martes, 9 de febrero de 2010

No bajes la guardia si no quieres morir antes de tiempo

Su compañero le esperaba allí. La mirada de Ian contemplaba aquellos dedos que habían comenzado a perder su carne horas atrás, si no se alimentaba en dos días pertenecería a las cenizas del pasado, como el resto de sus compañeros. Sin demorarse ni un segundo más sus piernas retrocedieron unas zancadas para coger carrerilla.

-La misión es clara-dijo Emily una vez reagrupados-Cerciorarnos de que el hechizo de rastreo surtió efecto-

Giraron hacia la derecha para encontrarse frente a una calle de piedra que se bifurcaba en dos. Cruzaron la carretera cuando tuvieron la oportunidad y tomaron el segundo camino sabiendo con certeza que el anterior les conduciría de nuevo hacia la guarida.

-¿Emily?-dijo Ian con un tono de preocupación.

-Tienes que alimentarte-comentó ella justo en el mismo momento en el que él acabó de formular la pregunta.

-¡¿Tanto se me nota?!-preguntó alarmado temiendo que su belleza cayera en picado.

-No, tranquilo-respondió ella mientras pasaban junto a un hotel construido en unas viejas ruinas.

-Entonces ¿Cómo lo has sabido?-

Sin decir nada la muchacha se adelantó unos pasos dejando atrás a su compañero. Sus manos apartaron la coleta de su nuca y la deslizaron hacia adelante. Unos huesos sobresalían al final de su columna vertebral, como si la piel que los había cubierto durante tanto tiempo ahora comenzara a marchitarse.

-Nos hemos citado a media noche-habló Ian tras tanto silencio cuando la alcanzó. Ahora ambas miradas se fijaban a un grupo de jóvenes que se dirigían a las discotecas más animadas de la ciudad, todas ellas colocadas a lo largo de un mismo perímetro-¿Tendremos tiempo para hacerlo?-

-Recuerda para que hemos venido-dijo la muchacha eliminando temporalmente su hambre y la de su compañero.

El sonido de los coches inundaba la ciudad mientras aquellas dos criaturas oscuras ascendían por una escalera de piedra. Ahora se encontraban en una pequeña plazoleta sobre un puente donde pasaban los automóviles para llegar a una de las grandes calles principales.

Era extraño allí arriba se respiraba otro aire. No había nadie pues habían escogido otros caminos para llegar a sus destinos, no se escuchaba nada, era como si la ciudad se hubiera visto obligada a callarse.

De repente un chillido cambió esa imagen de Salamanca, esa imagen que había durado apenas unos segundos. Los muchachos ascendieron los últimos peldaños con más rapidez.

-¡Qué alguien me ayude!-se oyó el grito de una mujer cuya garganta se veía ahogada-¡Por favor!-

-Pero ¿que coño?- comentó Ian mientras aquellos pares de ojos se fijaban a la imagen aterradora.

Un varón de hermosa escultura se mantenía sobre las curvas de una mujer. Ella no paraba de gritar mientras sus ojos se fijaban en la boca de su atacante. Unos puntiagudos dientes asomaban a través de los labios de aquel hombre mientras su boca se iba abriendo cada vez más, tanto que ahora daba la imagen de algo paranormal.

-¡Eh tú cara cepo!-le llamó la atención Emily mientras caminaban hacía ellos.

Una mirada imponente se fijó en los ojos humanos de aquella muchacha. Aquel demonio abandonó su presa y comenzó a andar de una forma peculiar hacía la muchacha. Se mantenía incursado de tal manera que sus extremidades se estiraran lo máximo posible e imitaba la forma de una araña.

-Atiende a la humana-dijo la demonio ígnea mientras Ian rodeaba a su enemigo y este pasaba de largo. Emily no pudo evitar sentir picores por todo su cuerpo, pudo ignorarlos los tres primeros segundos pero después tuvo que rascarse-Puta fobia humana- maldijo la mente de la humana a la que pertenecía-

Aquella abominación se abalanzó sobre ella, no pudo apartarse y se vio obligada a caer bajo él quedando en una postura no muy alejada de la que estaba su presa anterior.

-No tenías que haber venido-dijo aquel hombre mientras una gota de saliva emergía de su boca y caía en el hombro de la muchacha-Ahora…-

Mientras su enemigo formulaba sus palabras Emily introdujo su mano con suma rapidez en el interior de uno de sus dos botines sin tacón y sacó un pequeño puñal.

-No me interesa-dijo mientras con fuerza clavaba el cuchillo de monte en la frente de su enemigo. Sabía que podría regenerarse, sabía que ahora era el turno de que él atacara pero ella jugaba con un punto extra.

Antes de que su enemigo pudiera hacer nada sintió como sus extremidades comenzaban a arder. La muchacha consiguió escapar de sus zafaduras y alejar al demonio con una patada limpia en su cara, posteriormente las llamas lo consumían por completo mientras unos ojos llameantes lo miraban con desprecio.

-¿Está bien señorita?-preguntó Ian mientras prestaba su mano a aquella damisela para ayudar a levantarla. No tomó su mano, tan solo se limitó a reír a carcajada limpia.
-Se ha traumatizado-dedujo Ian mientras se colocaba al lado de su compañera al mismo tiempo que aquella muchacha se levantaba por sus propios medios.

-¿Así que es verdad?-preguntó la muchacha mientras los miraba-Aun existen demonios que se niegan al sometimiento de nuestro maestro-

-¡Atrápala!-gritó Emily intuyendo las intenciones de su nueva enemigo mientras milésimas de segundo después aquella damisela se echaba a correr en dirección al precipicio que marcaba el puente y la carretera de debajo.

Ian salió tras ella, su velocidad era digna de admiración pero su enemiga estaba a su mismo nivel y contando con que ella había iniciado sus movimientos tiempo antes, el muchacho quedaba atrás.

La mujer se lanzó al vacío, su cuerpo estaba estirado mientras sus manos se abrían en forma de ángel. Ian no lo dudó, cogió impulso para saltar el pequeño muro de piedra que evitaba que los ciudadanos se cayeran cuando quisieran asomarse. Su cuerpo se precipitó de cabeza mientras poco a poco iba cogiendo más velocidad que ella. Los metros que quedaban para llegar al suelo se iban reduciendo con exactitud. Cuando estaba lo suficientemente cerca el íncubo dio una vuelta para colocarse de pie a ella y poder proferirle una patada. Justo en el momento en el que su extremidad estuvo a punto de rozar a su enemiga, esta tomó la consistencia de humo desapareciendo con ayuda del viento.

-¡Joder!-maldijo el muchacho molesto mientras se mantenía agachado en la carretera frente al arco y su puño se fijaba al arcén con furia.

-¡Ian!-gritó Emily desde el arco mientras su rostro contraído en preocupación rozaba el corazón mortal del cuerpo del demonio.

-¡Mierda!- maldijo de nuevo cuando escuchó un claxon que hizo que sus ojos observaran aquel autobús sin darle tiempo a reaccionar.



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