sábado, 13 de febrero de 2010

¿Qué ha sido eso?

El río Tormes corría con lentitud bajo aquella noche estrellada. El antiguo molino de Salamanca se mantenía en ruinas mientras en su interior la botella dejaba caer la última gota de alcohol en aquella litrona.

-Venga no te cortes abre la otra botella-dijo una muchacha mientras se tambaleaba intentando encontrar el equilibrio.

-Venga Celia-dijo su compañera mientras su aliento apestaba a alcohol-Ya estás lo suficientemente borracha como para querer beber más-

-Jooo…-se lamentó la primera-¡Hay que celebrar nuestra graduación!-

-Bébete esta y luego veremos-dijo una tercera mientras señalaba el vaso grande plástico mientras su dedo índice intentaba dejar de moverse.

-Tú calla-dijo de nuevo la primera-La tenía casi convencida-

-Ups-dijo la segunda mientras dejaba caer la botella y está estallaba al golpear con el suelo de piedra lleno de colillas-¡Me meo!-

Aquel grupo de chicas estalló en carcajadas cuando vio saltar los cristales hacia todos los lados ignorando que alguno de los pequeños podía haberlas dañado.

-¡Corre perra!-gritó la tercera de nuevo-¡Levanta la pata!-

La muchacha caminó hacia la salida trasera del molino para dirigirse a un pequeño bosquecillo. Sus pasos estaban imbuidos en una torpeza no muy común en ella mientras sus tacones de pequeño tamaño de vez en cuando se introducidos en la tierra humedecida.

-¡Voy a levantar la pata chicas!-gritó mientras subía su vaso y bailaba al mismo tiempo que caminaba. Dejó atrás el molino mientras encontraba el árbol perfecto donde hacer sus necesidades-¿Me dejas mear?-preguntó mientras golpeaba con suavidad uno de los árboles.

Sin obtener respuesta alguna lo rodeó, se colocó de espaldas a él e hizo que tanto sus pantalones como sus braquitas se deslizaran por sus piernas. Se inclinó y justo en el mismo momento en el que su orina comenzó a descender la lluvia acaeció sobre ella.

Sus ojos miraron al cielo, un pequeño nubarrón se mantenía colocado únicamente sobre ella al mismo tiempo que una densa niebla rodeaba aquel bosquecillo.

-Cariño-dijo la muchacha aun inclinada-¿Porque no me lames el conejo?-

-Porque no me interesa-dijo una voz femenina mientras una silueta emergía desde la niebla.

-¡Joder!-gritó de nuevo la muchacha mientras la miraba y se quedaba boquiabierta.
Cuando la silueta estuvo lo suficientemente cerca se pudo ver como un una camiseta de medio manga se ajustaba a su cuerpo. Se podía ver una descompensación clara, la parte derecha de su torso se veía ligeramente más delgada que la otra, se podían notar como las costillas rozaban la camiseta negra.

-Hola-dijo aquella muchacha mientras ladeaba su cabeza con simpatía haciendo que su cabello largo se inclinara al mismo tiempo que su flequillo desfilado.

-¡Tía me has cortado el meado!-dijo divertida la chica mientras comenzaba a reírse.

-Me repugnas-dijo de nuevo con una voz divertida mientras unos extraños ojos reflejaban a la estudiante como si fuera un espejo.

-¡Tú me repugnas más a mi!-gritó la muchacha-¿Quién te crees?-

La lluvia había creado una pequeña lámina de agua sobre el suelo. La suela de las botas de la joven se mantenía cubiertas. Sin detenerse aquella extraña adolescente siguió caminando hacía ella, no imponía mucho si quitáramos aquella mirada inexpresiva. Sus cabellos lisos comenzaron ser azotados por un viento que apareció tras su espalda. Aquella estudiante se vio envuelta en una fuerza ráfaga de viento que tuvo que combatir con sus manos.

-Pregunta de examen-bromeó aquella demonio mientras los pelos más finos de su larga cabellera comenzaron a ascender a causa de la electricidad estática-¿Cual es el mejor conductor de la electricidad?-

-El agua-dijo la muchacha sintiendo ridiculizada su inteligencia.

-Acertaste-sonrió la adolescente mientras unir ayo caía sobre el árbol donde aquella estudiando había echo sus necesidades. La lámina de agua se llenó de electricidad llegando a las botas de la joven y electrocutando su cuerpo empapado de lluvia.

La demonio de las tormentas caminó hacia ella ahora postrada en el suelo respirando con dificultad. Ni si quiera podía cerciorarse de lo que le estaba pasando sus cuerpo estaba repleto de alcohol.

-¡Matta ne!-se despidió la adolescente en japonés sin abandonar su actitud infantil mientras introducía su pecho izquierdo y sacaba su corazón aun envuelto por la electricidad tanto ambiental como los impulsos eléctricos que hacían que este siguiera latiendo.

