jueves, 28 de abril de 2011

Remake. Desacuerdo

Ayer estaba inspirado :) Así que no pude evitar escribir más de un par de capítulos. Sentiros afortunados por tener otro que leer día seguido :P






Capitulo 14. ¿Qué nuevas les aguardan a nuestro Grupo de Rescate?















El agua nos salpicaba con pequeñas gotas saladas mientras aquel gran barco navegaba a gran velocidad. Yo estaba allí subido en la proa de brazos abiertos sintiendo con alegría la brisa marina.

Cerré los ojos y sentí como aquellas imágenes comenzaron a atormentar mi mente. Se trataba de Macalania, o como la llamábamos sus amigos Maca. Habíamos pasado mucho tiempo juntos y más contando que sus padres y mi madre eran grandes amigos. Pude recordar aquellas tardes de juego en el jardín de mi casa practicando con nuestros dones naturales hacia los insectos que intentaban escapar de nuestras pisoteadas pero sin poder hacerlo por verse locamente prendados de nosotros. Resultaba sumamente divertido recordarlo pero el hecho de que estuviera en grave peligro en estos momentos me causaba graves nudos de preocupación en mi estómago, eso o estaba volviéndome a encontrar hambriento.

-¡Ian!-gritó Emily desde el interior de aquel círculo que el grupo de rescate había formado para debatir la situación.
Me giré para dirigirme hacia ellos y sentí como tanto mi cabello como mi cola ondeaban en contra de mí por los golpes del aire. Al menos la cola podía controlarla pero los cabellos eran tan salvajes como aquellos animales marinos que habitaban las cercanías del barco.

-Disculpar-dije mientras me sentaba junto a ellos para mirar aquel mapa que Syniel había dibujado tiempo atrás.

-Comprendemos el que tu trato con la súcubo sea más fuerte que el que tenemos nosotros con nuestros “compañeros”-dijo Edgar con frialdad mientras aquellos ojos rojos por naturaleza me miraban intentando tranquilizarme pero solo consiguiendo ponerme nervioso.

No podía juzgarle pues no lo conocía lo suficiente como para hacerlo. Pero a diferencia de Adriane la cual se había mostrado cercana a mí o incluso Syniel que lentamente me estaba demostrando que se podía confiar en él, Edgar era un nigromante muy misterioso. No tenía ningún rasgo específico de un demonio, por mis estudios sabía a la perfección que junto a las brujas, los nigromantes eran los seres de la ciudad que más se podían asemejar a los humanos.

Pero había pequeños detalles que solo observándolos con perspicacia se podían apreciar. Las partes de su cuerpo que no estaban cubiertas por la túnica o sotana que llevaba, así como las manos o partes de sus pies que se descubrían ante su pose sentada, dejaban ver una serie de cicatrices poco llamativas y que daban a entender que se habían producido hace mucho tiempo. Incluso en su cuello se podía deducir que en un pasado había sido cortado y reconstruido con gran habilidad.

-En poco tiempo pasaremos el límite que se les está permitido a los nagas que nos escoltan bajo el agua-comentó Emily a tiempo de poder observar como un hombre con cuerpo de serpiente saltaba por encima del agua para volverse a zambullir como si se tratara de un animal.

Syniel giró su cabeza para observar como la atractiva mujer que llevaba los mandos del timón fijaba sus ojos en el horizonte con tal maestría que denotaba gran experiencia. No llevaba ropas a destacar, un conjunto negro y rojo con el escudo de la ciudad lo cual demostraba que estaba al servicio de la misma.

-Lo que quiere decir que la capitana del barco abandonará su posición y alguien tendrá que tomar el control de él-expuso con inteligencia.

-Yo puedo hacerme cargo de él-dijo Adriane mientras se amarraba el cabello en un moño con la ayuda de una aguja y con una maña verdaderamente admirable.

-Creo que de los que estamos presentes los demonios del tiempo son los únicos que se forman en el manejo de la conducción, además de la equitación-dije alardeando de conocimientos.

-No hacía falta decirlo para saberlo-me sonrió Emily pisoteando mi debut en el círculo del debate-La cuestión que más nos concierne es lo desconocido, Syniel ¿qué nos encontraremos?

