domingo, 14 de febrero de 2010

Hay aliados que juegan a dos bandos

El reloj de la plaza mayor comenzó a cantar cuando su aguja se posó sobre el doce para indicar que ya era la una.

-¿Dónde se han metido?-preguntó Ian un tanto preocupado mientras observaba como los pechos de su compañera asomaban firmes a causa de la presión que ejercía aquel corsé rojinegro bajo la cruz invertida a través de su largo cabello liso que terminaba milímetro más abajo.

-Relájate-respondió-Tienen que estar al llegar-

-Eso dijiste hace diez minutos-

-¿No te gusta esperar?-preguntó Ailyn con atisbos de frialdad.

-No-respondió él mientras aquellos ojos verdes se fijaban en los suyos.

-Pues no los hagas tú esperar-ironizó ella rememorando viejos momentos.

-Eso ha sido un golpe bajo-dijo aquel muchacho de enorme belleza mientras sus labios vocalizaban con sutileza-¿Te recuerdo lo del otro día?-

-¡Mueres!-

El íncubo profirió una carcajada mientras su compañera miraba hacía atrás observando como una silueta se acercaba.

-¡Hina!-gritó el muchacho mientras agitaba sus brazos al mismo tiempo que daba unos pequeños brincos.

-Eres un escandaloso-dijo la bruja por lo bajo esperando que su compañero lo escuchara de respabilon.

-Y tu una sosa-dijo el con sutileza mientras aquella muchacha de flequillo desfilado se acercaba a ellos con una leve sonrisa-Pero es lo que nos ha tocado-

-¡Calla!-

-¡Hola chicos!-dijo la recién llegada con efusividad-¿Nos vamos?-

-Hay que esperar al resto-apuntó la otra muchacha.

-Pero-Hina se colocó su dedo índice sobre sus labios y miró hacia arriba-Yo les dije que nos esperarán en la tienda de Netheril-

Ailyn suspiró mientras sus ojos fulminaban a su compañera. Había sido clara antes de salir de la guarida, los había citado a una misma hora en un mismo sitio pero alguien había cambiado los planes.

-Entonces vámonos-dijo mientras avanzaba acompañada de un pequeño golpeteo de sus tacones.

-¿Qué pasa?-preguntó la joven-¿He hecho algo mal?-

-No-le respondió Ian-Has hecho lo correcto-

-Como siempre-susurró para si misma Ailyn mientras los tres caminaban por la gran calle que emergía bajo el arco del reloj.

Apenas pasaron quince minutos cuando las siluetas de sus compañeros se vieron dibujadas a la puerta de aquel viejo almacén.

La pierna de Orem se mantenía arqueada en la pared mientras su espalda se apoyaba en ella. El mismo cuerpo que se había mantenido desnudo minutos antes, ahora permanecía oculto tras una camiseta ancha y unos pantalones que se cortaban tras sus rodillas.

-Ya era hora-suspiró Jake cuyo cabello se mantenía despeinado de una forma elegante.

-¡Calla!-dijo Ailyn mientras se acercaba a la puerta y la golpeaba tres veces con suavidad-¿Sabéis si está aquí?-

La puerta comenzó a ascender al mismo tiempo que un hombre aparecía al otro lado de ella. Su cabello azabache resaltaba se camuflaba con la oscuridad mientras un rostro de gran agrado los miraba con una sonrisa.

-Yo creo que sí-respondió Orem a la pregunta de su compañera.

-¡Hola!-dijo aquel muchacho de ojos azules mientras las criaturas entraban.

Se encontraban en el interior de un almacén. No había nada de gran interés, ni estanterías, ni muebles, ni si quiera había luz.

-¿Qué tal estáis?-preguntó mientras cerraba la puerta.

-No nos quejamos-respondió Emily mientras se dirigían todos juntos a unas escaleras metálicas que descendían.

-¿Qué tal nena?-preguntó aquel muchacho mientras sus manos rodeaban la cintura de Hina.

-Muy bien-le respondió ella mientras se quedaban atrás.

-Ya están los pastelosos-comentó Orem mientras descendían por las escaleras.

Aquel almacén se dividía en dos partes. La primera simplemente era una máscara, una falsa imagen que se le daba a los salmantinos para no sospechar, una de las muchas mentiras que escondía la ciudad. Cuando descendías aquellas escaleras ocultas en la penumbra de la “máscara”, te adentrabas en un lugar totalmente diferente. A simple vista se podían ver grandes estanterías repletas de metal y otras materias primas. También podías ver perchas con armaduras medievales colgadas en ella como si aquello fuera el taller de los efectos especiales de alguno de los libros de Tölkien.

