sábado, 30 de abril de 2011

Capitulo 15. Confesiones

No os quejareis ¿eh?


El capitulo 15.

Por fin sabréis que tan importantes son las cartas que le llegan a nuestros protagonistas *_*


Espero que os guste.... a mi me encanta!



PD: No me mateis por esto :)






“Hijo mío, estoy orgullosa de ti y no soy capaz de demostrarlo. Hoy decidí no ir a trabajar para quedarme con los padres de la pequeña Maca que lo están pasando muy mal. Te escribo para comunicarte que han llegado tres cartas desde que te fuiste.

Como no estabas he decidido devolverlas pero una de ellas tenía toda la apariencia de ser una invitación para alguna boda. Por fin pasó tu mala racha con los compañeros de tu clase y seguramente sea alguno de ellos el que te manda su invitación para que asistas. Lo que quiere decir que no soy la única que te quiere.

Seré breve porque no quiero interrumpirte en esta importante misión. Pero quiero que sepas cariño que tu padre estaría orgulloso de ti si pudiera verte (letras borrosas). Ni siquiera puedo evitar derramar un par de lágrimas al comprobar lo rápido que has crecido, pero bueno… si es que parezco tonta… por lo visto la tinta de la tienda de la tercera avenida no es resistente al agua.

Te quiere Mamá”



Si las letras ya estaban borrosas de por si por las lágrimas de mi madre las que ahora se deslizaban a través de mis mejillas estaban destruyendo el papel de la carta. Conseguí guardarla antes de borrar el contenido por completo.

El nombre del remitente no lograba reconocerlo, ni siquiera me sonaba. Se trataba de un nombre femenino sumamente peculiar y con una “j” detrás de su nombre. Una costumbre cuando las féminas de la ciudad se casaban, colocaba el nombre de su marido detrás de su nombre para indicar que estaban esposadas por el resto de la eternidad.


“Querido Ian:

Ha pasado mucho tiempo desde la primera vez que te vi. He intentado escribirte pero no he conseguido encontrar tu dirección a tiempo y cuando lo he hecho ya habías partido a una nueva misión.

Te escribo consiguiendo unos minutos fuera de mi boda. Lejos del os invitados y lo que es más importante para mi lejos de mi marido. No es que no esté a gusto ni mucho, solo que me gusta estar sola cuando escribo mi correspondencia.
Necesitaba hablar con alguien que no fuera de mi distrito y dejando a un lado a esa estúpida hada oscura que ha estropeado mi jardín horas antes de mi boda, eres el único con el que “guardo” trato después de lo ocurrido en el bosque.

Esa chica marchitó todas mis plantas cuando la bromeé insultándola Renegada. Creo que se lo tomó demasiado enserio. No conoce mi tono de bromeo y puede resultar molesto, y más para una criatura que está acostumbrada a colgarse de los árboles para llegar a su más efímera felicidad.

Dejando a un lado lo patético de esa, que ni siquiera puede sacar las alas a su antojo. Quería decirte que cuando vuelvas las puertas de mi casa están abiertas. Podríamos tomar algo mientras hablamos, quiero que conozcas a mi nueva familia. Gracias a ti aprobé mi examen.

Saludos de Daliana.J”



Se trataba de la vampira a la que ayude a matar a la cabra gigante. No tenía nada en contra de ella pero era demasiado pedante para ver que Hármony, la hada oscura, se trataba de una gran persona. Al menos con ella compartí más que una situación de extrañas miradas en el bosque. Aun recuerdo como aquella vampira, Daliana, miró mi herida ansiando tomar mi sangre. Es repugnante.

Pero bueno aunque no fuera de mi agrado mi educación no me permitía denegar una invitación. Asique cuando estuviera de regreso la visitaría, tomaría algo con ella y desaparecería para siempre. ¿No era tan malo no?

Pasé a la última carta sintiendo como mis compañeros caminaban de un lado hacia otro o incluso cruzaban algunas palabras entre ellos, sobre todo entre Syniel y Emily. Ya que Adriane charlaba con la capitana del barco y Edgar no era muy sociable como había demostrado en momentos anteriores.


“Estimado Íncubo Ian:

El monarca del dominio del agua Leviatán quiere comunicarle que su fidelidad a la ciudad oscura conseguirá que se coloque en una posición destacable en la pirámide jerárquica de la misma.

Pero la celebración de su ascenso tendrá lugar después de la última misión que le será encomendada. Se le darán más datos a su regreso. Suerte en su viaje.

Por Vina Secretaria del Leviatán”


Cerré la carta emocionado. Mi futuro verdaderamente se veía esperanzador. Y todo gracias al trabajo que había hecho a lo largo de mi vida. El apoyo de mi madre, el talento heredado de mi padre. Ahora todo era perfecto. Más que nada en el mundo quería rescatar a aquellos demonios y regresar a mi ciudad cuanto antes.

-¡Buen viaje!-gritó la capitana mientras saltaba desde lo alto de la zona de pilotaje.

Su cuerpo se cubrió de escamas reduciendo exageradamente el fuerte atractivo del que alardeado antes. Sus piernas se trasformaron en el cuerpo de una serpiente con dos pequeñas aletas al final y su cabello se trasformó en tentáculos con ventosas.

-Hay se va la que podía haber sido la alegría de este viaje-comentó Syniel horrorizado por la nueva apariencia de la sirena naga.

Sin dedicarles una última mirada a nuestros escoltas los cuales se alejaban nadando a gran velocidad. Me acerqué de nuevo al borde del barco, guarde mis cartas y derramé un par de lágrimas para poder limpiar las inseguridades que las cartas me habían provocado. No inseguridades en sí, si no preocupaciones que podían interferir en la misión.

-Ian-se acercó el demonio de los espejismos golpeándome simpáticamente sus cuernos contra los míos para animarme-¿Podemos hablar?

-Claro-dije secándome las lágrimas.

-¿Tiffany es tu madre verdad?

-¡¿Qué?!-pregunté un tanto asombrado-¿La conoces?

-¡Oh sí!-dijo él-Más de lo que te pudieras imaginar.

-Pero si solo me sacas 1000 años-dije un tanto misterioso.

-Es algo extraño de explicar,…

-¡¿No envejeces nunca y llevas más de un millón viviendo en este mundo?!-pregunté ensimismado ilusionándome con tan sola la idea de poder ser yo también joven y apuesto el resto de mi vida.

-Esto…

-¿Me has trasmitido tu inmortalidad con el beso de antes?

-¡Qué no es eso leñe!-gritó él asustándome.

-Pues que vida más aburrida tienes-susurré mirando al mar.

-La misma que la tuya-dijo él despelujándome con sus manos-Es solo qué los demonios de mi raza trasmiten sus recuerdos a través de las líneas de sangre. De tal manera que yo recuerdo lo que mi padre vivió, y él lo que mi abuelo,…

-No me entero de nada-le sonreí.

-Dejémoslo en que puedo recordar cosas que ni siquiera he vivido.

-¡Mola!

-Conocí a tu padre-dijo provocando que mi atención se desviara completamente hacia él-No exactamente yo, si no mis antepasados. Y eso provocó que conociera a tu madre,… El caso es que quiero contarte algo que seguramente sea de tu interés.

-¿Qué fue un bravo guerrero que sirvió a Leviatán durante toda su vida hasta que le atravesó una espada del cielo?

-…-permaneció en silencio y bajó la cabeza-Apenas recuerdo su nombre, ni siquiera visualizo su rostro. Supongo que tu tampoco ya que los demonios del sexo tendéis a olvidar datos de las personas que han sido importantes para vosotros pero que no han seguido en vuestra vida.

-Sigue por favor-dije.

-Claro que fue un bravo guerrero y claro que luchó a favor de la ciudad en numerosas situaciones. Pero al igual que otros a él le atormentaba un oscuro secreto. Algo que podría llevarle a la muerte si le descubrían.

-…

-Sus más fieles aliados eran Renegados-dijo provocando que casi se detuvieran los latidos de mi demoníaco corazón-Ellos tienen sus propios ideales y eso provoca que no sigan las leyes de la ciudad pero no son malos…

Entonces me abalancé hacia él. Me coloqué sobre él casi de la misma forma de cómo lo hice aquella mañana en su mansión. Pero esta vez no buscaba un beso ni siquiera un momento placentero. Mis manos clavaban sus uñas en su cuello provocando que unas gotas de sangre emergieran. El poder demoniaco que disponía se activó de tal manera que Syniel no pudiera moverse quedando prendado de mí.

-Eres uno de ellos-susurré mientras mi cola se movía de un lado hacia el otro enfurecida.














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jueves, 28 de abril de 2011

Remake. Desacuerdo

Ayer estaba inspirado :) Así que no pude evitar escribir más de un par de capítulos. Sentiros afortunados por tener otro que leer día seguido :P






Capitulo 14. ¿Qué nuevas les aguardan a nuestro Grupo de Rescate?















El agua nos salpicaba con pequeñas gotas saladas mientras aquel gran barco navegaba a gran velocidad. Yo estaba allí subido en la proa de brazos abiertos sintiendo con alegría la brisa marina.

Cerré los ojos y sentí como aquellas imágenes comenzaron a atormentar mi mente. Se trataba de Macalania, o como la llamábamos sus amigos Maca. Habíamos pasado mucho tiempo juntos y más contando que sus padres y mi madre eran grandes amigos. Pude recordar aquellas tardes de juego en el jardín de mi casa practicando con nuestros dones naturales hacia los insectos que intentaban escapar de nuestras pisoteadas pero sin poder hacerlo por verse locamente prendados de nosotros. Resultaba sumamente divertido recordarlo pero el hecho de que estuviera en grave peligro en estos momentos me causaba graves nudos de preocupación en mi estómago, eso o estaba volviéndome a encontrar hambriento.

-¡Ian!-gritó Emily desde el interior de aquel círculo que el grupo de rescate había formado para debatir la situación.
Me giré para dirigirme hacia ellos y sentí como tanto mi cabello como mi cola ondeaban en contra de mí por los golpes del aire. Al menos la cola podía controlarla pero los cabellos eran tan salvajes como aquellos animales marinos que habitaban las cercanías del barco.

-Disculpar-dije mientras me sentaba junto a ellos para mirar aquel mapa que Syniel había dibujado tiempo atrás.

-Comprendemos el que tu trato con la súcubo sea más fuerte que el que tenemos nosotros con nuestros “compañeros”-dijo Edgar con frialdad mientras aquellos ojos rojos por naturaleza me miraban intentando tranquilizarme pero solo consiguiendo ponerme nervioso.

No podía juzgarle pues no lo conocía lo suficiente como para hacerlo. Pero a diferencia de Adriane la cual se había mostrado cercana a mí o incluso Syniel que lentamente me estaba demostrando que se podía confiar en él, Edgar era un nigromante muy misterioso. No tenía ningún rasgo específico de un demonio, por mis estudios sabía a la perfección que junto a las brujas, los nigromantes eran los seres de la ciudad que más se podían asemejar a los humanos.

Pero había pequeños detalles que solo observándolos con perspicacia se podían apreciar. Las partes de su cuerpo que no estaban cubiertas por la túnica o sotana que llevaba, así como las manos o partes de sus pies que se descubrían ante su pose sentada, dejaban ver una serie de cicatrices poco llamativas y que daban a entender que se habían producido hace mucho tiempo. Incluso en su cuello se podía deducir que en un pasado había sido cortado y reconstruido con gran habilidad.

-En poco tiempo pasaremos el límite que se les está permitido a los nagas que nos escoltan bajo el agua-comentó Emily a tiempo de poder observar como un hombre con cuerpo de serpiente saltaba por encima del agua para volverse a zambullir como si se tratara de un animal.

Syniel giró su cabeza para observar como la atractiva mujer que llevaba los mandos del timón fijaba sus ojos en el horizonte con tal maestría que denotaba gran experiencia. No llevaba ropas a destacar, un conjunto negro y rojo con el escudo de la ciudad lo cual demostraba que estaba al servicio de la misma.

-Lo que quiere decir que la capitana del barco abandonará su posición y alguien tendrá que tomar el control de él-expuso con inteligencia.

-Yo puedo hacerme cargo de él-dijo Adriane mientras se amarraba el cabello en un moño con la ayuda de una aguja y con una maña verdaderamente admirable.

-Creo que de los que estamos presentes los demonios del tiempo son los únicos que se forman en el manejo de la conducción, además de la equitación-dije alardeando de conocimientos.

-No hacía falta decirlo para saberlo-me sonrió Emily pisoteando mi debut en el círculo del debate-La cuestión que más nos concierne es lo desconocido, Syniel ¿qué nos encontraremos?

-La última vez que me encontré allí-dijo-Se trataba de un pueblo bastante amplio y grande casi queriéndose asemejar a nuestra propia ciudad. Recuerdo que en algún punto del pueblo había un pasaje que conducía al centro de operaciones de los renegados…

-Solo tenemos que llegar hasta la parte baja de la copia de la ciudad-comentó Adriane.

