sábado, 30 de abril de 2011

Capitulo 15. Confesiones

No os quejareis ¿eh?


El capitulo 15.

Por fin sabréis que tan importantes son las cartas que le llegan a nuestros protagonistas *_*


Espero que os guste.... a mi me encanta!



PD: No me mateis por esto :)






“Hijo mío, estoy orgullosa de ti y no soy capaz de demostrarlo. Hoy decidí no ir a trabajar para quedarme con los padres de la pequeña Maca que lo están pasando muy mal. Te escribo para comunicarte que han llegado tres cartas desde que te fuiste.

Como no estabas he decidido devolverlas pero una de ellas tenía toda la apariencia de ser una invitación para alguna boda. Por fin pasó tu mala racha con los compañeros de tu clase y seguramente sea alguno de ellos el que te manda su invitación para que asistas. Lo que quiere decir que no soy la única que te quiere.

Seré breve porque no quiero interrumpirte en esta importante misión. Pero quiero que sepas cariño que tu padre estaría orgulloso de ti si pudiera verte (letras borrosas). Ni siquiera puedo evitar derramar un par de lágrimas al comprobar lo rápido que has crecido, pero bueno… si es que parezco tonta… por lo visto la tinta de la tienda de la tercera avenida no es resistente al agua.

Te quiere Mamá”



Si las letras ya estaban borrosas de por si por las lágrimas de mi madre las que ahora se deslizaban a través de mis mejillas estaban destruyendo el papel de la carta. Conseguí guardarla antes de borrar el contenido por completo.

El nombre del remitente no lograba reconocerlo, ni siquiera me sonaba. Se trataba de un nombre femenino sumamente peculiar y con una “j” detrás de su nombre. Una costumbre cuando las féminas de la ciudad se casaban, colocaba el nombre de su marido detrás de su nombre para indicar que estaban esposadas por el resto de la eternidad.


“Querido Ian:

Ha pasado mucho tiempo desde la primera vez que te vi. He intentado escribirte pero no he conseguido encontrar tu dirección a tiempo y cuando lo he hecho ya habías partido a una nueva misión.

Te escribo consiguiendo unos minutos fuera de mi boda. Lejos del os invitados y lo que es más importante para mi lejos de mi marido. No es que no esté a gusto ni mucho, solo que me gusta estar sola cuando escribo mi correspondencia.
Necesitaba hablar con alguien que no fuera de mi distrito y dejando a un lado a esa estúpida hada oscura que ha estropeado mi jardín horas antes de mi boda, eres el único con el que “guardo” trato después de lo ocurrido en el bosque.

Esa chica marchitó todas mis plantas cuando la bromeé insultándola Renegada. Creo que se lo tomó demasiado enserio. No conoce mi tono de bromeo y puede resultar molesto, y más para una criatura que está acostumbrada a colgarse de los árboles para llegar a su más efímera felicidad.

Dejando a un lado lo patético de esa, que ni siquiera puede sacar las alas a su antojo. Quería decirte que cuando vuelvas las puertas de mi casa están abiertas. Podríamos tomar algo mientras hablamos, quiero que conozcas a mi nueva familia. Gracias a ti aprobé mi examen.

Saludos de Daliana.J”



Se trataba de la vampira a la que ayude a matar a la cabra gigante. No tenía nada en contra de ella pero era demasiado pedante para ver que Hármony, la hada oscura, se trataba de una gran persona. Al menos con ella compartí más que una situación de extrañas miradas en el bosque. Aun recuerdo como aquella vampira, Daliana, miró mi herida ansiando tomar mi sangre. Es repugnante.

Pero bueno aunque no fuera de mi agrado mi educación no me permitía denegar una invitación. Asique cuando estuviera de regreso la visitaría, tomaría algo con ella y desaparecería para siempre. ¿No era tan malo no?

Pasé a la última carta sintiendo como mis compañeros caminaban de un lado hacia otro o incluso cruzaban algunas palabras entre ellos, sobre todo entre Syniel y Emily. Ya que Adriane charlaba con la capitana del barco y Edgar no era muy sociable como había demostrado en momentos anteriores.


“Estimado Íncubo Ian:

El monarca del dominio del agua Leviatán quiere comunicarle que su fidelidad a la ciudad oscura conseguirá que se coloque en una posición destacable en la pirámide jerárquica de la misma.

Pero la celebración de su ascenso tendrá lugar después de la última misión que le será encomendada. Se le darán más datos a su regreso. Suerte en su viaje.

Por Vina Secretaria del Leviatán”


Cerré la carta emocionado. Mi futuro verdaderamente se veía esperanzador. Y todo gracias al trabajo que había hecho a lo largo de mi vida. El apoyo de mi madre, el talento heredado de mi padre. Ahora todo era perfecto. Más que nada en el mundo quería rescatar a aquellos demonios y regresar a mi ciudad cuanto antes.

-¡Buen viaje!-gritó la capitana mientras saltaba desde lo alto de la zona de pilotaje.

Su cuerpo se cubrió de escamas reduciendo exageradamente el fuerte atractivo del que alardeado antes. Sus piernas se trasformaron en el cuerpo de una serpiente con dos pequeñas aletas al final y su cabello se trasformó en tentáculos con ventosas.

-Hay se va la que podía haber sido la alegría de este viaje-comentó Syniel horrorizado por la nueva apariencia de la sirena naga.

Sin dedicarles una última mirada a nuestros escoltas los cuales se alejaban nadando a gran velocidad. Me acerqué de nuevo al borde del barco, guarde mis cartas y derramé un par de lágrimas para poder limpiar las inseguridades que las cartas me habían provocado. No inseguridades en sí, si no preocupaciones que podían interferir en la misión.

-Ian-se acercó el demonio de los espejismos golpeándome simpáticamente sus cuernos contra los míos para animarme-¿Podemos hablar?

-Claro-dije secándome las lágrimas.

-¿Tiffany es tu madre verdad?

-¡¿Qué?!-pregunté un tanto asombrado-¿La conoces?

