domingo, 28 de febrero de 2010

En ocasiones la espera merece la pena

Ailyn abrió los ojos. Ya no estaba bajo la estantería ahora se encontraba al pie de la última escalera, alguien le había separado de su enemigo pero aun no su tacto se mantenía desaparecido. Sus ojos verdes observaron como dos sombras se golpeaban, chocaban de un extremo al otro de la sala para luego mostrar sus siluetas humanas.

Orem saltó de nuevo con “Coloso” desenvainado e hizo chocar su espadón con a la espada de su enemiga. No podía dejar que sus manos le tocaran, ni siquiera que le rozaran si no perdería su tacto para siempre.

La capitana engañó a Orem para que su fuerza se decantara por su espada. Soltó su arma y acercó sus manos hacia él pero algo extraño ocurrió. El brazo del muchacho se cubrió de roca justo en el mismo instante en el que ella intentó tocarle.

-¿Qué es esto?-preguntó ella.

Sin decir nada Orem dirigió su espada hacia su enemiga que logró esquivar el curso de la hoja encogiéndose para coger más peso y dejarse caer. Pero alguien la esperaba en el suelo, Ailyn la tomó de la cabeza, sus pies se separaron del suelo mientras sus manos comenzaron a envolverse de energía negra, aquella descarga mágica hizo que los poderes de la demonio del sentido del tacto fallaran durante un segundo para cortar el influjo que existía entre ambas.

No pudo matarla pues la capitana era más fuerte que ella pero pudo liberarse de aquella maldición pudiendo conjurar con total libertad.

-¡Orem!-gritó Ailyn mientras se apresuraba a auxiliar a otro de sus compañeros-¡Es toda tuya!-

El muchacho se abalanzó al mismo tiempo que ella. Su espada se vio detenida por las manos de su enemiga. Golpeó con su pierna envuelta en roca maciza a la muchacha y antes de que pudiera escapar la atravesó con la gruesa hoja de “Coloso”. Había sido una estocada espléndida pues apenas había tardado en seccionarla,… esa velocidad había sido una gran sorpresa ya que sus anteriores movimientos habían sido lentos reflejando la pobreza de velocidad ante la fuerza.


La estrategia había sido simple. El licántropo había podido acabar con ella mucho antes, si hubiera querido. Pero si lo hubiera echo la maldición que había acaecido sobre Ailyn no se habría disipado así que decidió alentar sus movimientos para darle falsas esperanzas, tras haber salvado a la bruja esconder su verdadero potencial era una pérdida de tiempo y precisamente era eso de lo que carecía Salamanca, de tiempo.

Orem se giró mientras cuatro de sus sentidos se percataban algo de lo que su vista no podía cerciorarse. Había algo que se ocultaba de ellos, alguien que se preparaba para una emboscada.


-Ha llegado el momento-susurró Ailyn tras esquivar una de las manos de Hina que intentaban tocar algo que la guiara por su pasillo.

-¿Estás segura?-preguntó ella.

-Sí-dijo-No te preocupes por ellos su protección es cosa mía ¿Aprecias nuestras vidas?-

Los ojos oscurecidos de la demonio se tornaron reflectantes de nuevo mientras la lluvia la cual había empapado cada resquicio de sequedad en el almacén cesaba. Hina suspiró al mismo tiempo que los rayos caían a gran velocidad sobre la habitación. La electricidad corrió por la fibra de agua eliminando el factor sorpresa de aquellos demonios similares al camaleón.

“Coloso” surcó el aire y se introdujo en el cuerpo de aquella criatura de apariencia humana pero de andares similares al de un animal. El cuerpo del “camaleón” se tornó marrón mientras su cuerpo se deshacía como si se tratara de arena. Antes de que Orem pudiera recoger la hoja de su espadón dos de aquellos enemigos le amarraron por ambos brazos. Sus lenguas emergieron de sus bocas y comenzaron a rodear el cuerpo del muchacho. Ahora su cuerpo humano se mantenía protegido por una fibra rocosa que desapareció en el mismo momento en el que a causa de la presión que ejercían aquellas criaturas en sus brazos se vio obligado a prescindir de su arma.