-Pero no será fácil si los ciudadanos también la protegen-comentó Emily con liderazgo.

-Puedo provocar una ilusión para que nos vean como aliados al menos mientras entramos en su base oculta-comentó Syniel

-Pero eso te dejaría fuera de combate y no queremos llevar un muerto a cuestas-dijo Edgar.

-Siempre puedo conseguir que se fijen en mí de una forma diferente para así daros ventaja a vosotros-comenté-Si no funciona la magia tendré que recurrir a mis cualidades sociales.

-¿Y cuando estés rodeado de ellos que pretendes hacer desnudarte para agradar sus vistas?-ironizó Emily-¿Qué radio tienen tus poderes Adriane?

-Lo suficiente para poder paralizar uno de los barrios de nuestra ciudad. Pero un pueblo creo que es demasiado arriesgado-dijo ella dedicándome una sonrisa para hacerme sentir bien, que estaba ayudando en aquel debate.

-Conseguirme cadáveres y tendremos un ejército con el que conquistar-comentó Edgar harto de que no llegáramos a ninguna conclusión.

-Queremos entrar sin ser descubiertos, no comenzar una guerra-ataqué sus comentarios al igual que él había hecho con los míos.

-¡Grupo de rescate!-gritó la capitana del barco-¡Llega el correo!

Me sorprendí al ver como una bandada de criaturas de pequeño tamaño revoloteaban alrededor del mástil del barco. Nunca había recibido correspondencia en medio de una misión pero sabía que aquellos eran los mensajeros de la ciudad. Y que eran las criaturas más pequeñas de tamaño entre todas las razas.

-Continuemos luego-dijo Adriane mientras se levantaba a tiempo de ver como los diablillos descendían a gran velocidad planeaban con sus alas para aterrizar uno junto a cada uno de nosotros.

El que me dedicó su carcajada era el más feo de los cinco. Sus ojos eran completamente rojos y no tenían ni siquiera pupila. Dos cuernos acompañaban a la forma de sus orejas puntiagudas y dos pequeñas alas no dejaban de revolotear un tanto hiperactivas. A partir de su cintura comenzaba a crecer un bello marrón que contrastaba con el verde de su piel, y las garras que cumplían la función de manos y pies verdaderamente lo volvían una amenaza a la hora de verlo como un rival en el combate.

-Ian el íncubo-dijo con una voz llena de carcajadas-Ten estas cartas.

Entonces me hizo entrega de tres cartas una sobre la otra. No las miré una por una si no que al comprobar el remitente de la primera me ilusioné queriendo leerlas ya, pues era de mi madre.

De repente el barco se vio envuelto en un estruendo de risas. Eso indicaba que habían cumplido su trabajo en aquellas lejanías del mar. Sus alas comenzaron a batirse sin llegar a alzarlos demasiado, los levantaban solo unos centímetros del suelo. Pero de repente un humo verdoso emergió de la parte trasera de sus diminutos cuerpos propulsándolos en el aire y haciéndolos volar a gran velocidad.

Entonces sentí como un fuerte olor se introducía a través de mis fosas nasales. Cuando quise darme cuenta mi cabeza daba vueltas mientras mi estómago se revolvía de tal manera que pretendía vomitar, si a eso se le juntaba el mareo de estar subido en un barco el cual navegaba a gran velocidad, producía una situación muy poco común ¿Me estaba muriendo?

-¡Serán guarros!-gritó Emily mientras sus ojos brillaban rojos con gran intensidad y su cuerpo comenzaba a subir su temperatura mucho más de la que ya tenía. Lo que provocó que la suela de sus botas quemaran el suelo del baro y dejando la marca de las mismas.

-¡No!-gritó Syniel-¡Quieres quemarnos a todos! ¡Ese humo verde es inflamable! ¡Detente!




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miércoles, 27 de abril de 2011

Remake. Grupo de Rescate

Bueno siento la tardanza, otra vez >.< pero mi curso se complica. Ya es la recta final :)


Antes de todo quiero apoyar a todas las personas que se encuentras estresadas como yo :) ánimo!!!



Pues aquí os dejo el capitulo 13. Un capitulo bastante divertido para sonreir :)






Las últimas campanadas de la catedral gótica situada en el centro de la ciudad oscura me indicaron que el atardecer estaba comenzando su crepúsculo. De nuevo con mi traje de tela negra y mis cabellos perfectamente peinados. Me habían citado justo en la plaza común de la ciudad junto a la estatua de los cuatro monarcas y donde los demonios de diferentes razas iban de un lado hacia el otro con total normalidad.

Había trascurrido apenas diez minutos desde la hora punta y mi anfitrión no se presentaba. Me estaba empezando a poner nervioso y lo que era peor me estaba empezando a enfadar. Si queríamos rescatar a los secuestrados de los renegados no podíamos derrochar el tiempo de esa manera.

Entonces la gente dejó de pasear y al fondo vislumbré una silueta femenina caminando hacia mí. El rozar de sus pantalones de cuero complementaba el sonido de sus botas toscas caminando sobre el camino de piedra. Según su cuerpo se iba alejando de la oscuridad y se iba acercando a los orbes de luz que iluminaban nuestras calles comencé a distinguir más detalles de ella. Cabello de color cobrizo amarrado en forma de una coleta la cual domaba a la perfección sus rizos.

Sus brazos más morenos que los míos asomaban a través de una camiseta de cuero y con tirantes que le proporcionaba a la misteriosa dama un escote digno de admiración. Pero fueron aquellos pequeños cuernos situados en su frente los que me resultaron verdaderamente familiares.

-Hola Ian-dijo ella con una sonrisa mientras estiraba su brazo-Soy Emily,… creo que ya nos conocemos.

Agarré su mano y cuando estaba dispuesto a agitarla con suavidad sentí como un ardor recorría todo mi cuerpo lo que provocó que mis labios soltaran un quejido. Su piel estaba caliente, superaba mi temperatura corporal y eso provocaba que mi piel casi ardiera ante tal contacto.

-Lo siento-dijo-Los demonios ígneos solemos estar demasiado calientes-reí captando el doble sentido que le había dado a su comentario-Respecto a lo de ayer,… me gustaría que nuestros actuales compañeros no supieran de mi descontrol con las llamas.

-No te preocupes-sonreí-Ya casi se me había olvidado.

Comenzó a caminar a un paso bastante ligero a través de las calles. Pasamos por diferentes distritos y cuando me cercioré de que Emily miraba sin parar el número de las casas de aquel barrio en el que nos encontrábamos no pude reprimir las ganas de preguntar.

-¿Qué buscamos?

-A nuestro guía-dijo-A nuestro grupo de rescate se nos ha asignado un guía, alguien que consiguió obtener la información del camino que los renegados habían tomado.

Entonces se detuvo frente a la mansión más lujosa de todas. Con más de cinco plantas y repleta de grandes ventanales con cristales púrpuras. Cerró su puño y suavemente golpeó la puerta. Antes de que pudiéramos darnos cuenta una mujer vestida tan solo con un mandil nos daba la bienvenida con una hermosa sonrisa.

-¿Hola?-susurré observando como aquella demonio lucía su trasero desnudo sin importarle quien lo viera.

Emily contrajo su rostro con rareza mientras observaba como aquella mujer nos conducía a través de los pasillos de aquella hermosa mansión. Mi mente comenzó a preguntarse ¿dónde estábamos? ¿Qué tenía que ver esto con la misión de rescate?

-Es la siguiente puerta-dijo-Por favor pasen sin llamar, al señor no le gusta hacer espera a nadie.

Y se fue, riendo como si todo aquello se tratara de una broma. Quizá ahora saldría mi madre con una gran sonrisa y me diera un ramo de flores por haber superado aquella prueba. A lo mejor Maca no estaba secuestrada y esto era la recompensa por haber conseguido el musgo de gólem.

Mi compañera abrió la puerta al mismo tiempo que sus ojos descubrían la guinda del pastel y su respiración se agitaba hasta llegar a un punto de hiperventilación demoníaca. Entonces yo descubrí la causa del por qué.

Aquel salón estaba repleto de gente. Mujeres desnudas que corrían de un lado hacia el otro como si estuvieran jugando a algún extraño juego infantil. Otras se rebozaban en el suelo aplastando sus pechos firmes los unos contra los otros como si estuvieran poniendo en práctica la potencia de estos. Algunas acercaban sus traseros a las llamas de la chimenea para ver quién era la que más aguantaba el calor.
Pero para mi asombro un muchacho se mantenía tumbado en todo su esplendor sobre un sillón. Su cabello moreno se repartían tanto por su cabeza en cuya frente se podían ver dos cuernos de mediano tamaño incurvados hacia arriba, como por sus racionados pectorales musculados. El sudor que recorría su cuerpo lo hacía más apuesto de lo que era y el único instrumento masculino que había en toda la sala se mostraba agotado.

Mis ojos se tornaron rojos mientras mi cuerpo palpitaba ante la sola idea de estar sobre él al igual que las dos mujeres que se divertían desnudas acariciando cada extremo de su cuerpo o incluso la que parecía más amargada que se encargaba de masajear su espalda.

-Tiene visita mi señor-dijo la mujer más atenta provocando que todas las damas se coloran de forma singular alrededor de él como si se tratara de su rey.

-¡Bienvenidos!-saludó él pero nadie le respondió.

Yo estaba inmóvil clavando mis uñas en el marco de la puerta mientras mis labios babeaban algo más que saliva. Emily estaba sentada en el suelo recobrando la respiración mientras su nariz sangraba y no por un exceso de poder.

Y con el rugido de mi estómago se desató mi bestia interior. Proporcioné un salto que dejó atrás a todas aquellas damas para caer sobre él. Su rostro se contrajo asustado mientras aquellas mujeres corrían de un lado hacia el otro, presas por el pánico. Creo que una de ellas intentó apartarme de su amante pero mi cola la golpeó casi mandándola a la chimenea.

Mis labios no pudieron evitar saborear los de aquel anfitrión. Pero cuando quise darme cuenta no era un hombre desnudo y apuesto lo que besaba si no una demonio obesa con no más que cuatro pechos que amenazaban con asfixiarme. Entonces comencé a chillar y sin poder respirar perdí la consciencia sobre aquella gran mujer.

-¿Ian?-escuché mientras abría los ojos y comenzaba a verlo todo con borrosidad-¿Ian?

Mi compañera comenzó a aparecer sobre mí, el calor que me trasmitía al estar tan cerca provocó que comenzara a sudar. Entonces vino a mi mente la imagen de aquella mujer asfixiándome con sus grandes pechos y me incorporé de un salto. Golpeándome en la frente con los cuernos de mi compañera.
-Parece que has despertado-dijo una voz masculina-¿Estás bien?

-Me… me duele el brazo-dije quejándome de un leve pinchazo.

-Eso es porque te ha introducido alimento en el cuerpo-explicó Emily mientras comprobaba que sus cuernos estaban en perfecto estado-Así no volverás a atacar como un descosido.

-Me llamo Syniel-dijo él mientras estiraba su brazo. Ya no estaba desnudo, ni siquiera estaban ninguna de sus amantes en el salón. El conjunto negro que llevaba indicaba que nos iba a acompañar en este viaje.

-Soy Ian-le saludé-¿Qué me ha pasado?

-Es un demonio de los espejismos-explicó Emily de nuevo-Te introdujo en una de sus ilusiones para que no… ¿le violaras?

-Algo así-respondí.

-¿Nos vamos?

Las mujeres no eran ilusiones si nos e trataban de sus sirvientas pues todas ellas se despidieron de nosotros cuando salimos por la puerta incluso esperaron a que desapareciéramos en la lejanía lanzándonos besos y deseándonos lo mejor en nuestra misión.

Frente a las grandes puertas nos esperaban dos individuos. Una muchacha de largos cabellos rojos y lisos. Y un muchacho de cabello blanco y vestido con una extraña túnica negra apoyado en lo que parecía un bastón de metal con extraños tocados en su extremo. Ambos cargaban con dos grandes mochilas de viaje.

-Edgar-los nombró Emily-Adriane. Es hora de irse.

-Habéis tardado demasiado-protestó él muchacho.

-Ha sido por mi culpa-se disculpó Syniel protegiéndome-Lo olvidé por completo.

-Buenas noches-saludé con una sonrisa mientras salíamos de la ciudad.

-¡Tengo ganas de que empiece la fiesta!-aclamó Adriane.

Caminamos a través de un camino que rodeaba la ciudad hasta lo que parecía ser una playa nocturna. No nos costó llevarnos bien salvo por el muchacho el cual apenas hablaba.

-¿Por qué lo hiciste?-le susurré a nuestro guía.

-Si no hubieras visto aquella imagen no hubieras actuado así-sonrió.

-¿Cómo lo sabes?

-Se te ve un buen chico.

-¿Quieres que ponga a prueba tus palabras?-torné mi voz sensualmente amenazante.

