jueves, 31 de marzo de 2011

Remake. La hada oscura

Hoy estoy de buen humor. Bueno hace cinco minutos no porque tengo una tutora que es medio boba. Pero bueno :) a vosotros no os interesa eso.

Capitulo 10



-¡¿Por qué tengo que ir a pie?!-pregunté enojado mientras intentaba alcanzar aquel caballo negro que se movía a gran velocidad unos metros más adelante-¡Si no la hubieras cogido podría haber sitio para mí!

El bosque se me volvía cada vez más repetitivo. Entre jadeos podía ver como los árboles todos de la misma especie me resultaban repetitivos, como las flores diurnas coloreaban el camino creando un efecto túnel sobre el córcel que llevaba mirando un buen rato.

-¡No podíamos dejarla ahí señor “caballero”!-se mofó Orem sosteniendo el cuerpo dormido de la hada oscura con la que habíamos combatiendo a la cabra demoniaca-¡Tomatelo como un castigo!

-¡¿Castigo?!-pregunté apartando un chupóptero que se había quedado prendido de mis encantos naturales-¡¿De qué hablas?!

-¡Intentaste alimentarte de mí!.

-¡Ya me disculpé!-grité.

-¡Esto para que te des cuenta de a lo que te expones si lo repites!-gritó-¡Además cogiste mis armas sin mi permiso!

-¡No querías probarlas!-protesté-¡Ya lo hago yo por ti!

-¡Y llevarte el beneficio de la victoria!-sonrió-¡Preocúpate de seducir Ian!

Recorrimos un largo tramo cuando Orem decidió detenerse y bajar de la montura para dejar a la muchacha recobrar su estado normal. El sol calentaba demasiado y sus rayos tan negros como la noche cejaban a cualquiera con el valor suficiente para mirarlos directamente.

-¿Dónde estoy?-preguntó ella abriendo los ojos y encontrándose con la mirada babeante de mi compañero-¡¿Vas a violarme!?

-Ves-dije-No soy el único que piensa que eres un pervertido.

El puño de mi compañero me golpeó tan fuerte que casi pierdo la cosciencia. Tan caballeroso como lo había sido yo antes Orem ayudó a la dama a levantarse.

-¡Ey!-me sonrió-¡Chico cabra!

-No me llames así-dije molesto-Te hemos traído aquí para alejarte del peligro, no tenemos mucho tiempo para llegar a las montañas.

-¡¿Montañas?!-preguntó ella-Yo también me dirijo hacia allí. Aun tengo que cumplir mi examen.

-¿Qué hacen las hadas oscuras en sus pruebas de graduación?-preguntó Orem rascándose la nuca y mirándola interesado.

-Cogemos piezas de las plantas más extrañas del mundo. Así los alquimistas de la ciudad pueden elaborar sus pociones. Además…-se apretó la cuerda con la hoja de esmeralda para asegurarse de que su coleta no se iba a deshacer-la anciana siempre dice que tenemos que estar en contacto con la naturaleza… ¿Qué hay de vosotros?

-Vamos a por un gólem-dijo Orem mientras miraba cada detalle de la espada que la muchacha había empuñado en el combate anterior.

-Dejarme adivinar-comentó ella mientras su palabras delataban un tono bromista-Tu eres un demonio seductor y el es tu perro guardián.

-¡Has acertado!-me asombré-¡Perro guardián!-me empecé a mofar del mote de mi compañero pero antes de que pudiera darme cuenta estaba en el suelo lamentando haber dicho nada.

-Chico cabra-me devolvió la pedrada.

-¿Puedo acompañaros?-preguntó.
-Ya lo haces-respondí-Me llamo Ian.

-Orem-saludó con su brazo.

-Hármony-se presentó mientras miraba a su alrededor-¿Dónde está el linde del bosque?

-No lo sé-respondió él-Nos hemos perdido.

-¡Perdido!-grité-¿¡Me has hecho correr para nada!?

-Te dije que era tu castigo-me dijo antes de recibir mi golpe.

-Dejarme ser vuestra guía-sonrió ella mientras cerraba los ojos y una esfera negra aparecía en sus manos. De repente estalló y un montón de mariposas se repartieron por todo el bosque.

-¿Qué ha sido eso?

-¡Silencio!-exigió ella sin percatarse de que mi compañero proporcionaba estocadas al aire para comprobar el manejo de su espada de estilo floral.

No daba abasto, mis ojos no sabían que mirar, si el sorprendente hechizo que acababa de lanzar Hármony o como unos pétalos rosáceos emergían de cada estocada que mi compañero daba. Ahora me estaba mareando y mi estómago no paraba de rugir. ¿De quién me alimentaría?