-¡Oh sí!-dijo él-Más de lo que te pudieras imaginar.

-Pero si solo me sacas 1000 años-dije un tanto misterioso.

-Es algo extraño de explicar,…

-¡¿No envejeces nunca y llevas más de un millón viviendo en este mundo?!-pregunté ensimismado ilusionándome con tan sola la idea de poder ser yo también joven y apuesto el resto de mi vida.

-Esto…

-¿Me has trasmitido tu inmortalidad con el beso de antes?

-¡Qué no es eso leñe!-gritó él asustándome.

-Pues que vida más aburrida tienes-susurré mirando al mar.

-La misma que la tuya-dijo él despelujándome con sus manos-Es solo qué los demonios de mi raza trasmiten sus recuerdos a través de las líneas de sangre. De tal manera que yo recuerdo lo que mi padre vivió, y él lo que mi abuelo,…

-No me entero de nada-le sonreí.

-Dejémoslo en que puedo recordar cosas que ni siquiera he vivido.

-¡Mola!

-Conocí a tu padre-dijo provocando que mi atención se desviara completamente hacia él-No exactamente yo, si no mis antepasados. Y eso provocó que conociera a tu madre,… El caso es que quiero contarte algo que seguramente sea de tu interés.

-¿Qué fue un bravo guerrero que sirvió a Leviatán durante toda su vida hasta que le atravesó una espada del cielo?

-…-permaneció en silencio y bajó la cabeza-Apenas recuerdo su nombre, ni siquiera visualizo su rostro. Supongo que tu tampoco ya que los demonios del sexo tendéis a olvidar datos de las personas que han sido importantes para vosotros pero que no han seguido en vuestra vida.

-Sigue por favor-dije.

-Claro que fue un bravo guerrero y claro que luchó a favor de la ciudad en numerosas situaciones. Pero al igual que otros a él le atormentaba un oscuro secreto. Algo que podría llevarle a la muerte si le descubrían.

-…

-Sus más fieles aliados eran Renegados-dijo provocando que casi se detuvieran los latidos de mi demoníaco corazón-Ellos tienen sus propios ideales y eso provoca que no sigan las leyes de la ciudad pero no son malos…

Entonces me abalancé hacia él. Me coloqué sobre él casi de la misma forma de cómo lo hice aquella mañana en su mansión. Pero esta vez no buscaba un beso ni siquiera un momento placentero. Mis manos clavaban sus uñas en su cuello provocando que unas gotas de sangre emergieran. El poder demoniaco que disponía se activó de tal manera que Syniel no pudiera moverse quedando prendado de mí.

-Eres uno de ellos-susurré mientras mi cola se movía de un lado hacia el otro enfurecida.














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jueves, 28 de abril de 2011

Remake. Desacuerdo

Ayer estaba inspirado :) Así que no pude evitar escribir más de un par de capítulos. Sentiros afortunados por tener otro que leer día seguido :P






Capitulo 14. ¿Qué nuevas les aguardan a nuestro Grupo de Rescate?















El agua nos salpicaba con pequeñas gotas saladas mientras aquel gran barco navegaba a gran velocidad. Yo estaba allí subido en la proa de brazos abiertos sintiendo con alegría la brisa marina.

Cerré los ojos y sentí como aquellas imágenes comenzaron a atormentar mi mente. Se trataba de Macalania, o como la llamábamos sus amigos Maca. Habíamos pasado mucho tiempo juntos y más contando que sus padres y mi madre eran grandes amigos. Pude recordar aquellas tardes de juego en el jardín de mi casa practicando con nuestros dones naturales hacia los insectos que intentaban escapar de nuestras pisoteadas pero sin poder hacerlo por verse locamente prendados de nosotros. Resultaba sumamente divertido recordarlo pero el hecho de que estuviera en grave peligro en estos momentos me causaba graves nudos de preocupación en mi estómago, eso o estaba volviéndome a encontrar hambriento.

-¡Ian!-gritó Emily desde el interior de aquel círculo que el grupo de rescate había formado para debatir la situación.
Me giré para dirigirme hacia ellos y sentí como tanto mi cabello como mi cola ondeaban en contra de mí por los golpes del aire. Al menos la cola podía controlarla pero los cabellos eran tan salvajes como aquellos animales marinos que habitaban las cercanías del barco.

-Disculpar-dije mientras me sentaba junto a ellos para mirar aquel mapa que Syniel había dibujado tiempo atrás.

-Comprendemos el que tu trato con la súcubo sea más fuerte que el que tenemos nosotros con nuestros “compañeros”-dijo Edgar con frialdad mientras aquellos ojos rojos por naturaleza me miraban intentando tranquilizarme pero solo consiguiendo ponerme nervioso.

No podía juzgarle pues no lo conocía lo suficiente como para hacerlo. Pero a diferencia de Adriane la cual se había mostrado cercana a mí o incluso Syniel que lentamente me estaba demostrando que se podía confiar en él, Edgar era un nigromante muy misterioso. No tenía ningún rasgo específico de un demonio, por mis estudios sabía a la perfección que junto a las brujas, los nigromantes eran los seres de la ciudad que más se podían asemejar a los humanos.

Pero había pequeños detalles que solo observándolos con perspicacia se podían apreciar. Las partes de su cuerpo que no estaban cubiertas por la túnica o sotana que llevaba, así como las manos o partes de sus pies que se descubrían ante su pose sentada, dejaban ver una serie de cicatrices poco llamativas y que daban a entender que se habían producido hace mucho tiempo. Incluso en su cuello se podía deducir que en un pasado había sido cortado y reconstruido con gran habilidad.

-En poco tiempo pasaremos el límite que se les está permitido a los nagas que nos escoltan bajo el agua-comentó Emily a tiempo de poder observar como un hombre con cuerpo de serpiente saltaba por encima del agua para volverse a zambullir como si se tratara de un animal.

Syniel giró su cabeza para observar como la atractiva mujer que llevaba los mandos del timón fijaba sus ojos en el horizonte con tal maestría que denotaba gran experiencia. No llevaba ropas a destacar, un conjunto negro y rojo con el escudo de la ciudad lo cual demostraba que estaba al servicio de la misma.