-¡¿Hola?!-soltó la pregunta Ian mientras caminaban entre dos de las estanterías de alto tamaño.

-Nadie te va a responder-comentó Ailyn recordando la infinidad de veces que aquel muchacho soltaba aquella frase cuando algo era extraño o simplemente cuando un aparato no funcionaba como él quería.

La oscuridad se vio combatida con una pequeña luz que emergía desde una puerta al final de aquel laberinto de estanterías. Las criaturas caminaron dejando a los que no habían querido seguirles, solo esperaban encontrar aquel vendedor que les suministraba. Se dirigieron a la puerta y antes de que pudieran llegar a entrar alguien habló.

-Comprobar si no está utilizando aquel aparato para exterminar vampiros-dijo Jake mientras quedaba fuera y se apoyaba en la pared.

-¿Quieres que me quede contigo?-preguntó Ian con una suave sonrisa.

-Haz lo que quieras-le respondió él mientras aquel muchacho se acercaba a él y se le lanzaba a sus labios.

La habitación era amplia, una serie de fluorescentes la alumbraban con cautela mientras su techo superaba casi los cinco metros de distancia. Un hombre se mantenía de espaldas en uno de los extremos de aquella habitación. Su cabello rubio se parecía levemente al del muchacho que abrió la puerta y su forma de vestir se podía camuflar a la perfección con la de los mortales.

-¿Neth?-preguntó Orem mientras se acercaban a él.

-¡Quietos!-gritó el hombre con una voz asustada mientras se giraba y les miraba con seriedad-Acabáis de pisar unas minas antipersona, será mejor que no,…-

Antes de que pudiera terminar uno de los tres caminó ignorando las palabras del hombre. De repente una explosión los envolvió y los lanzó por el aire cada uno hacia un lado. Pasaron apenas unos segundos cuando aquellos muchachos comenzaron a levantarse al mismo tiempo que su cuerpo se regeneraba con rapidez.

-¡Emily!-gritó Orem mientras se levantaba y sacudía los pedazos de ropa que ahora le cubrían.

-Perdón-dijo ella mientras hacía algo parecido.

-¡Tienes una manía de ignorar lo que no te interesa!-dijo Ailyn con un tono un tanto divertido mientras caminaba hacia el hombre sacudiéndose los pantalones ya que el corsé no había recibido daño alguno-Y creo que me encanta-

-Me vas a ruborizar-apuntó la otra muchacha mientras se reagruparon-¡Entrar!-

Tanto el vampiro como el íncubo aparecieron bajo el marco de la puerta. Uno mantuvo la cordura mientras el otro comenzó a reírse al ver la imagen depradable de sus compañeros.

-¡Qué os ha pasado!-logró decir tras las risas al tiempo que las lágrimas caían por sus ojos.

-Hola Neth-dijo Jake ignorando las escandalosas risas de su compañero.

-Hola Jacob-

-¿Cuánto tiempo sin oír mi nombre de pila?-ironizó el muchacho mientras se extrañaba ante aquel nombre al tiempo que el hombre sonreía-No vuelvas a repetirlo-

-Qué agresivo te has vuelto pequeño-dijo mientras le daba vueltas a un destornillador que había entre sus dedos.

-¡Qué pelo se os ha quedado!-dijo de nuevo Ian entre carcajadas mientras se agarraba el estómago.

-¡Calla!-gritó Ailyn mientras extendía uno de sus dedos hacía él al mismo tiempo que un destello negro pasaba a través de sus ojos.

De repente el íncubo salió despedido por los aires golpeado por una fuerza invisible. Primero chocó contra la pared, paró en seco para posteriormente deslizarse por ella hasta caer en el suelo.

-Lo siento-dijo de nuevo-Estoy estresada-

-¿Y Hina?-preguntó Netheril.

-Con Sam-le respondió Orem mientras sus ojos se fijaban en una mota de sangre que se mantenía aun seca en el dedo índice de la bruja.

Solo ellos sabían lo que estaba pasando. El plan del licántropo estaba comenzando a funcionar a la vez que tan solo una sonrisa indicaba que todo salía a pedir de boca.






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