Entonces sentí como alguien me llamaba desde atrás con suaves golpecillos en el hombro. Cuando me giré con total normalidad esperando ver a Emily o incluso a Adriane queriéndome preguntar algo pude ver a una mujer de más estatura que yo con cuatro pechos desnudos esperando que yo me introdujera entre sus abundantes grasas.

-¡Aaaaaaaaaaaah!-grité mientras me adelantaba a ellos perseguido por aquel mazacote de grasas.




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sábado, 16 de abril de 2011

Remake. Los cuatro monarcas

Siento la tardanza de verdad pero no he tenido tiempo T.T

Encima es el comienzo de una nueva saga, Secuestrados**

Capitulo 12

Espero que os guste!!!!



-Enhorabuena-dijo aquella voz espeluznante mientras el calor de aquel castillo provocaba que mi piel demoníaca sudara sin cesar.

Abraxas era uno de los cuatro monarcas. Su cuerpo era tan rojo como las llamas del más intenso fuego al igual que sus ojos los cuales me miraban con curiosidad. Cuando levantaba la voz se podía observar como los dos grandes cuernos que emergían de su cabeza aumentaban su temperatura provocando que aquel salón del trono pareciera más una sauna que una reunión oficial.

-Nunca he tenido demonios del sexo entre mis filas-expuso con amenaza-Y esta nueva era no va a ser diferente. Me alegro de que las fuerzas de la ciudad oscura aumenten eso significará más combatientes en la gran guerra que se avecina.

La puerta se abrió de golpe y una fuerte corriente más fría que el aire que se respiraba ahí dentro entró apagando los abrasadores cuernos de aquel monarca. Una muchacha se acercó a través de aquel suelo hecho con piedra volcánica. Su larga cabellera cobriza caía en forma de coleta rizada a través de su espalda mientras dos pequeños cuernos emergían desde su frente.

Con tan solo el sonar de sus botas golpeando el suelo se acercó hasta colocarse a mi altura e hizo una extraña reverencia hacia el monarca. Después me miró con frialdad para luego fijar sus ojos negros en los de Abraxas.

-¿Qué nuevas traes hoy Emily?-preguntó él mientras las puertas se cerraban y yo sufría de nuevo aquel infierno.

-Ha confesado-dijo ella.

-Vaya-sonrió él mostrando unas grandes fauces demoniacas-Al fin haces algo de provecho.

Intenté vislumbrar algún atisbo defensivo en la muchacha pero solo observé un gesto de indiferencia, como si aquellas palabras resonaran cada día en sus oídos. Tomando aquel silencio que se había generado como una oportunidad para lucirse, la muchacha comenzó a hablar.

-Dijo que los enemigos de la oscuridad estaban creciendo. Que llegaría un momento en el que los ángeles y los demonios se aliarían para derrocarles y que ni si quiera las profecías podrían librarnos del apocalipsis que se nos avecina.

Abraxas se mantuvo sentado en su trono apoyado en su puño mientras bostezaba del aburrimiento. A diferencia de mí que me estremecí al escuchar sus palabras.

-Te puedes retirar Emily-dijo él mientras agitaba su brazo-Avisa a Estela de que se presente ante mí.

-Si señor-respondió sin rechistar.

-Mi cita con el íncubo ha terminado-me miró y chasqueó sus dedos para que mi atención se centrara en él. Entonces se levantó y demostró como su estatura dos metros por encima de la mía denotaba poderío-Espero que tu futuro sea diferente al que nos espera a los antiguos.

-Gracias monarca del fuego.

Y me marché. De nuevo me detuve ante las grandes puertas que separaban el castillo de la parte exterior. Pues no solo se trataba de dos grandes trozos de madera roja colocadas en un marco si no que la torre más alta dejaba caer una gran cascada de lava que solo se detenía cuando los porteros decidían abrir la puerta. Supongo que era un mecanismo de autodefensa para futuras guerras.

-¿Cómo fue cariño?-preguntó mi madre mientras nos dirigíamos al siguiente castillo el cual se ocultaba tras altas montañas.

-Abraxas me pone los pelos de punta-dije esbozando una falsa sonrisa mientras me abanicaba con la mano para que el aire del exterior me abasteciera.

-Los demonios que tienen relación con el fuego siempre son un poco solitarios-me dijo ella deteniéndose justo antes del túnel que me conducía hasta el castillo-Suerte cielo.

A diferencia del anterior castillo este no estaba hecho con roca volcánica, ni caía lava desde la torre, tampoco me afixiaba nada más entrar. Este me trasmitía tranquilidad, los soldados protegidos con gruesas armaduras iban de un lado hacia el otro mientras aquel castillo camuflado con las rocas de aquellas montañas crujía a cada paso que daba, como si me estuviera dando la bienvenida,… a su manera.

-¿Ian verdad?-preguntó aquel monarca. Se trataba de un hombre de pequeña estatura con la piel de piedra y dos huecos en ella que hacían la función de ojos. Yo creo que si me esforzaba podría llegar a aplastarle.

-Si señor-dije mientras unas damas de roca me servían lo que parecía cerveza sobre una gran mesa llena de manjares, al menos para ellos.

-Te doy mis felicitaciones por haber pasado la prueba que se te encomendó-dijo-Enfrentar a un gólem no es moco de pavo.

Las mujeres comenzaron a reírse, pero no eran carcajadas lo que yo podía escuchar si no el golpeteo de las rocas. Me estaban irritando, solo esperaba que no perteneciera a las filas de aquel monarca, porque no iba a estar el resto de mi vida alimentándome de guijarros de río o de piedras en forma de estrella.

-Siento comunicarte que no son tus habilidades lo que mi reino busca-dijo-La fuerza bruta ha sido la preferencia de esta corte y así seguirá siendo por el resto de los días.

-Está bien-dije mientras me levantaba-Lo comprendo.

-¿A dónde vas?-preguntó-¡¡Vamos!! ¡Pensé que a los íncubos os gustaba divertiros! ¡¿Por qué no bebes jugo de sabia y comes más de estos ricos manjares?! No te he visto probarlos. Además si lo deseas te puedo prestar a una de mis damas para pasar un buen rato. Tú ya me entiendes.

De nuevo con mi madre de camino al siguiente castillo y escupiendo piedras de lo que Dron llamaba pastel pedregoso. Tuve suerte al rehuir de sus más picajosas sugerencias y deseé con todas mis fuerzas no volver a entrar en aquel castillo nunca más.

Tras aquella espesa niebla se encontraba el castillo del monarca del viento. La temperatura descendió justo en el momento en el que me introducía y aunque no pudiera ver nada sentí como miles de ojos me observaban con detenimiento como si estuvieran esperando a que hiciera algo de gran importancia.

Para mi asombro cuando entré en la sala del trono acompañado por un soldado bastante apuesto no encontré un demonio de gran estatura ni amenazante, ni siquiera algo pequeño e irritante. Una muchacha de aproximadamente mi misma edad estaba sentada en el trono, su cuerpo semi desnudo dejaba mostrar una cantidad más que suficiente de tatuajes que simbolizaban el recorrido del viento a lo largo de todos los tiempos.

Aquellos ojos marrones me miraron. Sus labios no se movieron ni siquiera cuando una suave brisa sacudió su cabello liso color azabache y mostró una gran cornamenta que con un poco de imaginación se podía comparar con el embiste de algún animal.

-¿Hola?-me atreví a decir rompiendo el silencio.

-Eres el íncubo de la prueba del gólem ¿no?-dijo su voz sedosa embriagada en amargura.

-Así es-la miré con rareza.

-Soy la hija del sumo monarca de los vientos-se anunció como si aquello lo hubiera repetido tantas veces que ahora le aburría hacerlo una vez más-Siento que él no esté presente aquí ha tenido un pequeño contratiempo.

-No importa-dije sonriendo-¿Puedo saber su nombre princesa?

-No me está permitido-dijo ella-Solo puedo decirte que me complace mucho tu ascenso pero que el monarca del viento no busca a ningún guerrero más en sus filas. Espero que Leviatán te acepte.

Y después de eso se quedó mirándome esperando a que me marchara. Cuando me giré pude notar como su rostro se contraía en tristeza, creo que era el único que le había dirigido la palabra de forma amigable en mucho tiempo.

Bajo una gran cascada se colocaba el cuarto y último castillo. Sus paredes brillaban de color zafiro mientras algún que otro ave acuática volaba alrededor de la torre más alta. Una muchacha con tentáculso en vez de pies me acercó hasta la sala del trono.

-¡¿Qué ven mis ojos?!-gritó efusivo el monarca Leviatán mientras los tentáculos que tapaban su boca danzaban a cada palabra que pronunciaba-¡¡Pero si es el hijo de Tifany!!

-¡¿La conoce?!-pregunté congiendo confianzas quizá demasiado rápido, pero eso no pareció importarle.

-¡¡Claro!!-dijo-¡¡La bella súcubo mujer del mejor guerrero que mis filas han podido tener!!

-¿Mi padre señor?

-¿Quién si no?

Sentí un vuelco en el corazón al comprobar que todas las historias que mi madre me contaba cuando era niño en verdad eran reales.

-¿Fue sencillo conseguir el musgo?-me preguntó esperando una respuesta atrevida.

-¡Claro señor!-dije ignorando las imágenes de mis amigos huyendo de aquellas criaturas de piedra.

-¡Asi me gusta!-dijo-Bueno no me hace falta decirte,..

De repente las puertas se abrieron de golpe y la muchacha que antes me había acompañado hasta allí se apresuró casi cayendo de los nervios que la invadían hasta mi posición. Entonces observé como una carta se zarandeaba de un lado hacia el otro mientras sus manos con ventosas temblaban.

-¿Qué ocurre Birdo?-preguntó Leviatán mientras se incorporaba en su trono y miraba a su secretaria con preocupación.
-Los renegados-dijo ella- Se han llevado a cuatro demonios de la ciudad. Los hombres de Vento me han enviado la carta en cuanto han podido.

-¡¿A quién se han llevado?!-gritó preocupado-Del reino de Abraxas un demonio ígneo una tal Estrella. Del reino terrestre de Dron una bruja Shada. De las brumas de Vento un demonio del tiempo Xander. Y… del reino marino, del cuarto monarca,… una súcubo Macalania.

-¡¡Maca!!-me alarmé.

-Abraxas sugirió que cada monarca enviara a uno de sus guerreros.

-Está bien…-comenzó a acariciarse los tentáculos mientras pensaba.

-Yo iré mi señor-dije-Maca ha sido una de mis amigas desde que tengo uso de razón. Déjeme demostrarle mi valía.

-Está bien-dijo tras una breve pausa mientras reprimía la necesidad de mandarme a mí-Se te asignara un grupo con el resto de miembros. Suerte hijo, y regresa con vida.






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miércoles, 6 de abril de 2011

Remake. Empatizando

Bueno, siento mucho la espera pero últimamente he estado ocupado y no he tenido tiempo para seguir con esta fascinante novela. Aquí llega el capitulo 11, ahora la intensidad de la batalla cambia por una intensidad mucho más... ¿sexual? La clara evidencia de que nuestro protagonista Ian el íncubo ha ascendido a un nivel oficial de demonios.


¿Qué es lo que pasará?







-¡Ouch!-me quejé cuando me golpeé con mi compañero que había entrado a través de otra de las aperturas-¿Lo has encontrado?

-Está justo encima de ti.

Y estaba en lo cierto. Se trataba de una pequeña mata verde y brillante que casi alumbraba la cueva que la criatura tenía como cuerpo. Empuñé una de las espadas que apareció de repente en mi mano y lo raspé haciendo caso omiso a los gritos ensordecedores del gólem.

-Salgamos de aquí-dije cuando me guardé el pedazo de musgo en el bolsillo.

Antes de que pudiéramos movernos la mano de la criatura atravesó su propio torso e intentó atraparnos. Después de esto las paredes comenzaron a temblar y las rocas a desprenderse del interior de su cuerpo.

-¡Por aquí!-gritó Orem subiéndose a su mano y saliendo de su cuerpo a través de su brazo.

Le seguí a tiempo de que el gólem extrajera su mano de su cuerpo. Miré hacia su cabeza donde se suponía que tenía que estar situada nuestra compañera, pero no estaba, ni ella ni las hiedras gigantes que había invocado para abrirnos una puerta hacia la cueva andante.

-¡¿Hármony?!-chillé cuando mis ojos se cercioraron de que no éramos los únicos sobre aquellas montañas pues tres gólems más acudían al rescate de su camarada.

-Está ocupada-dijo él contrajendo su cara ignorante y señalando hacia abajo.

Entonces la ví. Sus manos agarraban uno de los pétalos de aquella flor de gran tamaño y andante mientras sus pies apoyados en las hojas de la misma hacían fuerza para poder arrancar el pétalo de cuajo. Ni siquiera se había dado cuenta de que dos grandes alas violáceas habían emergido de su espalda y batían con fuerza para apoyar a la muchacha.

