lunes, 15 de febrero de 2010

A veces es mejor borrar las pruebas de un delito

-¿Enserio que no tenéis hambre?-dijo Ariadna mientras los muchachos cruzaban la vieja puerta del almacén.

-Enserio hemos cenado hace poco-respondió otra vez Emily mientras sus manos sostenían lo que parecía la funda de una guitarra.

-Gracias de todas formas-añadió Orem repitiendo el movimiento militar de su mano izquierda mientras la derecha sostenía una mochila de deporte haciéndola caer detrás de su hombro.

-¿Queréis que os lo lleve?-preguntó Samuel mientras observaba a las seis criaturas introducidas en mortales a rebosar de cargamento al mismo tiempo que sus manos se negaban a soltar la cintura de aquella muchacha. De repente un mechón de cabello rubio descendió con sutileza al mismo tiempo que un pedazo de la piel de su rostro se marchitaba.

-No llegarías a tiempo-bromeó Hina mientras le besaba en los labios.

-¿Quieres verlo?-ironizó él.
-Anda déjala marchar si no quieres mancharla con esos rastrojos que se desprenden-bromeo Ariadna con atisbos de preocupación por su hijo al mismo tiempo que su nariz se mostraba esquelética ante ellos.

-¡Adiós!-se despidió un grupo del otro.

-Tengo que irme-dijo Hina mientras tanto Netheril como Ariadna descendían por las escaleras.

-Vale-dijo él sin poder soltarla.

-El íncubo es Ian no yo-sonrió ella.

-Kimi o ai shiteru-pronunció a la perfección el japonés mientras sus labios la besaban de nuevo.

-Yo también-dijo ella mientras aquellas manos la liberaban antes de que el resto de criaturas desapareciera tras los edificios-¡Kombawa!-

Samuel logró repetir aquella expresión japonesa que se utilizaba cuando llegaba la noche antes de ver como su único amor desaparecía junto a sus compañeros. No tardó en bajar la puerta y candarla. No se arrepentía de haberle contado la verdad, no se arrepentía de amarla, no se arrepentía de nada.



-¿Qué tal ha ido la primera parte?-preguntó Emily mientras desabrochaba las ataduras del corsé de su compañera.

-Sam consiguió sincerarse con Hina-respondió ella mientras lo sostenía por delante.

-Todo está saliendo a pedir de boca-añadió la demonio.

-De momento-dijo ella mientras se giraba.

Aquellos ojos verdes se fijaron en ella. Una sonrisa se dibujó en aquel rostro de tez blanquecina. Los brazos de Emily se deslizaron por el contorno de aquella figura deteniéndose en su cintura. No se supo quien inició el beso pues lo importante fue que lo hubo. Aquellos labios comenzaron a danzar unidos mientras las dos lenguas chocaban juguetonas.

Ailyn la empujó con sutileza haciendo que cayera de espaldas sobre la cama. Prescindió del corsé mientras su compañera lo hacía también de su camiseta de tirantes. Lentamente aquellos cuerpos comenzaron a contornearse juntos mientras la demonio ígneo generaba un calor corporal mucho mayor que el de un humano.

-¿Estás bien?-susurró la bruja mientras acariciaba el rostro de su compañera.

-Puedo seguir-respondió la otra con una gran sonrisa mientras aquellos pares de manos se entrelazaban para desabrochar ambos pantalones.

De nuevo uno de aquellos labios se abalanzó sobre los otros mientras aquellas manos ardientes se deshacían de las braguitas de su compañera. La parte femenina de ambas criaturas comenzaron a restregarse la una sobre la otra mientras aquellas manos de tez blanquecina acariciaban los pechos de su compañera antes de dejar que su lengua jugara con los pezones. El cansancio no parecía afectarlas, no en aquel momento. Un dedo índice comenzó a descender por el torso de la bruja, ardiente como una llama llegó a su destino.

No había nada que les preocupara, no en aquel momento pues tres habitaciones más alante dos cuerpos también se mantenían unidos mientras aquella garganta soltaba placenteros gemidos.

Aquellos labios masculinos se mantenían también divirtiéndose con los pezones del torso humano del íncubo. La excitada mente de Ian caviló una nueva forma de llamarle la atención. Su mano se deslizó por su propio cuerpo al mismo tiempo que su uña creaba una larga incisión sangrienta hasta llegar a la parte viril también perforada. Aquellos ojos humanos tornaron carmesí mientras sin poderlo evitar su lengua enloquecida comenzó a lamer cada gota de sangre deslizándose por aquel camino de glóbulos rojos. Estaba perfectamente pensado pues cuando aquella lengua acabó su peregrinaje aquellas heridas ya se habían regenerado quedándole tan solo una única función. No había encantamiento que ahora lo controlara todo lo que estaba haciendo lo hacía por voluntad propia.

