katana dejando el llavero a merced de estos y la envaino en su espalda al mismo tiempo que flequillo desfilado era sacudido por leves brisas. Justo en el mismo instante en que la espada quedó perfectamente envainada, los cuerpos de sus enemigos se desplomaron en el suelo.

Antes de que pudieran descansar una serie de criaturas aparecieron al final de la calle. Caminaban extrañamente a cuatro patas mientras sus cráneos calvos dejaban mostrar su cerebro. Sacudían sus largas lenguas de un lado hacia el otro mientras en su espalda aparecían púas que no tardarían en lanzar.

Ian se colocó en posición de ataque mientras Hina retrocedía con su katana empuñada hasta su lado.

-No dejes que sus púas te alcancen-comentó el íncubo mientras hacía que aquellas criaturas sintieran atracción hacía él.

-Lo sé-dijo ella observando como se detenían fijando sus ojos en su compañero como si fuera un pedazo de carne al que no podían atacar-Su veneno es mortal-

Aquel encantamiento expiró dejando aquellas criaturas a merced de su propia voluntad. Las púas salieron despedidas hacía ellos y si no hubiera sido por aquella barrera invisible hubieran caído con certeza.

Una silueta descendió del cielo mientras unas alas demoníacas se agitaban para mejorar su vuelo. Ailyn comenzó a lanzar pequeñas bolas de energía que eliminaron a dos de sus enemigos antes de caer al suelo.

Las alas se encogieron quedando elegantemente en la empuñadura de la espada la cual se mantenía envainada en su espalda. Las criaturas oscuras se abalanzaron sobre ella. Con rapidez empuñó su espada de hoja curva y comenzó a dar rápidas estocadas que pillaron a sus enemigos por sorpresa.

Solo quedó uno en pie, un demonio que ahora iniciaba su huida a gran velocidad. Ailyn lanzó su espada y dejó que la criatura que se mantenía en su interior batiera sus alas para que aquella hoja fulminara a su enemigo.

-¿No dijiste que querías un poco de acción?-preguntó la bruja mientras la espada regresaba a su vaina con libertad.

-No me refería a esta acción-respondió Ian mientras miraba extrañado a “La Poseída”.

-Entremos-comentó la demonio de tormenta mientras envainaba de nuevo su espada y se dirigían a la puerta del almacén.

El muchacho tomó la puerta y comenzó a ascenderla sin esfuerzo. Para su sorpresa la entrada se encontraba invadida por una serie de demonios los cuales se mantenían bebiendo cerveza y divirtiéndose sin intuir que iban a ser emboscados.

-¿Hay algún hueco libre en esta fiesta?-preguntó Ian juguetón mientras se colocaba en posición de ataque.

-¡Intrusos!-gritó uno de ellos.

La batalla comenzó justo en el momento en el que los buenos desenvainaron sus armas.

Ailyn empuñó su espada de hoja curva al mismo tiempo que aquellas alas demoníacas se movían con entusiasmo. Primero eliminó a tres enemigos que le atacaron por la izquierda. Después a los de la derecha y entonces ocurrió. No pudo cerciorarse de que una serie de enemigos la atacaban desde uno de sus puntos muertos, antes de que sus armas pudieran impactarla las alas de su espada se abrieron cubriéndola de arriba abajo y volviéndose inmensamente resistentes. Extendió su mano izquierda al mismo tiempo que la estrella invertida centelleaba en su espalda, sus enemigos explotaron en un mar de sangre. Cuando vio que sus elegantes estocadas evitaban el acercamiento de los otros enemigos que ahora rodeaban a sus compañeros decidió utilizar uno de aquellos extras que escondía “La Poseída”. Lanzó la espada, esta comenzó a girar sobre si misma y comenzó a eliminar a los enemigos que cerraban aquel círculo.

La espada de su compañera hizo que dos de aquellos enemigos no pudieran tocarle. Ian agarró a cabeza de uno de ellos y la inclinó hacia delante para golpearla contra su rodilla y segundos después dejar que la aguja emergiera de su protector y se introdujera por su torso. Un nuevo grupo de enemigos se abalanzó sobre él, solo tuvo que accionar unos botones interior en los protectores para que unas hojas recorrían el lateral externo de su brazo. Con una serie de ágiles golpes eliminó a sus enemigos. De repente dos enemigos se acercaron en un mismo instante. En un movimiento de acto reflejo se lanzó al suelo y haciendo el pino hizo que las cuchillas de sus botas emergieran para cortar a sus enemigos al mismo tiempo que él giraba sobre si mismo con la fuerza de sus brazos. Cuando se reincorporó otro enemigo completamente diferente se vio sucumbido ante una de sus patadas que lo alejó del íncubo. El muchacho extendió sus brazos e hizo que sus dedos índices apretaran un pequeño botón que existía en cada uno de los protectores. De repente dos agujas salieron disparadas, una impactó contra su enemigo y la otra contra otro de los enemigos que atacaba por sorpresa a la demonio.

La espada se paralizó en el aire justo en el mismo momento en el que su hoja chocó contra la katana del tiempo. Hina hizo una pirueta hacia atrás para colocarse en la espalda de su enemigo, introducirle la hoja de su espada y hacer que su cuerpo paralizado parara otro ataque. Tres espadas se dirigieron hacia ella, dejó que el cuerpo de su enemigo utilizado como escudo cayera mientras con un salto se subía encima de la espada que había paralizado minutos antes. Las nubes se mantenían por todo el almacén, una de ellas soltó un rayo que cayó sobre la espada milésimas de segundo antes de que iniciara su estocada. La espada hizo que sus enemigos salieran despedidos ante tal impacto haciendo que sus cabezas salieran despedidas de sus cuerpos.

Aquella cabeza endemoniada chocó contra el último enemigo que quedaba en la entrada. La bruja solo tuvo que introducir su espada para acabar la faena. Corrió hacia la valla que separaba un piso del otro y se dejó caer. Antes de que sus pies chocaran contra el suelo las alas de su espada crecieron e hicieron función de paracaídas. Su pie golpeó a su enemigo mientras la afilada aguja que hacía función de tacón se introducía en la entrepierna del enemigo que se tele trasportaba a su espalda.

Poco a poco el piso inferior se llenó de enemigos. Los pasillos marcados por las estanterías permanecían a rebosar de criaturas vestidas de humanos. Nada les preocupaba pues contaban con las armas de Netheril, además aquellas criaturas eran simples peones.

Un grupo alado apuntó a Ailyn con sus grandes arcos, no tardaron en disparar haciendo que aquellas flechas salieran despedidas hacia la muchacha. No impactaron en ella pues una burbuja invisible la protegía.

Ian saltó impulsándose en la valla para lograr alcanzar a aquellos muchachos alados. Una de sus agujas se introdujo en el torso de su enemigo y antes de que este cayera inerte saltó hacia el más cercano. Alcanzó su espalda, cortó sus alas con las cuchillas de su antebrazo, antes de impulsarse en su espalda tomó su arco y una flecha. La hoja de sus botas se introdujo en la frente del siguiente ángel caído mientras su otro pie se impulsaba para lograr llegar a la primera estantería repleta de acero en forma de cubo. Colocó la flecha en el arco y estiró la cuerda, antes de lanzarlo no olvidó besar la parte trasera del proyectil. Este salió despedido e impactó en el último arquero que había decidido atacar a su compañera.

Mientras aquellos cuerpos alados caían al suelo Hina se mantenía esquivando rápidas estocadas al mismo tiempo que uno de aquellos rayos caía en su espada y tras una estocada al aire los enemigos que estaban a su alrededor salían disparados por los aires. La muchacha saltó esquivando los cubos de acero que la bruja levitaba para hacerlos impactar contra sus enemigos

Las primeras gotas de lluvia comenzaron a escurrirse de los nubarrones al mismo tiempo que aquellos ojos reflejaban todo cuanto miraban. Aquellos peones comenzaron a huir. Sus caras ahora sonreían macabramente, aquel era un gesto que no daba buenas vibraciones.

La figura de una hermosa muchacha apareció frente a Ailyn en un pasillo totalmente diferente al de cualquiera de sus otros dos compañeros. Aquella mujer inmortalmente sensual esbozó una sonrisa. De repente apareció rozando su cuerpo. Decidida la muchacha hizo que su espada recorriera el pequeño espacio pero antes de que pudiera hacer nada aquella mano aparentemente delicada agarraba su brazo desnudo.

-Hola Ailyn-susurró la mujer mientras sus ojos centelleaban blancos durante una milésima de segundo y la muchacha se vio obligada a soltar la espada.

Una sensación acaeció sobre la bruja. No sentía nada, ni siquiera el roce de su aliento por su rostro aun así cuando lo olía. Un tanto atontada tomó un pedazo de su cabello y comenzó a acariciarlo. No sentía el roce de su cabello entre sus dedos, era como si hubiera perdido la noción del tacto.

-¿Qué me has hecho?-preguntó confusa mientras su enemiga volvía a su posición.