-¡Toma!-dijo Orem mientras me lanzaba una manzana a la cabeza-¡Cométela y deja de hacer bobadas!

Con el primer mordisco se me fue la sensación de hambre y con los posteriores mi necesidad demoniaca se iba disipando, al menos temporalmente. Cuando decidí mirar a mi nueva compañera esta dejaba que aquellas mariposas negras que habían emergido de su esfera se introdujeran por si frente para trasmitirle cada uno de sus recuerdos.

-Es por allí-dijo mientras se apresuraba a tomar su espada y a adelantarse-Será mejor que nos larguemos de aquí.

-¿Qué has visto?-pregunté colocándome a su altura.

-Renegados-dijo ella-Seguramente algún brujo, el dueño de la cabra que matamos con la vampira qué por cierto ¿Qué ha sido de ella?

-Regresó a la ciudad-comentó Orem tomando las riendas del caballo pero sin llegar a montarlo para poder ir a nuestro mismo ritmo-¿Forja demoníaca?

-¿Cómo lo sabes?-preguntó ella dejando a un lado su personalidad bromista y divertida para encarnar la de una seria fémina con escasez de ropa.

-Bioru-dijo él-Demonio del miedo hoy también se graduaba con su última prueba.

-Marcas rojas, ojos negros. Neurótico de todo lo que tiene que ver con la posesión demoníaca de las armas-le complementó ella-Yo también le conozco.

-¿Soy el único que no le conoce?-pregunté irónicamente sin esperar obtener respuestsa.

-Los íncubos no os centráis en el combate cuerpo a cuerpo-explicó Orem-Seguramente no has necesitado hacer ningún encargo. ¿Pero tú? Pensé que las hadas oscuras os dedicabais a hechizar a la naturaleza para luego marchitarla a vuestro antojo.

-Yo soy diferente-dijo-¿Has visto a algún hada oscura incapaz de invocar sus alas a placer?

-Tranquila-dije yo comprendiendo el sentimiento de angustia que notaba en sus palabras-Soy el único incubo capaz de encantar a los de mi mismo sexo.

-Muy bonito-dijo ella pasando de mis palabras-¡Correr!

Miré hacia atrás y comprobé como un quinteto de demonios se acercaba a nosotros a gran velocidad. Si mis conocimientos eran exactos entre ellos podía ver un demonio encadenado. Ahora no me importaba que fueran los demás, si había uno de esa raza y no estaba de nuestro bando estábamos en apuros.

-¿Encadenado?-pregunté mientras me alejaba de mis compañeros adelantándoles con creces.

-¡¿Estás seguro?!-preguntó ella mientras se quitaba un pequeño filamento de su cabello.

-Cicatrices en la cara y una cadena que va desde su ojo hasta su boca-comenté-No creo que un demonio normal adapte esas costumbres.

-¡Hármony súbete al caballo!-gritó Orem.

La muchacha se propulsó en el aire y dio una voltereta justo antes de subirse al lomo del caballo y coger sus riendas. Después soltó el filamento de su cabello mientras sus ojos brillaban carmesí.

-¡¿Y yo?!-dije viéndome desprotegido ante la velocidad del córcel.

-No te acostumbres-dijo él mientras su voz cambiaba a una tenebrosa y ronca al mismo tiempo que su cuerpo tomaba la forma de un lobo de gran tamaño negro como el azabache.

Me subí encima y me agarré a su cabellera mientras observaba como aquel encantamiento que nuestra compañera había hechizado sobre el cabello, provocaba que un bosque de zarzas apareciera justo delante de nuestros enemigos.

-¡Qué buena!-grité efusivo mientras me pegaba más a Orem para poder ir más rápido.

-¡No si llevan a un ígneo entre ellos!-dijo ella justo a t tiempo de poder observar como las zarzas ardían por un potente fuego demoníaco.

-¡Malditos!-dijo mi compañero con una voz que me ponía los pelos de punta.
La zona verde terminó. Los árboles dejaron de aparecer para dejar cavidad a una zona rocosa con grandes montañas que formaban estrechos pasillos entre ellas. Los demonios enemigos habían perdido tiempo con las zarzas pero para nosotros era una zona desconocida.

-¡¿Alguna idea?!-pregunté observando uno de los enemigos saltaba y tomaba la forma de una ola de agua.

-¡Seguirme deprisa-dijo Hármony golpeando con sus talones los extremos del caballo para aumentar su velocidad hacia la pared de la montaña.

-¡Estás loca!-le acusé.

-¿Queréis morir?-preguntó.

-¿Por ellos o por el golpe que nos vamos a dar?