-¡Dámelo!-gritó ella-¡Se regenerará después!

-Esto…-intenté avisar mientras un bosque de flores de mediano tamaño se colocaban alrededor de la flor que estaba siendo atacada.

-¡No me interrumpas chico cabra!-gritó ella.

-Me encantaría verte chillar como una loca-dije-Pero nuestra existencia se está viendo ligeramente amenazada.

Orem se incurvó y comenzó a descender ágilmente por el cuerpo del gólem. No tenía su forma de lobo pero actuaba como tal. Antes de que me pudiera dar cuenta estaba cortando de cuajo el pétalo que Hármony tanto ansiaba.

-¡Hay que marcharse!-gritó.

Me giré para observar como aquellas criaturas gigantes se acercaban con lentitud pero con grandes zancadas hacia nosotros. Si a eso le sumábamos la flor enrabietada que se había puesto a lanzar latigazos a la nada y su ejército de margaritas medianas que querían ahorcar a mi compañera, podía decir que nos urgía marcharnos de inmediato.

-Darme tiempo-dijo ella mientras guardaba el pétalo plegado en su escote-Voy a intentar un hechizo de nivel alto.

Invoqué la otra espada en mi otra mano y me deslicé clavándolas en a través de las piernas de aquella criatura. Después a gran velocidad pude reagruparme con ellos. Las alas de Hármony habían desaparecido y ahora sus ojos rojos y amenazantes miraban el suelo mientras unas hojas que habían aparecido de la nada comenzaban a revolotear alrededor suyo.

Las flores se acercaban furiosas e intentaban azotarnos con sus raíces. Pero allí estábamos nosotros para cortarlas una y otra vez ya que cuando una caía otra salía en su lugar. Mis labios emitieron un fuerte silbido cuando vislumbré al corcel negro en cuyo lomo se mantenía la mochila de mi compañero. El animal atendió a mi llamada, su pelaje se volvió rojo al igual que sus ojos, se acercó a nosotros y acabó con algunas de las flores con tan solo el golpear de sus coces.

-¿¡Te falta mucho?!-pregunté mientras aquellos gólems se habían reagrupados y fijaban sus ojos de piedra en nosotros mientras la montaña se agrietaba dándome a entender que sus pasos estaban embriagados de furia y rabia por lo que le habíamos hecho a su camarada.

-Entrar-dijo ella.

-¿Entrar…-pregunté mientras le proporcionaba una patada a una de nuestras enemigas-en donde?

De repente una flor apareció bajo los pies de la muchacha. Sus pétalos se mantenían extendidos en el suelo y lentamente comenzaban a cerrarse mientras un resplandor púrpura alejaba a las flores y llamaba la atención de los gólems.

-Tranquilo-agarró Orem al caballo-No pasa nada.

-Espero que no os mareéis-se escuchó la voz de Hármony antes de que los pétalos se cerraran de golpe con nosotros dentro de ella.

Empecé a sentir como todo empezaba a dar vueltas. Mi estómago comenzó a revolverse mientras mis rodillas se clavaban en aquel suelo floral y brillante. Nuestro caballo comenzó a inquietarse mientras nuestra compañera aun con los ojos cerrados comenzaba a combulsionar.

-¡¿Qué está pasando?!-gritó Orem golpeando los pétalos tan duros como el metal.

Un fuerte impacto puso fin a aquella extraña situación. Primero algo golpeó uno de los extremos de la cúpula florar y después caímos al suelo justo antes de que la flor se marchitara y se trasformara en pequeñas partículas negras que volaban a golpes de brisa.

Estábamos frente a la puerta de la ciudad oscura. Tumbados en el suelo y mareados. Hármony ni siquiera se había inmutado, ahora abría sus ojos y esbozaba una pequeña sonrisa.

-Siento el aterrizaje-dijo ella-Aun tengo que perfeccionarlo.

Nada más cruzar las murallas de nuestra ciudad natal tuvimos que separarnos. Hármony regresó al barrio de las hojas negras. Orem al barrio de los hombres-lobo y yo al de los demonios del sexo. Una sonrisa se dibujó en nuestros rostros porque sabíamos con exactitud que volveríamos a encontrarnos.

-¡Así se hace Ian!-gritó mi profesora eufórica perdida mientras cogía el musgo del gólem y lo achuchaba como si fuera un peluche-¡No dudé de ti ni un momento!

-Enorabuhena hijo-dijo mi madre con lágrimas en los ojos.

-Mañana con los primeros rayos del sol ve a ver a los cuatro monarcas. Preséntate ante ellos y júrales tu fidelidad. Desde ese momento será un fiel de la ciudad oscura y ellos recurrirán a ti para encargarte maravillosas misiones con recompensas que nunca imaginarías.

-Vaya-dije emocionado intentando imaginar cómo eran-Ya tengo ganas de conocerles.

Aquellos días que había pasado fuera de la ciudad habían sido verdaderamente intensos y agotadores. Y lo que me pasaría aquella noche pondría a prueba el poder un íncubo, un poder con el que llevaba soñando mucho tiempo, la señal de mi verdadero ascenso.

“Orem se encontraba en una casa bastante pequeña pero muy acogedora. La chimenea parecía no haberse encendido desde hace mucho tiempo y las ventanas completamente abiertas dejaban entrar con suavidad una brisa que recorría la ciudad como una vigía.

Su ropa se deslizaba suavemente sobre su robusto cuerpo para caer en el suelo de madera mientras aquella diva de hermosos cabellos rubios se incorporaba en la cama. Volviendo en si desde un lejano tercer sueño.

-¿Estás de vuelta?-preguntó mientras se frotaba los ojos para observar con claridez como aquel cuerpo escultural se acercaba a ella para acariciarla el rostro.

-Te he echado de menos-dijo él justo antes de que sus labios se acercaran a los de su compañera y le dedicaran un beso embriagado en dulzura.

No hubo ni una palabra más. Ni siquiera cuando la lengua de la mujer comenzó a introducirse en la boca de muchacho. Las sábanas se apartaron de la cama como si no quisieran ver lo que estaba a punto de ocurrir allí dentro. Ni siquiera el camisón de Shayla tuvo tiempo para reaccionar cuando se reunió junto a las sábanas al otro extremo de la habitación.

Ahora dos cuerpos desnudos se acariciaban. El primero moreno, robusto y con torso medio peludo. A diferencia del segundo de un tono rosado y sin el más hermoso bello que el cabello que se deslizaba desde su cabeza.

Orem se colocó sobre ella y con las gotas de sudor recorriendo su rostro introdujo su parte viril en su interior. Algo mucho menos moreno que su propia piel y con retazos del bello de lo que pudo ser un animal.

Sus movimientos eran lentos e imponentes, pues el macho intentaba que la hembra estuviera agusto justo antes de comenzar a gruñir. Después más que licántropos en sus formas humanas parecían animales, pues sus movimientos sobrepasaban la frontera humana, y comenzaba a adentrarse en lo más profundo de su parte canina.

Incluso pareció verse a dos lobos bajo la luz de la luna. Ella con un pelaje blanco y sedoso a diferencia de él cuyo pelaje era color azabache. Fue en ese mismo instante cuando la loba gimió de placer justo antes de que sus ojos tornaran rojos”

-¿En qué consiste nuestra empatía madre?-pregunté mientras caminábamos a través de la gran cuesta que terminaba en la zona de los cuatro monarcas.

-Es el poder más hermoso de nuestra especie-comenzó a explicar-Primero conocemos a la persona. Y cuando el destino determina que ambos finales se aguardan el uno muy próximo al otro, comenzamos a experimentar sus sensaciones más placenteras. Sobre todo durante los sueños.

-¿Has empatizado con alguien en tu vida madre?

-La verdad es que con tu padre nunca llegué a tener ese vínculo. Tu profesora ha sido siempre mi amiga y confesora por lo que yo sé cuando ella experimenta esa sensación, al igual que ella lo sabe de mí.

-¿Qué limites tiene la empatía sexual?-pregunté sin poder recordar la teoría que daba cuando era niño.

Nos detuvimos en una plazuela. Había demonios de diferentes razas pero lo que más se veían eran demonios mágicos. Los humanos los llamaban brujas ya que eran los demonios junto a los vampiros que más parecidos con la especie humana tenían.

El camino se dividía en cuatro. Uno para cada gran castillo que se dibujaba frente a mí. La tradición decía que tenía que visitarlos por el orden que se había establecido hace años y que uno de ellos me elegiría como su ahijado. Los cuatro monarcas constituían el dominio sobre la ciudad, y a ningún demonio oficial no le faltaba el contacto con uno de ellos. Aquí ya no importaba la raza, si no la función que jugaría el resto de mi existencia.






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jueves, 31 de marzo de 2011

Remake. La hada oscura

Hoy estoy de buen humor. Bueno hace cinco minutos no porque tengo una tutora que es medio boba. Pero bueno :) a vosotros no os interesa eso.

Capitulo 10



-¡¿Por qué tengo que ir a pie?!-pregunté enojado mientras intentaba alcanzar aquel caballo negro que se movía a gran velocidad unos metros más adelante-¡Si no la hubieras cogido podría haber sitio para mí!

El bosque se me volvía cada vez más repetitivo. Entre jadeos podía ver como los árboles todos de la misma especie me resultaban repetitivos, como las flores diurnas coloreaban el camino creando un efecto túnel sobre el córcel que llevaba mirando un buen rato.

-¡No podíamos dejarla ahí señor “caballero”!-se mofó Orem sosteniendo el cuerpo dormido de la hada oscura con la que habíamos combatiendo a la cabra demoniaca-¡Tomatelo como un castigo!

-¡¿Castigo?!-pregunté apartando un chupóptero que se había quedado prendido de mis encantos naturales-¡¿De qué hablas?!

-¡Intentaste alimentarte de mí!.

-¡Ya me disculpé!-grité.

-¡Esto para que te des cuenta de a lo que te expones si lo repites!-gritó-¡Además cogiste mis armas sin mi permiso!

-¡No querías probarlas!-protesté-¡Ya lo hago yo por ti!

-¡Y llevarte el beneficio de la victoria!-sonrió-¡Preocúpate de seducir Ian!

Recorrimos un largo tramo cuando Orem decidió detenerse y bajar de la montura para dejar a la muchacha recobrar su estado normal. El sol calentaba demasiado y sus rayos tan negros como la noche cejaban a cualquiera con el valor suficiente para mirarlos directamente.

-¿Dónde estoy?-preguntó ella abriendo los ojos y encontrándose con la mirada babeante de mi compañero-¡¿Vas a violarme!?

-Ves-dije-No soy el único que piensa que eres un pervertido.

El puño de mi compañero me golpeó tan fuerte que casi pierdo la cosciencia. Tan caballeroso como lo había sido yo antes Orem ayudó a la dama a levantarse.

-¡Ey!-me sonrió-¡Chico cabra!

-No me llames así-dije molesto-Te hemos traído aquí para alejarte del peligro, no tenemos mucho tiempo para llegar a las montañas.

-¡¿Montañas?!-preguntó ella-Yo también me dirijo hacia allí. Aun tengo que cumplir mi examen.

-¿Qué hacen las hadas oscuras en sus pruebas de graduación?-preguntó Orem rascándose la nuca y mirándola interesado.

-Cogemos piezas de las plantas más extrañas del mundo. Así los alquimistas de la ciudad pueden elaborar sus pociones. Además…-se apretó la cuerda con la hoja de esmeralda para asegurarse de que su coleta no se iba a deshacer-la anciana siempre dice que tenemos que estar en contacto con la naturaleza… ¿Qué hay de vosotros?

-Vamos a por un gólem-dijo Orem mientras miraba cada detalle de la espada que la muchacha había empuñado en el combate anterior.

-Dejarme adivinar-comentó ella mientras su palabras delataban un tono bromista-Tu eres un demonio seductor y el es tu perro guardián.

-¡Has acertado!-me asombré-¡Perro guardián!-me empecé a mofar del mote de mi compañero pero antes de que pudiera darme cuenta estaba en el suelo lamentando haber dicho nada.

-Chico cabra-me devolvió la pedrada.

-¿Puedo acompañaros?-preguntó.
-Ya lo haces-respondí-Me llamo Ian.

-Orem-saludó con su brazo.

-Hármony-se presentó mientras miraba a su alrededor-¿Dónde está el linde del bosque?

-No lo sé-respondió él-Nos hemos perdido.

-¡Perdido!-grité-¿¡Me has hecho correr para nada!?

-Te dije que era tu castigo-me dijo antes de recibir mi golpe.

-Dejarme ser vuestra guía-sonrió ella mientras cerraba los ojos y una esfera negra aparecía en sus manos. De repente estalló y un montón de mariposas se repartieron por todo el bosque.

-¿Qué ha sido eso?

-¡Silencio!-exigió ella sin percatarse de que mi compañero proporcionaba estocadas al aire para comprobar el manejo de su espada de estilo floral.

