lunes, 14 de marzo de 2011

Remake. El encargo

Bueno. Hoy os daré un pequeño regalo pero no espereis nada hasta la próxima semana :)

capitulo 7 :)




-¿Qué te pasa mamá?-le pregunté-¿Por qué lloras?

-Parece que fue ayer cuando te leía cuentos antes de dormir-dijo Tifany ahogada en sus propias lágrimas-Mírate, te pareces tanto a tu padre…

Había pasado mucho tiempo. Mis cabellos rubios y apagados descansaban sobre mis hombros mientras una gran cornamenta torcida emergía entre ellos.

-Estoy un poco nervioso-dije mientras me aseguraba de que aquel chaleco de tela negra se pegaba bien a mi cuerpo.

-Lo harás muy bien-me dijo ella acariciando mis abdominales que se mantenían al desnudos hasta la cintura donde comenzaba los pantalones largos a juego con el resto de mi vestimenta.

-Es la primera vez que salgo de la ciudad-comenté aun nervioso mientras giraba con torpeza la llave para candar la puerta de la casa-¿Qué tuviste que hacer en tu examen de graduación mamá?

-En realidad no me lo hicieron-dijo-Dijeron que era una alumna excelente y antes de que pudieran darme el encargo llegó un enviado de los cuatro monarcas y me dijo que tenía un puesto en la corte.

-¡Jo! ¡Qué suerte!

-Pero recuerdo que a tú padre le tocó conseguir una escama de dragona-dijo orgullosa-La encantó y cuando la dragona quiso anhelarlo entre sus garras le extrajo la escama y se marchó.

-¡Papá tuvo que ser un gran íncubo!

-Lo fue-dijo ella sonriente mientras me peinaba el cabello con sus dedos.

Sentí como mi estómago temblaba nervioso. Me agaché en varias ocasiones para asegurarme de que los cordones de mis botas estaban bien atados. Y aun sabiendo que lo estaban me volvía a agachar para desatarlos y volverlos a atar con más fuerza.

-¡Alumnos de último año!-habló la profesora desde aquella tarima observando a los diez alumnos de grado superior con emoción-¡Ha llegado el momento de que hagáis vuestro último examen!

-¿Estás nervioso Jierre?-le pregunté a mi compañero que jugueteaba con sus dedos.

-No-dijo-Pude mirar la lista esta mañana y sé que me mandarán al lago.

-¿Te colaste en la escuela?-susurré alarmado.

-Solo entré sin que nadie se diera cuenta.

-¡Y ahora nombraré a los alumnos y sus respectivas misiones!-dijo ella de nuevo-¡Cómo ya sabéis se os asignará un compañero de otro dominio para elaborar la misión! Saben que tienen que acompañaros pero tenéis que ser vosotros quienes vayan a buscarles.

-¡Agatha tienes que ir al desierto de la pesadilla y conseguir un colmillo de salamandra!-dijo mientras mi compañera se acercaba a la tarima y recibía la fotografía de su acompañante. Después tras un estruendo de aplausos se marchaba a comenzar su encargo.

-¡Jierre al lago, una ventosa de kraken!-mi compañero fingió sorpresa y después hizo lo mismo que mi compañera.

-¡Maca tu misión es adentrarte en el bosque nevado y conseguir un ojo de yeti!

Y así trascurrió el tiempo mientras mis compañeros tomaban la foto y se marchaban a buscar a su compañero para salir cuanto antes de la ciudad para comenzar la misión. Poco a poco fueron quedando menos alumnos, hasta que al final solo quedé yo.

-¡Y por último Ian!-miré a mi madre que estaba más nerviosa que yo-¡Tu misión es acercarte a las montañas y conseguir musgo de gólem!

Me sorprendí un poco. En clase habíamos dado la naturaleza de estas criaturas de roca viviente, el musgo solo crecía en sus cabezas y medían más de cien metros. Nunca había visto uno pero esperaba que el compañero que se me iba a asignar, el mismo que supervisaría mi encargo me fuera verdaderamente de ayuda.

Se trataba de un hombre joven y bastante apuesto. Su rostro trabajado y unos cabellos morenos y azabaches que se apoyaban en sus hombros en forma de media melena. Giré la fotografía y observé la dirección que me aguardaba. Antes de que pudiera darme cuenta mis nervios me conducían a través de las calles de los dominios de lo visionarios.