-¿Nos vamos?-preguntó Orem mientras abría la puerta de acceso al laberinto oculto en la profundidad de la ciudad.

-Sí-respondió Hina mientras colocaba el pedido de Netheril y se apresuraba a reagruparse con su compañero-Yo también quiero divertirme-

Pasaron bajo el marco de la puerta mientras abandonaban su guarida cerciorándose de que sus compañeros pasaban un buen rato antes de dejar que sus cuerpos humanos durmieran.
Aquella mirada cobriza se fijó en una hermosa moto de carrera del color impecable de la noche. Su mirada pasó de aquella preciosidad a los ojos de su compañera.

-Emily-dijeron a coro apropiando aquella moto a su compañera.

-Esperemos que no haga lo que hizo con la última-comentó Hina mientras caminaban por aquel laberinto de pasillos.

-Explotó aquella moto para salvarte de aquellos demonios de arena-le reprochó Orem rememorando aquella gran pelea.

-Tienes razón-dijo ella-Tampoco tiene la culpa de que su humana sienta una atracción por estos aparatos-

-Tú tampoco la tienes de que tu humana sea adicta a ese otro aparato-

-Anda calla-dijo ella bromista mientras le fulminaba con la mirada.

Durante varios minutos se mantuvieron caminando por aquellos pasadizos cuyos extremos superiores se mantenían arqueados. Sin demorarse ni un solo segundo y dejando que sus mentes cavilaran por si mismas se introdujeron en el interior de una puerta la cual les hacía adentrarse en otro grupo de pasillos. Al final se podía ver como unas escaleras descendían erguidas comunicándolos hacia un piso superior.

-Por favor-dijo Orem mientras extendía su mano para que la muchacha la tomara en ayuda para iniciar el ascenso.

-Gracias-dijo ella tornando su voz muy femenina.

Un fuerte hedor les indicó que ya habían llegado a las alcantarillas. No queda mucho recorrido para alcanzar su destino. Un río de escaso cauce recorría aquellos pasillos enladrillados impregnados de moho.

Caminaron en silencio pues allí abajo se podía escuchar cualquier sonido ya que pequeñas aperturas tapadas por rejas comunicaban las alcantarillas con las calles salmantinas.

-Ven un momento-susurró el muchacho sintiendo como una conversación de su interés entraba por aquellos oídos agudizados.

-¿Qué pasa?-preguntó ella aun en susurro mientras el muchacho lea garraba de la mano y le conducía a una de aquellas aperturas.

-Escucha-

Desde aquellas rejas se podían observar como unos pies ocultos tras unos zapatos negros. Estaban acompañados por una conversación no muy corriente.

-¿Estás seguro de que es mañana?-decía una voz muy grave.

-Claro-respondió otra voz masculina mientras un pedazo de piel caía en el arcén de la carretera. Al verlo Hina frunció su ceño-No podemos combatirlos en estas condiciones-

-¿Habrá comida para todos?-preguntó el otro que se le notaba menos experimentado como si acabara de llegar al mundo humano.

-Han conseguido atraerlos a un bar-respondió-Los humanos de hoy en día lo ignoran todo. No es como hace años cuando te quemaban por cualquier rareza por mínima que fuera-

-Normal-dijo el otro-La mayoría de estos humanos se visten de manera extravagante. No resaltamos-

-Deberíamos de irnos de aquí-comentó-No es una conversación que se pueda tratar en medio de la calle.

-Yo me marchó-dijo el más listo-No quiero que él se enoje si no ve en sus dominios-

-Entonces ¿Mañana con la última campanada del reloj?-

-Estaremos todos saciados-susurró.

Orem tomó la mano de la muchacha y la arrastró lejos de la apertura justo en el momento apropiado para que aquel demonio no viera a nadie cuando se agachó para observar sintiendo un olor diferente en el ambiente.

-Tenemos que avisarles-susurró Hina.

-Déjales descansar-comentó el muchacho mientras caminaban con sus pantalones empapados en aguas fecales-Tenemos veinticuatro horas para pensar en esto-

No tardaron en introducirse por una puerta de verja. Dentro una habitación sin salida les daba la bienvenida.
Unos cables descendían enganchados a un enchufe. Un trifásico salía de este y repartía energía a los cuatro aparatos que decoraban la habitación.

-¡Deja eso!-gritó la demonio mientras encendía tanto la consola como el televisor.

