jueves, 18 de febrero de 2010

No temas,... tu muerte no será en vano

La muchacha cerró la puerta al entrar y observó como la puerta del aseo masculino se mantenía cerrada. Dio rápidas zancadas hasta entrar en el aseo, cuando lo hizo un hombre de larga cabellera hacia sus necesidades en un inodoro que colgaba de la pared.

-Uy me he confundido-dijo ella mientras aquella mirada la fulminaba.

-Yo creo que sí-dijo él fríamente mientras ella salía, cerraba la puerta y se introducía en el aseo femenino dejando la puerta entreabierta para observar a través de ella la salida del hombre que se resistía a salir.

-Que ¿te mola alguno?-preguntó la voz de una chica que salía de uno de los cuartos de inodoro.

Hina se giró para observarla. Una larga cabellera pelirroja hacia juego con el conjunto cobrizo que llevaba. Su cara estaba repleta de piercing, su nariz, sus labios, sus cejas e incluso en el parpado.

-Sí-dijo ella con una fría sonrisa.

-¿Quién es el afortunado?-

-Un chico de cabello castaño y ojo tapado-describió.

-El del pelo despeinado-dijo la otra mordiéndose el labio.

-No, el peinadito-dijo ella imitando la misma expresión.

-Ese tampoco esta mal-dijo la muchacha mientras observaba como alguien pasaba por el pasillo-Pues el barbudo ya ha salido del baño-

-Gracias-dijo Hina mientras salía.

-A ti guapa-le dijo la otra mientras salía con ella y se separaban en el pasillo.

Cuando entró y cerró la puerta Ian ya se encontraba esperándola con su katana en las manos.

-Has tardado-dijo él mientras hacía que su cuello crujiera-¿Preparada?-

-Hablas con Hina ¿Recuerdas?-le respondió ella mientras se colgaba la funda a la espalda y empuñaba la katana con una gran sonrisa.

De repente la música paró. En su lugar las campanadas de la torre resonaron en el interior del establecimiento. Los ojos de Jake se percataron de que el portero acababa de entrar y cerraba la puerta. Aquel grupo de personas prescindieron de sus gabardinas mientras pieles envejecidas se mostraban al público.

-¡Sentiros afortunados!-comenzó a hablar el dueño del local que se encontraba al otro lado de la barra-¡Porque hoy nos serviréis de alimento!-

-Hazlo Emily-susurró Ailyn mientras la campanada daba su penúltimo tintineo.

No pasó apenas un segundo cuando las velas se vieron sometidas a una llama. Ailyn comenzó a conjurar de nuevo en latín al mismo tiempo que las llamas tornaban negras y la estrella aparecía en su espalda.

-¿Qué haces?-preguntó una muchacha que dejaba caer su gabardina.

-¡Es una bruja!-gritó el portero mientras se abalanzaba hacia ella y el local se veía invadido en gritos acompañados de la última campanada y acallados por nueva música estrepitosa.

Justo en el momento en el que el demonio rastreador se disponía a rozar el cuerpo de la bruja, este se vio envuelto por unas llamas. Los demonios que habían llegado eran siete, dos mujeres y cinco hombres.

Una de las mujeres ignoró a la conjuradora y se abalanzó sobre uno de los mortales, ambos cuerpos cayeron en el suelo. El humano comenzó a chillar mientras la mujer abría su boca sobrenaturalmente.

Una daga de tres puntas surcó el aire humeado por el tabaco girando sobre si misma hasta impactar contra la nuca de la mujer. Esta se giró para observar como un muchacho de cabello ondulado la esperaba con otra daga del mismo estilo en su mano izquierda.

-¡A por ellos!-chilló mientras le señalaba.

Uno de los hombres comenzó a caminar mientras su cuerpo se impregnaba de escamas. Sus ojos tornaron marinos mientras aquellas escamas se desprendían por la falta de alimento. El demonio marino no dudó en abalanzarse sobre el íncubo sin apenas darle tiempo a reaccionar.

Sus grandes garras fueron detenidas por la espada de la demonio al mismo tiempo que su pierna le profería una patada para alejarle.
Ailyn terminó de conjurar, ahora los demonios tenían un destello blanquecino a ojos de sus compañeros, era un hechizo de identificación, simplemente para que los renegados pudieran distinguir a los enemigos de los inocentes.

-¡Ahora vuelvo!-gritó Emily mientras salía corriendo-Creo que me ha entrado un apretón-

-Buen hechizo bruja-dijo el portero.