Aquellas manos demacradas apretaron el corazón de la estudiante con fuerza mientras los labios de la demonio se abrían para dejar los impulsos eléctricos en forma de energía que aquel órgano segregaba al tiempo que la muchacha inhalaba su último aliento.

------------------------------------------------------------------------------------------

Apenas faltaba una hora para que el tren llegara a la estación cuando aquel hombre se sentó en el banco situado en la calle interior.

No es que tuviera prisa, es que el bar en donde había estado haciendo tiempo acababa de cerrar sus puertas. Volver a dar una vuelta por aquel centro comercial era una verdadera pérdida de tiempo. Por ello allí se encontraba, sentado en aquel banco observando la calle situada junto a la puerta de salida al otro lado de la vía.

No había tardado ni diez minutos en bajar las escaleras para introducirse en el pasaje para llegar a la calle interior, no tenía nada en lo que pensar, nadie a quien recordad ni si quiera nadie se interesaba por él. Unos pajarillos descendieron al otro lado de la vía, sus saltitos hacía de su forma de movimiento terrestre una graciosa imagen.

De repente uno de los pájaros comenzó a aletear sus alas y volar para colocarse segundos después encima de la maleta del muchacho. El joven no dudó en mirarlo mientras esté bajo de ella y se dirigió a las escaleras para bajarlas con pequeños saltitos.

Aquel muchacho suspiró observando como su reloj marcaba las doce y media, aun quedaban quince minutos para que llegara el tren, el aburrimiento iba lentamente acaeciendo en su mente. El revoloteó de unas alas le llamó la atención, cuando se giró para mirar el pájaro que antes había estado posado en su maleta se sobresaltó.

Absorto sus ojos miraron aquella ave empapada en sangre. El animalillo actuaba con normalidad, no estaba dolorido, no emanaba sangre de ninguna parte de su cuerpo lo que quería decir que esa sangre no era suya.

Dejando la maleta se dirigió hacia las escaleras, su corazón comenzó a acelerarse cuando observó aquella imagen. Al pie de la última escalera yacía una mujer de largos cabellos cuyo color era difícil de apreciar. Su cuerpo se mantenía desgarrado mientras tanto su piel como sus cabellos se mantenían completamente ensangrentados. El hombre comenzó a retroceder, algo había acabado con la vida de aquella mujer ¿Un animal?

-Buenas noches-emergió la voz de un muchacho.

-¿La has matado tú?-preguntó el hombre mientras sus ojos se clavaban en un adolescente.

El maxilar de aquel muchacho se mantenía teñido de rojo mientras sus dientes aun dejaban gotear pequeñas motas de sangre. Su media melena color azabache se mantenía un tanto manchado mientras que su cuerpo se mantenía completamente desnudo. Pero no fue eso lo que más le asustó, la parte izquierda de su mandíbula se mantenía completamente esqueletizada, incluso en su pectoral derecho se podía apreciar parte de sus costillas. Era una noche fría, no era de las más frías que vivía la ciudad pero aun así había que llevar ropa de abrigo. No había viento que estremeciera aquel cuerpo musculoso ni tampoco no había escarcha que atormentara aquel amago de coloso.

-Te propongo un juego-dijo el muchacho que se tapaba su parte viril con una de sus manos-Si llegas al otro lado con vida te dejaré marchar-

Antes de que pudiera terminar aquel muchacho salió corriendo. Primero descendió las escaleras a trompicones, logró saltar el cadáver antes de caer al suelo y levantarse atemorizado. No miró atrás o eso es lo que intentaba pues no era consciente de ello pero su cabeza se giraba de vez en cuando para observar aquel pasillo iluminado por fluorescentes completamente vacío.

Giró hacia la derecha para seguir con su trayecto pero ahora se movía más torpe que antes ¿Tendría algo que ver las pisadas sangrientas de aquel animal?
Faltaba poco para llegar a aquellas puertas de cristal que conducían a las escaleras, faltaba poco para huir de aquel infierno.

De repente un aullido estremeció de nuevo su cuerpo. Para cuando quiso darse cuenta de lo que estaba huyendo fue demasiado tarde. De nuevo giró su cabeza para mirar hacia atrás, allí estaba. Aquel lobo tenía un tamaño descomunal, su color negro lo hacía aun más aterrador. Se podía distinguir como en parte de su rostro se podía ver los huesos caninos de aquel lobo mientras que la otra estaba envuelta en un largo pelaje. Sus ojos eran tan negros como la noche mientras su boca dejaba mostrar unas poderosas fauces aun impregnadas en la sangre de su última presa.

Su cuerpo se movía con una velocidad descomunal, sus patas traseras se movían después de las delanteras mientras sus orejas permanecían tumbadas hacía atrás al mismo tiempo que su pelaje se sacudía en un mismo compás. El lupino saltó hacia la pared para luego saltar de nuevo y hacer la curva del pasillo mucho más eficaz mientras la marca de sus garras se quedaba en los azulejos.

Justo en el momento en el que el muchacho se disponía a cruzar las puertas algo le alcanzó desde la espalda. Cuando observó su torso una garra le había atravesado por el esternón mientras rápidamente se humanizaba convirtiéndose en una mano humana.