-Serás ejecutada por tus pecados-dijo la mujer en la lejanía-Ahora mismo-

El pentáculo invertido apareció en la espalda de Ailyn mientras sus brazos se extendían. Sus pies se separaron del suelo y sus labios comenzaron a conjurar en el latín antiguo. No sentía el roce de su lengua ni siquiera el aparecimiento de su saliva. Sus manos se vieron envueltas por una energía oscura. Extendió sus brazos y terminó de conjurar queriendo que aquella energía impactara contra su enemiga. Pero no lo hizo, la energía salió despedida por todos los lados pues no podía controlar lo que no podía tocar. El impacto hizo que aquella estantería cayera sobre ella. No sintió el tacto del metal pesando sobre su cuerpo tan solo sintió el dolor del golpe y como sus ojos perdían la conciencia.





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No todo está perdido,... aun queda esperanza

Un fuerte aullido azotaron las paredes de la catedral. Cuando dejó que sus parpados se levantaran observó como sus enemigos retrocedían aterrados mientras un lobo de un tamaño inmenso giraba alrededor de ella, dándole la espalda, dejando que su pelaje negro se contorneara con sus pasos y dejando que sus fauces segregaran la sangre del enemigo que había iniciado el ataque.

-¿Orem?-susurró ella sin poder ascender su voz ni un poco más.

Aquel lobo se giró y mostró en medio de aquel pelaje azabache un pequeño resquicio blanco en modo de corbata.

-¿Porqué me has salvado?-susurró enojada al ver que aquel no era su compañero pero aquella mirada le era extrañamente familiar.

Aquel lobo aulló haciendo que sus enemigos desaparecieran de la misma forma que habían aparecido. Su rostro lupino comenzó a contraerse por el dolor mientras su cuerpo retomaba una forma humana.

Un hombre de gran tamaño se mostró frente a ella. Su media melena se mantenía amarrada en una coleta mientras su rostro inmensamente igualado al de Orem dejaba mostrar una elegante perilla. No estaba desnudo pues unos pantalones de cuero se cernían a sus piernas, quizá aquello era fruto de la generosidad de Netheril pues él le suministraba a ambos bandos.

-He venido a darte un mensaje-dijo una voz carrasposa y ligeramente seductora.

-¿Qué quieres?-dijo ella mientras se sostenía torpemente de pie.

-Dile a mi hermano que le espero mañana al anochecer bajo el puente romano-respondió aquel licántropo.

-¿Y si no lo hago?-preguntó de nuevo la muchacha con frialdad.

-No volverás a verles-dijo de nuevo Ezequiel con total tranquilidad-Arreglaremos nuestras diferencias-

La espada de la demonio ígnea se levantó recta y se fijo al cuello del hombre. “La Escupe Fuego” intentaba no separarse de su objetivo mientras aquellos brazos intentaban no soltarla.

Furioso Ezequiel mostró una grandes fauces mientras su mano se trasformaba en garra y se dirigía a sentenciar a su enemiga. Aquella mano abierta recorrió la pequeña cantidad de metros mientras un largo pelaje azabache emergía de su interior, sus uñas comenzaron a crecer y a ensancharse.
-¡Acabas de sentenciarte!-gritó furioso Ezequiel mientras sus fauces segregaban saliva.

Una cuchilla golpeó el brazo del hombre mientras otra se colocaba en su cuello. Aquella mano marmolítrea sostenía la beretta encadenada a su muñequera de cuadros blancos y negros mientras una hoja curva se mantenía intacta sobre el arma. La otra pistola en cuya parte superior se mantenía teñida de sangre la hoja que verificaba una segunda sorpresa por parte de Neth, recorrió impulsada por la cadena la distancia que la separaba de su dueña, la otra mano.

-Decide-dijo el vampiro mientras la segunda pistola se colocaba en su cuello acompañando a la otra-¿Vives o mueres?-

-¿Jake?-preguntó Emily mientras se derrumbaba en el suelo.

-No sería justo matarte sin preguntar-dijo de nuevo-Tu salvaste a mi compañera-

Ezequiel ascendió sus brazos para demostrar que ahora venía en son de paz. Las pistolas de Jake guardaron sus cuchillas, desengancharon sus cadenas de las muñequeras y mientras daban vueltas en sus dedos se dirigieron a las fundas que se mantenían intactas sobre la cintura en su espalda.

-Tenéis treinta minutos para salir de aquí-dijo el hombre-lobo mientras se despedía-Mis hombres rastrearan la catedral y será mejor que estéis lejos-

Sus piernas profirieron un salto haciéndole desaparecer por uno de los ventanales de la catedral. El vampiro tomó uno de los brazos de su compañera lo pasó por sus hombros y se la llevó de allí. Aquel cuerpo alentaría su paso pero sabía que estaba viva por eso no la había abandonado.

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-¿Serán condenados?-dijo uno de aquellos dos hombres que se mantenían en cada lado de la puerta del almacén de Netheril.

-No lo sé-respondió el otro mientras se colocaban de brazos cruzados-Depende de los pecados con los que les juzguen.

Alguien los observaba. Unos ojos violáceos los miraban desde el tejado mientras su traje de cuero negro, quizá el más elegante y provocativo de todos se camuflaba con la noche.

Se dejó caer desde el tejado. Su cuerpo descendió con sigilo, sus manos agarraron el mentón de su enemigo y lo giraron con fuerza dejando que aquella melodía de chasquidos inundara la calle anteriormente inundada en silencio.

El cuerpo de aquella criatura cayó al suelo, su cuello comenzaba a regenerarse con velocidad. El brazo de Ian descendió con velocidad mientras el dedo meñique de esta se cerraba accionando un mecanismo que dejaba que una gruesa aguja apareciera bajo la palma. La aguja se introdujo en el corazón de su enemigo y mientras este desaparecía los ojos violáceos del íncubo se fijaban en su otro enemigo el cual se había percatado de su presencia.

Aquel hombre se abalanzó sobre él al mismo tiempo que este lo esquivaba con una rápida voltereta aérea hacía atrás quedando en su espalda. Giró sobre si mismo y le golpeó con una hermosa patada que hizo que cayera al suelo ante tal impacto. Una cuchilla emergió en la punta de la bota de cuero al mismo tiempo que esta se introducía en el corazón de su enemigo y posteriormente retorcía el pie para hacer que aquel golpe fuera limpio.

Tanto la hoja de la bota como la aguja de la mano se introdujeron de nuevo en sus recovecos mientras Ian suspiraba.



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lunes, 22 de febrero de 2010

Quizá sus ojos lo perciban,... quizás no sea tan real

El agua con restos fecales diluidos en ella se veía sometida a las pisadas de aquellas botas de cuero negro.

Jake disparaba en dirección contraria a donde le llevaban sus zancadas para ir eliminando uno a uno los enemigos que le perseguían. Aquellas pistolas de color plateado y negro tenían talladas en uno de sus extremos sus verdaderos nombres en el idioma más oscuro de todos, el demoníaco. En ella se podía leer “Prisioneras”.

El vampiro solo podía intuir que ese nombre se le daba por las pequeñas cadenas que salían de cada una de ellas y caían divertidas quedándose a merced de sus movimientos.

Pulsó el botón que hacía que el cargador de estas cayera al suelo acompañado de un destello rojizo, el cual indicaba que la última bala de cada uno de los cargadores había activado el mecanismo que los pasaban a llamar minas.

Se apoyó en una de las paredes para observar a escondidas como la explosión acababa con alguno de sus enemigos al mismo tiempo que recargaba las pistolas con dos de los cargadores que descansaban en su cinturón a rebosar de estos.

Sabía que aquellas criaturas oscuras eran tan solo los peones de una gran partida de ajedrez en la que se ponía en juego las vidas de aquellos seres humanos.

Con destreza descendió sus pistolas hacia el cinturón e hizo que los cargadores que colgaban de este se introdujeran por la culata del arma. Siguió corriendo y disparando tras hacer que sus dos berettas “Las Prisioneras” giraran sobre sus dedos con elegancia.

Giró hacia la derecha cuando las alcantarillas se bifurcaban hacía todas las direcciones repartiéndose por toda la ciudad. Aquellos ojos marrones se tornaron carmesíes cuando vieron como aquel grupo de enemigos formado demonios comenzaban a pisarle los talones.

Necesitaba encontrar una salida, necesitaba alejar aquel grupo de enemigos que les habían tendido una emboscada después de que Emily alejara la primera muchedumbre mucho más numerosa. Entonces encontró la solución a sus problemas.

Siguió disparando acompañado de su gran destreza vampírica para eliminar algún que otro enemigo. Sus mirada se fijo en una apertura cilíndrica, había oído rumores de que uno de los pozos salmantinos conectaba con las alcantarillas y era en aquel momento en el cual demostraba que aquellos rumores que infundaban la ciudad eran ciertos.

Sus piernas profirieron un salto, entonces fue en aquel instante en el que comenzó la escalada. Saltando de pared a pared pudo ascender hacía la abertura del pozo y salir de él.

La noche estaba cerrada tan solo las luces de la ciudad podían hacerle frente aunque no las necesitaba pues su mirada inmortal podía ver a través de la oscuridad.