-Pero,…-habló el camarero mientras saltaba la barra-¿Qué pasaría si os atacarán también los humanos? ¿Acabaríais con ellos?-sus ojos tornaron negros e hizo que los mortales le miraran a los ojos. En el mismo instante en el que los ojos humanos se toparon con los del demonio estos enloquecieron volviéndose en contra de ellos.

Uno de los humanos agarró del cuello a la bruja. Sintió como su cuerpo humano dejaba de inhalar aire. Orem se abalanzó sobre él al mismo tiempo que su cuerpo se volvía lupino desgarrando las ropas que había llevado hasta el momento. Sus garras rebanaron el cuello del humano mientras profería un aullido escalofriante.

-No pensábamos hacerlo-dijo ella-Pero si no hay otro remedio-

Otra de las mujeres comenzó a aplaudir. Su cabellera rubia resaltaba en la tenue luz acompañada del brillo blanquecino que solo los buenos podían ver.

-Bonito hechizo-dijo ella-Pero ¡no eres la única bruja, zorra!- su tacón chirrió en el suelo mientras la punta de este dibujaba el pentáculo invertido.

Orem se vio obligado a proferir un gemido lupino ya que aquel sonido le afectaba más que a cualquier partícipe de aquella fiesta. Aquella mujer de cabellos platinos comenzó a conjurar al mismo tiempo que unas manos agarraban a Ailyn y tapaban su boca.

Otro de los hombres se abalanzó sobre Hina que se mantenía forcejeando con el demonio marino. Sus puños la golpearon haciéndola volar por los aires y estampándola contra la máquina de dardos la cual le dio un chispazo. El hombre sacudió su melena haciendo que esta creciera al mismo tiempo que sus manos y pies se trasformaban en las de un felino. Aquel león demoníaco con partes esqueléticas rugió justo antes de abalanzarse a ella aun en el suelo. De repente el licántropo lo apartó de ella con un placaje al mismo tiempo que ambos salían disparados al otro lado de la barra.

El vampiro profirió un salto acompañado de su pierna estirada en patada dirigido a la cabeza de la bruja que aun seguía conjurando haciendo que aquellas manos apretaran más y más el cuerpo de Ailyn. Otro de los hombres tomó su pierna y lo lanzó hacia el televisor colocado sobre la esquina situada en la tarima. Se levantó ágilmente e hizo que sus ojos tornaran carmesíes al mismo tiempo que sus colmillos se quedaban al descubierto. Un trío de mortales se les abalanzó enloquecidos, se movió con velocidad partiéndoles el cuello a cada uno de ellos sin ni si quiera darles tiempo a reaccionar.

La mujer había cerrado sus fauces mientras aquellas dagas aceleraban el marchitamiento de su piel. Aquel íncubo se movía con velocidad pero eso cambió justo en el mismo instante en el que decidió utilizar su poder. Ian cayó al suelo mientras su cuerpo comenzaba a zarandearse propio de un ataque epiléptico. Aquella diablesa se colocó sobre él y abrió de nuevo sus fauces para comenzar su alimentación.

-¡No toques lo que no puedes comprar!-gritó Emily mientras su escopeta vaciaba uno de sus cargadores en aquella cabeza al mismo tiempo que aquel cuerpo desaparecía-O eso hubieras dicho tú-dijo mientras prestaba su mano para ayudar a levantarse.

Su cuerpo se mantenía a rebosar de armamento. Dos espadas colgadas de su espalda, una katana de menor tamaño en su pierna, dos pistolas en fundas atadas sobre sus rodillas y una ballesta colgada a lo bandolera quedando intacta en la parte trasera de su cintura.

-Gracias-dijo Ian mientras aceptaba la ayuda y se levantaba con las dagas en sus manos.

-De nada-dijo ella mientras movía el mecanismo de recarga automática de la escopeta. Sus labios profirieron un fuerte silbido.

Ian saltó en el aire al mismo tiempo que tomaba una serie de dagas arrojadizas y las lanzaba hacia la bruja que conjuraba en contra de Ailyn. Las dagas se clavaron en el cuello de la muchacha cortado su concentración y haciendo que aquellas manos desaparecieran de la figura de su compañera.

-¡Dime!-gritó Orem desnudo de nuevo en su forma humana que se mantenía golpeando al león que estaba debajo de él.

-¡He triado los juguetes!-dijo Emily mientras soltaba la escopeta, tomaba las dos espadas y se las lanzaba a su compañero-¡Pásalo bien!-

-¡Eso espero!-dijo el mientras las empuñaba en el aire hacía divertidos movimientos y después le rebanaba la cabeza al león.