-Lo que quiere decir que la capitana del barco abandonará su posición y alguien tendrá que tomar el control de él-expuso con inteligencia.

-Yo puedo hacerme cargo de él-dijo Adriane mientras se amarraba el cabello en un moño con la ayuda de una aguja y con una maña verdaderamente admirable.

-Creo que de los que estamos presentes los demonios del tiempo son los únicos que se forman en el manejo de la conducción, además de la equitación-dije alardeando de conocimientos.

-No hacía falta decirlo para saberlo-me sonrió Emily pisoteando mi debut en el círculo del debate-La cuestión que más nos concierne es lo desconocido, Syniel ¿qué nos encontraremos?

-La última vez que me encontré allí-dijo-Se trataba de un pueblo bastante amplio y grande casi queriéndose asemejar a nuestra propia ciudad. Recuerdo que en algún punto del pueblo había un pasaje que conducía al centro de operaciones de los renegados…

-Solo tenemos que llegar hasta la parte baja de la copia de la ciudad-comentó Adriane.

-Pero no será fácil si los ciudadanos también la protegen-comentó Emily con liderazgo.

-Puedo provocar una ilusión para que nos vean como aliados al menos mientras entramos en su base oculta-comentó Syniel

-Pero eso te dejaría fuera de combate y no queremos llevar un muerto a cuestas-dijo Edgar.

-Siempre puedo conseguir que se fijen en mí de una forma diferente para así daros ventaja a vosotros-comenté-Si no funciona la magia tendré que recurrir a mis cualidades sociales.

-¿Y cuando estés rodeado de ellos que pretendes hacer desnudarte para agradar sus vistas?-ironizó Emily-¿Qué radio tienen tus poderes Adriane?

-Lo suficiente para poder paralizar uno de los barrios de nuestra ciudad. Pero un pueblo creo que es demasiado arriesgado-dijo ella dedicándome una sonrisa para hacerme sentir bien, que estaba ayudando en aquel debate.

-Conseguirme cadáveres y tendremos un ejército con el que conquistar-comentó Edgar harto de que no llegáramos a ninguna conclusión.

-Queremos entrar sin ser descubiertos, no comenzar una guerra-ataqué sus comentarios al igual que él había hecho con los míos.

-¡Grupo de rescate!-gritó la capitana del barco-¡Llega el correo!

Me sorprendí al ver como una bandada de criaturas de pequeño tamaño revoloteaban alrededor del mástil del barco. Nunca había recibido correspondencia en medio de una misión pero sabía que aquellos eran los mensajeros de la ciudad. Y que eran las criaturas más pequeñas de tamaño entre todas las razas.

-Continuemos luego-dijo Adriane mientras se levantaba a tiempo de ver como los diablillos descendían a gran velocidad planeaban con sus alas para aterrizar uno junto a cada uno de nosotros.

El que me dedicó su carcajada era el más feo de los cinco. Sus ojos eran completamente rojos y no tenían ni siquiera pupila. Dos cuernos acompañaban a la forma de sus orejas puntiagudas y dos pequeñas alas no dejaban de revolotear un tanto hiperactivas. A partir de su cintura comenzaba a crecer un bello marrón que contrastaba con el verde de su piel, y las garras que cumplían la función de manos y pies verdaderamente lo volvían una amenaza a la hora de verlo como un rival en el combate.

-Ian el íncubo-dijo con una voz llena de carcajadas-Ten estas cartas.

Entonces me hizo entrega de tres cartas una sobre la otra. No las miré una por una si no que al comprobar el remitente de la primera me ilusioné queriendo leerlas ya, pues era de mi madre.

De repente el barco se vio envuelto en un estruendo de risas. Eso indicaba que habían cumplido su trabajo en aquellas lejanías del mar. Sus alas comenzaron a batirse sin llegar a alzarlos demasiado, los levantaban solo unos centímetros del suelo. Pero de repente un humo verdoso emergió de la parte trasera de sus diminutos cuerpos propulsándolos en el aire y haciéndolos volar a gran velocidad.

Entonces sentí como un fuerte olor se introducía a través de mis fosas nasales. Cuando quise darme cuenta mi cabeza daba vueltas mientras mi estómago se revolvía de tal manera que pretendía vomitar, si a eso se le juntaba el mareo de estar subido en un barco el cual navegaba a gran velocidad, producía una situación muy poco común ¿Me estaba muriendo?

-¡Serán guarros!-gritó Emily mientras sus ojos brillaban rojos con gran intensidad y su cuerpo comenzaba a subir su temperatura mucho más de la que ya tenía. Lo que provocó que la suela de sus botas quemaran el suelo del baro y dejando la marca de las mismas.

-¡No!-gritó Syniel-¡Quieres quemarnos a todos! ¡Ese humo verde es inflamable! ¡Detente!




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miércoles, 27 de abril de 2011

Remake. Grupo de Rescate

Bueno siento la tardanza, otra vez >.< pero mi curso se complica. Ya es la recta final :)


Antes de todo quiero apoyar a todas las personas que se encuentras estresadas como yo :) ánimo!!!



Pues aquí os dejo el capitulo 13. Un capitulo bastante divertido para sonreir :)






Las últimas campanadas de la catedral gótica situada en el centro de la ciudad oscura me indicaron que el atardecer estaba comenzando su crepúsculo. De nuevo con mi traje de tela negra y mis cabellos perfectamente peinados. Me habían citado justo en la plaza común de la ciudad junto a la estatua de los cuatro monarcas y donde los demonios de diferentes razas iban de un lado hacia el otro con total normalidad.

Había trascurrido apenas diez minutos desde la hora punta y mi anfitrión no se presentaba. Me estaba empezando a poner nervioso y lo que era peor me estaba empezando a enfadar. Si queríamos rescatar a los secuestrados de los renegados no podíamos derrochar el tiempo de esa manera.