Corrió entre el laberinto floral mientras sus enemigos iban saliendo del pozo y seguían persiguiéndolo sin llegar a tocarle. De repente se vio en apuros, sus enemigos aparecían por ambos lados y su cargador ya se había acabado ahora contaba con apenas quince segundos para poder lanzarlo pero estaban demasiado cerca para hacerlo.

Se subió al pequeño bordillo que separaba el huerto de Calixto y Melibea de aquel gran precipicio, allí impulsó un gran salto que hizo que sus enemigos no pudieran atraparle ni siquiera con un salto. Giró sobre si mismo al mismo tiempo que golpeaba sus pistolas la una contra la otra y sus muñequeras.

Entonces presenció una de las sorpresas que Netheril le tenía guardada. Las cadenas se engancharon a las muñequeras. Primero él soltó las armas tomando en sus manos los cargadores ya accionados a modo de mina. Posteriormente los lanzó hacía sus enemigos con una rapidez sobrehumana. Cuando cayó al suelo las cadenas seguían enganchadas, recargó sus armas y siguió su huída mientras aquella explosión acababa con otro pequeño número de enemigos.

Se introdujo por aquellas calles mientras un olor a quemado rozaba su olfato agudizado. Sus ojos se percataron de que unos destellos rojizos acaecían en el interior de la catedral, era el momento de ayudar a Emily.

Aquella vidriera de diferentes colores se mantenía circular en la pared trasera de la catedral. No dudó, no se demoró ni un segundo, ascendió en el aire y se introdujo a través de ella.

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Su cuerpo estaba totalmente agotado. La sangre que había descendido sobre la comisura de sus labios ahora se mantenía coagulada en su barbilla mientras que otra pequeña parte de esta manchaba el suelo de piedra de la catedral.

Aquellos enemigos parecían haber expirado. La muchacha descansaba en el suelo sin soltar su espada de sus manos. De repente unos rugidos la llamaron la atención.

Sin darle tiempo a reaccionar sus ojos se percataron de sus nuevos enemigos. Cantidad incontable de licántropos descendían desde las bóvedas mientras otros enemigos de a dos patas emergían de la penumbra de aquellos pasillos sometidos a las oscuridad.

Emily se levantó débil, su fuerza solo era capaz de empuñar su espada ahora no se podía tomar la seguridad de empuñarla con una mano pues aquella arma le pesaba más que antes.

Los enemigos avanzaban con rapidez, no podía hacer nada, ni siquiera levantar su arma,… La demonio ígnea cerró los ojos y esperó a que la muerte acaeciera sobre ella. Les había dado tiempo para huir, les había alejado aquellos enemigos, ya había hecho suficiente.

Comenzó a saborear la muerte, comenzó a sentir como su cuerpo expiraba pero aquello solo era lo que se podía tachar como espejismo... ¿o no?




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domingo, 21 de febrero de 2010

El motor ruge al mismo tiempo que ellos,... corre un grave peligro

Las llaves ya estaban puestas cuando Emily se subió a aquella preciosa moto de carretera negra. Era la segunda moto que montaba y parecía que lo había hecho durante toda su vida.
Giró las llaves en el contacto y arrancó el vehículo mientras aquellos pasadizos se inundaban en violentos rugidos producidos por el motor.

-Allá vamos pequeña-susurró mientras se agarraba a ambos manillares y su pierna derecha quitaba la pata que la sostenía de pie-No me falles-

Cambió de velocidad sin demora mientras se incurvaba para que el acelerar se hiciera más ameno. Giró hacia la derecha en el primer pasillo y hacia la izquierda en el segundo. Se podía apreciar como su temperatura ascendía más e la cuenta a cuenta de la adrenalina.

Sus ojos los cuales se ocultaban tras los cristales circulares de aquellas gafas de sol descubrieron como aquel pasillo, al cuál se había adentrado en la sexta velocidad y con ayuda de su pie izquierdo, se encontrada visitado por una gran cantidad de demonios. A simple vista se podían ver como mujeres vestidas con ropa de calle la miraban alarmadas, hombres de gran estatura y esbelto cuerpo dejaban mostrar sus grandes fauces lupinas, había otras siluetas de menor estatura algunas volando gracias a pequeñas alas de insecto y otros en el suelo.

-Aquí empieza mi partida-susurró ella de nuevo mientras aceleraba llevando al límite aquella moto de carretera.

No paso desapercibida. Algunos de aquellas criaturas fueron arrolladas por las gruesas ruedas de la moto mientras otras las esquivaban y las que se resistían eran inmolados por ella misma.

De nuevo giró a la derecha esta vez viéndose obligada a apretar el freno, girar y ayudarse con la pierna derecha para hacer más limpio el giro. Movió un poco la cabeza para mirar de reojo como aquellas figuras enloquecidas aparecían a través de la curva corriendo. Ya no había mujeres si no bestias, algunas eran vampiros, otras súcubos pues sus ojos eran parecidos a los de Ian y otras muchas habían hecho cambiar su cuerpo al de un lobo. Ya no había hombres si no aterradoras criaturas, la gran mayoría eran licántropos, otros eran rastreadores pues su cuerpo andaba ahora a cuatro patas y de su espalda emergían dos extremidades muy parecidas a tentáculos pero sin llegar a serlo, y el resto se mantenían combatiendo con su mirada ardiente la protección ígnea de la demonio, es decir, ellos intentaban hacerla arder pero ella reprimía aquel fuego con otras llamaradas. Y finalmente aquellas criaturas que habían parecido adorables ahora eran los que mas respeto imponían, muchos habían desaparecido trasportándose en forma espiritual y llegando casi a rozar a Emily, otros volaban como mosquitos junto a la demás muchedumbre y el resto se limitaba a chillar mientras sus pequeñas piernas de vampiro intentaban alcanzarla.

Su nariz dejó caer pequeñas gotas de sangre mientras las llamas que intentaban inmolarla se extinguían una y otra y otra vez. En su mente se repetían una y otra vez aquellas palabras de su compañero en forma de lo que ellos entendían como estrategia pero lo que otros tachaban de locura.

Giró de nuevo a la derecha sus enemigos estaban cada vez más cerca pues lo que la inmortalidad había entrenado no se podía combatir con un vehículo de hace dos siglos. Allí estaba, allí estaba esa puerta de metal entre muchas, allí estaba lo que podía ser su salvación ¿o su suicidio?

Hizo que la moto se pusiera a dos ruedas mientras la rueda delantera golpeaba la puerta haciéndola caer destruyendo sus quicios oxidados. Se detuvo un momento, la moto no paraba de rugir pero necesitaba que aquellas criaturas aparecían girando la curva y la vieran adentrarse en aquel pasadizo.

-¡¿Qué pasa?!-gritó ella un tanto irónica-¿¡No podéis pillar a la liebre!?-

Eso hizo que los caninos avanzaran más rápido. No dudo en acelerar de nuevo y ascender por un pasillo en cuesta. Allí todo estaba oscuro por lo que se vio obligada a encender las luces cortas del vehículo y seguir ascendiendo bifurcando su destino en uno de los tres pasillos que se abrían.

Aquellos gruñidos se oían cada vez más cerca. Cuando giró su cabeza de nuevo observo como un hombre-lobo se abalanzaba sobre ella. Se limitó a hacerle arder con su mirada antes de que la saliva de este rozara la coleta castaña de la muchacha. Su piercing comenzó a centellear rojo pues la temperatura de la demonio había ascendido en aquel sorprendente encuentro.

Un largo pasillo recto deslizaba con suavidad las ruedas de la moto de carretera mientras aquella cantidad incontable de enemigos aparecía a su espalda. Eran demasiados, demasiados para combatirlos ella sola. Su misión se había completado hasta el momento, al menos los había alejado de sus compañeros.

Antes de cruzar la gran puerta de madera que hacía terminar el pasillo, Emily giró la moto para llegar a frenarla y poder mirar por encima de sus gafas como sus enemigos aparecían en forma de estampida. La puerta se vio reducida a cenizas segundos antes de que la muchacha apareciera con la moto por debajo de su marco.

El silencio de los cimientos de la antigua catedral salmantina se vio sometido a un gran rugido proveniente de aquella moto de carretera. Las velas se encendían con rapidez al paso de la motera mientras sus enemigos envolvían cada recoveco de la catedral.

Emily pudo observar como alguno de los licántropos se movían ahora por las paredes. Callejeó a través de los bancos para poder esquivar algún que otro ataque y aceleró al máximo para subir las escaleras de piedra que comunicaban las dos catedrales. Allí se llevó la sorpresa, logró escapar de otra serie de ataques callejeando por los diferentes pasillos de la catedral moderna pero lo que no pudo hacer fue escapar de aquellos enemigos que ahora la rodeaban tanto por tierra como por aire.

Con la ayuda de uno de sus dedos hizo descender con sutileza las gafas de cristal circular para observar por encima de ellas como los enemigos ansiaban acabar con ella. Ya no había otra oportunidad, ya no había ningún modo de escapar, ahora tendría que combatir.

Ascendió la pierna con la que evitaba que la moto cayera y aceleró de nuevo. Cuando vio oportuno el momento saltó hacia atrás de ella dando una elegante pirueta aérea mientras desenvainaba la espada y la moto explotaba eliminando unos cuantos enemigos que ahora eran sustituidos por otros cuantos.