-¿Qué me has traído?-preguntó Jake que se mantenía en una sobrenatural pelea cuerpo a cuerpo con el demonio que repelió su patada.

-¡He invitado a tus amigas!-gritó ella mientras tomaba las dos pistolas y se las lanzaba.

-¡Gracias!-dijo otro de los enemigos que aparecía de repente en el aire y tomaba las pistolas para disparar a la demonio ígnea.

Emily hizo arder las balas antes de que pudieran perforarlas. Aquel demonio tomó la consistencia del viento y se movió por la habitación disparando a diestro y siniestro.

Jake saltó sobre su oponente mientras este era protegido al instante por unas alas negras. Aprovechó el momento para impulsarse sobre él, volar en el aire y caer sentado sobre el pistolero. Giró las piernas con la fuerza del cuerpo e hizo que su cuello chasqueara, no estaba muerto pero ahora podía tomar sus pistolas.

-Son mis amigas-dijo el vampiro mientras le apuntaba-No las tuyas- un estruendo acompañó a aquella cabeza que salió despedida en pedazos por los aires.

Ailyn se mantenía conjurando con una de sus brazos extendidos hacia el techo. Su oponente mágico la miró con odio mientras inició otro hechizo. Era demasiado tarde, la bruja ya había terminado de conjurar y ahora unas agujas aparecían de la nada alrededor de su rostro. Sin demorarse ni un segundo las agujas comenzaron a introducirse en su perfecto rostro y después ardieron inmolando a aquella mujer. Antes de que el cuerpo cayera en el suelo las agujas tomaron la consistencia de cuervos que comenzaron a volar por el establecimiento atacando a los mortales que habían enloquecido. No tenían la culpa de sus actos pero estaban siendo castigados con igualdad.

El cabello de Hina se mantenía erizado pues la máquina de dardos le había proferido una gran descarga eléctrica, una descarga que todavía seguía corriendo por su cuerpo. Sus compañeros estaban demasiado ocupados para ayudarla a levantarse, la máquina pesaba sobre ella mientras que alguien esperaba a que se levantara.

-¿Eso es todo?-preguntó el hombre de las escamas mientras le pegaba una patada a su hermosa cara-Pues que decepción-dijo de nuevo repitiendo el movimiento.

La muchacha alzó su cabeza. Sus ojos se mantenían reflejándole con discordia, aquel rostro estaba enojado, demasiado enojado. Se levantó con rapidez, una oleada de viento surgió bajo su cuerpo e hizo que se colocara de pie, la máquina de dardos salió despedida. Se limpió la sangre que emergía de su nariz y giró la cabeza simpáticamente mientras su sonrisa ensangrentada emergía sin sufrimiento.

-Me toca-dijo ella mientras se abalanzaba hacia él. El demonio marino logró esquivar el puño de la muchacha lo que hizo que esta se colocara a su espalda, espalda contra espalda.

Con gran rapidez Hina desenvaino su katana la giró juguetona e hizo que se clavara en el centro de su espalda. No pudo evitar emitir un grito de furia al mismo tiempo que la espada ascendía por su cuerpo y le partía en dos. Posteriormente le pegó una patada giratoria haciéndolo caer en el suelo, le clavó la espada en la cabeza que se mantenía partida en dos e hizo que su cuerpo se envolviera en electricidad eliminando por completo a su enemigo.

-No deberías haber jugado conmigo-comentó Hina mientras sacudía su espada para escurrir la sangre-Yo siempre gano-

No lo pudo evitar, el cuerpo de la demonio ígnea ahora emitía grandes sacudidas acompañado de un espumarajo que emergía entre sus labios. La demonio “boca grande” no había muerto pues esa era la prueba exacta para verificarlo.

-¡Detenerla!-gritó Ailyn sabiendo que si ese ataque perdurara su compañera moriría.

-¡Estoy ocupado!-gritó Jake que se mantenía esquivando las alas de su enemigo el cual se había delatado como ángel caído. Se agachó para esquivar aquel ataque, aprovechó para intentar hacerle la zancadilla pero entonces este profirió un gran saltó ayudado por el batir de sus alas.

-¡Emily!-inició una carrera Ian mientras sus ojos se inundaban inconscientemente de lágrimas.

-¿A dónde vas?-le dijo una voz acentuada mientras aquellos brazos le agarraban.

