sábado, 5 de marzo de 2011

Remake. Señales de Humo

Tras tanta incertidumbre os cuelgo el 4º capitulo :) las cosas se empiezan a poner muy feas

¿Qué le esta pasando a Álvaro?






-Deberá tomarse esto cada ocho horas-dijo el médico de familia mientras colocaba tres cajas de medicamentos diferentes sobre mi mesita de noche-Mañana me pasaré a echarle un vistazo.

-Muchas gracias Doctor-le agradeció mi madre mientras ambos salían por la puerta de mi cuarto y yo sentía una fuerte necesidad de comer algo, pues no había comido nada desde el desayuno y eso había sido hace bastante tiempo.

Cuando mi madre cerró la puerta me incorporé rápidamente en la cama y cogí el portátil que descansaba sobre mi mesa. Lo encendí y en menos tiempo de lo que me esperaba estaba navegando por mi correo electrónico leyendo todos los mensajes que hasta ahora me habían enviado.

El primero se trataba de Verónica que por lo visto no había ido tampoco a clase pues la hora de su mensaje había sido hace apenas cinco minutos.
“Hola enano… ¿Qué tal estás? Ni siquiera me dio tiempo a verte la sangre cuando la loca comenzó a gritar. Me frustró tanto que le hubiera metido el lápiz por la garganta para que dejara de chillar. Mi examen salió bastante bien, en verdad eran mi mano la que copiaba sola mientras mis ojos vigilaban que la histérica no mirara. Bueno pequeño, ¡Nos vemos pronto!”
Tan explícita como siempre. Moví mi dedo a través del ratón del portátil y seleccioné la opción de responder.

“Se acaba de ir el médico de mi familia. No ha sabido decirme lo que tengo pero no ha dudado en sacarnos dinero recetándome lo más caro del maletín. Mi madre como siempre ilusa pérdida ha pagado como una loca y la tengo casi siempre encima. Yo estoy bien, de hecho tengo ganas de jugar el uno contra uno que me prometiste la semana pasada ¿Podrías pasarte esta tarde a verme? Me aburro como una ostra entre estas cuatro paredes”

El siguiente mensaje era de Jorge, como siempre había sido demasiado pobre al preguntarme por mi estado, y yo me molesté lo menos mínimo para explicarme lo que me había pasado. Tampoco quería que pensara que después de lo de la última vez ahora le prestaba más atención que antes.

Al cabo de quince minutos ya les había respondido a todos mis amigos. Pero antes de que pudiera cerrar el portátil, dejarlo sobre la mesa y fingir estar somnoliento y enfermo para que mi madre me hiciera la pelota. Observé como un nuevo mensaje entraba en mi bandeja de entrada. Su remitente era anónimo y como la curiosidad me mataba no dudé en abrirlo.
No entendía nada. De nuevo las extrañas letras muy parecidas a las que Julia había tenido tatuadas en sus brazos aparecían a lo largo de mi pantalla, como si el mensaje estuviera siendo escrito en aquel momento. Me esforcé por entenderlo y cuando estuve a punto de darme por vencido comencé a leerlo con soltura.

“Ian no dejes que te engañen con falsos pretextos para drogarte. Ya sabes que ellos están aquí y harán todo lo posible por sacarte del juego. Ya se ha derramado mucha sangre y no quiero que tu seas el siguiente.
No puedo evitar tener un temor removiéndose en mi estómago. Cada vez salen más tropas de nuestra ciudadela y cada vez corro más riesgo de ser descubierta. No se cuanto aguantaré pero seguiré tus órdenes. Espero que mis enviados sean de utilidad, puede que sean los últimos renegados que podamos persuadir para nuestra causa.
Te quiere Hármony”
Me quedé perplejo al leer el mensaje. Intenté reaccionar pero antes de darme cuenta mi madre entró por la puerta y se puso a gritar al verme utilizando el ordenador. Cogió el portátil y lo apago sin nisiquiera comprobar si estaba haciendo algo importante. De nuevo me tapó con las mantas y me puso un trapo húmedo en la frente mientras yo le daba vueltas a lo que acababa de leer.