Entonces la gente dejó de pasear y al fondo vislumbré una silueta femenina caminando hacia mí. El rozar de sus pantalones de cuero complementaba el sonido de sus botas toscas caminando sobre el camino de piedra. Según su cuerpo se iba alejando de la oscuridad y se iba acercando a los orbes de luz que iluminaban nuestras calles comencé a distinguir más detalles de ella. Cabello de color cobrizo amarrado en forma de una coleta la cual domaba a la perfección sus rizos.

Sus brazos más morenos que los míos asomaban a través de una camiseta de cuero y con tirantes que le proporcionaba a la misteriosa dama un escote digno de admiración. Pero fueron aquellos pequeños cuernos situados en su frente los que me resultaron verdaderamente familiares.

-Hola Ian-dijo ella con una sonrisa mientras estiraba su brazo-Soy Emily,… creo que ya nos conocemos.

Agarré su mano y cuando estaba dispuesto a agitarla con suavidad sentí como un ardor recorría todo mi cuerpo lo que provocó que mis labios soltaran un quejido. Su piel estaba caliente, superaba mi temperatura corporal y eso provocaba que mi piel casi ardiera ante tal contacto.

-Lo siento-dijo-Los demonios ígneos solemos estar demasiado calientes-reí captando el doble sentido que le había dado a su comentario-Respecto a lo de ayer,… me gustaría que nuestros actuales compañeros no supieran de mi descontrol con las llamas.

-No te preocupes-sonreí-Ya casi se me había olvidado.

Comenzó a caminar a un paso bastante ligero a través de las calles. Pasamos por diferentes distritos y cuando me cercioré de que Emily miraba sin parar el número de las casas de aquel barrio en el que nos encontrábamos no pude reprimir las ganas de preguntar.

-¿Qué buscamos?

-A nuestro guía-dijo-A nuestro grupo de rescate se nos ha asignado un guía, alguien que consiguió obtener la información del camino que los renegados habían tomado.

Entonces se detuvo frente a la mansión más lujosa de todas. Con más de cinco plantas y repleta de grandes ventanales con cristales púrpuras. Cerró su puño y suavemente golpeó la puerta. Antes de que pudiéramos darnos cuenta una mujer vestida tan solo con un mandil nos daba la bienvenida con una hermosa sonrisa.

-¿Hola?-susurré observando como aquella demonio lucía su trasero desnudo sin importarle quien lo viera.

Emily contrajo su rostro con rareza mientras observaba como aquella mujer nos conducía a través de los pasillos de aquella hermosa mansión. Mi mente comenzó a preguntarse ¿dónde estábamos? ¿Qué tenía que ver esto con la misión de rescate?

-Es la siguiente puerta-dijo-Por favor pasen sin llamar, al señor no le gusta hacer espera a nadie.

Y se fue, riendo como si todo aquello se tratara de una broma. Quizá ahora saldría mi madre con una gran sonrisa y me diera un ramo de flores por haber superado aquella prueba. A lo mejor Maca no estaba secuestrada y esto era la recompensa por haber conseguido el musgo de gólem.

Mi compañera abrió la puerta al mismo tiempo que sus ojos descubrían la guinda del pastel y su respiración se agitaba hasta llegar a un punto de hiperventilación demoníaca. Entonces yo descubrí la causa del por qué.

Aquel salón estaba repleto de gente. Mujeres desnudas que corrían de un lado hacia el otro como si estuvieran jugando a algún extraño juego infantil. Otras se rebozaban en el suelo aplastando sus pechos firmes los unos contra los otros como si estuvieran poniendo en práctica la potencia de estos. Algunas acercaban sus traseros a las llamas de la chimenea para ver quién era la que más aguantaba el calor.
Pero para mi asombro un muchacho se mantenía tumbado en todo su esplendor sobre un sillón. Su cabello moreno se repartían tanto por su cabeza en cuya frente se podían ver dos cuernos de mediano tamaño incurvados hacia arriba, como por sus racionados pectorales musculados. El sudor que recorría su cuerpo lo hacía más apuesto de lo que era y el único instrumento masculino que había en toda la sala se mostraba agotado.

Mis ojos se tornaron rojos mientras mi cuerpo palpitaba ante la sola idea de estar sobre él al igual que las dos mujeres que se divertían desnudas acariciando cada extremo de su cuerpo o incluso la que parecía más amargada que se encargaba de masajear su espalda.

-Tiene visita mi señor-dijo la mujer más atenta provocando que todas las damas se coloran de forma singular alrededor de él como si se tratara de su rey.

-¡Bienvenidos!-saludó él pero nadie le respondió.

Yo estaba inmóvil clavando mis uñas en el marco de la puerta mientras mis labios babeaban algo más que saliva. Emily estaba sentada en el suelo recobrando la respiración mientras su nariz sangraba y no por un exceso de poder.

Y con el rugido de mi estómago se desató mi bestia interior. Proporcioné un salto que dejó atrás a todas aquellas damas para caer sobre él. Su rostro se contrajo asustado mientras aquellas mujeres corrían de un lado hacia el otro, presas por el pánico. Creo que una de ellas intentó apartarme de su amante pero mi cola la golpeó casi mandándola a la chimenea.

Mis labios no pudieron evitar saborear los de aquel anfitrión. Pero cuando quise darme cuenta no era un hombre desnudo y apuesto lo que besaba si no una demonio obesa con no más que cuatro pechos que amenazaban con asfixiarme. Entonces comencé a chillar y sin poder respirar perdí la consciencia sobre aquella gran mujer.

-¿Ian?-escuché mientras abría los ojos y comenzaba a verlo todo con borrosidad-¿Ian?

Mi compañera comenzó a aparecer sobre mí, el calor que me trasmitía al estar tan cerca provocó que comenzara a sudar. Entonces vino a mi mente la imagen de aquella mujer asfixiándome con sus grandes pechos y me incorporé de un salto. Golpeándome en la frente con los cuernos de mi compañera.
-Parece que has despertado-dijo una voz masculina-¿Estás bien?

-Me… me duele el brazo-dije quejándome de un leve pinchazo.