-Gané-susurró el muchacho mientras su voz cambiaba de una voz enronquecida y severa a un tono simpático y muy masculino.

Aquellos dientes humanos devoraron sin esfuerzo el hombro del muchacho. La carne era exquisita para su paladar mientras aquel humano chillaba sin que nadie pudiera huir. Quizás si hubiera tenido a alguien en quien pensar ¿Orem se hubiera frenado? Yo creo que no.

----------------------------------------------------------------------------------------------


-Nos vemos mañana cielo-dijo una muchacha mientras se despedía de su novio a la vez que este desaparecía tras la puerta del ascensor.

No tardó en pulsar el botón para que el aparato descendiera a la planta baja donde se encontraba la puerta de entrada y salida. Apenas pasaron unos segundos cuando Mario encendió la luz del portal y comenzó a caminar por aquel pasillo extenso acabado por una pequeña puerta de metal.

Los pasos hacían eco en aquel pasillo a eso se le sumaba uno de los focos que no paraba de parpadear. De repente el pasillo se sumió en oscuridad pues los focos provocaron una pequeña explosión.

-¡Dios!-gritó el muchacho asustándose. Gracias a la luz que entraba desde el exterior pudo ver como no había nadie más que él eso provocó que Mario sonriera. Su mano bajó el manillar de la puerta al mismo tiempo que la empujaba.

Las calles se habían enfriado desde que el sol se había introducido tras el horizonte. Tenía que encontrar su moto aparcada una calle más adelante para ello tenía que introducirse en una de las callejuelas precisamente en la que se encontraban los contenedores de la basura.

Sus labios comenzaron a proferir una divertida melodía mientras se introducía entre dos de los coches aparcados en aquella misma calle para luego cruzar a la otra acera. Sus pasos eran tranquilos pues no tenía prisa de nada mientras que su mente cavilaba en lo que le podía haber frenado aquella noche.

La luna se mostraba deslumbrante intentando emerger entre las nubes del color de la noche. El viento movía las hojas y las arrastraba a lo largo de la calle mientras uno hombre abandonaba su coche y se introducía en uno de los portales de aquella calle familiar.

El sonido de los coches recorriendo una de las calles principales le acompañó durante su trayecto. El arcén de la carretera cambió al suelo de la acera en cuestión de segundos.

Mario no dudó en abandonar la luminosidad de las farolas por aquella tenue luz que entraba en la callejuela. Dos contenedores se postraban a uno de los lados mientras parte de su basura caía en el suelo: cascas de plátanos, latas de refrescos, bolsas de patatas,… el camión de la basura llegaría al amanecer por lo que el muchacho se vio obligado a esquivar aquella suciedad.

Una molesta fragancia rozó el sistema olfativo de aquel humano. Era como si algo se estuviera quemando metros más adelante. Se apresuró a observarlo, giró en la esquina para ver como en la curva que se formaba frente a él unos papeles ardían sin demora.

-¿Hay alguien ahí?-preguntó el muchacho mientras se acercaba y observaba como la callejuela se extendía metros más adelante vacía.

-Sí-dijo la voz de una voz femenina.
Cuando se giró sus ojos azulados se fijaron en una muchacha más joven que él, una adolescente. Una camiseta de tirantes se aferraba a sus curvas dejando al aire un bonito escote mientras aquellos pantalones vaqueros empezaban antes de que esta terminara ocultando una preciosa cintura que no hubiera estado de más lucirla.

-Buenas noches-dijo Mario-¿Que ha pasado aquí?-

-Nada-se movió el piercing bajo su labio inferior al mismo tiempo que vocalizaba con elegancia-He sido yo-

-¿Qué dices? ¿Porque?-

-No hay ningún cartel que lo prohíba-comentó la muchacha mientras se acercaba unos metros.

-Estás loca-dijo.

-Si te digo la verdad no tengo ninguna deficiencia mental- esbozó una sonrisa mientras sus ojos tornaban llameantes-Hambre un poco. Deficiencia mental ninguna-

-¡¿Qué haces?!-se alarmó al observar aquellos ojos.

-Alimentarme-dijo ella mientras agarraba los brazos del muchacho y evitaba que los moviera.

La parte de la espalda que su espalda no tapaba se mostraba escalofriante. La columna vertebral recorría todo su cuerpo como si fuera el esqueleto que los estudiantes utilizaban para estudiar. Su piel poco a poco iba desprendiéndose mostrando aun más su esqueleto.

-¡Suéltame!-gritó el muchacho mientras sentía como sus manos comenzaban a enfriarse-¡¿Que haces?!-

Lentamente el cuerpo de aquel humano se fue quedando frío. Primero su piel se tornó blanquecina y después aquellas venas perdieron su color. Su aliento salía ahora en forma de vapor a través de sus labios mientras su calor corporal era absorbido por la demonio ígneo.



Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

No hay comentarios:

Publicar un comentario