sábado, 16 de abril de 2011

Remake. Los cuatro monarcas

Siento la tardanza de verdad pero no he tenido tiempo T.T

Encima es el comienzo de una nueva saga, Secuestrados**

Capitulo 12

Espero que os guste!!!!



-Enhorabuena-dijo aquella voz espeluznante mientras el calor de aquel castillo provocaba que mi piel demoníaca sudara sin cesar.

Abraxas era uno de los cuatro monarcas. Su cuerpo era tan rojo como las llamas del más intenso fuego al igual que sus ojos los cuales me miraban con curiosidad. Cuando levantaba la voz se podía observar como los dos grandes cuernos que emergían de su cabeza aumentaban su temperatura provocando que aquel salón del trono pareciera más una sauna que una reunión oficial.

-Nunca he tenido demonios del sexo entre mis filas-expuso con amenaza-Y esta nueva era no va a ser diferente. Me alegro de que las fuerzas de la ciudad oscura aumenten eso significará más combatientes en la gran guerra que se avecina.

La puerta se abrió de golpe y una fuerte corriente más fría que el aire que se respiraba ahí dentro entró apagando los abrasadores cuernos de aquel monarca. Una muchacha se acercó a través de aquel suelo hecho con piedra volcánica. Su larga cabellera cobriza caía en forma de coleta rizada a través de su espalda mientras dos pequeños cuernos emergían desde su frente.

Con tan solo el sonar de sus botas golpeando el suelo se acercó hasta colocarse a mi altura e hizo una extraña reverencia hacia el monarca. Después me miró con frialdad para luego fijar sus ojos negros en los de Abraxas.

-¿Qué nuevas traes hoy Emily?-preguntó él mientras las puertas se cerraban y yo sufría de nuevo aquel infierno.

-Ha confesado-dijo ella.

-Vaya-sonrió él mostrando unas grandes fauces demoniacas-Al fin haces algo de provecho.

Intenté vislumbrar algún atisbo defensivo en la muchacha pero solo observé un gesto de indiferencia, como si aquellas palabras resonaran cada día en sus oídos. Tomando aquel silencio que se había generado como una oportunidad para lucirse, la muchacha comenzó a hablar.

-Dijo que los enemigos de la oscuridad estaban creciendo. Que llegaría un momento en el que los ángeles y los demonios se aliarían para derrocarles y que ni si quiera las profecías podrían librarnos del apocalipsis que se nos avecina.

Abraxas se mantuvo sentado en su trono apoyado en su puño mientras bostezaba del aburrimiento. A diferencia de mí que me estremecí al escuchar sus palabras.

-Te puedes retirar Emily-dijo él mientras agitaba su brazo-Avisa a Estela de que se presente ante mí.

-Si señor-respondió sin rechistar.

-Mi cita con el íncubo ha terminado-me miró y chasqueó sus dedos para que mi atención se centrara en él. Entonces se levantó y demostró como su estatura dos metros por encima de la mía denotaba poderío-Espero que tu futuro sea diferente al que nos espera a los antiguos.

-Gracias monarca del fuego.

Y me marché. De nuevo me detuve ante las grandes puertas que separaban el castillo de la parte exterior. Pues no solo se trataba de dos grandes trozos de madera roja colocadas en un marco si no que la torre más alta dejaba caer una gran cascada de lava que solo se detenía cuando los porteros decidían abrir la puerta. Supongo que era un mecanismo de autodefensa para futuras guerras.

-¿Cómo fue cariño?-preguntó mi madre mientras nos dirigíamos al siguiente castillo el cual se ocultaba tras altas montañas.

-Abraxas me pone los pelos de punta-dije esbozando una falsa sonrisa mientras me abanicaba con la mano para que el aire del exterior me abasteciera.

-Los demonios que tienen relación con el fuego siempre son un poco solitarios-me dijo ella deteniéndose justo antes del túnel que me conducía hasta el castillo-Suerte cielo.

A diferencia del anterior castillo este no estaba hecho con roca volcánica, ni caía lava desde la torre, tampoco me afixiaba nada más entrar. Este me trasmitía tranquilidad, los soldados protegidos con gruesas armaduras iban de un lado hacia el otro mientras aquel castillo camuflado con las rocas de aquellas montañas crujía a cada paso que daba, como si me estuviera dando la bienvenida,… a su manera.

-¿Ian verdad?-preguntó aquel monarca. Se trataba de un hombre de pequeña estatura con la piel de piedra y dos huecos en ella que hacían la función de ojos. Yo creo que si me esforzaba podría llegar a aplastarle.

-Si señor-dije mientras unas damas de roca me servían lo que parecía cerveza sobre una gran mesa llena de manjares, al menos para ellos.

-Te doy mis felicitaciones por haber pasado la prueba que se te encomendó-dijo-Enfrentar a un gólem no es moco de pavo.

Las mujeres comenzaron a reírse, pero no eran carcajadas lo que yo podía escuchar si no el golpeteo de las rocas. Me estaban irritando, solo esperaba que no perteneciera a las filas de aquel monarca, porque no iba a estar el resto de mi vida alimentándome de guijarros de río o de piedras en forma de estrella.