-Eso es porque te ha introducido alimento en el cuerpo-explicó Emily mientras comprobaba que sus cuernos estaban en perfecto estado-Así no volverás a atacar como un descosido.

-Me llamo Syniel-dijo él mientras estiraba su brazo. Ya no estaba desnudo, ni siquiera estaban ninguna de sus amantes en el salón. El conjunto negro que llevaba indicaba que nos iba a acompañar en este viaje.

-Soy Ian-le saludé-¿Qué me ha pasado?

-Es un demonio de los espejismos-explicó Emily de nuevo-Te introdujo en una de sus ilusiones para que no… ¿le violaras?

-Algo así-respondí.

-¿Nos vamos?

Las mujeres no eran ilusiones si nos e trataban de sus sirvientas pues todas ellas se despidieron de nosotros cuando salimos por la puerta incluso esperaron a que desapareciéramos en la lejanía lanzándonos besos y deseándonos lo mejor en nuestra misión.

Frente a las grandes puertas nos esperaban dos individuos. Una muchacha de largos cabellos rojos y lisos. Y un muchacho de cabello blanco y vestido con una extraña túnica negra apoyado en lo que parecía un bastón de metal con extraños tocados en su extremo. Ambos cargaban con dos grandes mochilas de viaje.

-Edgar-los nombró Emily-Adriane. Es hora de irse.

-Habéis tardado demasiado-protestó él muchacho.

-Ha sido por mi culpa-se disculpó Syniel protegiéndome-Lo olvidé por completo.

-Buenas noches-saludé con una sonrisa mientras salíamos de la ciudad.

-¡Tengo ganas de que empiece la fiesta!-aclamó Adriane.

Caminamos a través de un camino que rodeaba la ciudad hasta lo que parecía ser una playa nocturna. No nos costó llevarnos bien salvo por el muchacho el cual apenas hablaba.

-¿Por qué lo hiciste?-le susurré a nuestro guía.

-Si no hubieras visto aquella imagen no hubieras actuado así-sonrió.

-¿Cómo lo sabes?

-Se te ve un buen chico.

-¿Quieres que ponga a prueba tus palabras?-torné mi voz sensualmente amenazante.

Entonces sentí como alguien me llamaba desde atrás con suaves golpecillos en el hombro. Cuando me giré con total normalidad esperando ver a Emily o incluso a Adriane queriéndome preguntar algo pude ver a una mujer de más estatura que yo con cuatro pechos desnudos esperando que yo me introdujera entre sus abundantes grasas.

-¡Aaaaaaaaaaaah!-grité mientras me adelantaba a ellos perseguido por aquel mazacote de grasas.




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sábado, 16 de abril de 2011

Remake. Los cuatro monarcas

Siento la tardanza de verdad pero no he tenido tiempo T.T

Encima es el comienzo de una nueva saga, Secuestrados**

Capitulo 12

Espero que os guste!!!!



-Enhorabuena-dijo aquella voz espeluznante mientras el calor de aquel castillo provocaba que mi piel demoníaca sudara sin cesar.

Abraxas era uno de los cuatro monarcas. Su cuerpo era tan rojo como las llamas del más intenso fuego al igual que sus ojos los cuales me miraban con curiosidad. Cuando levantaba la voz se podía observar como los dos grandes cuernos que emergían de su cabeza aumentaban su temperatura provocando que aquel salón del trono pareciera más una sauna que una reunión oficial.

-Nunca he tenido demonios del sexo entre mis filas-expuso con amenaza-Y esta nueva era no va a ser diferente. Me alegro de que las fuerzas de la ciudad oscura aumenten eso significará más combatientes en la gran guerra que se avecina.

La puerta se abrió de golpe y una fuerte corriente más fría que el aire que se respiraba ahí dentro entró apagando los abrasadores cuernos de aquel monarca. Una muchacha se acercó a través de aquel suelo hecho con piedra volcánica. Su larga cabellera cobriza caía en forma de coleta rizada a través de su espalda mientras dos pequeños cuernos emergían desde su frente.

Con tan solo el sonar de sus botas golpeando el suelo se acercó hasta colocarse a mi altura e hizo una extraña reverencia hacia el monarca. Después me miró con frialdad para luego fijar sus ojos negros en los de Abraxas.

-¿Qué nuevas traes hoy Emily?-preguntó él mientras las puertas se cerraban y yo sufría de nuevo aquel infierno.

-Ha confesado-dijo ella.

-Vaya-sonrió él mostrando unas grandes fauces demoniacas-Al fin haces algo de provecho.

Intenté vislumbrar algún atisbo defensivo en la muchacha pero solo observé un gesto de indiferencia, como si aquellas palabras resonaran cada día en sus oídos. Tomando aquel silencio que se había generado como una oportunidad para lucirse, la muchacha comenzó a hablar.

-Dijo que los enemigos de la oscuridad estaban creciendo. Que llegaría un momento en el que los ángeles y los demonios se aliarían para derrocarles y que ni si quiera las profecías podrían librarnos del apocalipsis que se nos avecina.

Abraxas se mantuvo sentado en su trono apoyado en su puño mientras bostezaba del aburrimiento. A diferencia de mí que me estremecí al escuchar sus palabras.

-Te puedes retirar Emily-dijo él mientras agitaba su brazo-Avisa a Estela de que se presente ante mí.

-Si señor-respondió sin rechistar.

-Mi cita con el íncubo ha terminado-me miró y chasqueó sus dedos para que mi atención se centrara en él. Entonces se levantó y demostró como su estatura dos metros por encima de la mía denotaba poderío-Espero que tu futuro sea diferente al que nos espera a los antiguos.

-Gracias monarca del fuego.

Y me marché. De nuevo me detuve ante las grandes puertas que separaban el castillo de la parte exterior. Pues no solo se trataba de dos grandes trozos de madera roja colocadas en un marco si no que la torre más alta dejaba caer una gran cascada de lava que solo se detenía cuando los porteros decidían abrir la puerta. Supongo que era un mecanismo de autodefensa para futuras guerras.