No daba abasto, mis ojos no sabían que mirar, si el sorprendente hechizo que acababa de lanzar Hármony o como unos pétalos rosáceos emergían de cada estocada que mi compañero daba. Ahora me estaba mareando y mi estómago no paraba de rugir. ¿De quién me alimentaría?

-¡Toma!-dijo Orem mientras me lanzaba una manzana a la cabeza-¡Cométela y deja de hacer bobadas!

Con el primer mordisco se me fue la sensación de hambre y con los posteriores mi necesidad demoniaca se iba disipando, al menos temporalmente. Cuando decidí mirar a mi nueva compañera esta dejaba que aquellas mariposas negras que habían emergido de su esfera se introdujeran por si frente para trasmitirle cada uno de sus recuerdos.

-Es por allí-dijo mientras se apresuraba a tomar su espada y a adelantarse-Será mejor que nos larguemos de aquí.

-¿Qué has visto?-pregunté colocándome a su altura.

-Renegados-dijo ella-Seguramente algún brujo, el dueño de la cabra que matamos con la vampira qué por cierto ¿Qué ha sido de ella?

-Regresó a la ciudad-comentó Orem tomando las riendas del caballo pero sin llegar a montarlo para poder ir a nuestro mismo ritmo-¿Forja demoníaca?

-¿Cómo lo sabes?-preguntó ella dejando a un lado su personalidad bromista y divertida para encarnar la de una seria fémina con escasez de ropa.

-Bioru-dijo él-Demonio del miedo hoy también se graduaba con su última prueba.

-Marcas rojas, ojos negros. Neurótico de todo lo que tiene que ver con la posesión demoníaca de las armas-le complementó ella-Yo también le conozco.

-¿Soy el único que no le conoce?-pregunté irónicamente sin esperar obtener respuestsa.

-Los íncubos no os centráis en el combate cuerpo a cuerpo-explicó Orem-Seguramente no has necesitado hacer ningún encargo. ¿Pero tú? Pensé que las hadas oscuras os dedicabais a hechizar a la naturaleza para luego marchitarla a vuestro antojo.

-Yo soy diferente-dijo-¿Has visto a algún hada oscura incapaz de invocar sus alas a placer?

-Tranquila-dije yo comprendiendo el sentimiento de angustia que notaba en sus palabras-Soy el único incubo capaz de encantar a los de mi mismo sexo.

-Muy bonito-dijo ella pasando de mis palabras-¡Correr!

Miré hacia atrás y comprobé como un quinteto de demonios se acercaba a nosotros a gran velocidad. Si mis conocimientos eran exactos entre ellos podía ver un demonio encadenado. Ahora no me importaba que fueran los demás, si había uno de esa raza y no estaba de nuestro bando estábamos en apuros.

-¿Encadenado?-pregunté mientras me alejaba de mis compañeros adelantándoles con creces.

-¡¿Estás seguro?!-preguntó ella mientras se quitaba un pequeño filamento de su cabello.

-Cicatrices en la cara y una cadena que va desde su ojo hasta su boca-comenté-No creo que un demonio normal adapte esas costumbres.

-¡Hármony súbete al caballo!-gritó Orem.

La muchacha se propulsó en el aire y dio una voltereta justo antes de subirse al lomo del caballo y coger sus riendas. Después soltó el filamento de su cabello mientras sus ojos brillaban carmesí.

-¡¿Y yo?!-dije viéndome desprotegido ante la velocidad del córcel.

-No te acostumbres-dijo él mientras su voz cambiaba a una tenebrosa y ronca al mismo tiempo que su cuerpo tomaba la forma de un lobo de gran tamaño negro como el azabache.

Me subí encima y me agarré a su cabellera mientras observaba como aquel encantamiento que nuestra compañera había hechizado sobre el cabello, provocaba que un bosque de zarzas apareciera justo delante de nuestros enemigos.

-¡Qué buena!-grité efusivo mientras me pegaba más a Orem para poder ir más rápido.

-¡No si llevan a un ígneo entre ellos!-dijo ella justo a t tiempo de poder observar como las zarzas ardían por un potente fuego demoníaco.

-¡Malditos!-dijo mi compañero con una voz que me ponía los pelos de punta.
La zona verde terminó. Los árboles dejaron de aparecer para dejar cavidad a una zona rocosa con grandes montañas que formaban estrechos pasillos entre ellas. Los demonios enemigos habían perdido tiempo con las zarzas pero para nosotros era una zona desconocida.

-¡¿Alguna idea?!-pregunté observando uno de los enemigos saltaba y tomaba la forma de una ola de agua.

-¡Seguirme deprisa-dijo Hármony golpeando con sus talones los extremos del caballo para aumentar su velocidad hacia la pared de la montaña.

-¡Estás loca!-le acusé.

-¿Queréis morir?-preguntó.

-¿Por ellos o por el golpe que nos vamos a dar?

Cuando la mano de la muchacha tocó la pared de la montaña esta se abrió en forma de túnel a tiempo de que pudiéramos pasar. Cuando Orem se introdujo en ella pude observar como la montaña se iba cerrando.

-¡Tres puntos para mí!-dijo ella deteniéndose para caer cansada en el suelo.

-¿Tres?-dijo Orem retomando su forma normal… sin ropa, con esos músculos al aire,…-Yo te daría diez.

-Ponte algo-dijo ella como somnolienta percatándose como mis ojos tornaban carmesís y hambrientos.-Si no quieres que te coman.

Mi compañero giró para situarse de cara a mí. Antes de que mi mente pudiera actuar como la de un animal su puño me golpeó de tal manera que perdí la consciencia.


-¡¿Tengo que subirme a su cabeza?!-pregunté asustado mientras aquella criatura tan grande como la montaña se acercaba a nosotros con lentitud al mismo tiempo que el suelo temblaba a cada paso que daba.

-No hará falta-me sonrió Hármony mientras desenvainaba su arma-Es un gólem de las montañas, el musgo lo guarda en su interior…

-¡¿Qué?!-gritó Orem que empuñaba dos espadas cuyas hojas proyectaban un fuerte calor.

Con la velocidad que la adrenalina producida por el temor generaba en mi cuerpo conseguí esquivar uno de los pisotones de aquella criatura antes de quedar sepultado bajo ellos. Nuestra nueva compañera delató su conocimiento nato para la naturaleza cuando clavó su espada en una de las grietas de aquella montaña andante y comenzó a escalar por su espalda como si se tratara de un felino.

-¡¿Qué estás haciendo?!-pregunté mientras mi compañero se impulsaba con sus piernas y alcanzaba lo que parecía la rodilla de la criatura en el momento justo en el que esta la bajaba.

-¿Quieres el musgo no Ian?-ironizó él sin poder evitar que una de sus espadas cayera al suelo quedando clavado en él.

-¡Chico cabra!-gritó ella-¡Demuestra que esos cuernos te han sido concebidos por honor y no por pena!

-¡Aaaaaaaaaaaah!-aquellas palabras habían penetrado en mí como mil agujas.

Cogí de nuevo velocidad y me aproveché de aquella espada que había quedado clavada en el suelo para emitir un salto mucho más potente. Primero me apoyé en su empuñadura y después salté hacia la criatura de roca maciza.

-¡Te odio!-no pude evitar gritar cuando chocaba contra el gólem y clavaba mis espadas en él para sostenerme antes de caer.

La criatura y comprobé como tres demonios que comparados con él parecíamos tres ratas intentando roerle. Después abrió lo que parecía su boca y emitió un quejido que provocó que las montañas temblaran asustadas.

Intentó quitarnos con golpes secos y sumamente lentos provocados por una de sus manos pero incluso yo que era pésimo al escalar pude esquivarlos a tiempo. Cuando quise darme cuenta mis compañeros estaban situados en lo alto de su cabeza y yo había llegado a un punto de atasque. No había ninguna grieta por donde introducir mis espadas ni ninguna roca saliente a la que agarrarme.

-¡Ian!-gritó Orem justo en el momento en el que su mano me sacudió de su cuerpo como si fuera una mota de polvo.

Me precipité al suelo a gran velocidad y me hubiera dado por extinguido si la magia de aquella hada oscura no frenara mi caída con una mata de hierba tan blanda como la paja. No perdí el tiempo y decidí incorporarme para emprender de nuevo una carrera. De nuevo Hármony me apoyó con un árbol que nació bajo mis pies y me condujo hasta escasos metros de la criatura. Después salté y antes de poder alcanzarla apreté las esferas de los guantes para que las espadas aparecieran a tiempo de mantenerme en sus posaderas.

-¿Estás bien chico cabra?

-¡Gracias a ti!-respondí sin poder verla mientras el gólem emprendía de nuevo su caminata entre aquel paisaje pedregoso y cada vez más peligroso.

-¡Intentaré abrir un agujero lo suficientemente grande como para que uno de vosotros se adentre en su cuerpo!

-¡Déjale esto a los expertos!-gritó Orem.

La rabia que recorría mis extremidades provocó que escalara con velocidad y que para cuando las hiedras gigantes y espinosas atravesaran el cuerpo del gólem yo ya estaba cerca de la cabeza. Solo tuve que apurar más mis movimientos para poder apoyarme en una de aquellas vegetaciones invocadas.

-¡Allá voy!-grité cuando me lancé a través de ellas para adentrarme en su interior muy parecido al de una cueva.




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martes, 29 de marzo de 2011

Remake. La bestia del bosque

Bueno, llevo unos días bastante inspirado y eso es gracias a vosotros que me seguís fieles y protestones. Y que conseguís seguir motivándome a escribir, a crear este magnífico mundo de oscuros rayos de sol y rojizos rayos de luna.


Asique sin más miramientos aqui os dejo el capitulo 9: La bestia del bosque




Cuando desperté estaba un poco atontado, mis manos no conseguían hacer lo que yo quería y mis pies ni siquiera caminaban cuando yo me lo proponía. Los fuertes ronquidos de Orem se hicieron sonoros cuando el refugio invocado por aquella flauta comenzó a calentarse por culpa de los pocos rayos de sol que lograban adentrarse en el bosque.

De repente escuché como el acero chocaba, como si alguien se estuviera batiendo en duelo fuera del iglú. Sin más miramientos me arrastré hasta la entrada la cual se abrió para dejarme pasar y caminé volviendo en mí gracias a la luz cegadora del sol.

El acero estaba cada vez más cerca y cuando me apareció ver el reflejo de dos espadas me lancé a unos arbustos para observar. Mi corazón se aceleraba mientras mi mente intentaba auto convencerse de que no se trataba de ninguno de los dos enemigos mortales de la ciudad oscura, los renegados o los luminosos.

Dos siluetas femeninas combatían con estilosos movimientos y armadas con dos espadas. La primera mujer tenía el cabello elegantemente ondulado en forma de bucles rubios que caían sobre sus hombros, con un vestido verde de la más alta categoría que contrastaba con su exagerada pálida piel la cual sobresaltaba en medio de aquel paisaje frondoso. Dos guantes tejidos con pelo de animal empuñaban con fuerza lo que parecía ser una ligera espada de esgrima cuya hoja era tan fina como bello era su rostro.

-¡Baja el arma zorra inmunda!-gritó la segunda fémina mientras se propulsaba en el aire para alejarse de lo que podía haber sido una estocada mortal por parte de su enemiga.

La segunda tenía el cabello de un color peculiar que se mantenía entre la frontera que separaba el castaño más claro del más oscuro. Este a su vez se mantenía amarrado en forma de una coleta que llegaba a la longitud de su cintura amarrada con unas hojas fabricadas con la más reluciente esmeralda.
Su ropa, si se podía llamarle así se comprendía de dos piezas, un sostén que sujetaba sus pechos con suerte y unos pantalones tan cortos que casi dejaban mostrar sus ingles, ambos de un color púrpura. Su espada era curva y el reflejo de la luz del sol delataba unos decorados florales en ella.

-¡¿Y dejarme someter ante el arma de una renegada?!-protestó la otra que se había colocado detrás de ella con una impecable pirueta aérea.

Juraría que la espada estaba a punto de atravesar a la segunda fémina, incluso cerré los ojos solo de imaginar la imagen. Pero cuando quise darme cuenta la primera mujer estaba inmovilizada por unas hiedras que habían emergido de la nada.
-Te lo repito, no soy una renegada-dijo ella mientras colocaba su espada en la garganta de su enemiga.

-¿Y qué haces fuera de los dominios de la ciudad?

-¿No te das cuenta?-preguntó frustrada la fémina que llevaba el control de la pelea-¡Podría decir lo mismo de ti!

-Yo hago las pruebas de graduación-dijo ella-Tengo que conseguir la sangre de una criatura invocada.

-¿Y a mí que me cuentas?-dijo ella mientras desarmaba a su enemiga para que esta no la atacara de nuevo-Yo también estoy en mi examen de graduación ¿entiendes?

-¡Mientes!-gritó la primera mientras sus ojos brillaban rojos y conseguía zafarse de sus ataduras con una fuerza sobrenatural para abalanzarse contra su enemiga y rodar por los suelos como si se trataran de dos animales.