Cuando la mano de la muchacha tocó la pared de la montaña esta se abrió en forma de túnel a tiempo de que pudiéramos pasar. Cuando Orem se introdujo en ella pude observar como la montaña se iba cerrando.

-¡Tres puntos para mí!-dijo ella deteniéndose para caer cansada en el suelo.

-¿Tres?-dijo Orem retomando su forma normal… sin ropa, con esos músculos al aire,…-Yo te daría diez.

-Ponte algo-dijo ella como somnolienta percatándose como mis ojos tornaban carmesís y hambrientos.-Si no quieres que te coman.

Mi compañero giró para situarse de cara a mí. Antes de que mi mente pudiera actuar como la de un animal su puño me golpeó de tal manera que perdí la consciencia.


-¡¿Tengo que subirme a su cabeza?!-pregunté asustado mientras aquella criatura tan grande como la montaña se acercaba a nosotros con lentitud al mismo tiempo que el suelo temblaba a cada paso que daba.

-No hará falta-me sonrió Hármony mientras desenvainaba su arma-Es un gólem de las montañas, el musgo lo guarda en su interior…

-¡¿Qué?!-gritó Orem que empuñaba dos espadas cuyas hojas proyectaban un fuerte calor.

Con la velocidad que la adrenalina producida por el temor generaba en mi cuerpo conseguí esquivar uno de los pisotones de aquella criatura antes de quedar sepultado bajo ellos. Nuestra nueva compañera delató su conocimiento nato para la naturaleza cuando clavó su espada en una de las grietas de aquella montaña andante y comenzó a escalar por su espalda como si se tratara de un felino.

-¡¿Qué estás haciendo?!-pregunté mientras mi compañero se impulsaba con sus piernas y alcanzaba lo que parecía la rodilla de la criatura en el momento justo en el que esta la bajaba.

-¿Quieres el musgo no Ian?-ironizó él sin poder evitar que una de sus espadas cayera al suelo quedando clavado en él.

-¡Chico cabra!-gritó ella-¡Demuestra que esos cuernos te han sido concebidos por honor y no por pena!

-¡Aaaaaaaaaaaah!-aquellas palabras habían penetrado en mí como mil agujas.

Cogí de nuevo velocidad y me aproveché de aquella espada que había quedado clavada en el suelo para emitir un salto mucho más potente. Primero me apoyé en su empuñadura y después salté hacia la criatura de roca maciza.

-¡Te odio!-no pude evitar gritar cuando chocaba contra el gólem y clavaba mis espadas en él para sostenerme antes de caer.

La criatura y comprobé como tres demonios que comparados con él parecíamos tres ratas intentando roerle. Después abrió lo que parecía su boca y emitió un quejido que provocó que las montañas temblaran asustadas.

Intentó quitarnos con golpes secos y sumamente lentos provocados por una de sus manos pero incluso yo que era pésimo al escalar pude esquivarlos a tiempo. Cuando quise darme cuenta mis compañeros estaban situados en lo alto de su cabeza y yo había llegado a un punto de atasque. No había ninguna grieta por donde introducir mis espadas ni ninguna roca saliente a la que agarrarme.

-¡Ian!-gritó Orem justo en el momento en el que su mano me sacudió de su cuerpo como si fuera una mota de polvo.

Me precipité al suelo a gran velocidad y me hubiera dado por extinguido si la magia de aquella hada oscura no frenara mi caída con una mata de hierba tan blanda como la paja. No perdí el tiempo y decidí incorporarme para emprender de nuevo una carrera. De nuevo Hármony me apoyó con un árbol que nació bajo mis pies y me condujo hasta escasos metros de la criatura. Después salté y antes de poder alcanzarla apreté las esferas de los guantes para que las espadas aparecieran a tiempo de mantenerme en sus posaderas.

-¿Estás bien chico cabra?

-¡Gracias a ti!-respondí sin poder verla mientras el gólem emprendía de nuevo su caminata entre aquel paisaje pedregoso y cada vez más peligroso.

-¡Intentaré abrir un agujero lo suficientemente grande como para que uno de vosotros se adentre en su cuerpo!

-¡Déjale esto a los expertos!-gritó Orem.

La rabia que recorría mis extremidades provocó que escalara con velocidad y que para cuando las hiedras gigantes y espinosas atravesaran el cuerpo del gólem yo ya estaba cerca de la cabeza. Solo tuve que apurar más mis movimientos para poder apoyarme en una de aquellas vegetaciones invocadas.

-¡Allá voy!-grité cuando me lancé a través de ellas para adentrarme en su interior muy parecido al de una cueva.




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