¿Por qué me había llamado Ian? ¿Se había confundido? ¿Por qué sabía que me iban a medicar? ¿Quién es Hármony? Y lo que llevo preguntándome durante mucho tiempo ¿Qué ha pasado con Julia? ¿Me estoy volviendo loco?

Mis ojos comenzaron a dejar caer sus párpados. No pude hacer nada por mantenerme despierto, antes de caer preso de un nuevo sueño pude ver a mi madre quitándome el vaso con agua de mis labios. Ni siquiera me había dado cuenta de que me acababa de dar una de las tres medicinas.

“De nuevo una luna sangrienta se escondía esta vez tras dos grandes nubarrones. Dos figuras se abrazaban en lo alto de un edificio con un gran agujero en su techo. Sus ventanas apuntaban a la gran catedral la cual ni siquiera había sido destruida, a diferencia del resto de la ciudad de Salamanca a cuyos edificios les costaba tenerse en pie”


-Te he extrañado-dijo la voz del demonio de los cuernos torcidos que se mantenía desnudo apoyando su cabeza en el hombro de un hombre con un cuerpo tan pálido y frío como la propia nieve.

-Hemos tenido problemas para cruzarlo-dijo él con una voz susurrante mientras sus brazos apretaban con fuerza el cuerpo de su compañero.

-Tengo tanta hambre-susurró de nuevo el demonio mientras una lágrima se desprendía de su ojo.

-Déjame ser tu presa.

Aquellos pares de ojos verdes se fijaron en los ojos color azabache del segundo hombre. No hicieron falta palabras para que comenzara un apasionado beso que casi les deja sin aliento. Había pasado mucho tiempo desde su último encuentro, y ambos necesitaban lo que solo el otro podía darles.

El demonio arañó su cuello con fuerza sin importarle que una suave herida comenzara a sangrar. Los ojos de aquel hombre se tiñeron de rojo mientras sus labios se adherían a su cuello al mismo tiempo que dos largos colmillos se posaban en la comisura de la herida y su lengua comenzaba a saborear aquel flujo carmesí.

-Tú sabor-dijo él mientras una gota de sangre se deslizaba por su rostro trabajado-Es inolvidable.

El íncubo recorrió su torso suavemente musculado con su uña formando una larga herida desde su comienzo hasta sus partes más íntimas para que aquel vampiro siguiera aquel rastro con su lengua.

Un gemido se escapó de entre sus labios cuando aquel hombre de cabellos peinados al azar de color azabache comenzó a babearle. El demonio acarició su cabeza mientras sus ojos cambiaron de color complementando la de su amante.

Sintió como su cuerpo explotaba de placer mientras el vampiro le cogía con una fuerza sobrehumana que elevaba sus pies mientras sus labios de nuevo se encontraban y se besaban con mucha más lujuria de lo que lo habían hecho hasta ahora.

Aquel demonio tensó sus músculos cuando el vampiro penetró en él y comenzó a zarandearle apoyado en aquella pared de ladrillo negro rozando su espalda y arañándola con desdén. Sus jadeos golpeaban su cuello mientras aquel torso tensaba sus músculos para empujarle de nuevo una vez más.

El demonio sonrió mientras sus ojos brillaban con intensidad sintiendo como la energía sexual de su compañero le servía como alimento. Una gota de saliva cayó por uno de los extremos de su boca al mismo tiempo que sus cuernos crecían temporalmente.

-Ahora-dijo el vampiro mordiéndole su cuello sin llegar a abrir una herida-Los dos juntos.

Y con años de experiencia los dos emitieron un gemido al unísono mientras sus cuerpos estallaban de tal manera que si hubieran sido una explosión Salamanca hubiera desaparecido del mapa, o al menos lo que quedaba de ella.

-Gracias-dijo el íncubo mientras su espalda arañada recorría la pared hasta llegar al suelo donde sus posaderas aterrizaron en un frío suelo de azulejo quebradizo.

-Espero que luches con más ganas-comentó el vampiro agotado mientras cerraba los ojos y apoyaba su cabeza en el regazo de su amante.

-Ahora no hay nada que pueda detenerme-susurró el demonio mientras sus ojos tomaban su forma normal.