-¿Cómo fue cariño?-preguntó mi madre mientras nos dirigíamos al siguiente castillo el cual se ocultaba tras altas montañas.

-Abraxas me pone los pelos de punta-dije esbozando una falsa sonrisa mientras me abanicaba con la mano para que el aire del exterior me abasteciera.

-Los demonios que tienen relación con el fuego siempre son un poco solitarios-me dijo ella deteniéndose justo antes del túnel que me conducía hasta el castillo-Suerte cielo.

A diferencia del anterior castillo este no estaba hecho con roca volcánica, ni caía lava desde la torre, tampoco me afixiaba nada más entrar. Este me trasmitía tranquilidad, los soldados protegidos con gruesas armaduras iban de un lado hacia el otro mientras aquel castillo camuflado con las rocas de aquellas montañas crujía a cada paso que daba, como si me estuviera dando la bienvenida,… a su manera.

-¿Ian verdad?-preguntó aquel monarca. Se trataba de un hombre de pequeña estatura con la piel de piedra y dos huecos en ella que hacían la función de ojos. Yo creo que si me esforzaba podría llegar a aplastarle.

-Si señor-dije mientras unas damas de roca me servían lo que parecía cerveza sobre una gran mesa llena de manjares, al menos para ellos.

-Te doy mis felicitaciones por haber pasado la prueba que se te encomendó-dijo-Enfrentar a un gólem no es moco de pavo.

Las mujeres comenzaron a reírse, pero no eran carcajadas lo que yo podía escuchar si no el golpeteo de las rocas. Me estaban irritando, solo esperaba que no perteneciera a las filas de aquel monarca, porque no iba a estar el resto de mi vida alimentándome de guijarros de río o de piedras en forma de estrella.

-Siento comunicarte que no son tus habilidades lo que mi reino busca-dijo-La fuerza bruta ha sido la preferencia de esta corte y así seguirá siendo por el resto de los días.

-Está bien-dije mientras me levantaba-Lo comprendo.

-¿A dónde vas?-preguntó-¡¡Vamos!! ¡Pensé que a los íncubos os gustaba divertiros! ¡¿Por qué no bebes jugo de sabia y comes más de estos ricos manjares?! No te he visto probarlos. Además si lo deseas te puedo prestar a una de mis damas para pasar un buen rato. Tú ya me entiendes.

De nuevo con mi madre de camino al siguiente castillo y escupiendo piedras de lo que Dron llamaba pastel pedregoso. Tuve suerte al rehuir de sus más picajosas sugerencias y deseé con todas mis fuerzas no volver a entrar en aquel castillo nunca más.

Tras aquella espesa niebla se encontraba el castillo del monarca del viento. La temperatura descendió justo en el momento en el que me introducía y aunque no pudiera ver nada sentí como miles de ojos me observaban con detenimiento como si estuvieran esperando a que hiciera algo de gran importancia.

Para mi asombro cuando entré en la sala del trono acompañado por un soldado bastante apuesto no encontré un demonio de gran estatura ni amenazante, ni siquiera algo pequeño e irritante. Una muchacha de aproximadamente mi misma edad estaba sentada en el trono, su cuerpo semi desnudo dejaba mostrar una cantidad más que suficiente de tatuajes que simbolizaban el recorrido del viento a lo largo de todos los tiempos.

Aquellos ojos marrones me miraron. Sus labios no se movieron ni siquiera cuando una suave brisa sacudió su cabello liso color azabache y mostró una gran cornamenta que con un poco de imaginación se podía comparar con el embiste de algún animal.

-¿Hola?-me atreví a decir rompiendo el silencio.

-Eres el íncubo de la prueba del gólem ¿no?-dijo su voz sedosa embriagada en amargura.

-Así es-la miré con rareza.

-Soy la hija del sumo monarca de los vientos-se anunció como si aquello lo hubiera repetido tantas veces que ahora le aburría hacerlo una vez más-Siento que él no esté presente aquí ha tenido un pequeño contratiempo.

-No importa-dije sonriendo-¿Puedo saber su nombre princesa?

-No me está permitido-dijo ella-Solo puedo decirte que me complace mucho tu ascenso pero que el monarca del viento no busca a ningún guerrero más en sus filas. Espero que Leviatán te acepte.

Y después de eso se quedó mirándome esperando a que me marchara. Cuando me giré pude notar como su rostro se contraía en tristeza, creo que era el único que le había dirigido la palabra de forma amigable en mucho tiempo.

Bajo una gran cascada se colocaba el cuarto y último castillo. Sus paredes brillaban de color zafiro mientras algún que otro ave acuática volaba alrededor de la torre más alta. Una muchacha con tentáculso en vez de pies me acercó hasta la sala del trono.

-¡¿Qué ven mis ojos?!-gritó efusivo el monarca Leviatán mientras los tentáculos que tapaban su boca danzaban a cada palabra que pronunciaba-¡¡Pero si es el hijo de Tifany!!

-¡¿La conoce?!-pregunté congiendo confianzas quizá demasiado rápido, pero eso no pareció importarle.

-¡¡Claro!!-dijo-¡¡La bella súcubo mujer del mejor guerrero que mis filas han podido tener!!

-¿Mi padre señor?

-¿Quién si no?

Sentí un vuelco en el corazón al comprobar que todas las historias que mi madre me contaba cuando era niño en verdad eran reales.

-¿Fue sencillo conseguir el musgo?-me preguntó esperando una respuesta atrevida.

-¡Claro señor!-dije ignorando las imágenes de mis amigos huyendo de aquellas criaturas de piedra.

-¡Asi me gusta!-dijo-Bueno no me hace falta decirte,..

De repente las puertas se abrieron de golpe y la muchacha que antes me había acompañado hasta allí se apresuró casi cayendo de los nervios que la invadían hasta mi posición. Entonces observé como una carta se zarandeaba de un lado hacia el otro mientras sus manos con ventosas temblaban.