-La última vez que me encontré allí-dijo-Se trataba de un pueblo bastante amplio y grande casi queriéndose asemejar a nuestra propia ciudad. Recuerdo que en algún punto del pueblo había un pasaje que conducía al centro de operaciones de los renegados…

-Solo tenemos que llegar hasta la parte baja de la copia de la ciudad-comentó Adriane.

-Pero no será fácil si los ciudadanos también la protegen-comentó Emily con liderazgo.

-Puedo provocar una ilusión para que nos vean como aliados al menos mientras entramos en su base oculta-comentó Syniel

-Pero eso te dejaría fuera de combate y no queremos llevar un muerto a cuestas-dijo Edgar.

-Siempre puedo conseguir que se fijen en mí de una forma diferente para así daros ventaja a vosotros-comenté-Si no funciona la magia tendré que recurrir a mis cualidades sociales.

-¿Y cuando estés rodeado de ellos que pretendes hacer desnudarte para agradar sus vistas?-ironizó Emily-¿Qué radio tienen tus poderes Adriane?

-Lo suficiente para poder paralizar uno de los barrios de nuestra ciudad. Pero un pueblo creo que es demasiado arriesgado-dijo ella dedicándome una sonrisa para hacerme sentir bien, que estaba ayudando en aquel debate.

-Conseguirme cadáveres y tendremos un ejército con el que conquistar-comentó Edgar harto de que no llegáramos a ninguna conclusión.

-Queremos entrar sin ser descubiertos, no comenzar una guerra-ataqué sus comentarios al igual que él había hecho con los míos.

-¡Grupo de rescate!-gritó la capitana del barco-¡Llega el correo!

Me sorprendí al ver como una bandada de criaturas de pequeño tamaño revoloteaban alrededor del mástil del barco. Nunca había recibido correspondencia en medio de una misión pero sabía que aquellos eran los mensajeros de la ciudad. Y que eran las criaturas más pequeñas de tamaño entre todas las razas.

-Continuemos luego-dijo Adriane mientras se levantaba a tiempo de ver como los diablillos descendían a gran velocidad planeaban con sus alas para aterrizar uno junto a cada uno de nosotros.

El que me dedicó su carcajada era el más feo de los cinco. Sus ojos eran completamente rojos y no tenían ni siquiera pupila. Dos cuernos acompañaban a la forma de sus orejas puntiagudas y dos pequeñas alas no dejaban de revolotear un tanto hiperactivas. A partir de su cintura comenzaba a crecer un bello marrón que contrastaba con el verde de su piel, y las garras que cumplían la función de manos y pies verdaderamente lo volvían una amenaza a la hora de verlo como un rival en el combate.

-Ian el íncubo-dijo con una voz llena de carcajadas-Ten estas cartas.

Entonces me hizo entrega de tres cartas una sobre la otra. No las miré una por una si no que al comprobar el remitente de la primera me ilusioné queriendo leerlas ya, pues era de mi madre.

De repente el barco se vio envuelto en un estruendo de risas. Eso indicaba que habían cumplido su trabajo en aquellas lejanías del mar. Sus alas comenzaron a batirse sin llegar a alzarlos demasiado, los levantaban solo unos centímetros del suelo. Pero de repente un humo verdoso emergió de la parte trasera de sus diminutos cuerpos propulsándolos en el aire y haciéndolos volar a gran velocidad.

Entonces sentí como un fuerte olor se introducía a través de mis fosas nasales. Cuando quise darme cuenta mi cabeza daba vueltas mientras mi estómago se revolvía de tal manera que pretendía vomitar, si a eso se le juntaba el mareo de estar subido en un barco el cual navegaba a gran velocidad, producía una situación muy poco común ¿Me estaba muriendo?

-¡Serán guarros!-gritó Emily mientras sus ojos brillaban rojos con gran intensidad y su cuerpo comenzaba a subir su temperatura mucho más de la que ya tenía. Lo que provocó que la suela de sus botas quemaran el suelo del baro y dejando la marca de las mismas.

-¡No!-gritó Syniel-¡Quieres quemarnos a todos! ¡Ese humo verde es inflamable! ¡Detente!




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