jueves, 25 de febrero de 2010

Si aprecias tu vida ¡Corre!

Hina caminaba a la defensiva, su espada se mantenía desenvainada pues ahora se temía lo peor. Un hombre se introdujo en el pasillo y caminó hacia ella. Furiosa y sedienta de más muerte avanzó hacia él. Su vista poco a poco fue desapareciendo la poca luz que había se vio sometida en una inmensa oscuridad. Sin poder apreciar la esencia de aquel lugar Hina envainó su espada a tientas pues tampoco veía su funda aunque si podía tocarla. Se puso nerviosa y eso hizo que los rayos comenzaran de nuevo a caer a lo largo de todo el almacén sin poder saber donde lo hacían.

-¿Qué pasa?-susurró una voz masculina-¿No puedes ver?-

-Sabía que no tardaríais en llegar-dijo ella mientras sus manos se movían de un lado hacia el otro.

-¿Porque vinisteis entonces?-

-Para evitar vuestros planes a toda costa-respondió ella mientras no podía evitar chocar contra una de las estanterías.

Aquel hombre soltó una risotada aquellas palabras le habían parecido verdaderamente graciosas.

-Sabes que no estamos solos-dijo él.

-Si los cinco habéis llegado quiere decir que no tardareis en iniciar la conversión-

-¿Cómo sabes eso?-preguntó alarmado el hombre.

-Yo,…-desenvainó la espada de nuevo-¡Lo sé todo!-

La espada surcó la oscuridad guiada por el sonido de su enemigo. No pudo lograr un ataque mortal pero ahora la punta de su espada se mantenía impregnada en sangre.

-¡Zorra!-gritó el hombre-¡Búscate la vida!-

Solo se oyeron jadeos mientras sus pasos se alejaban,… ahora estaba sola,… sola y ciega.

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No supo como pero los tres se separaron en aquel laberinto, afortunadamente podía ver a sus compañeras o al menos sentirlas pues él caminaba por lo alto de las estanterías. Sus ojos se fijaron en una silueta que aparecía frente a Hina no pudo reaccionar pues cuando quiso hacerlo alguien le detuvo.

-Hola Ian-dijo la voz de un hombre-¿Me dejaste a medias o fue imaginación mía?-

El íncubo se giró mientras sus ojos centelleaban violetas. Allí frente a él había un hombre de inmersa envergadura agarrándole con facilidad y esbozando una seductora pero a la vez maliciosa sonrisa.

-Me aburrí-dijo él tornando su rostro triste-Siempre acabas aburriéndome-

-Entonces estas serán las últimas palabras que escuches-dijo el hombre mientras acariciaba su rostro-Todo está perdido-

Los sonidos se fueron apagando. Ni si quiera el caminar del hombre sobre el metal pudo llamarle la atención. Había perdido el oído ¿Cómo podría seguirle si no podía escuchar sus pasos?

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Aquel lobo de inmensas medidas corría a cuatro patas mientras aquel espadón se fijaba a la funda que colgaba de su lomo. Sus zarpas se mantenían ensangrentadas mientras la piedra de las cuevas salmantinas pasaba a gran velocidad frente a sus ojos.

Sus orejas caninas habían percibido noticias sobre los cinco generales del mundo demoníaco. Nada más escuchar la noticia temió por las vidas de sus compañeros. No sabía donde se encontraban ni el vampiro ni la ígnea pero tenía una ligera idea de a donde se había dirigido el resto. No podía parar, ni si quiera cuando los jadeos lupinos acaecían sobre su cuerpo.

Quizá el estar tanto tiempo en el mundo humano había hecho que su mente reaccionara como tal. Los cinco capitanes eran conocidos más como los cinco sentidos, tenían las capacidades de hacer perder los sentidos además de ser luchadores natos en diferentes estilos.

Sus zarpas eliminaron el metal que comunicaba las alcantarillas con el arcén. Sus ojos medio lupinos-medio humanos observaron un grupo de criaturas que se colocaban frente a la puerta del almacén evitando que cualquiera entrara antes de que el espectáculo acabara.

Aquellos enemigos le miraron antes de darle tiempo a atacarles por sorpresa. Era obvio pues su tamaño resaltaba frente a la luz de las farolas. Avanzó a gran velocidad y propinó un gran salto al mismo tiempo que algunos de sus enemigos saltaran para atacarle en el aire.

Su hocico volvió a ser una nariz, sus orejas se encogieron y aquel pelaje oscuro se redujo hasta una media melena. Sus costillas tornaron humanas para que segundos después un traje de cuero negro apareciera sobre ellas. Ya no tenía que mantenerse desnudo pues también los trajes tenían resquicios mágicos para facilitar las cosas.

Desenvaino el espadón “Coloso” a la vez que giraba sobre si mismo con fuerza y partía a la mitad a sus enemigos como si se trataran de muñecos. Cayó al suelo donde se vio envuelto en una pequeña cruzada en la cual sus enemigos salían despedidos sin darles tiempo a reaccionar. Tanto su agilidad como su fuerza se veían equilibradas.

Se apresuró a entrar echando la puerta abajo, saltó la valla y profirió un aullido ensordecedor mientras sus ojos divisaban la imagen en la cual sus compañeros jugaban en desventaja.

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-¿Ya?-preguntó de nuevo Jake que se mantenía apoyado en la puerta de acceso a la guarida con sus pistolas envainadas en las fundas que se mantenían en la parte trasera de su cintura.

-Ya estoy-dijo un tanto molesta Emily mientras estrenaba su traje de cuero. Su traje era negro como el de sus compañeros. El pantalón era largo y con tribales del mismo estilo que el de ellos. La parte superior no comunicada con la inferior se componía de un pequeño escote y mangas cuya longitud acababa en la doble del brazo. Sus largos cabellos habían abandonado la coleta y se mantenían extendidos por sus hombros ondulándose con elegancia al mismo tiempo que su flequillo ladeado-¿Qué miras?-

-Hacia mucho que no te veía así-dijo Jake mientras comenzaban a caminar-Parece que ahora si te lo tomas enserio-

-Ya ves-dijo ella-Ahora nos jugamos algo más-


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