-¿Qué ocurre Birdo?-preguntó Leviatán mientras se incorporaba en su trono y miraba a su secretaria con preocupación.
-Los renegados-dijo ella- Se han llevado a cuatro demonios de la ciudad. Los hombres de Vento me han enviado la carta en cuanto han podido.

-¡¿A quién se han llevado?!-gritó preocupado-Del reino de Abraxas un demonio ígneo una tal Estrella. Del reino terrestre de Dron una bruja Shada. De las brumas de Vento un demonio del tiempo Xander. Y… del reino marino, del cuarto monarca,… una súcubo Macalania.

-¡¡Maca!!-me alarmé.

-Abraxas sugirió que cada monarca enviara a uno de sus guerreros.

-Está bien…-comenzó a acariciarse los tentáculos mientras pensaba.

-Yo iré mi señor-dije-Maca ha sido una de mis amigas desde que tengo uso de razón. Déjeme demostrarle mi valía.

-Está bien-dijo tras una breve pausa mientras reprimía la necesidad de mandarme a mí-Se te asignara un grupo con el resto de miembros. Suerte hijo, y regresa con vida.






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miércoles, 6 de abril de 2011

Remake. Empatizando

Bueno, siento mucho la espera pero últimamente he estado ocupado y no he tenido tiempo para seguir con esta fascinante novela. Aquí llega el capitulo 11, ahora la intensidad de la batalla cambia por una intensidad mucho más... ¿sexual? La clara evidencia de que nuestro protagonista Ian el íncubo ha ascendido a un nivel oficial de demonios.


¿Qué es lo que pasará?







-¡Ouch!-me quejé cuando me golpeé con mi compañero que había entrado a través de otra de las aperturas-¿Lo has encontrado?

-Está justo encima de ti.

Y estaba en lo cierto. Se trataba de una pequeña mata verde y brillante que casi alumbraba la cueva que la criatura tenía como cuerpo. Empuñé una de las espadas que apareció de repente en mi mano y lo raspé haciendo caso omiso a los gritos ensordecedores del gólem.

-Salgamos de aquí-dije cuando me guardé el pedazo de musgo en el bolsillo.

Antes de que pudiéramos movernos la mano de la criatura atravesó su propio torso e intentó atraparnos. Después de esto las paredes comenzaron a temblar y las rocas a desprenderse del interior de su cuerpo.

-¡Por aquí!-gritó Orem subiéndose a su mano y saliendo de su cuerpo a través de su brazo.

Le seguí a tiempo de que el gólem extrajera su mano de su cuerpo. Miré hacia su cabeza donde se suponía que tenía que estar situada nuestra compañera, pero no estaba, ni ella ni las hiedras gigantes que había invocado para abrirnos una puerta hacia la cueva andante.

-¡¿Hármony?!-chillé cuando mis ojos se cercioraron de que no éramos los únicos sobre aquellas montañas pues tres gólems más acudían al rescate de su camarada.

-Está ocupada-dijo él contrajendo su cara ignorante y señalando hacia abajo.

Entonces la ví. Sus manos agarraban uno de los pétalos de aquella flor de gran tamaño y andante mientras sus pies apoyados en las hojas de la misma hacían fuerza para poder arrancar el pétalo de cuajo. Ni siquiera se había dado cuenta de que dos grandes alas violáceas habían emergido de su espalda y batían con fuerza para apoyar a la muchacha.

-¡Dámelo!-gritó ella-¡Se regenerará después!

-Esto…-intenté avisar mientras un bosque de flores de mediano tamaño se colocaban alrededor de la flor que estaba siendo atacada.

-¡No me interrumpas chico cabra!-gritó ella.

-Me encantaría verte chillar como una loca-dije-Pero nuestra existencia se está viendo ligeramente amenazada.

Orem se incurvó y comenzó a descender ágilmente por el cuerpo del gólem. No tenía su forma de lobo pero actuaba como tal. Antes de que me pudiera dar cuenta estaba cortando de cuajo el pétalo que Hármony tanto ansiaba.

-¡Hay que marcharse!-gritó.

Me giré para observar como aquellas criaturas gigantes se acercaban con lentitud pero con grandes zancadas hacia nosotros. Si a eso le sumábamos la flor enrabietada que se había puesto a lanzar latigazos a la nada y su ejército de margaritas medianas que querían ahorcar a mi compañera, podía decir que nos urgía marcharnos de inmediato.

-Darme tiempo-dijo ella mientras guardaba el pétalo plegado en su escote-Voy a intentar un hechizo de nivel alto.

Invoqué la otra espada en mi otra mano y me deslicé clavándolas en a través de las piernas de aquella criatura. Después a gran velocidad pude reagruparme con ellos. Las alas de Hármony habían desaparecido y ahora sus ojos rojos y amenazantes miraban el suelo mientras unas hojas que habían aparecido de la nada comenzaban a revolotear alrededor suyo.

Las flores se acercaban furiosas e intentaban azotarnos con sus raíces. Pero allí estábamos nosotros para cortarlas una y otra vez ya que cuando una caía otra salía en su lugar. Mis labios emitieron un fuerte silbido cuando vislumbré al corcel negro en cuyo lomo se mantenía la mochila de mi compañero. El animal atendió a mi llamada, su pelaje se volvió rojo al igual que sus ojos, se acercó a nosotros y acabó con algunas de las flores con tan solo el golpear de sus coces.

-¿¡Te falta mucho?!-pregunté mientras aquellos gólems se habían reagrupados y fijaban sus ojos de piedra en nosotros mientras la montaña se agrietaba dándome a entender que sus pasos estaban embriagados de furia y rabia por lo que le habíamos hecho a su camarada.

-Entrar-dijo ella.

-¿Entrar…-pregunté mientras le proporcionaba una patada a una de nuestras enemigas-en donde?

De repente una flor apareció bajo los pies de la muchacha. Sus pétalos se mantenían extendidos en el suelo y lentamente comenzaban a cerrarse mientras un resplandor púrpura alejaba a las flores y llamaba la atención de los gólems.

-Tranquilo-agarró Orem al caballo-No pasa nada.