La demonio ígnea cayó al suelo ilesa al mismo tiempo que colocaba su espada en posición de ataque. En aquellos momentos la tomaba con las dos manos pero podía hacerlo con una sin problema.

Poco a poco los enemigos fueron abalanzándose hacía ella. Las primeras estocadas fueron limpias, los enemigos que no perecían bajo la hoja de la “Escupe Fuego” eran sometidos a una inmolación demoníaca producida por al mirada de la muchacha.

Las segundas estocadas se vieron acompañadas por fuertes patadas que hacían que sus puntos muertos fueron cubiertos a la perfección. De repente uno de sus enemigos la agarró por una de sus piernas y la lanzó al aire obligándola a soltar su espada y a hacer que su cuerpo comenzará a girar sobre si mismo inconscientemente. Aquel mismo rastreador tomó la espada de su enemiga y saltó para cortarla antes de que esta llegara al suelo. Obtuvo su sorpresa, la espada alcanzó una temperatura demasiado alta como para poder seguir empuñándola.

Emily retomó a compostura en el aire y tomó a su enemigo ahora desarmado para lanzarlo y hacer que chocara con fuerza contra el suelo y contra todo aquel enemigo que se interpusiera. Se estiró en el aire para bajar con más velocidad tomar la espada antes de caer al suelo y proferir una gran estocada circular para apartar a sus enemigos en un radio un tanto corto.

Los ojos ardientes de la muchacha observaron como la hoja de su espada tornaba rojiza como si estuviera ardiendo. No era ella quien la infundía ese calor al menos no por los ojos. La temperatura que la demonio generaba con su cuerpo era lo suficiente como para calentar la hoja de la espada. Esa temperatura poco a poco iba ascendiendo a cuenta de la adrenalina.

De nuevo combatió a sus enemigos unos más costosos que otros mientras su espada se enrojecía más y más. Inconscientemente colocó la espada en línea recta y accionó una especie de botón que había observado con anterioridad. De repente una fuerte llamarada salió disparada de esta al mismo tiempo que la hoja de la espada se reducía a cenizas.

-De ahí tu nombre-comentó Emily sonriente mientras aquel fuego intenso calcinaba a los enemigos a los que apuntaba mientras aquella hoja desaparecía.

Cuando aquel truco terminó uno de sus enemigos, una vampira aprovechó para abalanzarse hacia ella con la única ayuda de sus garras. Antes de que aquellas uñas cortantes pudieran tocarla otra hoja emergía de la espada y las bloqueaba.

-Netheril y sus sorpresas-dijo de nuevo mientras una gota de sangre acompañaba a otras cuantas deslizándose por la comisura de sus labios siguiendo un camino dibujado desde su nariz. Una serie de llamas eran ahora combatidas unos metros detrás de ella, no podía permitir que sus enemigos ígneos la reducieran a cenizas

Su temperatura ascendió más cuando aquellas criaturas comenzaron a abalanzarse sobre ella mientras los demonios de su misma especie la atacaban a traición. Sus ojos se percataron de que otro botón descansaba bajo el signo del fuego. Secundando otra sorpresa apuntó a uno de sus enemigos y sin demorarse lo pulsó.

De repente la hoja de la espada salió disparada. Silbó sobre el viento e impactó sobre uno de ellos haciendo que su cuerpo saliera disparado por los aires a cuenta del fuerte impacto que lo había producido.

-¿Serán limitadas?-se dijo para si misma mientras otra hoja aparecía.

A penas pasaron unos minutos cuando sus enemigos perecieron en la batalla. No salió intacta pues los cortes se repartían por sus brazos, uno de los licántropos la había mordido en la cintura antes de ser calcinado por unas cenizas.

El agotamiento que su cuerpo experimentaba hizo que se arrodillara en el suelo apoyándose en la “Escupe fuego” al mismo tiempo que sus labios proferían leves jadeos.




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La verdadera batalla está a punto de comenzar ¿Estás preparado?

-¡Están aquí!-avisó Ian mientras introducía su mano en una mochila y extraía un traje de cuero negro.

-¡Os dije que estaban en una mochila!-refunfuñó Orem mientras observaba la gran cantidad de armamento que se escondía tras la funda de la guitarra-¡Cómo mola el armamento nuevo!-

-¡Vistámonos!-ordenó Ailyn mientras tomaba su traje de cuero negro y se lo llevaba a un rincón en la sala de entrenamiento.

-¿De qué tienes prisa?-preguntó Emily que se mantenía observando aquella espada. El acero de su hoja recta resplandecía con el reflejo de las antorchas. El peso ni muy pesado ni muy ligero le resultaba encantador al mismo tiempo que su longitud la caracterizaba como espada larga de una mano. Su empuñadura se mantenía tallada con escritos demoníacos el cual la perfeccionaba un poco más. Por último en el centro de la empuñadura descansaba una runa mágica con el signo del fuego, un triángulo sin cerrar.

-Luego te retrasas-comentó Hina que ya se mantenía en ropa interior dejando que aquel cuero negro se deslizara por su cuerpo. Su traje seguramente fuera el más simple de todos. Estaban unidas tanto la parte de arriba como la de abajo. El cuero no era completamente negro al igual que el del resto de sus compañeros pues unos extraños tocados en forma de tribal surcaban el frente del torso y los extremos laterales de la parte del pantalón. Aquellas mangas provenientes de la parte de arriba se deslizaban por sus brazos terminando en guantes sin dedo, en forma de complemente unido al verdadero traje-¿Alguien me abrocha la cremallera? No soy un demonio invertebrado -preguntó mientras tomaba todo su cabello y lo levantaba esperando a que alguna mano se mostrara voluntaria.

-El que tarda suele ser Ian-comentó la demonio ígnea mientras abrochaba el traje de su compañera.

-Yo no soy el que me he cambiado de ropa nada más llegar a la guarida y se demora en vestirse con el traje de guerra-atacó su compañero mientras se desnudaba sin tapujos.

-No entiendo porque Neth decidió tallar “Escupe fuego” en su empuñadura-le ignoró ella sintiéndose a gusto con su camisa de tirantes y sus vaqueros. Nadie la podía culpar que detestara las faldas.

-Quiso poner algo que se asemejara a su dueña-apuntó Orem que abrochaba su pechera. El traje del licántropo iba por separado. Por un lado se podía observar como su pantalón recorría ajustado sus piernas con aquellos tocados tribales en los laterales hasta desembocar en aquellas botas del mismo color. Mientras que por el otro lado, la parte superior se componía de una pechera sin mangas, la cual se abrochaba con una única cremallera que recorría el centro de su musculoso torso acompañado de aquellos tocados similares a los de su compañera. El muchacho se agachó para tomar un par de botas de mujer-¡Cógelas Hina!-

Aquellas botas volaron por los aires hasta acabar en manos de su dueña. Sin tomarse ni un momento de descanso introdujo sus pies en ellas y las abrocho con aquellos enganches muy similares a los de los patines de línea.

-Esto no te protegerá de muchos ataques-dijo Emily mientras abrochaba la cremallera del corsé de cuero negro y después comenzaba a apretar los cordones que existían a modo de adorno.

-La defensa que no me da la armadura-habló Ailyn mientras colocaba su corsé para que sus pechos se vieran un poco más marcados. A decir verdad el traje de la muchacha era el más peculiar. La parte de arriba era simplemente un corsé de cuero negro que dejaba al desnudo la parte superior de este mientras la parte inferior se unía al pantalón de cuero tallado que iba a juego con el de sus compañeros. Sus botas eran las que tenían más tacón de las tres féminas. La demonio de tormenta tenía un tacón intermedio y simplemente las botas que la demonio ígnea prefería dejar descansando por el momento en aquella maleta eran planas-Me la da la magia ¿Soy bruja recuerdas?-

-Craca-se oyó como Jake animaba aquella respuesta al mismo tiempo que se ponía las botas. Su traje tenía un cierto parecido con el del íncubo. Ambas partes también estaban unidas. La parte de abajo era tan simple como la del resto, un pantalón ajustado con tribales en los lateras. En cambio la parte de arriba terminaba en cuello de camisa, la cual se doblaba elegantemente dejando un pico antes del comienzo de su torso. La única diferencia del traje del vampiro al del demonio era que el pico que bajaba del cuello se extendía sensualmente al centro de su torso dejando mostrar a la perfección la unión entre sus pectorales-¡Jack Skellington!-gritó un tanto efusivo cuando tomó una muñequera negra con una divertida calavera en su centro. Sin dudarlo ni un segundo se la puso en la mano derecha de tal modo que la calavera diera al exterior, la otra era más simple, se trataba de cuadros blancos y negros repartidos por toda la muñequera, sin demorarse se la colocó en la otra muñeca-¡Como mola!-

-¿Ailyn?-preguntó Emily mientras la estrella invertida con la cabeza de cabra aparecía de repente en su espalda-¿Estás bien?-

-¡Mierda!-gritó ella al mismo tiempo que sus ojos tornaban negros-¡Nos han encontrado!-

-¿Qué dices?-preguntó el licántropo-¿De que estás hablando?-preguntó nervioso el íncubo.