Me tapé la boca para comenzar a reír. No iba a interrumpir aquella pelea, era bastante divertida. Observé cómo alguien soplaba mi nuca. Cuando me giré vi a Orem babeando ansiando ver más de aquella pelea de mujeres.

-Eres un pervertido-susurré.

-¿Me lo dice el que me intentó violar anoche?-ironizó devolviéndome la pedrada.

-Anoche no lo conseguí…-insinué bromista provocando que Orem volviera en sí y dejará caer su mochila llena de armas para amenazarme con una espada.

-¿Qué ha sido eso?-escuché a una de las muchachas que se rebozaban en el suelo.
De repente algo rugió. Una bestia de gran tamaño con la forma de una cabra de más de tres metros la cual acababa de derribar dos árboles con su gran cornamenta torcida.

-¡Aaaaaah!-gritó la más pedante mientras cogía su espada y temblaba mientras la empuñaba.

-¿De qué tienes miedo?-preguntó la segunda mientras tomaba su arma y se colocaba junto a la que había sido su rival, ambas preparadas para combatir contra el nuevo visitante-Ahí tienes a tu bestia.

Me puse aquellos guantes con los que había estado matando el tiempo la noche anterior y me dirigí junto a las mujeres cuando alguien me detuvo.

-¿A dónde crees que vas Ian?-preguntó Orem mirándome con seriedad.

-A ayudarlas-respondí-No creo que puedan vencerla ellas solas.

-¿Acaso sabes manejar eso?-me preguntó antes de propulsarme en el aire para saltar los arbustos.

-No-mentí-¡Pero puedo hacerme una idea!

La cabra gigante intentó embestir a las mujeres pero estas lo esquivaron con ágiles movimientos. Una saltó ágilmente por encima de ella y la otra giró en el suelo para alejarse de la ruta de embestida.

-Señoritas dejarle esto a un caballero-dije elegantemente mientras apretaba las esferas de los guantes y emergían dos espadas de ellos.

-¡Oh!-se asombró la más elegante-¡Aun existen hombres dispuestos a ayudar a damiselas en apuros!

Le dediqué una de mis sonrisas para luego llamar la atención de la bestia con un fuerte silbido. La cabra me fulminó con la mirada mientras comenzó a dar coces con una de sus patas delanteras.

-Vamos pequeña-la provoqué mientras mis ojos tomaban el color carmesí y demoníaco que nos diferenciaban del resto de especies-Soy solo para ti.

Entonces la cabra comenzó a bufar levantando una gran polvareda con el aire que salía disparado por sus fosas nasales. Su cabello se erizó tomando la consistencia de la roca y de sus pezuñas emergieron agujas que ahora amenazaban mi existencia.

-¡Tú!-me llamó la atención la fémina con la espada floral-¡Chico cabra! ¿Piensas divertirte tu solo?

-¿Cabra?-entonces me di cuenta de que tanto los cuernos de la bestia como los míos tenían prácticamente la misma forma.

-¡Cuidado!-gritó la otra mujer.

Cuando quise darme cuenta la cabra estaba sobre mí. Tuve tiempo para saltar y conseguir clavar una de mis espadas en su frente. Después salí despedido por los aires y acabé sobre una de las ramas con un golpe en el estómago y cayendo de golpe en el suelo.

-¡¿Estás bien!?-se acercó la mujer que se había ausentado de la batalla y me colocó la mano sobre el estómago desnudo en donde el tronco me había causado una rozadura sangrante.

Su rostro se contrajo mientras su lengua saboreaba el carmín de sus labios. Sus ojos centellearon mientras sus manos comenzaban a temblar. Mi mente recordó aquel día cuando aún era un niño demoníaco, aquel chico que probó mi sangre. ¿Cuál era su nombre?

-¡Chico cabra!-gritó la otra muchacha-¡Un poco de ayuda no me vendría mal!

Entonces me levanté apreté ambas esferas y las espadas volvieron de nuevo a mis manos en forma de humo. Observé como aquella bestia se mantenía inmovilizada por enredaderas de un enorme grosor.

-No aguantaré mucho-dijo ella sosteniendo sus brazos sin poder moverse para mantener el hechizo cuando pasé por su lado.

En aquel momento me dirigí al cuello de la bestia clavé mis espadas y con todas mis fuerzas intenté cortárselo desde la garganta. Pero el pelaje de la cabra intentaba arrebatarme las armas y unos finos filamentos de este se clavaron en mis manos obligándome a alejarme de la invocación, desarmado.

-¡Aaaaaaaaaaaah!-gritó la conjuradora cuando de repente dos alas de mariposa emergieron de su espalda al mismo tiempo que sus ojos rojos e intensos proyectaban una gran luz carmesí.

Las enredaderas se marchitaron y la ceniza que emergió de ellas comenzó a rodear a la bestia introduciéndose en forma de proyectiles por todo su cuerpo provocando que su sangre tiñera el suelo de negro.

-¡Al suelo Ian!-gritó Orem desde la profundidad del bosque.

El muchacho apuntó con aquel gran bazooka con la apariencia de un dargón y apretó el gatillo para que un proyectil con el grosos tan grande como el tronco de aquellos árboles se dirigiera a gran velocidad hacia la bestia.

Un gran agujero se formo en el estómago de la cabra gigante, justo donde el proyectil había chocado. El animal cayó al suelo mientras la fémina se desmayaba de nuevo sin alas y tan sensual como antes.

La otra mujer se acercó al animal sacó una especie de vial y lo abrió. La cabeza de la cabra se trasformó en humo y se introdujo en el frasco antes de que el resto de su cuerpo se trasformara en aquel viscoso líquido negro.

-Gracias Ian-dijo ella recordando mi nombre-Por ayudarme.

-¿Y yo?-preguntó Orem iluso mientras el dragón metálico se trasformaba en una miniatura viviente y se introducía por el brazalete que mi compañero se había equipado minutos antes.

-Si no hubiera sido por él, seguramente estuviéramos muertas.

-Bueno-dije-Ella hizo bastante.

-Pero mira como acabó.

-¿Cuál es tu nombre señorita?

-Daliana-respondió haciendo una reverencia-Se hace tarde. Llevo tres días fuera del castillo. Tengo que volver antes de que me tomen por renegada.

-Si vas a pie no llegarás a tiempo-dijo Orem mientras cogía a la muchacha desmayada en brazos sin esfuerzo alguno.

-No hay problema-dije-Le prestaremos uno de nuestros caballos.

-¡¿De verdad?!-sonrió ella-¡¿Harías eso por mi?!

-Eso digo yo-susurró Orem-¿Porqué solo se dirige a él?

-Claro-dije-Nosotros podemos llegar a pie.




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domingo, 27 de marzo de 2011

Remake. El lago helado

Seguidores de Sacrificio. después de una semana y una larga espera llega el capitulo 8. Espero que os guste y que espereis con ansia el siguiente. Una fabulosa historia de demonios.








-¡Ian!-me gritó él desde unos metros más adelante mientras su córcel el cual había sido anteriormente negro ahora resplandecía de un rojo intenso.

-¿Sí?

Hacía ya bastante tiempo que habíamos dejado el bosque atrás. Incluso habíamos cruzado el río sin ningún problema ya que un tronco nos sirvió de puente. Ningún peligro nos acechó en el primer tramo del camino, los vigilantes hacían bien su trabajo limpiando las amenazas que podrían surgir alrededor de la ciudad de la oscuridad.

-Deberíamos de acampar-dijo Orem-El sol está a punto de ponerse, llevamos medio camino recorrido y las monturas palidecen, están cansadas.

-Tienes razón-dije sintiendo como mis tripas gruñían hambrientas.

-Busquemos un buen sitio para parar-dijo él mientras reducíamos el ritmo de nuestro paso al mínimo buscando un punto en aquel bosque de pinos-Aquí está bien.

Descabalgué mi yegua ahora blanca y observé como mi compañero abría su gran mochila para rebuscar en ella. Entonces sacó una especie de flauta y comenzó a tocarla. Mi rostro se contrajo un tanto extrañado, teníamos que acampar y él se mantenía tocando una hermosa melodía con su flauta, allí sentado en el suelo mientras miraba el suelo como si fuera la única preocupación de la noche.

-Esto,…-dije sintiendo como se levantaba una brisa y me erizaba la piel-Orem…

Entonces observé como esa misma brisa empezó a remover el suelo cubierto por las hojas. Primero se formó un cubículo con las hojas que bailaban de un lado hacia el otro y cuando me quise dar cuenta la arena, el barro y la piedra del suelo comenzaron a moverse con ellas.

-¿Qué es esto?-me pregunté observando cómo se formaba un iglú de un gran tamaño y mantenía la forma mientras la melodía de la flauta de mi compañero se apagaba poco a poco.

-Vamos dentro-dijo él-Antes de que comience a llover.
Miré al cielo a través de una apertura en la copa de aquellos árboles y sentí como las nubes comenzaban a escurrir pequeñas gotas de agua. Ni siquiera me había cerciorado de ellas hasta que él había hablado.

Y allí estaba él observando como sobre una alfombrilla que él mismo había extendido sus armas resplandecían intactas y nuevas. Me acerqué a tiempo de que la puerta del iglú se cerrara con una gran roca que dejaba entrar una cantidad razonable de la brisa natural que ahora se levantaba en el exterior.

-¿Qué ha ocurrido ahí fuera?-pregunté ignorante.

-Verás-dijo-Conozco a un herrero que está intentando juntar la magia con los utensilios y armas que él mismo forja. Me pidió que probara algunas de ellas para comprobar que la armnonía que quiere crear es tan natural como la propia tierra. Lo que acabas de ver es una flauta invocadora de refugios. Según él es capaz de crear un refugio en los lugares más inhóspitos, y bueno, acabamos de ver su efecto.

-¡Qué interesante!-me arrodillé junto a él y observé como en medio de aquellas espadas se podían observar utensilios como una especie de guantes con un extraño artefacto en su palma, un brazalete de cobre o una diadema de plata. Todos ellos con inscripciones demoníacas propias de las brujas de mi ciudad.

Mis tripas rugieron de nuevo y mi cabeza comenzó a dar vueltas. Primero sentí como si el cuerpo me pesara y antes de que pudiera darme cuenta me encontraba tumbado sobre el regazo de mi compañero el cual me colocaba un paño húmedo en la frente.

-¿Estás bien?-preguntó mientras aquella sensación se hacia cada vez más débil pero no llegaba a desaparecer.

-Estoy,… un poco mejor-respondí mientras le miraba.

Entonces experimenté la sensación del íncubo hambriento. De repente Orem me parecía tan atractivo que aquel desdichado lugar me parecía el sitio idóneo para alimentarme. Pero para cuando mi mente comenzó a reaccionar por si misma mis labios se mantenían humedecidos por la saliva del muchacho.

-¡¿Qué ha sido eso?!-preguntó alarmado mientras se deslizaba aterrado a la parte más alejada del iglú.

-¡Lo siento!-dije-¡Es qué tengo mucha hambre! ¡Y si no me alimento de carne tengo que alimentarme de alguien!

-Vale, vale…-su rostro aterrado me parecía sumamente divertido-Iré a cazar algo, quédate aquí quietecito ¿entendido?

-No aguantaré-dije con una voz un tanto insinúate mientras mi dedo índice limpiaba la saliva que caía por uno de los extremos de mis labios.

-¡Suerte que estamos en nuestro mundo y que la carne de los animales tienen cualidades demoníacas!-se dijo para si mismo intentado ignorar mi actitud seductora-¡Llegamos a encontrarnos en cualquier otro mundo y me muero del asco!

-Puedo hacer que mueras feliz-ahora ya no controlaba mis palabras.

-¡Qué os pasa conmigo!-gritó.
Los ojos de Orem comenzaron a brillar pero no porque estuviera haciendo uso de sus poderes demoníacos los cuales desconocía si no porque quizá estaba a punto de llorar desesperado por temor a caer en mis manos. Entonces consiguió esquivarme a tiempo y salir por la apertura que ahora se abría automática en la entrada del iglú. Me apresuré a alcanzarlo pero cuando salí ya no había nadie, había sido veloz en desaparecer.

Las gotas de lluvia me azotaron, la humedad que ahora cubría mi cuerpo casi se trasformaba en vapor de lo caliente que estaba mi piel. Me refugié de nuevo en el iglú de piedra y busqué algo con lo que entretenerme para no pensar en cómo mis tripas rugía una y otra vez.

-Qué extraño-me dije mientras cogía uno de esos guantes de cuero marrón que me resultaban verdaderamente interesantes-Parecen totalmente normales-me aseguré de que no escuchaba a mi compañero a las afueras del refugio mientras me lo ponía en la mano izquierda-Supongo que no le importará que les eche una ojeada.