-Siento comunicarte que no son tus habilidades lo que mi reino busca-dijo-La fuerza bruta ha sido la preferencia de esta corte y así seguirá siendo por el resto de los días.

-Está bien-dije mientras me levantaba-Lo comprendo.

-¿A dónde vas?-preguntó-¡¡Vamos!! ¡Pensé que a los íncubos os gustaba divertiros! ¡¿Por qué no bebes jugo de sabia y comes más de estos ricos manjares?! No te he visto probarlos. Además si lo deseas te puedo prestar a una de mis damas para pasar un buen rato. Tú ya me entiendes.

De nuevo con mi madre de camino al siguiente castillo y escupiendo piedras de lo que Dron llamaba pastel pedregoso. Tuve suerte al rehuir de sus más picajosas sugerencias y deseé con todas mis fuerzas no volver a entrar en aquel castillo nunca más.

Tras aquella espesa niebla se encontraba el castillo del monarca del viento. La temperatura descendió justo en el momento en el que me introducía y aunque no pudiera ver nada sentí como miles de ojos me observaban con detenimiento como si estuvieran esperando a que hiciera algo de gran importancia.

Para mi asombro cuando entré en la sala del trono acompañado por un soldado bastante apuesto no encontré un demonio de gran estatura ni amenazante, ni siquiera algo pequeño e irritante. Una muchacha de aproximadamente mi misma edad estaba sentada en el trono, su cuerpo semi desnudo dejaba mostrar una cantidad más que suficiente de tatuajes que simbolizaban el recorrido del viento a lo largo de todos los tiempos.

Aquellos ojos marrones me miraron. Sus labios no se movieron ni siquiera cuando una suave brisa sacudió su cabello liso color azabache y mostró una gran cornamenta que con un poco de imaginación se podía comparar con el embiste de algún animal.

-¿Hola?-me atreví a decir rompiendo el silencio.

-Eres el íncubo de la prueba del gólem ¿no?-dijo su voz sedosa embriagada en amargura.

-Así es-la miré con rareza.

-Soy la hija del sumo monarca de los vientos-se anunció como si aquello lo hubiera repetido tantas veces que ahora le aburría hacerlo una vez más-Siento que él no esté presente aquí ha tenido un pequeño contratiempo.

-No importa-dije sonriendo-¿Puedo saber su nombre princesa?

-No me está permitido-dijo ella-Solo puedo decirte que me complace mucho tu ascenso pero que el monarca del viento no busca a ningún guerrero más en sus filas. Espero que Leviatán te acepte.

Y después de eso se quedó mirándome esperando a que me marchara. Cuando me giré pude notar como su rostro se contraía en tristeza, creo que era el único que le había dirigido la palabra de forma amigable en mucho tiempo.

Bajo una gran cascada se colocaba el cuarto y último castillo. Sus paredes brillaban de color zafiro mientras algún que otro ave acuática volaba alrededor de la torre más alta. Una muchacha con tentáculso en vez de pies me acercó hasta la sala del trono.

-¡¿Qué ven mis ojos?!-gritó efusivo el monarca Leviatán mientras los tentáculos que tapaban su boca danzaban a cada palabra que pronunciaba-¡¡Pero si es el hijo de Tifany!!

-¡¿La conoce?!-pregunté congiendo confianzas quizá demasiado rápido, pero eso no pareció importarle.

-¡¡Claro!!-dijo-¡¡La bella súcubo mujer del mejor guerrero que mis filas han podido tener!!

-¿Mi padre señor?

-¿Quién si no?

Sentí un vuelco en el corazón al comprobar que todas las historias que mi madre me contaba cuando era niño en verdad eran reales.

-¿Fue sencillo conseguir el musgo?-me preguntó esperando una respuesta atrevida.

-¡Claro señor!-dije ignorando las imágenes de mis amigos huyendo de aquellas criaturas de piedra.

-¡Asi me gusta!-dijo-Bueno no me hace falta decirte,..

De repente las puertas se abrieron de golpe y la muchacha que antes me había acompañado hasta allí se apresuró casi cayendo de los nervios que la invadían hasta mi posición. Entonces observé como una carta se zarandeaba de un lado hacia el otro mientras sus manos con ventosas temblaban.

-¿Qué ocurre Birdo?-preguntó Leviatán mientras se incorporaba en su trono y miraba a su secretaria con preocupación.
-Los renegados-dijo ella- Se han llevado a cuatro demonios de la ciudad. Los hombres de Vento me han enviado la carta en cuanto han podido.

-¡¿A quién se han llevado?!-gritó preocupado-Del reino de Abraxas un demonio ígneo una tal Estrella. Del reino terrestre de Dron una bruja Shada. De las brumas de Vento un demonio del tiempo Xander. Y… del reino marino, del cuarto monarca,… una súcubo Macalania.

-¡¡Maca!!-me alarmé.

-Abraxas sugirió que cada monarca enviara a uno de sus guerreros.

-Está bien…-comenzó a acariciarse los tentáculos mientras pensaba.

-Yo iré mi señor-dije-Maca ha sido una de mis amigas desde que tengo uso de razón. Déjeme demostrarle mi valía.

-Está bien-dijo tras una breve pausa mientras reprimía la necesidad de mandarme a mí-Se te asignara un grupo con el resto de miembros. Suerte hijo, y regresa con vida.






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