-¡Hay que largarse!-gritó ella mientras tomaba su arma. Se trataba de una espada de hoja curva y sumamente ligera. En el centro de su empuñadura se podía observar como un ojo demoníaco se movía de un lado hacia el otro acompañado por unos adornos que formaban parte de la empuñadura con la forma de dos alas de murciélago -¡Vienen hacia aquí!-

-Me cagüen-reaccionó al cabo de unos segundos Hina recogiendo su arma y observando al fría expresión del vampiro. Jake se mantenía colgándose un cinturón a rebosar de cargadores de pistola. Segundos después tomaba sus dos nuevas berettas negras y plateadas con letras demoníacas en su parte trasera.

-Marchaos-dijo Emily furiosa tomando su espada en la mano y empuñándola con fuerza.

-¿No vienes?-preguntó la bruja.

-Si huimos todos nos encontrarán-dijo ella colocándose una funda de espada a la espalda y envainando su arma-Será más fácil si los alejo-

-¡Estás loca!-gritó Ian mientras sus ojos se tornaban llorosos. Unos protectores metálicos de acero color negro con tribales a juego, descansaban brillantes en sus brazos, empezando en la doblez de estos y terminando un poco después de la muñeca simulando un triángulo que desembocaba en su nudillo anular. También era destacable que sus dedos meñiques se mantenían tapados por eslabones de metal que lo hacían que tanto el dedo como el protector pudieran moverse.

-Lo sé-dijo ella mientras le guiñaba un ojo-Intentar llegar donde Netheril, él os dará respuestas-

-¡Nunca!-gritó Ailyn mientras saltaba a sus brazos y abandonaba por un momento esa frialdad para abrazarla-¡No quiero perderte! ¡No quiero ni imaginármelo!-sus palabras sonaban costosas por culpa de las lágrimas que además de caer por sus ojos hacían que su garganta se tupiera.

-¿Ailyn?-susurró ella-Yo te encontraré-

Aquellos labios se unieron en una hermosa danza. Las lágrimas se deslizaban por la comisura de estos mientras el baile no cesaba. El resto de criaturas oscuras decidieron apartar la mirada y dejar que aquella imagen perdurara durante unos segundos. El íncubo no pudo evitar llorar con tan solo pensar que Emily no volvería.

-¡Vámonos!-gritó la bruja retomando su frialdad-¡Esos demonios han pedido cita para morir hoy!-

-¡Orem!-gritó Emily mientras se colocaba unas gafas de sol sobre su nariz. Los cristales tintados de aquellas gafas eran perfectamente circulares, el parecido que ahora demostraba con algún personaje famoso era casi idéntico-Si alguno muere en mi ausencia ¡Te mataré yo misma!-
-¡A tus órdenes!-respondió él con una gran sonrisa mientras su mano derecha simulaba la despedida de un militar.

-¡Ah!-recordó la demonio ígnea-¡Ian deja de llorar si no quieres que te parta la cara!-



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viernes, 19 de febrero de 2010

Un gran peligro se cierne sobre ellos

El vampiro se asomó al pasillo y observó como su compañera se mantenía observando a través de una pequeña apertura queriendo descubrir el generador de tanta energía oscura.

-¿Qué coños haces?-susurró Jake mientras la ígnea se introducía en los conductos ayudada tanto desde abajo como desde arriba-Hay que largarse-

-Quiero verle-dijo ella mientras sus ojos se abrían de par en par descubriendo aquel rostro-¡Correr!-gritó mientras se reunía con sus compañeros y se introducían aun más rápido por el conducto para salir de allí-¡Estamos en grave peligro!-


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El cuerpo de Maite temblaba mientras aquellos gritos iban desapareciendo de su cabeza. El silencio ahora rebotaba sobre las paredes de “La Sociedad” mientras ella intentaba no correr más su rimel con otra serie de lágrimas.

Tras haberse besado con aquel apuesto muchacho, la aspirante a periodista fue al baño a retocarse y cuando quiso volver a entrar todo había enloquecido. La sangre ya había manchado las paredes de sangre mientras aquellas criaturas se peleaban sin piedad. No tuvo más remedio que ocultarse de nuevo en los aseos femeninos y encerrarse en uno de los cuartos.

Caminó un tanto asustada pues el silencio era inquietante. Abrió la puerta para salir de los aseos y se encontró aquella imagen traumatizante. Cadáveres yacían a un lado y al otro del bar mientras un hombre la miraba con unos ojos brillantes y negros.

-Serás el postre-dijo aquella voz grave acompañada de unos ecos fantasmagóricos.

De repente aquella figura se movió con rareza pero a gran velocidad. Cuando Maite se quiso dar cuenta aquel demonio devoraba su alma.


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-Narigudo, pelo moreno,…-describió la muchacha mientras acariciaba su pierna derecha la cual se mantenía desnuda ya que había arrancado esa parte del pantalón minutos antes.

-¡Pajurca!-bromeó Orem sonriendo mientras su compañera le fulminaba con la mirada.

-Belzebú-susurró ella mientras los seis se sentaban un tanto agotados en la grúa que se erguía sobre la plaza de la gran ciudad.

-¿¡Estás segura!?-gritó Emily mientras hacía que aquella ballesta dispara una flecha al aire. Aquella demonio sentía angustia al no haber podido utilizar aquel arma, en parte odiaba las armas modernas pues hacían perder la utilidad a las antiguas.

-Apostaría mi vida con total seguridad-dijo ella mientras observaban la Plaza Mayor desde aquellas alturas con las piernas en aire.

-Entonces tienes razón-dijo Jake-Estamos en un grave peligro-

-Hemos podido morir-comentó Ian que apoyaba su cabeza en el hombro del vampiro.

-Estos demonios no querían matarnos-dijo Ailyn-Si no, lo hubieran hecho sin problema alguno-

-Contaban con un demonio de rayo-apuntó Orem-El hubiera sido suficiente para acabar con todos nosotros-

-¿Porqué no lo hicieron entonces?-preguntó el incubo.

-Porque quieres que presenciamos la conversión total de la ciudad con nuestros propios ojos-respondió la bruja intuyendo los que se les venía encima.

-Hay que prepararse para lo que se nos venga encima-dijo el licántropo mientras se dejaba caer.

Su cuerpo se vio atacado por el fuerte viento mientras recorría aquella gran caída. Al cabo de unos cuantos minutos el muchacho llegó al suelo de la plaza. Sus compañeros no tardaron en llegar, ahora comenzaba la verdadera lucha.





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jueves, 18 de febrero de 2010

No temas,... tu muerte no será en vano

La muchacha cerró la puerta al entrar y observó como la puerta del aseo masculino se mantenía cerrada. Dio rápidas zancadas hasta entrar en el aseo, cuando lo hizo un hombre de larga cabellera hacia sus necesidades en un inodoro que colgaba de la pared.

-Uy me he confundido-dijo ella mientras aquella mirada la fulminaba.

-Yo creo que sí-dijo él fríamente mientras ella salía, cerraba la puerta y se introducía en el aseo femenino dejando la puerta entreabierta para observar a través de ella la salida del hombre que se resistía a salir.

-Que ¿te mola alguno?-preguntó la voz de una chica que salía de uno de los cuartos de inodoro.

Hina se giró para observarla. Una larga cabellera pelirroja hacia juego con el conjunto cobrizo que llevaba. Su cara estaba repleta de piercing, su nariz, sus labios, sus cejas e incluso en el parpado.

-Sí-dijo ella con una fría sonrisa.

-¿Quién es el afortunado?-

-Un chico de cabello castaño y ojo tapado-describió.

-El del pelo despeinado-dijo la otra mordiéndose el labio.

-No, el peinadito-dijo ella imitando la misma expresión.

-Ese tampoco esta mal-dijo la muchacha mientras observaba como alguien pasaba por el pasillo-Pues el barbudo ya ha salido del baño-

-Gracias-dijo Hina mientras salía.

-A ti guapa-le dijo la otra mientras salía con ella y se separaban en el pasillo.

Cuando entró y cerró la puerta Ian ya se encontraba esperándola con su katana en las manos.

-Has tardado-dijo él mientras hacía que su cuello crujiera-¿Preparada?-

-Hablas con Hina ¿Recuerdas?-le respondió ella mientras se colgaba la funda a la espalda y empuñaba la katana con una gran sonrisa.

De repente la música paró. En su lugar las campanadas de la torre resonaron en el interior del establecimiento. Los ojos de Jake se percataron de que el portero acababa de entrar y cerraba la puerta. Aquel grupo de personas prescindieron de sus gabardinas mientras pieles envejecidas se mostraban al público.

-¡Sentiros afortunados!-comenzó a hablar el dueño del local que se encontraba al otro lado de la barra-¡Porque hoy nos serviréis de alimento!-

-Hazlo Emily-susurró Ailyn mientras la campanada daba su penúltimo tintineo.