Senti mientras me ponía el guante que este me quedaba enorme pero cuando terminé de introducir mi mano este se ajustó a mi medida como por arte de magia. La pequeña perla verde que se mantenía incrustado en la palma de mi mano, acompañada con un engarce de encantamientos comenzó a brillar al compás de la otra perla que aguardaba en un segundo guante.

Sintiendo aun más curiosidad de la que había sentido antes me coloqué el otro guante en mi mano derecha y de nuevo ajustándose a mi medida ambas perlas cesaron su proyección de luz. Giré mi cabeza observando con rareza aquellos guantes verdaderamente extraños. Deslicé mis dos dedos índices sobre las perlas y comencé a acariciarlas. Entonces sentí como las perlas comenzaban a brillar incitándome a apretarlas como si se trataran de un botón.

De repente un humo dorado emergió de ellas y antes de que pudiera reaccionar dos espadas se posaban en mis manos. Unas manos asustadas que las soltaron como si se trataran de la rozadura de un espectro.

-¡Aaaaah!-grité mientras las espadas caían sobre el resto de armas.

Entonces mi mente más curiosa que de costumbre pensaron que si apretaba de nuevo las perlas otras dos espadas emergerían de la nada, y así continuamente. Si estaba en lo cierto estos guantes podrían ser el futuro de una herrería portátil.

-Deja de soñar Ian-me dije mientras las espadas tomaban de nuevo la consistencia de humo dorado y regresaban a mis manos-Bastante tienen con poder aparecer.

Escuché unos pasos en el exterior. Me apresuré a quitarme los guantes y a dejar las espadas entre la marabunta de armas. Después me tumbé en el suelo y disimulando sentí como mi compañero se adentraba en el refugio.

-Solo he podido encontrar esto-dijo mientras me mostraba cinco conejos de la noche colgados boca abajo en sus manos.

-¿Solo?-pregunté-¿Cuánto sueles comer?

-Cinco de estos es un tentempié.
-Yo con uno me conformo-dije mientras él rebuscaba en su mochila seguramente algún otro misterioso objeto-El resto te los dejo a ti,… compañero.

-Come lo que tengas que comer, pero no vuelvas a lanzarte sobre mí-dijo con seriedad mientras tomaba una especie de rama y un mechero-O te mataré antes de que puedas presentarte ante los cuatro monarcas.

-Lo siento.

Acercó la llama del mechero a la ramita de madera y se formó una gran hoguera. Aquello no era nada fuera de lo común, había unos árboles específicos que prendían demasiado. De hecho quedaban pocos en el mundo, conseguir una de sus ramas quizá podría hacerte rico.

-¿Te gusta la carne tan cruda?-pregunté impaciente porque la carne de mi conejo cuyo pelaje negro permanecía en la mochila de Orem, tomara un color más quemado para poder comerla.

-La pongo al fuego para calentarla, me gusta poco hecha.

-De hecho te gusta no hecha-bromeé-Esa aún sangra.

La verdad es que estar con él me agradaba. Me sentía agusto, tanto conmigo mismo como con él. Ahora podía mirarlo de nuevo como a un compañero y no como a una presa. Quizá si dejaba a un lado el hecho de que estaba aquí por encargo, quizá podría verle como un amigo.

-¿Por qué estabas tan nervioso?-pregunté.

-No se te escapa ni una.

-Me dijiste que luego me lo contarías,… y aun sigo esperando-le sonreí.

-Está bien, solo espero que no pienses que soy diferente de lo que ves-comentó antes de comenzar a trasmitirme todo lo que le había pasado. En ese mismo instante mis ojos se fijaron en él y mi mente cabalgó hasta el mismo momento en el que le pasó aquello.
“El distrito de los licántropos se situaba cerca del centro en la ciudad de la oscuridad. Era uno de los barrios a los que se tiene que acceder para poder alcanzar el castillo de cualquiera de los cuatro monarcas.

Un lugar familiar donde las manadas de licántropos caminan sin la preocupación de ser atacados por sus hermanos. Más que un barrio parecía un pueblo dentro de la ciudad, incluso la luna roja como la sangre observaba con orgullo esa parte del infierno.

Su cuerpo giró en el aire hasta situarse en la espalda de su contrincante. Su brazo musculoso impulsó su puño hasta golpear la espalda del otro joven casi idéntico a él. Lo único que les diferenciaban era la forma de sus cabellos. El primero media melena y grasientos, y el segundo cortos y de punta.

-Muy inteligente-comentó el segundo mientras se incorporaba del golpe-Se nota que has aprendido de mí.

-Ezequiel-carraspeó su garganta el primero-Llevo décadas intentando no ser como tú.

-¡Bastardo!

-Me suelen llamar Orem-sonrió.

Ezequiel pareció enloquecer cuando su cuerpo desnudo se trasformó en el de un hermoso lobo de pelaje negro de apenas dos metros, con una pequeña mata de pelo blanca en su pecho.

-Cómo te gusta alardear-dijo él mientras esquivaba los placajes de su hermano gemelo con ágiles movimientos.

Entonces apareció una muchacha de largos cabellos platinos vestida con un acogedor vestido blanco. Las lágrimas se desprendían de los ojos de la muchacha y sus puños temblaban hasta alcanzar un nivel de alta preocupación.

-¡Shayla!-gritó Orem cuando la vio de res pabilón al haber dado una vuelta en el suelo de piedra.
-Lo he perdido-dijo ella-El pendiente que me regalaste, lo he perdido…

El muchacho se quedó perplejo observando como el rostro de la muchacha se contraía de dolor, sus rodillas vencían y caía al suelo angustiada. Ezequiel no dudó en aprovechar ese momento para derrotar a su hermano. La envidia embriagaba las ahora garras del lobo que encarnaba y su mente cavilaba la forma de sorprender a los monarcas de la ciudad, al menos antes de que su hermano mejorara más de lo que lo estaba haciendo.

-¡Ezequiel!-gritó Orem sosteniendo las fauces de su hermano con el sudor de sus manos las cuales sangraban-¡Detente!

La pierna del muchacho consiguió apartar a la bestia. Ezequiel rodó unos metros mientras su hermano ahora encarnaba la forma de un lobo completamente negro. Aquellos ojos rojos se clavaron los unos con los otros.

Aquellos dientes resplandecían bajo el sol negro mientras aquella dama se percataba de lo que estaba a punto de ocurrir. Antes d eque se pudieran abalanzar el uno sobre el otro la muchacha se colocó en el centro.

-Deteneos por favor-dijo sin ser escuchada-¡He dicho que os detengáis!

Los lobos se acercaron a ella y como si se trataran de dos cachorros desamparados esperaron una caricia por parte de la muchacha. Pero esta solo golpeó sus morros con dos ligeros puñetazos.

-¿A qué ha venido esto?-preguntó Ezequiel mientras retornaba a su forma de humano desnudo.

-No tengo la culpa, él empezó-dijo Orem repitiendo el proceso de trasformación.

-Tú-señaló al del cabello corto-¡La protección va a empezar en poco tiempo! ¡Ve a prepararte!

-Mandona-dijo él mientras se alejaba sin pudor alguno.

-Tranquila-dijo él-Me dijeron que mi compañero será el último en ser nombrado. Puedo ir a recuperar el pendiente.

-Lo siento-dijo ella lanzándose hacia los grandes brazos del muchacho.

-No-dijo él un tanto nervioso-no te preocupes de verdad.

Entonces los labios de la muchacha besaron a los de Orem. La suavidad de su tacto y la calurosidad que este trasmitían provocaba que el muchacho se sintiera sumamente agusto.

-¿Cómo lo harás?-preguntó ella.

-Rastrearé tu olor-respondió-Repetiré tus pasos y lo encontraré,… resérvame dos monturas en el establo, por favor.

-¡Claro!-dijo ella-Te he dejado la ropa preparada encima de tu cama. No he querido tocar la foto de tu padre,… sé que la tienes mucho aprecio.

-Es lo único que me queda de él-dijo-Gracias Shayla, de verdad.

Y trascurrió el tiempo. Cuando Orem se quiso dar cuenta estaba vestido con la ropa que le fue entregada para la última prueba del hombre-lobo mayor. Si conseguía traer con vida a su protegido, pasaría a ser un licántropo oficial. Solo tendría que presentarse ante uno de los cuatro monarcas y hacerse conocer.

Aunque ¿Cómo no iban a conocer a los hijos del renegado? ¿A los hijos del hombre que fundó uno de los más peligrosos enemigos de la ciudad?

El olor se bifurcaba en el camino. Ahora dudaba cual debía de coger. Si aquel hecho de piedra blanca y embriagado de frialdad, o al contrario el otro que se adentraba en el distrito de los demonios ígneos, un distrito donde arder era algo normal.

-¿Perdona?-dijo cuando vio a una fémina.
-¿Te pasa algo?-contestó ella con frialdad.

Se trataba de una muchacha de larga estatura. Con un cabello ondulado y oscuro y dos pequeños cuernos que emergían a través de su frente. Su piel trasmitía un abrasador calor incluso a unos metros de ella.

-No te robaré mucho tiempo-sonrió él arrascándose la cabeza con simpatía-Sólo responde ¿Izquierda o derecha?

El azar era lo único que le guiaba cuando no sabía que hacer. Y ahora estaba en manos de aquella demonio ígnea el elegir el rumbo del licántropo.

-No es mi problema-dijo ella-Elige donde morir, pero no salpiques cuando lo hagas pues otros limpiaran lo que tu ensucies.

-Qué simpática-ironizó él.

-Solo bromeaba-sonrió ella abandonando un poco su frialdad pero sin poder evitarla del todo-¿Qué prefieres el calor o el frío?

-¿Qué prefiero?-repitió la pregunta. Pero entonces su mente pensó en Shayla-¿Qué prefiere?

“-Prefiero mil veces viajar a la nieve que ir al desierto-“resonó en su mente “-Puedo soportar el frío y si no lo hago siempre me queda la opción de transformarme en loba. Pero el calor,… aun estando desnuda lo sufro-”

-¡Gracias!-dijo él mientras se apresuraba.

-Adiós…-dijo ella tan bajo que nadie la escuchó.

El olor le condujo a través de un bosque completamente nevado. Unos árboles que le abrieron paso hasta llegar a una pequeña montaña. El sol hizo que algo brillara verde, tan verde como el rubí.
-Ahí está-se dijo él mientras clavaba sus uñas para escalar con velocidad la pequeña montaña.

Entonces lo cogió. El pendiente se había mantenido allí en medio de la nieve, si hubiera tardado un poco más, quizá unos minutos el pendiente hubiera desaparecido bajo la nieve.

-Ha faltado poco.

Pero entonces la montaña cedicó y la parte en la que estaba apoyado se desprendió u ambos se precipitaron al vacío.

Primero sintió el golpe de las rocas sobre su cabeza. Después como la nieve se derretía ante su tacto y segundos más tarde como el agua completamente helada penetraba en su cuerpo y le hacía entrar en la más profunda incosciencia.

No se supo cuanto tiempo pasó cuando sus ojos comenzaron a abrirse. Entonces sintió como su cabeza se mantenía apoyada sobre algo que no era la roca y mucho menos ela gua helada a la que había caído. Cuando sus ojos actuaron con normalidad pudo vislumbrar una hermosa figura.

Su piel tan blanca como la nieve se mantenía completamente desnuda bajo Orem. Sus pechos le impedían ver su rostro al completo, pero sus largos cabellos blancos recorrían su cuerpo y se posaban en el suelo. Dos brillantes ojos azules le miraban con frialdad mientras unas manos tan frías como el hielo jugueteaban con su cabello.

-¿Estás bien?-dijo una voz sedosa e inexpresiva.

Orem se incorporó sobre saltado y la torpeza que ahora le acompañaba provocó que sus rostro cayera sobre el de ella. Ahora ella estaba tumbada bajo él, con un rostro contraído en sorpresa mientras sus pechos eran aplastados por los músculos del muchacho. Los labios del licántropo no podían separarse de los de la fémina pues el frío que los recubría había provocado que estos se pegaran a los suyos. Entonces ella esbozó una sonrisa mientras se podía distinguir con dificultad como su rostro se ruborizaba.

-¡Lo siento!-dijo él mientras tiraba con todas sus fuerzas e ignoraba el dolor que esto le producía al separarse de ella.

-Me llamo Dana-dijo ella de nuevo con su voz sedosa e inexpresiva-Y solo tengo ojos para ti.

-¡Aaaaaaaaah!-entonces Orem salió despavorido. Aquella muchacha le observaba con unos ojos embriagados en felicidad.”

-Después te encontré-dijo él.

-Dicen que los demonios de la nieve tienen poca esperanza de vida-expliqué recordando los libros de demonología-Qué cuando aun son crías no logran soportar la temperatura de sus padres y que esto les provoca que casi mueran. Y que es en la última etapa de su enseñanza cuando tienen que luchar contra el más temible frío, y que si una pizca de calor les roza puede que no sea tan fríos como el resto y esto provoca que sean sentenciados.

