domingo, 7 de febrero de 2010

Una mirada basta para quedar bajo su influjo

-¡Hola Orem!-saludó Hina un tanto efusiva mientras sus ojos se fijaban a la silueta de un muchacho aparentemente de la misma edad que ellos.

El chico se mantenía tumbado boca abajo en el suelo, sus piernas se arqueaban hacia arriba mientras sus ojos no podían apartar la mirada de un libro. Sus cabellos oscuros habían crecido a lo largo de los años, ahora aquella melena casi tocaba sus hombros. Vestía únicamente unos pantalones cortos y negros. Su cuerpo desnudo mostraba un físico envidiado por muchos de los mortales, sus músculos se repartían a la perfección por todo su cuerpo mientras en sus pectorales asomaba con delicadeza una pequeña mata de pelo negro.

-¿Qué tal ha ido?-preguntó él mientras pasaba la página.

-Sin más-respondió Jake mientras cruzaba lo que parecía ser el salón.

-¿Te los ha vuelto a robar?-preguntó Orem a la vez que sus ojos pasaban de una hoja a la otra.

-Sí-respondió el muchacho tras una carcajada.

-No ha sido para tanto-habló Hina mientras prescindía de la vaina de su espada y se lanzaba sobre uno de los sillones.

-Nunca es para tanto- bromeó el muchacho de torso desnudo mientras el vampiro se introducía en el pasillo.

...


El agua se deslizaba con cautela sobre aquel perfecto cuerpo. Aquella figura desnuda parecía salida del cuadro de un buen pintor. Sus cabellos oscuros se arremolinaban los unos con los otros en forma de débiles rizos que poco a poco iban perdiendo su forma a causa de la acción del agua.

Los ojos color aceituna de aquel muchacho permanecían ocultos por sus párpados. Sus labios rojos y apetitosos dejaban caer gotas de agua mientras sus pies cubiertos hasta los tobillos sentían el agua con más intensidad.

Aquella habitación estaba también alumbrada por antorchas, había las suficientes como para alumbrar cualquier recoveco oscuro de aquella cueva. Una puerta de madera ocultaba lo que se podía llamar aseo. El agua emanaba de la humedad de la ciudad, aunque pareciera mentira se purificaba a través de las rocas y caían hasta un pequeño lago en cuya parte final había una pequeña apertura cuya función era sacar el agua de la cueva y llevarla al río Tormes.

Aquella piel rosada cuya edad aparente no era más que la de un adolescente se estremeció cuando una brisa caminó hacia la habitación. Aquel aire transparente a la mirada de cualquier ojo sacudió con sutileza las llamas de las antorchas. Recorrió con cautela la lámina de agua para posteriormente envolver el cuerpo inmortal de Ian.

Sus párpados se abrieron suavemente dejando ver unos ojos marrones ya que la luz no podía mostrar la leve verdosidad que residía en aquellos ojos humanos. Una delicada fragancia acompañó a la brisa rozando con delicadeza el sistema olfativo del muchacho mientras sus labios esbozaron una pequeña sonrisa.

Un muchacho apareció tras el fenómeno. Su ropa negra comenzó a deslizarse por su cuerpo marmolítreo dejándolo completamente desnudo. Sus pies esquivaron con gracia las ropas tiradas en el suelo al mismo tiempo que se introducía en el agua. No podía sentir la temperatura del agua tan solo el rozar delicado de esta. Sus zancadas eran elegantes al igual que su cabello azabache que se mantenía despeinado sobre su cabeza.

Aquel cuerpo inundando en perfección se deslizó sobre el agua que poco a poco iba cubriendo más, hasta llegar a sus tobillos. Ambos cuerpos se juntaron sin llegar a penas a rozarse, la mirada aceituna del muchacho de piel rosada se cruzó con aquellos ojos marrones oscuros. El contraste que existía entre ambos cuerpos era exagerado pero aquello no importaba, no ahora.

Jake colocó sus manos alrededor del muchacho. Sintió como aquella piel rosada se estremecía ante su propio frívolo tacto, pero no podía hacer nada para remediarlo.
Su compañero de cabellos rizados colocó una de sus manos en su cintura mientras con la otra acariciaba con delicadeza el rostro marmolítreo del vampiro. De repente aquellos labios color nieve se juntaron con los de Ian, había sido condenado. Podría haber huido, podía haber evitado crear esa fijación con él pero ahora era demasiado tarde, aunque no quisiera tendría que esperar a que el íncubo terminara su actuación.

La lengua del demonio atravesó el limité que separaba una boca de la otra. Primero llegó hasta casi la campanilla y segundos después comenzó a juguetear con la lengua del vampiro mientras ambos cerraban los ojos bajo el chorro de agua.

Las extremidades de Jake se deslizaron desde la espalda hasta la comisura de sus nalgas y justo en el momento en el que sus manos saboreaban con lujuria aquel cuerpo demoníaco, estás ejercieron una presión sobre ellas para atraer ambos cuerpos aun más.

Los labios de Ian se separaron de los de su compañero, ahora su lengua buscaba otra finalidad. Con suma lentitud su comenzó a descender mientras su músculo envuelto en saliva recorría su torso desnudo sin importarle lo frío que estuviera. Su objetivo pasó de ser la parte más importante de sus pectorales ha decantarse al único punto fuerte que existía bajo su cintura. Podría haber huido, podía haber evitado crear esa fijación con él pero ahora era demasiado tarde.





















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