-¡Joder!-gritó Orem antes de que aquellas lenguas le recubrieran y acallara sus gritos.

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Ian caminaba sigiloso, no escuchaba nada por lo que tampoco quería que le escucharan. Había observado como aquella descarga de rayos había sucumbido la habitación y antes de que uno de ellos pudiera golpearle una burbuja semitransparente le protegió.

Sus ojos aun más brillantes que antes esperaban el momento justo para atacar al capitán que había eliminado temporalmente su sentido del oído. No podría apreciar los sonidos pero aun conservaba sus otros cuatro sentidos. Saltó a la estantería de al lado al mismo tiempo que sus ojos divisaban a sus compañeros, no quería pedirles ayuda, esta era una lucha por su orgullo.

Una mujer salió corriendo por aquel pasillo. No la conocía por lo que su mente caviló sobre otra enemiga. Se dejo caer para colocarse a su espalda y apuntó con su protector para que una de aquellas agujas saliera disparada segundos después en dirección a su nuca.

De repente la aguja rebotó en lo que parecía ser una espada. El enemigo que le había atacado segundos antes se encontraba ahora frente a él ayudando a escapar a su otra enemiga. Los labios de su enemigo vocalizaron algo que Ian ignoró pues la estrategia que su compañero le había comentado horas antes ahora se ponía en funcionamiento.

Aquellos ojos brillantes y violetas indicaban que las características más exclusivas del íncubo se estaban poniendo en funcionamiento. Su cuerpo comenzó a segregar lo que parecía ser una especie de energía demoníaca, era transparente por lo que no se podía apreciar a simple vista. Los ojos de su enemigo permanecieron absortos mientras su cuerpo comenzaba a sentir una fuerte atracción por él, su mente cavilaba en como podía divertirse sexualmente con aquel muchacho de cabello rizado.

Ian comenzó a caminar con total tranquilidad. Poco a poco sus oídos recobraban las melodías del lugar. El íncubo esbozó una sonrisa muy seductora, una de esas sonrisas que se mostraban en su rostro cuando se sentía orgulloso de si mismo.

Su cuerpo casi rozaba el de su enemigo. Su brazo comenzaba a extender al mismo tiempo que una aguja emergía lentamente de aquel protector plateado con elegantes tallado en él. El encantamiento de atracción expiró antes de lo previsto, la aguja no consiguió penetrar en su enemigo y aquella criatura hizo que su espada se moviera rápidamente hacia el íncubo. Con una temible agilidad Ian tomó la empuñadura de la espada de aquel capitán sin llegar a rozar su piel, hizo un movimiento con ella y llevó la hoja hasta el cuerpo de su enemigo con su mano a rastras. Ni si quiera el propietario de la espada tuvo oportunidad para librarse pues su propia espada acababa de asesinarlo.


-¿Estás segura de lo que vas a hacer?-preguntó Orem mientras agarraba los brazos de su compañero entorno a las dos muchachas.

-Es la única forma de que Hina pueda ver-respondió Ailyn mientras sus pupilas se dilataban por todo el ojo y el pentáculo invertido con la cabeza de cabra resplandecía a medias en su espalda ya que el corsé tapaba parte de él.

-Hazlo ya por favor-suplicó la demonio de tormenta.

La bruja comenzó a conjurar en latín mientras sus dos compañeros entonaban una aterradora melodía sin letra. Lentamente Ailyn se acercó a su compañera y justo en el mismo instante en el que acabó de conjurar sus labios se entrelazaron con los de ella uniéndose como uno solo.

-Me marcho un momento-dijo la voz de Emily en un tono claramente irónico mientras aparecía a través de las estanterías junto al vampiro-¿Y ya me has buscado sustituta?-



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