domingo, 21 de febrero de 2010

El motor ruge al mismo tiempo que ellos,... corre un grave peligro

Las llaves ya estaban puestas cuando Emily se subió a aquella preciosa moto de carretera negra. Era la segunda moto que montaba y parecía que lo había hecho durante toda su vida.
Giró las llaves en el contacto y arrancó el vehículo mientras aquellos pasadizos se inundaban en violentos rugidos producidos por el motor.

-Allá vamos pequeña-susurró mientras se agarraba a ambos manillares y su pierna derecha quitaba la pata que la sostenía de pie-No me falles-

Cambió de velocidad sin demora mientras se incurvaba para que el acelerar se hiciera más ameno. Giró hacia la derecha en el primer pasillo y hacia la izquierda en el segundo. Se podía apreciar como su temperatura ascendía más e la cuenta a cuenta de la adrenalina.

Sus ojos los cuales se ocultaban tras los cristales circulares de aquellas gafas de sol descubrieron como aquel pasillo, al cuál se había adentrado en la sexta velocidad y con ayuda de su pie izquierdo, se encontrada visitado por una gran cantidad de demonios. A simple vista se podían ver como mujeres vestidas con ropa de calle la miraban alarmadas, hombres de gran estatura y esbelto cuerpo dejaban mostrar sus grandes fauces lupinas, había otras siluetas de menor estatura algunas volando gracias a pequeñas alas de insecto y otros en el suelo.

-Aquí empieza mi partida-susurró ella de nuevo mientras aceleraba llevando al límite aquella moto de carretera.

No paso desapercibida. Algunos de aquellas criaturas fueron arrolladas por las gruesas ruedas de la moto mientras otras las esquivaban y las que se resistían eran inmolados por ella misma.

De nuevo giró a la derecha esta vez viéndose obligada a apretar el freno, girar y ayudarse con la pierna derecha para hacer más limpio el giro. Movió un poco la cabeza para mirar de reojo como aquellas figuras enloquecidas aparecían a través de la curva corriendo. Ya no había mujeres si no bestias, algunas eran vampiros, otras súcubos pues sus ojos eran parecidos a los de Ian y otras muchas habían hecho cambiar su cuerpo al de un lobo. Ya no había hombres si no aterradoras criaturas, la gran mayoría eran licántropos, otros eran rastreadores pues su cuerpo andaba ahora a cuatro patas y de su espalda emergían dos extremidades muy parecidas a tentáculos pero sin llegar a serlo, y el resto se mantenían combatiendo con su mirada ardiente la protección ígnea de la demonio, es decir, ellos intentaban hacerla arder pero ella reprimía aquel fuego con otras llamaradas. Y finalmente aquellas criaturas que habían parecido adorables ahora eran los que mas respeto imponían, muchos habían desaparecido trasportándose en forma espiritual y llegando casi a rozar a Emily, otros volaban como mosquitos junto a la demás muchedumbre y el resto se limitaba a chillar mientras sus pequeñas piernas de vampiro intentaban alcanzarla.

Su nariz dejó caer pequeñas gotas de sangre mientras las llamas que intentaban inmolarla se extinguían una y otra y otra vez. En su mente se repetían una y otra vez aquellas palabras de su compañero en forma de lo que ellos entendían como estrategia pero lo que otros tachaban de locura.

Giró de nuevo a la derecha sus enemigos estaban cada vez más cerca pues lo que la inmortalidad había entrenado no se podía combatir con un vehículo de hace dos siglos. Allí estaba, allí estaba esa puerta de metal entre muchas, allí estaba lo que podía ser su salvación ¿o su suicidio?

Hizo que la moto se pusiera a dos ruedas mientras la rueda delantera golpeaba la puerta haciéndola caer destruyendo sus quicios oxidados. Se detuvo un momento, la moto no paraba de rugir pero necesitaba que aquellas criaturas aparecían girando la curva y la vieran adentrarse en aquel pasadizo.

-¡¿Qué pasa?!-gritó ella un tanto irónica-¿¡No podéis pillar a la liebre!?-

Eso hizo que los caninos avanzaran más rápido. No dudo en acelerar de nuevo y ascender por un pasillo en cuesta. Allí todo estaba oscuro por lo que se vio obligada a encender las luces cortas del vehículo y seguir ascendiendo bifurcando su destino en uno de los tres pasillos que se abrían.

Aquellos gruñidos se oían cada vez más cerca. Cuando giró su cabeza de nuevo observo como un hombre-lobo se abalanzaba sobre ella. Se limitó a hacerle arder con su mirada antes de que la saliva de este rozara la coleta castaña de la muchacha. Su piercing comenzó a centellear rojo pues la temperatura de la demonio había ascendido en aquel sorprendente encuentro.

Un largo pasillo recto deslizaba con suavidad las ruedas de la moto de carretera mientras aquella cantidad incontable de enemigos aparecía a su espalda. Eran demasiados, demasiados para combatirlos ella sola. Su misión se había completado hasta el momento, al menos los había alejado de sus compañeros.

Antes de cruzar la gran puerta de madera que hacía terminar el pasillo, Emily giró la moto para llegar a frenarla y poder mirar por encima de sus gafas como sus enemigos aparecían en forma de estampida. La puerta se vio reducida a cenizas segundos antes de que la muchacha apareciera con la moto por debajo de su marco.