“Ahora de sus labios emergía una hermosa melodía. Su letra hablaba de la sangre que se había derramado durante mucho tiempo. Los enemigos que habían sido abatidos y los aliados que se habían sacrificado por el bien de los renegados. A pesar de que la letra estuviera cantada en otro idioma, se podía entender, la podía entender”

-¿Cómo te encuentras?-me preguntó el médico cuando me incorporé en mi cama.

-Cansado-le respondí viendo como mi madre se apoyaba en la pared de mi cuarto para observar mi conducta.

-Es por las pastillas-dijo él-Destruyen el virus desde dentro y reduce las defensas de tu cuerpo.

-¿Cuándo podré reincorporarme a las clases Doctor?-pregunté con interés mirando la hora que era y esperando que Verónica me visitara aquella tarde.

-Nunca-respondió él.

-¡¿Qué?!-grité alarmado quitándome las mantas de encima sintiendo de nuevo aquellos calores.

-¡Álvaro!-gritó mi madre acercándose a mí-Solo te ha dicho que mañana podrás volver a clase ¿no es lo que quieres?

-¿Pero…?-no lograba entender lo que estaba pasando-Gracias, Doctor-logré responder ante la mirada asustada del médico.

De repente la mano de aquel hombre de cabello grisáceo agarró mi cuello y comenzó a apretar. El aire comenzaba a faltarme justo antes de observar como mi madre me observaba con una simpática sonrisa desde la pared de mi cuarto.

-Te he encontrado-dijo él mientras se acercaba a mí y me lamía la cara como si fuera un helado.

En un movimiento de acto reflejo cogí mi despertador con la mano izquierda y golpeé su cabeza con tal fuerza que los circuitos de este salieron disparados hacia todos los lados. Cuando bajó la guarda conseguí zafarme de su mano y me alejé de él observando como mi madre no se movía, como si se tratara de una estatua, como si el tiempo se hubiera parado en mi cuarto.

Aquel hombre se levantó y dejó mostrar una lengua inhumana de por lo menos dos metros que ahora sacudía sus babas hacia las paredes de mi cuarto. Retrocedí aterrado sintiendo como mis piernas temblaban y observando cómo sus ojos rojos se clavaban en mí.

Y entonces intenté retroceder más de la cuenta y cuando quise darme cuenta me encontraba agarrado al borde de mi ventana con mi cuerpo mirando al vacío de las calles de la ciudad de mis sueños.

-¡Ayúdeme por favor!-grité sintiendo como mis dedos no aguantaban y se deslizaban lentamente exponiéndome más al peligro.

Aquella criatura se abalanzó sobre mí y cuando vi que mi cuerpo desplomaba al vacío observe como dos brazos me agarraban desde la ventana. Dos brazos que me eran extrañamente familiares.

-Debes huir-dijo Verónica mientras el que había sido mi médico era consumido por unas llamas.

Antes de que pudiera pisar el suelo de mi habitación algo agarro a mi amiga. Aparentemente parecían ramas de color platino que rodeaban su cuerpo inmovilizándola de arriba hacia abajo. Pero antes de caer vi como una mujer de ojos verdes mantenía su largo cabello rubio apresando a mi amiga.

“-¡Verónica!-grité mientras caía al vacío y mi casa estallaba en llamas.”

-¡Cariño!-gritó mi madre que estaba sentada en mi cama-Ya ha pasado todo. Ha sido otra pesadilla.

-Lo he pasado muy mal-me quejé sintiendo como las lágrimas aun recorrían mi cara.

-Por cierto-dijo ella preocupada-¿Quién es Verónica?

-¡¿Qué?!

Aparté a mi madre de la cama y en menos de unos segundos me encontraba en la calle, con mi pijama de ositos y descalzo recorriendo manzanas abajo en una noche de invierno mientras la gente que deambulaba por allí se me quedaba mirando.

No me importó que los coches se detuvieran a pocos centímetros de mí apretando con fuerza el claxon. Ni siquiera que aquellos maleantes intentaran golpearme cuando atajé por una de las peores calles de la zona alta de la ciudad.

Mis rodillas no resistieron tan imagen. Mi boca se abrió de par en par mientras mi garganta aclamaba un fuerte grito. Ahora mis ojos no podían separar la vista de aquella casa en llamas. El humo aun se extendía a través de las calles mientras los bomberos no llegaban a tiempo para salvar las vidas que perecían en su interior.



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