No pasó apenas un segundo cuando las velas se vieron sometidas a una llama. Ailyn comenzó a conjurar de nuevo en latín al mismo tiempo que las llamas tornaban negras y la estrella aparecía en su espalda.

-¿Qué haces?-preguntó una muchacha que dejaba caer su gabardina.

-¡Es una bruja!-gritó el portero mientras se abalanzaba hacia ella y el local se veía invadido en gritos acompañados de la última campanada y acallados por nueva música estrepitosa.

Justo en el momento en el que el demonio rastreador se disponía a rozar el cuerpo de la bruja, este se vio envuelto por unas llamas. Los demonios que habían llegado eran siete, dos mujeres y cinco hombres.

Una de las mujeres ignoró a la conjuradora y se abalanzó sobre uno de los mortales, ambos cuerpos cayeron en el suelo. El humano comenzó a chillar mientras la mujer abría su boca sobrenaturalmente.

Una daga de tres puntas surcó el aire humeado por el tabaco girando sobre si misma hasta impactar contra la nuca de la mujer. Esta se giró para observar como un muchacho de cabello ondulado la esperaba con otra daga del mismo estilo en su mano izquierda.

-¡A por ellos!-chilló mientras le señalaba.

Uno de los hombres comenzó a caminar mientras su cuerpo se impregnaba de escamas. Sus ojos tornaron marinos mientras aquellas escamas se desprendían por la falta de alimento. El demonio marino no dudó en abalanzarse sobre el íncubo sin apenas darle tiempo a reaccionar.

Sus grandes garras fueron detenidas por la espada de la demonio al mismo tiempo que su pierna le profería una patada para alejarle.
Ailyn terminó de conjurar, ahora los demonios tenían un destello blanquecino a ojos de sus compañeros, era un hechizo de identificación, simplemente para que los renegados pudieran distinguir a los enemigos de los inocentes.

-¡Ahora vuelvo!-gritó Emily mientras salía corriendo-Creo que me ha entrado un apretón-

-Buen hechizo bruja-dijo el portero.

-Pero,…-habló el camarero mientras saltaba la barra-¿Qué pasaría si os atacarán también los humanos? ¿Acabaríais con ellos?-sus ojos tornaron negros e hizo que los mortales le miraran a los ojos. En el mismo instante en el que los ojos humanos se toparon con los del demonio estos enloquecieron volviéndose en contra de ellos.

Uno de los humanos agarró del cuello a la bruja. Sintió como su cuerpo humano dejaba de inhalar aire. Orem se abalanzó sobre él al mismo tiempo que su cuerpo se volvía lupino desgarrando las ropas que había llevado hasta el momento. Sus garras rebanaron el cuello del humano mientras profería un aullido escalofriante.

-No pensábamos hacerlo-dijo ella-Pero si no hay otro remedio-

Otra de las mujeres comenzó a aplaudir. Su cabellera rubia resaltaba en la tenue luz acompañada del brillo blanquecino que solo los buenos podían ver.

-Bonito hechizo-dijo ella-Pero ¡no eres la única bruja, zorra!- su tacón chirrió en el suelo mientras la punta de este dibujaba el pentáculo invertido.

Orem se vio obligado a proferir un gemido lupino ya que aquel sonido le afectaba más que a cualquier partícipe de aquella fiesta. Aquella mujer de cabellos platinos comenzó a conjurar al mismo tiempo que unas manos agarraban a Ailyn y tapaban su boca.

Otro de los hombres se abalanzó sobre Hina que se mantenía forcejeando con el demonio marino. Sus puños la golpearon haciéndola volar por los aires y estampándola contra la máquina de dardos la cual le dio un chispazo. El hombre sacudió su melena haciendo que esta creciera al mismo tiempo que sus manos y pies se trasformaban en las de un felino. Aquel león demoníaco con partes esqueléticas rugió justo antes de abalanzarse a ella aun en el suelo. De repente el licántropo lo apartó de ella con un placaje al mismo tiempo que ambos salían disparados al otro lado de la barra.

El vampiro profirió un salto acompañado de su pierna estirada en patada dirigido a la cabeza de la bruja que aun seguía conjurando haciendo que aquellas manos apretaran más y más el cuerpo de Ailyn. Otro de los hombres tomó su pierna y lo lanzó hacia el televisor colocado sobre la esquina situada en la tarima. Se levantó ágilmente e hizo que sus ojos tornaran carmesíes al mismo tiempo que sus colmillos se quedaban al descubierto. Un trío de mortales se les abalanzó enloquecidos, se movió con velocidad partiéndoles el cuello a cada uno de ellos sin ni si quiera darles tiempo a reaccionar.

La mujer había cerrado sus fauces mientras aquellas dagas aceleraban el marchitamiento de su piel. Aquel íncubo se movía con velocidad pero eso cambió justo en el mismo instante en el que decidió utilizar su poder. Ian cayó al suelo mientras su cuerpo comenzaba a zarandearse propio de un ataque epiléptico. Aquella diablesa se colocó sobre él y abrió de nuevo sus fauces para comenzar su alimentación.

-¡No toques lo que no puedes comprar!-gritó Emily mientras su escopeta vaciaba uno de sus cargadores en aquella cabeza al mismo tiempo que aquel cuerpo desaparecía-O eso hubieras dicho tú-dijo mientras prestaba su mano para ayudar a levantarse.

Su cuerpo se mantenía a rebosar de armamento. Dos espadas colgadas de su espalda, una katana de menor tamaño en su pierna, dos pistolas en fundas atadas sobre sus rodillas y una ballesta colgada a lo bandolera quedando intacta en la parte trasera de su cintura.

-Gracias-dijo Ian mientras aceptaba la ayuda y se levantaba con las dagas en sus manos.

-De nada-dijo ella mientras movía el mecanismo de recarga automática de la escopeta. Sus labios profirieron un fuerte silbido.

Ian saltó en el aire al mismo tiempo que tomaba una serie de dagas arrojadizas y las lanzaba hacia la bruja que conjuraba en contra de Ailyn. Las dagas se clavaron en el cuello de la muchacha cortado su concentración y haciendo que aquellas manos desaparecieran de la figura de su compañera.

-¡Dime!-gritó Orem desnudo de nuevo en su forma humana que se mantenía golpeando al león que estaba debajo de él.

-¡He triado los juguetes!-dijo Emily mientras soltaba la escopeta, tomaba las dos espadas y se las lanzaba a su compañero-¡Pásalo bien!-

-¡Eso espero!-dijo el mientras las empuñaba en el aire hacía divertidos movimientos y después le rebanaba la cabeza al león.

-¿Qué me has traído?-preguntó Jake que se mantenía en una sobrenatural pelea cuerpo a cuerpo con el demonio que repelió su patada.

-¡He invitado a tus amigas!-gritó ella mientras tomaba las dos pistolas y se las lanzaba.

-¡Gracias!-dijo otro de los enemigos que aparecía de repente en el aire y tomaba las pistolas para disparar a la demonio ígnea.

Emily hizo arder las balas antes de que pudieran perforarlas. Aquel demonio tomó la consistencia del viento y se movió por la habitación disparando a diestro y siniestro.

Jake saltó sobre su oponente mientras este era protegido al instante por unas alas negras. Aprovechó el momento para impulsarse sobre él, volar en el aire y caer sentado sobre el pistolero. Giró las piernas con la fuerza del cuerpo e hizo que su cuello chasqueara, no estaba muerto pero ahora podía tomar sus pistolas.

-Son mis amigas-dijo el vampiro mientras le apuntaba-No las tuyas- un estruendo acompañó a aquella cabeza que salió despedida en pedazos por los aires.

Ailyn se mantenía conjurando con una de sus brazos extendidos hacia el techo. Su oponente mágico la miró con odio mientras inició otro hechizo. Era demasiado tarde, la bruja ya había terminado de conjurar y ahora unas agujas aparecían de la nada alrededor de su rostro. Sin demorarse ni un segundo las agujas comenzaron a introducirse en su perfecto rostro y después ardieron inmolando a aquella mujer. Antes de que el cuerpo cayera en el suelo las agujas tomaron la consistencia de cuervos que comenzaron a volar por el establecimiento atacando a los mortales que habían enloquecido. No tenían la culpa de sus actos pero estaban siendo castigados con igualdad.

El cabello de Hina se mantenía erizado pues la máquina de dardos le había proferido una gran descarga eléctrica, una descarga que todavía seguía corriendo por su cuerpo. Sus compañeros estaban demasiado ocupados para ayudarla a levantarse, la máquina pesaba sobre ella mientras que alguien esperaba a que se levantara.

-¿Eso es todo?-preguntó el hombre de las escamas mientras le pegaba una patada a su hermosa cara-Pues que decepción-dijo de nuevo repitiendo el movimiento.

La muchacha alzó su cabeza. Sus ojos se mantenían reflejándole con discordia, aquel rostro estaba enojado, demasiado enojado. Se levantó con rapidez, una oleada de viento surgió bajo su cuerpo e hizo que se colocara de pie, la máquina de dardos salió despedida. Se limpió la sangre que emergía de su nariz y giró la cabeza simpáticamente mientras su sonrisa ensangrentada emergía sin sufrimiento.