El silencio de los cimientos de la antigua catedral salmantina se vio sometido a un gran rugido proveniente de aquella moto de carretera. Las velas se encendían con rapidez al paso de la motera mientras sus enemigos envolvían cada recoveco de la catedral.

Emily pudo observar como alguno de los licántropos se movían ahora por las paredes. Callejeó a través de los bancos para poder esquivar algún que otro ataque y aceleró al máximo para subir las escaleras de piedra que comunicaban las dos catedrales. Allí se llevó la sorpresa, logró escapar de otra serie de ataques callejeando por los diferentes pasillos de la catedral moderna pero lo que no pudo hacer fue escapar de aquellos enemigos que ahora la rodeaban tanto por tierra como por aire.

Con la ayuda de uno de sus dedos hizo descender con sutileza las gafas de cristal circular para observar por encima de ellas como los enemigos ansiaban acabar con ella. Ya no había otra oportunidad, ya no había ningún modo de escapar, ahora tendría que combatir.

Ascendió la pierna con la que evitaba que la moto cayera y aceleró de nuevo. Cuando vio oportuno el momento saltó hacia atrás de ella dando una elegante pirueta aérea mientras desenvainaba la espada y la moto explotaba eliminando unos cuantos enemigos que ahora eran sustituidos por otros cuantos.

La demonio ígnea cayó al suelo ilesa al mismo tiempo que colocaba su espada en posición de ataque. En aquellos momentos la tomaba con las dos manos pero podía hacerlo con una sin problema.

Poco a poco los enemigos fueron abalanzándose hacía ella. Las primeras estocadas fueron limpias, los enemigos que no perecían bajo la hoja de la “Escupe Fuego” eran sometidos a una inmolación demoníaca producida por al mirada de la muchacha.

Las segundas estocadas se vieron acompañadas por fuertes patadas que hacían que sus puntos muertos fueron cubiertos a la perfección. De repente uno de sus enemigos la agarró por una de sus piernas y la lanzó al aire obligándola a soltar su espada y a hacer que su cuerpo comenzará a girar sobre si mismo inconscientemente. Aquel mismo rastreador tomó la espada de su enemiga y saltó para cortarla antes de que esta llegara al suelo. Obtuvo su sorpresa, la espada alcanzó una temperatura demasiado alta como para poder seguir empuñándola.

Emily retomó a compostura en el aire y tomó a su enemigo ahora desarmado para lanzarlo y hacer que chocara con fuerza contra el suelo y contra todo aquel enemigo que se interpusiera. Se estiró en el aire para bajar con más velocidad tomar la espada antes de caer al suelo y proferir una gran estocada circular para apartar a sus enemigos en un radio un tanto corto.

Los ojos ardientes de la muchacha observaron como la hoja de su espada tornaba rojiza como si estuviera ardiendo. No era ella quien la infundía ese calor al menos no por los ojos. La temperatura que la demonio generaba con su cuerpo era lo suficiente como para calentar la hoja de la espada. Esa temperatura poco a poco iba ascendiendo a cuenta de la adrenalina.

De nuevo combatió a sus enemigos unos más costosos que otros mientras su espada se enrojecía más y más. Inconscientemente colocó la espada en línea recta y accionó una especie de botón que había observado con anterioridad. De repente una fuerte llamarada salió disparada de esta al mismo tiempo que la hoja de la espada se reducía a cenizas.

-De ahí tu nombre-comentó Emily sonriente mientras aquel fuego intenso calcinaba a los enemigos a los que apuntaba mientras aquella hoja desaparecía.

Cuando aquel truco terminó uno de sus enemigos, una vampira aprovechó para abalanzarse hacia ella con la única ayuda de sus garras. Antes de que aquellas uñas cortantes pudieran tocarla otra hoja emergía de la espada y las bloqueaba.

-Netheril y sus sorpresas-dijo de nuevo mientras una gota de sangre acompañaba a otras cuantas deslizándose por la comisura de sus labios siguiendo un camino dibujado desde su nariz. Una serie de llamas eran ahora combatidas unos metros detrás de ella, no podía permitir que sus enemigos ígneos la reducieran a cenizas

Su temperatura ascendió más cuando aquellas criaturas comenzaron a abalanzarse sobre ella mientras los demonios de su misma especie la atacaban a traición. Sus ojos se percataron de que otro botón descansaba bajo el signo del fuego. Secundando otra sorpresa apuntó a uno de sus enemigos y sin demorarse lo pulsó.

De repente la hoja de la espada salió disparada. Silbó sobre el viento e impactó sobre uno de ellos haciendo que su cuerpo saliera disparado por los aires a cuenta del fuerte impacto que lo había producido.

-¿Serán limitadas?-se dijo para si misma mientras otra hoja aparecía.

A penas pasaron unos minutos cuando sus enemigos perecieron en la batalla. No salió intacta pues los cortes se repartían por sus brazos, uno de los licántropos la había mordido en la cintura antes de ser calcinado por unas cenizas.

El agotamiento que su cuerpo experimentaba hizo que se arrodillara en el suelo apoyándose en la “Escupe fuego” al mismo tiempo que sus labios proferían leves jadeos.




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