Se trataba de un barrio cuyas casas eran completamente grises. La verdad que apenas llevaba allí tres minutos y me estaba agobiando. Sus varones o la gran totalidad de los que podía ver por las calles eran completamente calvos, con extrañas marcas en sus cabezas. A diferencia de las féminas las cuales tenían hermosos cabellos que emergían de una parte de la cabeza, la otra se mantenía lisa y brillante.

Me apresuré a salir de allí para adentrarme en los dominios de la nieve. Ahora comprendí el porqué del cartel que lo nombraba con aquel nombre. Sus casas estaban completamente cubiertas por la nieve e incluso me costaba andar por el suelo pues mis botas se hundían en una profunda capa de nieve. Pero allí no parecía importarles. Tanto los varones como las féminas vestían kimonos de colores fríos que hacían juego con los tonos apagados de sus cabellos. Si el rubio de los míos hubiera sido de un tono más muerto hubiera podido pasar desapercibido, pero no lo hice.

De vez en cuando me encontraba con una mirada tensa y fría o con un apagado saludo que me daba la bienvenida a aquel barrio que me ponía de los nervios. Me había criado en un ámbito alegre y folclórico, con risas o jadeos que envolvían las calles. A diferencia de este que el silencio solo era combatido por el caminar de aquellos zuecos de gran altura que producían que aquellos demonios parecieran caminar sobre la nieve.

Observé de nuevo la foto y me cercioré que los dominios que relucían al pie de esta se encontraban justo después de estos. Aquel muchacho era bastante apetitoso y de no encontrarme en aquel estado de nervios estaría tramando como tenerlo para mi solo. Pero lo que ahora pensaba era salir de aquel barrio cubierto por esta capa blanca, encontrar a mi compañero y salir cuanto antes para regresar pronto.

Estaba seguro de que la misión no me llevaría poco tiempo. Seguramente tardaríamos días en llegar a las montañas y los peligros que nos acompañarían durante el trayecto atrasarían más la misión. Pero para eso había sido entrenado, para enfrentar peligros y para servir a los cuatro monarcas cuyos rostros ni siquiera había visto.

-¡Lo siento!-dije cuando separé mis ojos de la foto y choqué contra una muchacha de cabellos tan blancos como la nieve amarrados en un moño con dos palillos azules a juego con su kimono del mismo color.

Pero no dijo nada, tan solo se detuvo. Sus ojos azules se clavaban en la fotografía de mi compañero la cual se mantenía en mis manos. Dedicándole una sonrisa que esperaba que pudiera mirar comencé a hablar con educación.

-Disculpe pero ¿Le conoce?-entonces sus ojos se clavaron en los míos y antes de que pudiera darme cuenta aquel azul penetrante tornaba a un rojo carmesí-¿Sabe dónde puedo encontrarle?

Y sin responder a ninguna de mis preguntas se alejó. Cuando quise darme cuenta mis pues se mantenían encerrados en una prisión de hielo que impedía que me moviera. Fue demasiado tarde el querer mirarla pues cuando lo hice se alejaba como si se tratara de la nieve que ahora caía desde el cielo.

-¡Socorro!-grité histérico sintiendo como aquella prisión insensibilizaba mis pies.

-Oh-se acercó un joven con los ojos tan azules como la otra demonio de hielo. Su voz era inexpresiva y suave-No la culpe, la pobre ha sido maldita desde que nació.

-Muy amable-dije irónicamente-Pero no me encuentro en un buen momento para mantener una bonita conversación sobre tu vecina. Tengo un poco de prisa ¿Le importaría a este apuesto caballero deshacerme de las cadenas que me impiden moverme?

Sabía que a estos tipos de demonios había que tratarlos con más educación que al resto. Si conseguías penetrar en su frío corazón con ofensas podías ser una estatua de hielo el resto de tu existencia.

-Oh, claro-dijo él mientras sus ojos se volvían rojos y brillantes, soplaba hacia mis pies y un viento ensordecedor emergía de sus labios, apartaba la nieve de mi alrededor y rompía el hielo que me mantenía preso-Disculpe.

-Muchas gracias-dije ejercitando mis pies-He de irme. ¡Nos vemos!

Por muy sinceras que hubieran sonado mis palabras esperaba no volver por allí nunca más. Mi primera visita a aquellos dominios y había sido una gran mala experiencia.

