miércoles, 24 de febrero de 2010

Abre los ojos

-¡Allí está!-gritó la voz de un hombre que aparecía con otros dos compañeros frente a él. Aquel grupo de miradas doradas mientras en sus manos relampagueaba lo que se podía nombrar como contacto electrizante.

Antes de que pudieran moverse sus cuerpos quedaron paralizados tras el contacto de aquel destello negro que se movió tras de ellos. Hina se mantenía incurvaba hacia delante mientras su brazo se estiraba hacia atrás, representaba la imagen de un samurai oriental.

Su katana era deslumbrante, el mango era negro pero en la parte inferior de este caía lo que parecía un llavero con una bola pequeña en él. Si te acercabas podías cerciorarte de que la bola representaba un reloj pues dos agujas permanecían talladas en él. En su hoja relucía un texto demoníaco en el cual se podía traducir su nombre “La Paralizada”.

No se demoró. Se incorporó, miró a su compañero mientras su rostro se contraía infantil al mismo tiempo que una sonrisa aparecía en él. Con perfeccionados movimientos fue eliminando a cada uno de sus enemigos mientras su espada iba de un lado hacía el otro rebanando cabezas que quedaban suspendidas en el aire ya que aquel parálisis no había expirado,… aún.

Hina se colocó delante de ellos. Hizo una serie de movimientos divertidos con la katana dejando el llavero a merced de estos y la envaino en su espalda al mismo tiempo que flequillo desfilado era sacudido por leves brisas. Justo en el mismo instante en que la espada quedó perfectamente envainada, los cuerpos de sus enemigos se desplomaron en el suelo.

Antes de que pudieran descansar una serie de criaturas aparecieron al final de la calle. Caminaban extrañamente a cuatro patas mientras sus cráneos calvos dejaban mostrar su cerebro. Sacudían sus largas lenguas de un lado hacia el otro mientras en su espalda aparecían púas que no tardarían en lanzar.

Ian se colocó en posición de ataque mientras Hina retrocedía con su katana empuñada hasta su lado.

-No dejes que sus púas te alcancen-comentó el íncubo mientras hacía que aquellas criaturas sintieran atracción hacía él.

-Lo sé-dijo ella observando como se detenían fijando sus ojos en su compañero como si fuera un pedazo de carne al que no podían atacar-Su veneno es mortal-

Aquel encantamiento expiró dejando aquellas criaturas a merced de su propia voluntad. Las púas salieron despedidas hacía ellos y si no hubiera sido por aquella barrera invisible hubieran caído con certeza.

Una silueta descendió del cielo mientras unas alas demoníacas se agitaban para mejorar su vuelo. Ailyn comenzó a lanzar pequeñas bolas de energía que eliminaron a dos de sus enemigos antes de caer al suelo.

Las alas se encogieron quedando elegantemente en la empuñadura de la espada la cual se mantenía envainada en su espalda. Las criaturas oscuras se abalanzaron sobre ella. Con rapidez empuñó su espada de hoja curva y comenzó a dar rápidas estocadas que pillaron a sus enemigos por sorpresa.

Solo quedó uno en pie, un demonio que ahora iniciaba su huida a gran velocidad. Ailyn lanzó su espada y dejó que la criatura que se mantenía en su interior batiera sus alas para que aquella hoja fulminara a su enemigo.

-¿No dijiste que querías un poco de acción?-preguntó la bruja mientras la espada regresaba a su vaina con libertad.

-No me refería a esta acción-respondió Ian mientras miraba extrañado a “La Poseída”.

-Entremos-comentó la demonio de tormenta mientras envainaba de nuevo su espada y se dirigían a la puerta del almacén.

El muchacho tomó la puerta y comenzó a ascenderla sin esfuerzo. Para su sorpresa la entrada se encontraba invadida por una serie de demonios los cuales se mantenían bebiendo cerveza y divirtiéndose sin intuir que iban a ser emboscados.

-¿Hay algún hueco libre en esta fiesta?-preguntó Ian juguetón mientras se colocaba en posición de ataque.

-¡Intrusos!-gritó uno de ellos.

La batalla comenzó justo en el momento en el que los buenos desenvainaron sus armas.

Ailyn empuñó su espada de hoja curva al mismo tiempo que aquellas alas demoníacas se movían con entusiasmo. Primero eliminó a tres enemigos que le atacaron por la izquierda. Después a los de la derecha y entonces ocurrió. No pudo cerciorarse de que una serie de enemigos la atacaban desde uno de sus puntos muertos, antes de que sus armas pudieran impactarla las alas de su espada se abrieron cubriéndola de arriba abajo y volviéndose inmensamente resistentes. Extendió su mano izquierda al mismo tiempo que la estrella invertida centelleaba en su espalda, sus enemigos explotaron en un mar de sangre. Cuando vio que sus elegantes estocadas evitaban el acercamiento de los otros enemigos que ahora rodeaban a sus compañeros decidió utilizar uno de aquellos extras que escondía “La Poseída”. Lanzó la espada, esta comenzó a girar sobre si misma y comenzó a eliminar a los enemigos que cerraban aquel círculo.