-Espera-dijo el muchacho mientras sacaba la ropa de la lavadora y la introducía en la secadora. A los pocos segundos el aparato comenzó a vibrar acompañado de un extraño sonido.

-Hiciste bien en gorronear energía del viejo generador de la ciudad-comentó la muchacha mientras tomaba el mando-¿Dónde nos habíamos quedado?-

-Tenías que ir a matar el monstruo del lago. El que rompió aquel puente-

-¿Con quien lo hago?-preguntó de nuevo-¿Con la chica o con cualquiera de los otros dos chicos?-

-Coge a Garret-dijo Orem mientras se sentaba junto a ella y observaba como un hombre virtualizado tomaba una espada y comenzaba eliminar pequeños enemigos de sombra.

Y allí trascurrió gran parte de la noche. La muchacha habría sufrido para dejarle en mando de control del videojuego a su compañero mientras este seguía su misión. La secadora ya había terminado mientras que la lavadora esperaba más ropa que lavar. Orem comenzó a sentir como el cansancio del humano afloraba en su piel y cuando quiso observar a su compañera voy como ella ya había sido presa del sueño. Sin demorarse ni un minuto más desconectó todo, tomó a Hina en brazos y recorrió las alcantarillas.

De repente su olfato sintió una nueva presencia. Dejó a Hina tumbada en el suelo con precisión de que el agua no la rozara. Lentamente comenzó a prescindir de su camiseta ancha y sus pantalones piratas hasta quedar de nuevo desnudo, antes de comenzar su trasformación, tapó a su compañera con las ropas. Sus grandes músculos comenzaron a vibrar mientras su cuerpo cambiaba a gran velocidad.

Su hocico comenzó a crecer mientras sus costillas se dividían. No se quejó pues ya estaba acostumbrado. Un largo pelaje negro le envolvió al mismo tiempo que sus piernas y manos se trasformaban en garras. Cuando la transformación se vio completada este caminó sigiloso.
Su oído se percató de un cántico infantil. Giró la esquina y observó como una niña vestida de camisón danzaba de un lado hacia el otro. Al instante supo que aquella criatura era una de las espías de sus enemigos lo que los humanos solían llamar poltergeist.

De nuevo avanzó sigiloso. Aquella niña no paraba de danzar haciendo que su camisón blanco se moviera divertido mientras ese cántico infantil inundaba todas las alcantarillas. Orem sabía perfectamente en que consistían las habilidades de ese tipo de criaturas, tenía un cierto parecido al de los murciélagos.

La niñita se giró y sus ojos blancos como la nieve se fijaron en la forma lupina de su compañero. De repente profirió un chillido a la vez que su cuerpo se movía con rapidez como si se tratara del viento colocándose después en la espalda del licántropo. Aquellos cánticos cambiaron de ritmo, ahora sonaban amenazadores, seguramente estaban alertando al resto de espías que se mantenían repartidos por las alcantarillas salmantinas. La mente de Orem caviló con velocidad, sabía cual era su punto débil por lo que no le quedó más remedio que actuar.

Aquella criatura cuyo parecido se asemejaba al de un lobo se irguió a dos patas. Aquel pelaje se vio sacudido por la fuerza de aquellos músculos mientras el animal iniciaba su ataque. Aquellas patas peludas profirieron un salto hasta llegar al techo de la alcantarilla, comenzó a caminar por ella con ayuda de sus cuatro garras y en un abrir y cerrar de ojos se encontraba en la espalda de su enemiga.

Cuando tuvo la oportunidad se abalanzó sobre ella utilizando sus fauces para descuartizarla y hacer que su talismán cayera al suelo. Aquella alhaja era lo que mantenía en sintonía con este mundo aquel cuerpo casi espiritual. Pero ya no existía pues el licántropo le había dado muerte.

Retomó su forma humana y se vistió con la ropa que había echo de manta durante el enfrentamiento. Tomó a su compañera en brazos con cuidado de que no despertara caminó a paso ligero por las alcantarillas y justo en el mismo momento en el que su olfato se percató de más enemigos este se apoyó en la pared para observar. Sus ojos se fijaban en lo que parecían ocho niños, cada uno llevaba colgado una alhaja muy parecida a la del espíritu que Orem había eliminado segundos antes. Los demonios espirituales se mantenían reagrupados, comunicándose con cánticos aterradores. Él no podía entenderlos pero su intuición le decía que acababan de verificar lo que llevaban tiempo temiendo. Criaturas oscuras estaban acabando con aliados. El licántropo inició una carrera de vuelta a la guarida mientras sus enemigos iniciaban un cántico ofensivo, un ataque que él logro esquivar alejándose del foco que lo generaba.




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