Furioso los ojos del íncubo tornaron violáceos. Aquel hombre se lanzó sobre él, no para atacarle si no para besarle. Lentamente aquellos labios se contorneaban con los otros. Decidido el íncubo tomó una de sus dos dagas de tres puntas y la introdujo en el pecho de su enemigo. Al instante fue repelido por una gran descarga eléctrica que hizo que volara por los aires, se golpeara con la figura de la muerte y cayera semiinconsciente en el suelo.

-¡Hija de puta!-gritó Orem que se abalanzaba sobre la demonio que lentamente iba robándole la vida a su compañera.

-No puedes detenerla-dijo de nuevo aquel demonio cuyo rostro tenía rasgos orientales mientras atrapaba al hombre antes de terminar su trasformación y lo lanzaba hacía la otra punta donde le esperaba el portero.

-¡Aaaah!-comenzó a gritar Ailyn al mismo tiempo que su cuerpo se elevaba del suelo y una fuerte energía mágica explotaba haciendo volar por los aires a todos los visitantes de aquel tugurio, tanto a aliados como enemigos.

Emily se levantó débil del suelo, su rostro se contraía furioso mientras unas llamas crecían en sus ojos. Su mirada se fijo en la demonio que había intentado asesinarla y que le había faltado poco para hacerlo. Aquella muchacha comenzó a arder sin darle tiempo a reaccionar pues antes de que pudiera darse cuenta su cuerpo ya volaba por el aire en forma de cenizas.

No dijo nada solo se limitó a observar el paisaje que había cambiado durante su larga ausencia. El íncubo se mantenía inconsciente bajo la estatua de la muerte. El licántropo forcejeaba ahora con el demonio rastreador el cual había dejado al descubierto unas grandes fauces. La demonio de tormenta había tapado sus ojos con una de las patas de su pantalón y se mantenía luchando a ciegas contra el camarero evadiendo aquella mirada que haría que cayera en la locura, no lo hacía pues su enemigo había sido dañado por varias estocadas. La bruja había liberado toda su energía y ahora estaba inconsciente en el centro del establecimiento. Y finalmente el vampiro estaba siendo golpeado por aquel ángel caído.

Las alas del ángel comenzaron a arder, no quiso matarle pues quería que Jake acabara con él. El camarero se vio obligado a detenerse por las llamas mientras aquella espada le descuartizaba sin miramientos. Y justo en el momento en el cual Emily iba a inmolar al rastreador este se vio desgarrado por la furia del lupino.

-¿Qué crees que haces?-dijo de nuevo la voz del demonio eléctrico mientras le agarraba por el cuello.

-No deberías tocarme-pronunció al mismo tiempo que su labio superior era tocado por una pequeña gota de sangre proveniente de su nariz.

Emily salió despedida tras un fuerte contacto eléctrico al mismo tiempo que su enemigo desaparecía a causa del fuego.
No trascurrió mucho tiempo cuando los colmillos de Jake se vieron impregnados por la sangre de su enemigo el cual no pudo esquivar aquel ataque.


-¡Se acabó!-dijo Emily que se levantaba mientras la música desaparecía al mismo tiempo que el aparato que la producía ardía-¡Nos vamos!-

El vampiro tomó al incubo en brazos. Sus ojos carmesíes tornaron cobrizos a la vez que su rostro se contraía triste al ver a su compañero sin reacción. Hina sonrió al haber acabado con su enemigo mientras se quitaba aquel cuero que hacía función de venda.
Todo había salido a pedir de boca. Habían logrado acabar con una pequeña porción de enemigos, aunque no todos habían salido victoriosos.

-Ya viene-susurró Ailyn mientras su cuerpo se movía de un lado hacía otro aun con los ojos cerrados.

-Ey-le acarició la demonio ígnea que se arrodillaba junto a ella-No pasa nada. Todo ha terminado-

Aquellos ojos verdes aparecieron tras unos parpados blanquecinos. Las lágrimas recorrían sus pómulos en preocupación.

-Está aquí-dijo mientras una sombra se colocaba detrás de la puerta.

-¡Hay que lagarse!-gritó Hina cerciorándose de que la bruja había sentido aquella energía demoníaca que ahora ella sentía.

-¿Qué es eso?-preguntó Ian desde los brazos de Jake.

-Peligro-dijo Orem mientras los seis se adentraban en los baños.

La bruja se introdujo la primera en los conducto de ventilación con ayuda del lupino.

-¿Hina?-preguntó el íncubo mientras era ayudado por el licántropo para subir.



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