-Me toca-dijo ella mientras se abalanzaba hacia él. El demonio marino logró esquivar el puño de la muchacha lo que hizo que esta se colocara a su espalda, espalda contra espalda.

Con gran rapidez Hina desenvaino su katana la giró juguetona e hizo que se clavara en el centro de su espalda. No pudo evitar emitir un grito de furia al mismo tiempo que la espada ascendía por su cuerpo y le partía en dos. Posteriormente le pegó una patada giratoria haciéndolo caer en el suelo, le clavó la espada en la cabeza que se mantenía partida en dos e hizo que su cuerpo se envolviera en electricidad eliminando por completo a su enemigo.

-No deberías haber jugado conmigo-comentó Hina mientras sacudía su espada para escurrir la sangre-Yo siempre gano-

No lo pudo evitar, el cuerpo de la demonio ígnea ahora emitía grandes sacudidas acompañado de un espumarajo que emergía entre sus labios. La demonio “boca grande” no había muerto pues esa era la prueba exacta para verificarlo.

-¡Detenerla!-gritó Ailyn sabiendo que si ese ataque perdurara su compañera moriría.

-¡Estoy ocupado!-gritó Jake que se mantenía esquivando las alas de su enemigo el cual se había delatado como ángel caído. Se agachó para esquivar aquel ataque, aprovechó para intentar hacerle la zancadilla pero entonces este profirió un gran saltó ayudado por el batir de sus alas.

-¡Emily!-inició una carrera Ian mientras sus ojos se inundaban inconscientemente de lágrimas.

-¿A dónde vas?-le dijo una voz acentuada mientras aquellos brazos le agarraban.

Furioso los ojos del íncubo tornaron violáceos. Aquel hombre se lanzó sobre él, no para atacarle si no para besarle. Lentamente aquellos labios se contorneaban con los otros. Decidido el íncubo tomó una de sus dos dagas de tres puntas y la introdujo en el pecho de su enemigo. Al instante fue repelido por una gran descarga eléctrica que hizo que volara por los aires, se golpeara con la figura de la muerte y cayera semiinconsciente en el suelo.

-¡Hija de puta!-gritó Orem que se abalanzaba sobre la demonio que lentamente iba robándole la vida a su compañera.

-No puedes detenerla-dijo de nuevo aquel demonio cuyo rostro tenía rasgos orientales mientras atrapaba al hombre antes de terminar su trasformación y lo lanzaba hacía la otra punta donde le esperaba el portero.

-¡Aaaah!-comenzó a gritar Ailyn al mismo tiempo que su cuerpo se elevaba del suelo y una fuerte energía mágica explotaba haciendo volar por los aires a todos los visitantes de aquel tugurio, tanto a aliados como enemigos.

Emily se levantó débil del suelo, su rostro se contraía furioso mientras unas llamas crecían en sus ojos. Su mirada se fijo en la demonio que había intentado asesinarla y que le había faltado poco para hacerlo. Aquella muchacha comenzó a arder sin darle tiempo a reaccionar pues antes de que pudiera darse cuenta su cuerpo ya volaba por el aire en forma de cenizas.

No dijo nada solo se limitó a observar el paisaje que había cambiado durante su larga ausencia. El íncubo se mantenía inconsciente bajo la estatua de la muerte. El licántropo forcejeaba ahora con el demonio rastreador el cual había dejado al descubierto unas grandes fauces. La demonio de tormenta había tapado sus ojos con una de las patas de su pantalón y se mantenía luchando a ciegas contra el camarero evadiendo aquella mirada que haría que cayera en la locura, no lo hacía pues su enemigo había sido dañado por varias estocadas. La bruja había liberado toda su energía y ahora estaba inconsciente en el centro del establecimiento. Y finalmente el vampiro estaba siendo golpeado por aquel ángel caído.

Las alas del ángel comenzaron a arder, no quiso matarle pues quería que Jake acabara con él. El camarero se vio obligado a detenerse por las llamas mientras aquella espada le descuartizaba sin miramientos. Y justo en el momento en el cual Emily iba a inmolar al rastreador este se vio desgarrado por la furia del lupino.

-¿Qué crees que haces?-dijo de nuevo la voz del demonio eléctrico mientras le agarraba por el cuello.

-No deberías tocarme-pronunció al mismo tiempo que su labio superior era tocado por una pequeña gota de sangre proveniente de su nariz.

Emily salió despedida tras un fuerte contacto eléctrico al mismo tiempo que su enemigo desaparecía a causa del fuego.
No trascurrió mucho tiempo cuando los colmillos de Jake se vieron impregnados por la sangre de su enemigo el cual no pudo esquivar aquel ataque.


-¡Se acabó!-dijo Emily que se levantaba mientras la música desaparecía al mismo tiempo que el aparato que la producía ardía-¡Nos vamos!-

El vampiro tomó al incubo en brazos. Sus ojos carmesíes tornaron cobrizos a la vez que su rostro se contraía triste al ver a su compañero sin reacción. Hina sonrió al haber acabado con su enemigo mientras se quitaba aquel cuero que hacía función de venda.
Todo había salido a pedir de boca. Habían logrado acabar con una pequeña porción de enemigos, aunque no todos habían salido victoriosos.

-Ya viene-susurró Ailyn mientras su cuerpo se movía de un lado hacía otro aun con los ojos cerrados.

-Ey-le acarició la demonio ígnea que se arrodillaba junto a ella-No pasa nada. Todo ha terminado-

Aquellos ojos verdes aparecieron tras unos parpados blanquecinos. Las lágrimas recorrían sus pómulos en preocupación.

-Está aquí-dijo mientras una sombra se colocaba detrás de la puerta.

-¡Hay que lagarse!-gritó Hina cerciorándose de que la bruja había sentido aquella energía demoníaca que ahora ella sentía.

-¿Qué es eso?-preguntó Ian desde los brazos de Jake.

-Peligro-dijo Orem mientras los seis se adentraban en los baños.

La bruja se introdujo la primera en los conducto de ventilación con ayuda del lupino.

-¿Hina?-preguntó el íncubo mientras era ayudado por el licántropo para subir.



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miércoles, 17 de febrero de 2010

A veces la mentira es la salida más rápida

La decisión fue clara. No les quedó más remedio que vestirse con ropa extravagante. Las cadenas descendían desde el pantalón de los muchachos mientras ellas lucían guantes y medias de redecilla.

-¿Estás seguro de que me queda bien?-preguntó Ian mientras se apartaba parte del cabello alisado de encima de su ojo izquierdo.

-Sí-dijo Jake cuyo flequillo tapaba su ojo derecho y se despeinaba en la parte trasera de su cabeza.

-A mi esto me gusta-añadió Orem mientras observaba su collera de cuero y pinchos ligeramente apretada.

-Tenéis que ser más oscuros-dijo Ailyn que se encontraba junto a las chicas justo detrás de ellos.

-Recuérdame que las faldas no me gustan-le susurró Emily a la otra demonio mientras intentaba estirar una minifalda negra cuya terminación era acompañada por unas medias de redecilla.

-Las faldas no te gustan-le dijo Hina mientras acariciaba sus pantalones de cuero ajustados introducidos en una botas de militar.

-Nos van a pillar-comentó Jake-¿Lo conseguiste Ian?-

-Claro que lo conseguí-respondió él sonriente mientras ascendían por las escaleras de la Gran Vía-Nadie puede resistirse a mis encantos-

-Ya está con lo de su “sexapeal”-dijo con retintín Emily mientras su reflejo le hacía sonreír. Su rostro se mantenía esforzadamente pálido mientras tanto sus ojos como sus labios resaltaban negros.

-Bueno-suspiró Hina mientras caminaban por el interior de una calle que mostraba una carretera al final. Exactamente la misma calle que la ígnea y el incubo pisaron antes de descubrir el lugar-Ha llegado el momento de actuar-

-Yo llevo actuando desde que salimos de la guarida-susurró Ian mientras sus ojos se fijaban a un portero sumamente hinchado pro la presión de sus músculos. Aquel hombre era alto, su estilo de vestir se basaba en el cuero negro y en los picos, en la parte derecha de su cuello se podía observar como se mantenía tatuada la siguiente frase.

“The death should not be your worse enemy”

Que se podría traducir al castellano como “La muerte no debería ser tu peor enemigo”

-Que imponente-susurró Jake mientras cruzaban la carretera para ascender aquella cuesta hasta llegar a la puerta del local.

De repente la actitud de aquel grupo de adolescentes se inundó en frialdad. Pasaron sin decir nada frente al portero y poco a poco se fueron introduciendo en el local llamado “La Sociedad”.

-Espera-detuvo la mano del portero a Hina.

-¿Qué pasa?-preguntó ella con frialdad reteniéndose de no estallas a reír.

El hombre cerró los ojos y aspiró una gran bocanada de aire por la nariz como si intentará identificar el orlo de la muchacha. Sus ojos se abrieron mientras su cara se contraía en confusión.

-Puedes pasar-dijo severo mientras la muchacha entraba victoriosa.

