lunes, 2 de abril de 2012

Distantes pero unidos

La única persona que me quedaba en el mundo actuaba de esa forma que tanto odiaba. Su habitación, en nuestro piso franco se mantenía completamente vacía, los armarios habían sido saqueados e incluso su cama prescindía de sus mantas. Mi mejor amigo seguía recogiendo sus pertenencias y las metía en una maleta, aunque yo no creía que fuera a cerrar después de todo.

-¿Qué está pasando?-pregunté-¿Porqué haces esto?

Una vez más se limitó a sonreír, a emitir una pequeña carcajada y a seguir recogiendo sus cosas. Siempre había pensado que el mundo se regía por reglas internas en cada individuo, para mí, no responder a las preguntas era como darle la razón al que preguntaba. Pero mis reglas no se le podían aplicar, no a él.

-¡Löwe!-grité sin obtener una reacción por su parte-¡Dante! ¡Rubén! ¡León! ¡¿QUIERES RESPONDERME DE UNA VEZ?!

Enfurecido me acerqué a su maleta y comencé a sacarlo a todo. Sus camisetas comenzaron a volar por la habitación, sus pantalones intentaban huir de mis manos y su ropa interior intentaba proteger al resto de pertenencias. Entonces los vi, aquellos medicamentos que tanto había odiado, aquellas pastillas que solo unos pocos tomaban.

Mis rodillas comenzaron a temblar, mi cuerpo se venció sobre mis extremidades y caí al suelo. Una vez le juré que nunca más lloraría por él, estaba llorando pero no por él, no sentía compasión si no miedo, miedo a perder a la persona que había conocido tiempo atrás.

Löwe no dijo nada, ignoró mi actitud y recogió lo que pudo, cerró la maleta y caminó hacia la puerta de salida. Pentasion,... era la única palabra que me venía a la cabeza. Una vez más la naturaleza de mi ser se revelaba. Los cuadros comenzaron a temblar mientras sufría, el cristal de la ventana se rompió, la cama se movió como poseída, el armario comenzó a abrir y cerrar sus puertas continuamente, el entorno que me rodeaba estaba reaccionando a mi naturaleza.

Entonces sentí su mano posándose en mi hombro, una vez más uno de nosotros violaba las promesas que nos habíamos hecho. El no llorar por nosotros o el no recurrir al contacto físico. Sentí su calor sobre mi cuerpo, su piel acariciando mi piel. Todo dejó de moverse, mientras él conseguía hablar, y una vez demostró que aquello no era su punto fuerte.

-Todo se acaba,...-dijo-no nos quedará más que la muerte,...

Escuché el sonido de un helicóptero, sentí como todo volvía a temblar y no por fruto de mi brujería. Ellos nos habían encontrado, pensé que todo se había acabado en el pasado pero estaba totalmente equivocado, una vez más él tenía la razón.

-La inquisición se repite otra vez-comenté.

-Pentasion es nuestra única alternativa-y Löwe se tomó una de las cápsulas.

Su piel se tensó, sus venas brotaron fuertemente pareciendo querer estallar y su cuerpo comenzó a temblar como nunca lo había hecho. La puerta se abrió de golpe y seis hombres uniformados y armados entraron. Löwe se dió la vuelta y estiró uno de sus brazos, de repente una serie de hiedras salieron de su piel atravesando la misma y produciendo que la sangre que intentaba salir de sus heridas se transformara en sabia acelerando el proceso de cicatrización y formando una capa cristalina sobre sus aperturas. Las heridas de Löwe no eran nada comparadas con el triste destino que aquellos agentes del antiocultismo estaban experimentando. Primero las extremidades vegetales atravesaron los cuerpos vivos de los hombres, después comenzaron a salir espinas que hacían del ataque algo mortal e imparable y finalmente un líquido verde emanaba de la boca de sus enemigos, acababan de ser asesinados.

-Dante,…-susurré temblando.

-¡¿Acaso no lo entidnes?!-gritó mientras tomaba la maleta y saltaba por encima de los cadáveres-Vendrán más y peores, no pararan hasta matarnos a todos. La vieja inquisición de brujas no es nada comparada con lo que ahora se avecina.

Intenté seguirle pero andaba demasiado rápido, demasiado rápido para mí. Atacado por el miedo, los nervios y el temor solo pude llamarle. Era demasiado tarde, ya había cogido el tren, lo había hecho sin mí.


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Dedicada al alma que tuvo que marcharse sin previo aviso, no estoy enfadado solo... te extrañaré

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