-Espero que no os mareéis-se escuchó la voz de Hármony antes de que los pétalos se cerraran de golpe con nosotros dentro de ella.

Empecé a sentir como todo empezaba a dar vueltas. Mi estómago comenzó a revolverse mientras mis rodillas se clavaban en aquel suelo floral y brillante. Nuestro caballo comenzó a inquietarse mientras nuestra compañera aun con los ojos cerrados comenzaba a combulsionar.

-¡¿Qué está pasando?!-gritó Orem golpeando los pétalos tan duros como el metal.

Un fuerte impacto puso fin a aquella extraña situación. Primero algo golpeó uno de los extremos de la cúpula florar y después caímos al suelo justo antes de que la flor se marchitara y se trasformara en pequeñas partículas negras que volaban a golpes de brisa.

Estábamos frente a la puerta de la ciudad oscura. Tumbados en el suelo y mareados. Hármony ni siquiera se había inmutado, ahora abría sus ojos y esbozaba una pequeña sonrisa.

-Siento el aterrizaje-dijo ella-Aun tengo que perfeccionarlo.

Nada más cruzar las murallas de nuestra ciudad natal tuvimos que separarnos. Hármony regresó al barrio de las hojas negras. Orem al barrio de los hombres-lobo y yo al de los demonios del sexo. Una sonrisa se dibujó en nuestros rostros porque sabíamos con exactitud que volveríamos a encontrarnos.

-¡Así se hace Ian!-gritó mi profesora eufórica perdida mientras cogía el musgo del gólem y lo achuchaba como si fuera un peluche-¡No dudé de ti ni un momento!

-Enorabuhena hijo-dijo mi madre con lágrimas en los ojos.

-Mañana con los primeros rayos del sol ve a ver a los cuatro monarcas. Preséntate ante ellos y júrales tu fidelidad. Desde ese momento será un fiel de la ciudad oscura y ellos recurrirán a ti para encargarte maravillosas misiones con recompensas que nunca imaginarías.

-Vaya-dije emocionado intentando imaginar cómo eran-Ya tengo ganas de conocerles.

Aquellos días que había pasado fuera de la ciudad habían sido verdaderamente intensos y agotadores. Y lo que me pasaría aquella noche pondría a prueba el poder un íncubo, un poder con el que llevaba soñando mucho tiempo, la señal de mi verdadero ascenso.

“Orem se encontraba en una casa bastante pequeña pero muy acogedora. La chimenea parecía no haberse encendido desde hace mucho tiempo y las ventanas completamente abiertas dejaban entrar con suavidad una brisa que recorría la ciudad como una vigía.

Su ropa se deslizaba suavemente sobre su robusto cuerpo para caer en el suelo de madera mientras aquella diva de hermosos cabellos rubios se incorporaba en la cama. Volviendo en si desde un lejano tercer sueño.

-¿Estás de vuelta?-preguntó mientras se frotaba los ojos para observar con claridez como aquel cuerpo escultural se acercaba a ella para acariciarla el rostro.

-Te he echado de menos-dijo él justo antes de que sus labios se acercaran a los de su compañera y le dedicaran un beso embriagado en dulzura.

No hubo ni una palabra más. Ni siquiera cuando la lengua de la mujer comenzó a introducirse en la boca de muchacho. Las sábanas se apartaron de la cama como si no quisieran ver lo que estaba a punto de ocurrir allí dentro. Ni siquiera el camisón de Shayla tuvo tiempo para reaccionar cuando se reunió junto a las sábanas al otro extremo de la habitación.

Ahora dos cuerpos desnudos se acariciaban. El primero moreno, robusto y con torso medio peludo. A diferencia del segundo de un tono rosado y sin el más hermoso bello que el cabello que se deslizaba desde su cabeza.

Orem se colocó sobre ella y con las gotas de sudor recorriendo su rostro introdujo su parte viril en su interior. Algo mucho menos moreno que su propia piel y con retazos del bello de lo que pudo ser un animal.

Sus movimientos eran lentos e imponentes, pues el macho intentaba que la hembra estuviera agusto justo antes de comenzar a gruñir. Después más que licántropos en sus formas humanas parecían animales, pues sus movimientos sobrepasaban la frontera humana, y comenzaba a adentrarse en lo más profundo de su parte canina.

Incluso pareció verse a dos lobos bajo la luz de la luna. Ella con un pelaje blanco y sedoso a diferencia de él cuyo pelaje era color azabache. Fue en ese mismo instante cuando la loba gimió de placer justo antes de que sus ojos tornaran rojos”

-¿En qué consiste nuestra empatía madre?-pregunté mientras caminábamos a través de la gran cuesta que terminaba en la zona de los cuatro monarcas.

-Es el poder más hermoso de nuestra especie-comenzó a explicar-Primero conocemos a la persona. Y cuando el destino determina que ambos finales se aguardan el uno muy próximo al otro, comenzamos a experimentar sus sensaciones más placenteras. Sobre todo durante los sueños.

-¿Has empatizado con alguien en tu vida madre?

-La verdad es que con tu padre nunca llegué a tener ese vínculo. Tu profesora ha sido siempre mi amiga y confesora por lo que yo sé cuando ella experimenta esa sensación, al igual que ella lo sabe de mí.

-¿Qué limites tiene la empatía sexual?-pregunté sin poder recordar la teoría que daba cuando era niño.

Nos detuvimos en una plazuela. Había demonios de diferentes razas pero lo que más se veían eran demonios mágicos. Los humanos los llamaban brujas ya que eran los demonios junto a los vampiros que más parecidos con la especie humana tenían.

El camino se dividía en cuatro. Uno para cada gran castillo que se dibujaba frente a mí. La tradición decía que tenía que visitarlos por el orden que se había establecido hace años y que uno de ellos me elegiría como su ahijado. Los cuatro monarcas constituían el dominio sobre la ciudad, y a ningún demonio oficial no le faltaba el contacto con uno de ellos. Aquí ya no importaba la raza, si no la función que jugaría el resto de mi existencia.






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