La espada de su compañera hizo que dos de aquellos enemigos no pudieran tocarle. Ian agarró a cabeza de uno de ellos y la inclinó hacia delante para golpearla contra su rodilla y segundos después dejar que la aguja emergiera de su protector y se introdujera por su torso. Un nuevo grupo de enemigos se abalanzó sobre él, solo tuvo que accionar unos botones interior en los protectores para que unas hojas recorrían el lateral externo de su brazo. Con una serie de ágiles golpes eliminó a sus enemigos. De repente dos enemigos se acercaron en un mismo instante. En un movimiento de acto reflejo se lanzó al suelo y haciendo el pino hizo que las cuchillas de sus botas emergieran para cortar a sus enemigos al mismo tiempo que él giraba sobre si mismo con la fuerza de sus brazos. Cuando se reincorporó otro enemigo completamente diferente se vio sucumbido ante una de sus patadas que lo alejó del íncubo. El muchacho extendió sus brazos e hizo que sus dedos índices apretaran un pequeño botón que existía en cada uno de los protectores. De repente dos agujas salieron disparadas, una impactó contra su enemigo y la otra contra otro de los enemigos que atacaba por sorpresa a la demonio.

La espada se paralizó en el aire justo en el mismo momento en el que su hoja chocó contra la katana del tiempo. Hina hizo una pirueta hacia atrás para colocarse en la espalda de su enemigo, introducirle la hoja de su espada y hacer que su cuerpo paralizado parara otro ataque. Tres espadas se dirigieron hacia ella, dejó que el cuerpo de su enemigo utilizado como escudo cayera mientras con un salto se subía encima de la espada que había paralizado minutos antes. Las nubes se mantenían por todo el almacén, una de ellas soltó un rayo que cayó sobre la espada milésimas de segundo antes de que iniciara su estocada. La espada hizo que sus enemigos salieran despedidos ante tal impacto haciendo que sus cabezas salieran despedidas de sus cuerpos.

Aquella cabeza endemoniada chocó contra el último enemigo que quedaba en la entrada. La bruja solo tuvo que introducir su espada para acabar la faena. Corrió hacia la valla que separaba un piso del otro y se dejó caer. Antes de que sus pies chocaran contra el suelo las alas de su espada crecieron e hicieron función de paracaídas. Su pie golpeó a su enemigo mientras la afilada aguja que hacía función de tacón se introducía en la entrepierna del enemigo que se tele trasportaba a su espalda.

Poco a poco el piso inferior se llenó de enemigos. Los pasillos marcados por las estanterías permanecían a rebosar de criaturas vestidas de humanos. Nada les preocupaba pues contaban con las armas de Netheril, además aquellas criaturas eran simples peones.

Un grupo alado apuntó a Ailyn con sus grandes arcos, no tardaron en disparar haciendo que aquellas flechas salieran despedidas hacia la muchacha. No impactaron en ella pues una burbuja invisible la protegía.

Ian saltó impulsándose en la valla para lograr alcanzar a aquellos muchachos alados. Una de sus agujas se introdujo en el torso de su enemigo y antes de que este cayera inerte saltó hacia el más cercano. Alcanzó su espalda, cortó sus alas con las cuchillas de su antebrazo, antes de impulsarse en su espalda tomó su arco y una flecha. La hoja de sus botas se introdujo en la frente del siguiente ángel caído mientras su otro pie se impulsaba para lograr llegar a la primera estantería repleta de acero en forma de cubo. Colocó la flecha en el arco y estiró la cuerda, antes de lanzarlo no olvidó besar la parte trasera del proyectil. Este salió despedido e impactó en el último arquero que había decidido atacar a su compañera.

Mientras aquellos cuerpos alados caían al suelo Hina se mantenía esquivando rápidas estocadas al mismo tiempo que uno de aquellos rayos caía en su espada y tras una estocada al aire los enemigos que estaban a su alrededor salían disparados por los aires. La muchacha saltó esquivando los cubos de acero que la bruja levitaba para hacerlos impactar contra sus enemigos

Las primeras gotas de lluvia comenzaron a escurrirse de los nubarrones al mismo tiempo que aquellos ojos reflejaban todo cuanto miraban. Aquellos peones comenzaron a huir. Sus caras ahora sonreían macabramente, aquel era un gesto que no daba buenas vibraciones.

La figura de una hermosa muchacha apareció frente a Ailyn en un pasillo totalmente diferente al de cualquiera de sus otros dos compañeros. Aquella mujer inmortalmente sensual esbozó una sonrisa. De repente apareció rozando su cuerpo. Decidida la muchacha hizo que su espada recorriera el pequeño espacio pero antes de que pudiera hacer nada aquella mano aparentemente delicada agarraba su brazo desnudo.

-Hola Ailyn-susurró la mujer mientras sus ojos centelleaban blancos durante una milésima de segundo y la muchacha se vio obligada a soltar la espada.

Una sensación acaeció sobre la bruja. No sentía nada, ni siquiera el roce de su aliento por su rostro aun así cuando lo olía. Un tanto atontada tomó un pedazo de su cabello y comenzó a acariciarlo. No sentía el roce de su cabello entre sus dedos, era como si hubiera perdido la noción del tacto.

-¿Qué me has hecho?-preguntó confusa mientras su enemiga volvía a su posición.

-Serás ejecutada por tus pecados-dijo la mujer en la lejanía-Ahora mismo-

El pentáculo invertido apareció en la espalda de Ailyn mientras sus brazos se extendían. Sus pies se separaron del suelo y sus labios comenzaron a conjurar en el latín antiguo. No sentía el roce de su lengua ni siquiera el aparecimiento de su saliva. Sus manos se vieron envueltas por una energía oscura. Extendió sus brazos y terminó de conjurar queriendo que aquella energía impactara contra su enemiga. Pero no lo hizo, la energía salió despedida por todos los lados pues no podía controlar lo que no podía tocar. El impacto hizo que aquella estantería cayera sobre ella. No sintió el tacto del metal pesando sobre su cuerpo tan solo sintió el dolor del golpe y como sus ojos perdían la conciencia.





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