-¡¿Enserio?!-gritó Orem histérico mientras un pedazo de conejo salía disparado desde su boca-¡¿Ha podido morir por mi culpa?!

-Si tu historia es real-dije-O una de dos, o esa tal Dana está sepultada o la han acogido como algo diferente. La ciudad oscura también ha avanzado ¿Desde cuándo un íncubo va a por un gólem?





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lunes, 14 de marzo de 2011

Remake. El encargo

Bueno. Hoy os daré un pequeño regalo pero no espereis nada hasta la próxima semana :)

capitulo 7 :)




-¿Qué te pasa mamá?-le pregunté-¿Por qué lloras?

-Parece que fue ayer cuando te leía cuentos antes de dormir-dijo Tifany ahogada en sus propias lágrimas-Mírate, te pareces tanto a tu padre…

Había pasado mucho tiempo. Mis cabellos rubios y apagados descansaban sobre mis hombros mientras una gran cornamenta torcida emergía entre ellos.

-Estoy un poco nervioso-dije mientras me aseguraba de que aquel chaleco de tela negra se pegaba bien a mi cuerpo.

-Lo harás muy bien-me dijo ella acariciando mis abdominales que se mantenían al desnudos hasta la cintura donde comenzaba los pantalones largos a juego con el resto de mi vestimenta.

-Es la primera vez que salgo de la ciudad-comenté aun nervioso mientras giraba con torpeza la llave para candar la puerta de la casa-¿Qué tuviste que hacer en tu examen de graduación mamá?

-En realidad no me lo hicieron-dijo-Dijeron que era una alumna excelente y antes de que pudieran darme el encargo llegó un enviado de los cuatro monarcas y me dijo que tenía un puesto en la corte.

-¡Jo! ¡Qué suerte!

-Pero recuerdo que a tú padre le tocó conseguir una escama de dragona-dijo orgullosa-La encantó y cuando la dragona quiso anhelarlo entre sus garras le extrajo la escama y se marchó.

-¡Papá tuvo que ser un gran íncubo!

-Lo fue-dijo ella sonriente mientras me peinaba el cabello con sus dedos.

Sentí como mi estómago temblaba nervioso. Me agaché en varias ocasiones para asegurarme de que los cordones de mis botas estaban bien atados. Y aun sabiendo que lo estaban me volvía a agachar para desatarlos y volverlos a atar con más fuerza.

-¡Alumnos de último año!-habló la profesora desde aquella tarima observando a los diez alumnos de grado superior con emoción-¡Ha llegado el momento de que hagáis vuestro último examen!

-¿Estás nervioso Jierre?-le pregunté a mi compañero que jugueteaba con sus dedos.

-No-dijo-Pude mirar la lista esta mañana y sé que me mandarán al lago.

-¿Te colaste en la escuela?-susurré alarmado.

-Solo entré sin que nadie se diera cuenta.

-¡Y ahora nombraré a los alumnos y sus respectivas misiones!-dijo ella de nuevo-¡Cómo ya sabéis se os asignará un compañero de otro dominio para elaborar la misión! Saben que tienen que acompañaros pero tenéis que ser vosotros quienes vayan a buscarles.

-¡Agatha tienes que ir al desierto de la pesadilla y conseguir un colmillo de salamandra!-dijo mientras mi compañera se acercaba a la tarima y recibía la fotografía de su acompañante. Después tras un estruendo de aplausos se marchaba a comenzar su encargo.

-¡Jierre al lago, una ventosa de kraken!-mi compañero fingió sorpresa y después hizo lo mismo que mi compañera.

-¡Maca tu misión es adentrarte en el bosque nevado y conseguir un ojo de yeti!

Y así trascurrió el tiempo mientras mis compañeros tomaban la foto y se marchaban a buscar a su compañero para salir cuanto antes de la ciudad para comenzar la misión. Poco a poco fueron quedando menos alumnos, hasta que al final solo quedé yo.

-¡Y por último Ian!-miré a mi madre que estaba más nerviosa que yo-¡Tu misión es acercarte a las montañas y conseguir musgo de gólem!

Me sorprendí un poco. En clase habíamos dado la naturaleza de estas criaturas de roca viviente, el musgo solo crecía en sus cabezas y medían más de cien metros. Nunca había visto uno pero esperaba que el compañero que se me iba a asignar, el mismo que supervisaría mi encargo me fuera verdaderamente de ayuda.

Se trataba de un hombre joven y bastante apuesto. Su rostro trabajado y unos cabellos morenos y azabaches que se apoyaban en sus hombros en forma de media melena. Giré la fotografía y observé la dirección que me aguardaba. Antes de que pudiera darme cuenta mis nervios me conducían a través de las calles de los dominios de lo visionarios.

Se trataba de un barrio cuyas casas eran completamente grises. La verdad que apenas llevaba allí tres minutos y me estaba agobiando. Sus varones o la gran totalidad de los que podía ver por las calles eran completamente calvos, con extrañas marcas en sus cabezas. A diferencia de las féminas las cuales tenían hermosos cabellos que emergían de una parte de la cabeza, la otra se mantenía lisa y brillante.

Me apresuré a salir de allí para adentrarme en los dominios de la nieve. Ahora comprendí el porqué del cartel que lo nombraba con aquel nombre. Sus casas estaban completamente cubiertas por la nieve e incluso me costaba andar por el suelo pues mis botas se hundían en una profunda capa de nieve. Pero allí no parecía importarles. Tanto los varones como las féminas vestían kimonos de colores fríos que hacían juego con los tonos apagados de sus cabellos. Si el rubio de los míos hubiera sido de un tono más muerto hubiera podido pasar desapercibido, pero no lo hice.

De vez en cuando me encontraba con una mirada tensa y fría o con un apagado saludo que me daba la bienvenida a aquel barrio que me ponía de los nervios. Me había criado en un ámbito alegre y folclórico, con risas o jadeos que envolvían las calles. A diferencia de este que el silencio solo era combatido por el caminar de aquellos zuecos de gran altura que producían que aquellos demonios parecieran caminar sobre la nieve.

Observé de nuevo la foto y me cercioré que los dominios que relucían al pie de esta se encontraban justo después de estos. Aquel muchacho era bastante apetitoso y de no encontrarme en aquel estado de nervios estaría tramando como tenerlo para mi solo. Pero lo que ahora pensaba era salir de aquel barrio cubierto por esta capa blanca, encontrar a mi compañero y salir cuanto antes para regresar pronto.

Estaba seguro de que la misión no me llevaría poco tiempo. Seguramente tardaríamos días en llegar a las montañas y los peligros que nos acompañarían durante el trayecto atrasarían más la misión. Pero para eso había sido entrenado, para enfrentar peligros y para servir a los cuatro monarcas cuyos rostros ni siquiera había visto.

-¡Lo siento!-dije cuando separé mis ojos de la foto y choqué contra una muchacha de cabellos tan blancos como la nieve amarrados en un moño con dos palillos azules a juego con su kimono del mismo color.

Pero no dijo nada, tan solo se detuvo. Sus ojos azules se clavaban en la fotografía de mi compañero la cual se mantenía en mis manos. Dedicándole una sonrisa que esperaba que pudiera mirar comencé a hablar con educación.

-Disculpe pero ¿Le conoce?-entonces sus ojos se clavaron en los míos y antes de que pudiera darme cuenta aquel azul penetrante tornaba a un rojo carmesí-¿Sabe dónde puedo encontrarle?

Y sin responder a ninguna de mis preguntas se alejó. Cuando quise darme cuenta mis pues se mantenían encerrados en una prisión de hielo que impedía que me moviera. Fue demasiado tarde el querer mirarla pues cuando lo hice se alejaba como si se tratara de la nieve que ahora caía desde el cielo.

-¡Socorro!-grité histérico sintiendo como aquella prisión insensibilizaba mis pies.

-Oh-se acercó un joven con los ojos tan azules como la otra demonio de hielo. Su voz era inexpresiva y suave-No la culpe, la pobre ha sido maldita desde que nació.

-Muy amable-dije irónicamente-Pero no me encuentro en un buen momento para mantener una bonita conversación sobre tu vecina. Tengo un poco de prisa ¿Le importaría a este apuesto caballero deshacerme de las cadenas que me impiden moverme?

Sabía que a estos tipos de demonios había que tratarlos con más educación que al resto. Si conseguías penetrar en su frío corazón con ofensas podías ser una estatua de hielo el resto de tu existencia.

-Oh, claro-dijo él mientras sus ojos se volvían rojos y brillantes, soplaba hacia mis pies y un viento ensordecedor emergía de sus labios, apartaba la nieve de mi alrededor y rompía el hielo que me mantenía preso-Disculpe.

-Muchas gracias-dije ejercitando mis pies-He de irme. ¡Nos vemos!

Por muy sinceras que hubieran sonado mis palabras esperaba no volver por allí nunca más. Mi primera visita a aquellos dominios y había sido una gran mala experiencia.

De nuevo recordé al vampiro que alguna vez conocí cuando era niño. Poco a poco iba olvidando su rostro y mientras me alejaba de allí lamenté el solo poder recordar su nombre…Jake.

-¡Ian!-escuché mi nombre en aquellos dominios cuyo cartel había ignorado-¿Eres el íncubo verdad?

-Esto…-me bloqueé pues aquel muchacho me miraba de arriba abajo con aquellos ojos azabaches un tanto inseguros.

Sus pectorales eran de un tamaño mucho mayor al de mis puños. Su cuerpo musculado se ocultaba tras una camiseta de manga larga remangada hasta los codos y tremendamente ajustada a su cuerpo. Un bello tan azabache como su media melena perfilaba su rostro y acababa bajo su labio inferior. Su voz era tan suave que desentonaba con aquel cuerpo imponente.

-Aunque… a decir verdad no te pareces mucho al de la fotografía-dijo.

Miré la foto y observé cómo me mantenía posando con un gesto gracioso y con los ojos extraviados en el vacío.

-No me gustan las fotos-comenté sonriente mientras le comparaba a él, idéntico con el que posaba serio en la mía.

-Orem-dijo extendiendo la mano aliviado por haberme encontrado.

-Creo que ya lo sabes pero yo soy Ian-dije dándole mi mano y sacudiendo la suya con educación-¿De verdad estás nervioso?

-Esto…-dijo él arrascándose la nuca-Sí… ¿se me nota mucho?-dijo él sintiéndose desnudo ante mí ya que sabía lo que sentía con tan solo mirarle a los ojos.
-Tranquilo, a mí también me crispa los nervios el tener que colocarme frente a un gólem gigante.

-¡Ah!-sonrió-A mí eso no me preocupa.

-¿Entonces qué es lo que te tiene tan alterado?

-Te lo contaré por el camino-comentó mientras se acercaba a una enorme mochila-Me he asegurado de reservar montura para nuestro viaje.

-Muy amable-dije mientras me giraba temeroso ante los dominios anteriores-Entonces emprendamos nuestro viaje.

-¿Te importaría coger los pasadizos?-me susurró al oído-Los demonios de hielo me ponen los pelos de punta.

-Creo que no has podido describir mejor lo que siento al pensar caminar por esas calles nevadas.

No hubo discusiones en infligir aquella pequeña regla. Caminamos por los pasadizos de la ciudad oscura hasta llegar al agujero que nos situaba justo al lado del establo. Había tenido suerte al haberme asignado aquel compañero, era muy simpático y sus carcajadas eran tan pegadizas que hasta yo era preso de sus bromas.

-Aquí los tienes Orem-dijo una muchacha de largos cabellos rubios.

-Gracias Shayla-dijo él-Te debo una de verdad.

-Ten cuidado por favor-dijo ella mientras se abalanzaba a sus brazos para darle un abrazo al grandullón-Tengo algo que darte cuando vuelvas.

-Entonces tendré que volver-sonrió Orem mientras se montaba sobre aquel caballo negro traído desde el mundo humano y endemoniado para poder correr a más velocidad y poder aguantar grandes pesos.

-No te conozco-me dijo la muchacha-Pero cuida de él porfavor. Es demasiado impulsivo.

-Tranquila señorita-dije educado mientras hacía una elegante reverencia, como si Shayla se tratara de una princesa a la cual yo servía-Su fiel seguidor regresará sano y salvo.

Sin poderlo prever aquella muchacha se abalanzó sobre mí y me dio un fuerte abrazo. Su ropa blanca y ajustada rozó mis abdominales desnudos y provocaron que me riera de las cosquillas que me provocaba.

-Ten cuidado con el Kraken-dijo Orem sonriente-No dejes que os atrape.

Y después de despedirnos de aquella Shayla los portones de la muralla de la ciudad oscura se cerraron detrás de nosotros. Ahora cabalgábamos a gran velocidad bajo aquel sol negro cuya luz no penetraba en la frondosidad del bosque el cual atravesábamos a gran velocidad con el centellear de los ojos y el pelaje rojo que nuestros corceles habían adquirido al activar parte de su no natural don demoníaco. A decir verdad mi yegua blanca imponía demasiado con aquella nueva apariencia.





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