domingo, 6 de marzo de 2011

Remake. Preso de mi propia pesadilla (part A)

Como me gusta ser malvado. Dividiré esta quinta parte en dos. Aqui os dejo la primera :) me gusta teneros en incertidumbre. Tan solo quedarán 2 partes más, la 5º B y la sexta (que es muy cortita)

Me encantaría tiraros la tarta encima, desvelaros todos los secretos de golpe y que os dé un ataque al corazón con la impresión. Pero como me gusta que sufraís lentamente, lo haré más pesado.

*Quejas al final por favor* :P

Vosotros habéis elegido abrazar la misma oscuridad que me ha inspirado a escribir esto. Ahora pagareis las consecuencias. ¿Aguantareis sin arrancaros los pelos?

Eso lo veremos :)

PD: espero que os guste





-Tienes que comer-dijo la enfermera mientras acercaba la cuchara con la sopa-Así nunca te curarás.

-Me estáis envenenando-comenté con frialdad intentándome zafarme de aquella camisa de fuerza.

-¡Señorito!-se enfureció cuando tiré la sopa por el suelo de mi habitación acolchada-Hoy tampoco verás la luz del sol.

-Aprovecha el poco tiempo de vida que te queda-dije desafiante-Porque hoy morirás.

La puerta se cerró de golpe antes de que el sonido del candado me indicara que de nuevo estaba encerrado en aquella habitación. Ya no me quedaba nada, cada día me repetían que la vida que había vivido pertenecía a mis sueños. Nunca tuve amigos, nunca tuve un novio y lo que más me dolía estaba allí por culpa de un desorden psicológico que mi madre me había imbuido durante años.

Hacia noches que no soñaba. Días que pasaba llenos de soledad. Ni siquiera sabía cuánto había pasado desde el incidente de la casa de Verónica, porque tenía la sensación de que siempre había estado allí.
Sentí un fuerte dolor en mi estómago me arrastré hasta una de las esquinas de la habitación y comencé a vomitar. Era tal el dolor que no podía evitar derramar alguna lágrima durante el proceso y como cada día cuando termine me alejé lo máximo posible apoyando mi cabeza en la pared para no ver el vómito e intentar no olerlo.

-Menuda mierda-dije mirándome el brazo donde cada día me inyectaban algo que nunca supe que era. Estaba seguro que era lo culpable de que me pasara eso

Escuché como unos gritos ensordecedores se repartían por el pasillo principal de mi celda psiquiátrica acompañados de disparos. Me alejé de la puerta un tanto asustado mientras mi mente imaginaba miles de causas, aquella era la actividad más divertida, al menos desde hace mucho tiempo.

La puerta de metal salió disparada hacia una de las paredes acolchadas de mi habitación. Tres hombres vestidos con ropa de calle provocaron un alto contraste en la claridad de mi cuarto.

-¡Está aquí!-gritó uno de ellos alarmado mientras se acercaba a mí.

De repente el techo de mi habitación cedió provocando una gran polvareda que me obligó a cerrar los ojos. Cuando los abrí observé como una silueta de espaldas a mí extendía su brazo con la mano abierta hacia aquellos tres hombres que ahora se mantenían inconscientes en el suelo.

Aquella criatura tenía dos grandes alas negras, dos alas muy parecidas a las de un murciélago gigante. Su cabello a la altura de la cintura era liso y oscuro y ambos extremos de su cabeza sobresalían dos cuernos negros.

Aquella demonio me era extrañamente familiar, como si la hubiera visto en otra ocasión. De nuevo parpadeé para dar crédito a lo que veía y cuando quise darme cuenta la que había sido mi mejor amiga de la infancia se encontraba de espaldas a mí.

-¿Amaya?-pregunté.

La muchacha se giró para mirarme y cuando esperaba encontrarme dos ojos castaños me sorprendí, su mirada inexpresiva me reflejaba un tanto asustado.

-¡Ian!-gritó un tanto histérica-¡Deja de soñar!-ya no me veía yo, si no el demonio de cuernos torcidos que había aparecido en mis sueños tanto tiempo atrás.

Amaya cambió radicalmente a la forma de la demonio que había entrado en mi habitación. La lluvia se adentraba a través del agujero que había hecho y ahora mostraba un cielo nocturno y una luna ensangrentada.

Ya no había tres hombres vestidos con colores vivos, si no tres monstruos de largas cornamentas los cuales ahora se incorporaban para mostrar unas fauces amenazantes. Unas marcas se extendieron a lo largo de sus cuerpos y comenzaron a brillar azuladas mientras desprendían una humareda con olor a azufre.

-¡No me subestiméis abisarios!-gritó ella mientras agitaba sus alas para alzarse en el cielo sacudiendo aquel vestido largo y negro al son de las ondas que se dibujaban en sus largos cabellos.

De repente un rayo se adentró a través de la habitación e impactó contra los cuernos de la demonio. Estos comenzaron a centellear ambarinos justo antes de que la mujer extendiera sus manos y tres rayos salieran disparados contra sus enemigos los cuales cayeron fulminados.

-¡Humano!-gritó ella aterrizando en el suelo-¡Sígueme si no quieres morir!

-¿Pero?-pregunté ignorante.

Su dedo índice me apuntó y cuando me agaché asustado esperando un ataque observé como los candados que impedían que moviera mis manos se rompían dejándome articular con voluntad.

-Gracias.

-Que caballeroso-dijo ella tomando una actitud infantil y dejando a un lado el temor que infundía-Sígueme por favor.

Y lo hice, por primera vez después de mucho tiempo pude ver el largo pasillo pro el cual ahora andábamos mientras las luces de este parpadeaban débiles amenazando con apagarse.




Notas del Autor

Ahí os queda eso


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1 comentario:

  1. I kill you ¬¬

    ¿Cómo puedes ponerla en dos partes en lo más interesante eh? jajaja

    Aún así mola *-*

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