De nuevo recordé al vampiro que alguna vez conocí cuando era niño. Poco a poco iba olvidando su rostro y mientras me alejaba de allí lamenté el solo poder recordar su nombre…Jake.

-¡Ian!-escuché mi nombre en aquellos dominios cuyo cartel había ignorado-¿Eres el íncubo verdad?

-Esto…-me bloqueé pues aquel muchacho me miraba de arriba abajo con aquellos ojos azabaches un tanto inseguros.

Sus pectorales eran de un tamaño mucho mayor al de mis puños. Su cuerpo musculado se ocultaba tras una camiseta de manga larga remangada hasta los codos y tremendamente ajustada a su cuerpo. Un bello tan azabache como su media melena perfilaba su rostro y acababa bajo su labio inferior. Su voz era tan suave que desentonaba con aquel cuerpo imponente.

-Aunque… a decir verdad no te pareces mucho al de la fotografía-dijo.

Miré la foto y observé cómo me mantenía posando con un gesto gracioso y con los ojos extraviados en el vacío.

-No me gustan las fotos-comenté sonriente mientras le comparaba a él, idéntico con el que posaba serio en la mía.

-Orem-dijo extendiendo la mano aliviado por haberme encontrado.

-Creo que ya lo sabes pero yo soy Ian-dije dándole mi mano y sacudiendo la suya con educación-¿De verdad estás nervioso?

-Esto…-dijo él arrascándose la nuca-Sí… ¿se me nota mucho?-dijo él sintiéndose desnudo ante mí ya que sabía lo que sentía con tan solo mirarle a los ojos.
-Tranquilo, a mí también me crispa los nervios el tener que colocarme frente a un gólem gigante.

-¡Ah!-sonrió-A mí eso no me preocupa.

-¿Entonces qué es lo que te tiene tan alterado?

-Te lo contaré por el camino-comentó mientras se acercaba a una enorme mochila-Me he asegurado de reservar montura para nuestro viaje.

-Muy amable-dije mientras me giraba temeroso ante los dominios anteriores-Entonces emprendamos nuestro viaje.

-¿Te importaría coger los pasadizos?-me susurró al oído-Los demonios de hielo me ponen los pelos de punta.

-Creo que no has podido describir mejor lo que siento al pensar caminar por esas calles nevadas.

No hubo discusiones en infligir aquella pequeña regla. Caminamos por los pasadizos de la ciudad oscura hasta llegar al agujero que nos situaba justo al lado del establo. Había tenido suerte al haberme asignado aquel compañero, era muy simpático y sus carcajadas eran tan pegadizas que hasta yo era preso de sus bromas.

-Aquí los tienes Orem-dijo una muchacha de largos cabellos rubios.

-Gracias Shayla-dijo él-Te debo una de verdad.

-Ten cuidado por favor-dijo ella mientras se abalanzaba a sus brazos para darle un abrazo al grandullón-Tengo algo que darte cuando vuelvas.

-Entonces tendré que volver-sonrió Orem mientras se montaba sobre aquel caballo negro traído desde el mundo humano y endemoniado para poder correr a más velocidad y poder aguantar grandes pesos.

-No te conozco-me dijo la muchacha-Pero cuida de él porfavor. Es demasiado impulsivo.

-Tranquila señorita-dije educado mientras hacía una elegante reverencia, como si Shayla se tratara de una princesa a la cual yo servía-Su fiel seguidor regresará sano y salvo.

Sin poderlo prever aquella muchacha se abalanzó sobre mí y me dio un fuerte abrazo. Su ropa blanca y ajustada rozó mis abdominales desnudos y provocaron que me riera de las cosquillas que me provocaba.

-Ten cuidado con el Kraken-dijo Orem sonriente-No dejes que os atrape.

Y después de despedirnos de aquella Shayla los portones de la muralla de la ciudad oscura se cerraron detrás de nosotros. Ahora cabalgábamos a gran velocidad bajo aquel sol negro cuya luz no penetraba en la frondosidad del bosque el cual atravesábamos a gran velocidad con el centellear de los ojos y el pelaje rojo que nuestros corceles habían adquirido al activar parte de su no natural don demoníaco. A decir verdad mi yegua blanca imponía demasiado con aquella nueva apariencia.





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