La música rebotaba por las paredes del local. Era complejo, no había mucho que mereciera una descripción detallada pero no está de más apuntarlo.
Una tarima se levantaba a la derecha con un grupo de sillas y mesas negras. Un futbolín se mantenía en el recoveco más oscuro de lugar acompañado por una figura esquelética representativa de la muerte. Una máquina de dardos de frente y la barra que ocupaba gran parte del establecimiento. Una puerta se mantenía casi oculta tras una pared, no era más que la puerta de los aseos.

-¿Qué ha pasado?-le dijo Emily mientras su aliento rozaba con sutileza su oreja para que pudiera oírla ya que la música era estrepitosa.

-El demonio rastreador de la puerta-explicó ella-Creyó haber olido mi fragancia demoníaca-

-No sonrías-dijo la otra muchacha-Ha faltado poco y lo sabes-

Justo en el mismo momento en el que Hina sonrió se vio obligada a ocultar su sonrisa entre sus labios, asentir con la cabeza y bailar la música que a gran parte de sus compañeros le agradaba.

-Hola-dijo la voz de una muchacha dirigiéndose a Orem.

-Hola-sonrió él.

-Estamos haciendo una entrevista-dijo ella-¿Quieres participar?-

-¡Vale!-dijo el un tanto efusivo abandonando por un momento su faceta fría.

-¿Grupos favoritos?-preguntó ella.

-Mago de Oz, Evanescence, Within Temptation…-

-Con eso me vale-

-¿Cuánto podrías gastarte en accesorios de este tipo?-

-Ochenta euros-respondió él diciendo la primera cifra que le vino a la cabeza.

La muchacha siguió preguntando mientras los ojos de Ailyn se centraban en la puerta de acceso donde ahora acababan de entrar un grupo de personas cuyos cuerpos se mantenían ocultos por largas chaquetas de cuero negro. Se giró hacia uno de los mortales que bailaban junto a ella y tomó su mano para mirar el reloj, apenas quedaban quince minutos para que llegaran las doce.

-Las doce menos cuarto-dijo el muchacho con frialdad.

-Lo sé-respondió ella mientras soltaba el brazo y miraba a Orem para guiñarle un ojo.

El muchacho se vio abrumado por la cantidad interminable de preguntas que le asaltaban. No tuvo otra forma de salir de aquella prisión, no pudo hacer otra cosa que dejar que su instinto masculino recayera sobre aquella joven. Comenzó a besarla mientras ella se dejaba gustosamente.

-Ian te estás meando-le dijo Jake al muchacho cuando recibió el guiño de Emily.

-¿Qué dices?-preguntó el mientras se le acercaba-Si los demonios no tenemos ese tipo de necesidades-

-¡Dios!-gritó Jake-¡Te estás meando!-le dijo mientras le guiñaba el ojo.

-¡Ah!-dijo él-Tienes razón-

El incubo esquivó a los mortales para llegar al cuarto de baño. Un pasillo sumamente corto le conducía hasta el cuarto de baño masculino, justo después del femenino. Cerró la puerta de acceso y se miró al espejo y encendió el grifo. Introdujo su cabeza bajo el chorro frío de agua y dejo que su cabello se rizara de nuevo. Cuando terminó se introdujo aun mojado en la habitación del W.C y la cerró echando el cerrojo segundos después.

Hizo descender la tapa del inodoro para subirse sobre ella y dejar que sus ojos se fijaran en la reja que ocultaba el conducto del aire. La quitó sin esfuerzo alguno y se sostuvo en el aire con una mano para introducir la otra en el interior. Su mano tactaron una serie de objetos hasta que se detuvo en los que quería, él sabía a la perfección como estaban colocados pues había sido él el que los había dejado.

Se dejó caer sobre el suelo y comenzó a colocarse sus armas. Un cinturón repleto de dagas arrojadizas y dos cuchillos al más puro estilo sai.

-Ya está Emily-dijo Ailyn observando las velas que habían sido repartidas por todo el establecimiento sin que nadie se enterara-Tienes una bajo la máquina de dardos. Otra en el reposa vasos de la pared a tu izquierda. La tercera esta junto a la puerta y la cuarta bajo el taburete de la barra-

-Las veo-verificó ella mientras su mirada se había movido acompañada de las palabras de su compañera-¿Las enciendo?-

-Espera-dijo la bruja mientras Hina se introducía por la puerta de los aseos en cuyo interior esperaba hiperactivo su compañero-Necesitamos otro que nos asegure que nadie me va a interrumpir-





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martes, 16 de febrero de 2010

Solo hay una forma de hacerlo

Aquellos ojos castaños se abrieron tras varias horas de letargo. Emily se encontraba boca abajo sobre su cama. Aquel cuerpo humano se mantenía completamente desnudo, su cabello castaño con terminaciones rubias la intentaba abrigar, se ondulaba sobre su espalda sin llegar a tapar su parte trasera, al menos no por completo.

Las sábanas se mantenían aun húmedas mientras la oscuridad se cernía sobre la habitación. Las antorchas ya se habían consumido seguramente antes de que las chicas hubieran acabado aquella noche, se respiraba tranquilidad, quizá demasiada tranquilidad.

Giró su cabeza sobre la almohada matrimonial con delicadeza para no despertar a su compañera pero allí no había nadie. El hueco donde había dormido la bruja se mantenía arrugado dándole forma. La mente de la demonio caviló un tanto asustada, era imposible que se hubiera ido sin ella, era improbable que hubiera podido saltarla para salir de la cama sin que ella ni si quiera lo sintiera. ¿Había desaparecido?

Entonces se llevó la sorpresa. Cuando se colocó boca arriba para incorporarse sus ojos se quedaron absortos durante un corto periodo de tiempo. Ailyn se mantenía tumbada en el aire, levitando sobre la cama casi tocando el techo de la habitación. Emily suspiró al no haberlo pensado antes, su mente había cavilando sobre un supuesto secuestro pero recién levantada no hubiera pensado que el descontrol de la bruja mientras dormía podía llevarla hasta ese punto.

De repente se abrió la puerta. Una ráfaga de luz anaranjada se adentro tras una silueta femenina. Su flequillo desfilado la delataba mientras aquella expresión infantil la precedía en todo momento.

-¡Chicas!-gritó Hina-¡Necesitamos que vengáis!-

Ailyn cayó del cielo y rebotó una serie de veces sobre el colchón. Su cuerpo blanquecino se mantenía completamente desnudo pues ninguna de las dos se había vestido antes de quedar dormidas la una sobre el regazo de la otra. Sobresaltada Emily se levantó de la cama con las sábanas abrigando su cuerpo desnudo ignorando por completo que ahora su compañera había quedado sin protección.

-¡Ya vamos!-gritó la bruja sobresaltada después de haber perdido las sábanas.

Hina cerró la puerta. Ahora la habitación se sumía de nuevo en la oscuridad tan solo el cuerpo humano de la bruja se podía identificar entre las sombras.

-¡Emily!-chilló de nuevo-¡No veo nada!-

-Yo te veo a ti-dijo ella sonriente intentando encontrar alguna antorcha para prenderla.

Los labios de la otra muchacha comenzaron a pronunciar palabras en el más profundo latín. De sus manos emergió una bola luminosa que ascendió como si de un globo de helio se tratara. Cuando chocó con la piedra del techo está explotó en un montón de chispas como un fuego artificial lo que la demonio ígnea aprovecho para encender las cuatro antorchas que se mantenían desgastadas en la pared.

-Vistámonos-dijo Emily mientras observaba los pechos de la muchacha.

De nuevo todos se mantenían en aquel amago de salón. Aquellos sillones estaban a rebosar de personas mientras uno de ellos decidió hablar.

-¿Por dónde empiezo?-preguntó Orem mirando al techo.

De repente Hina comenzó a hablar con una velocidad inhumana, cuando terminó se hizo un gran silencio. Nadie la había entendido y ella se mantenía con una sonrisa inocente.

-Esta noche habrá lluvia de sangre en el local donde Ailyn encontró la alta energía oscura-comenzó Orem- Cuando suene la última campanada de la torre los humanos que se encuentren ahí servirán de alimento a nuestros enemigos-

-Tenemos que impedirlo-dijo Jake-Aprovechemos ese momento en el que se encuentran débiles para acabar con ellos-

-Tienes razón-dijo el licano de nuevo-Pero hay otro problema-

-Sorpréndenos-añadió Ian un tanto irónico.

-Hemos encontrado demonios espirituales rondando por las alcantarillas muy cerca de una de las puertas de los pasadizos-

-¿Cuántos?-preguntó Ailyn.

-Diez aproximadamente-dijo él maldiciendo no haberlos contado.

-Los poltergeist no son un problema-dijo Emily-El problema es que vengan las demás tropas-

-No importa-dijo la bruja mientras se levantaba-Levantaré un muro mágico alrededor de la guarida. Está noche les daremos caza, no podemos dejar escapar esta oportunidad-

-No podemos destacar-dijo Jake.

-Entonces tendremos que camuflarnos-añadió Ian mientras practicaba con su cabellera rizada.

-Orem-dijo Hina-Tenemos cinco horas para planear algo-

-Es más que suficiente-dijo él mientras le guiñaba un ojo.








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