sábado, 31 de marzo de 2012

Entre la realidad y el Ensueño

Y cierro los ojos para desinivirme de la realidad. Y respiro con fuerza para sentirme vivo, escucho a la nada para verificar que ya no estoy allí. El examen se había mantenido frente a mí con esas preguntas que tantos estragos le habían causado a mi mente. Siento dolor, no sé si por la presión del profesor mirándome, esperando una buena nota; o por el contrario por ese fauno que me clava sus uñas en el brazo exigiéndome una y otra vez el que le devuelva su rama de madera.

Miro mi mano, en un mundo tengo el bolígrafo resolviendo las matrices y en el otro tengo una rama de madera con tallados quiméricos que me protegen de las sombras que se avecinan al Ensueño. El Fauno grita, el profesor reclama el silencio. Las hojas del bosque de luz se marchitan, mientras mis compañeros de clase van entregando el examen. Mis hechizos florecen bajo mis pies tornando mi cuerpo duro y frío como hielo; mi calculadora me da los resultados del examen haciendo que el ejercicio pueda llegar al aprobado.

Lualdi, el hada sentada en mi hombro me susurra las palabras de mi salvación. Dice, y no sé si del todo con el corazón, que diga las palabras mágicas, que susurre el embrujo de mi salvación. El fauno me agarra con fuerza, el trol grita mi nombre, la dríada susurra mi ejecución. Me levanto, tengo que entregar el examen antes de que suene el timbre, y así lo hago, el profesor me sonríe ¿Qué es lo que espera de mí?

Mientras camino por el pasillo atestado de adolescentes observo como el dragón se acerca a nosotros. Tengo la rama capaz de matarle, pero el Fauno quiere ser él, el que salga victorioso. De nuevo el espíritu del bosque susurra mi ejecución, solo un ser quimérico puede matar al dragón, para ellos soy un simple humano, un humano capaz de lanzar hechizos.

Lualdi me tira de la oreja, tengo que hacerlo ya,... tengo que conjurar el hechizo. Miro a Tom mi archienemigo en clase, tiene un bate de la mano, está dispuesto a hacerlo, y la gente está formando un círculo alrededor de mí. El dragón comienza a lanzar fuego al mismo tiempo que Tom me golpea con su arma. Soy de hielo, resistente a los golpes y resistente al calor. Lualdi grita, no quiere quemarse así que se va volando, se aleja mi mejor amiga, mi confesora, la chica por la que Tom está luchando.

Agarro el bate con mis manos doloridas, lo lanzo por la ventana y me abalanzo sobre él. Ahora estoy sobre el dragón con la rama protectora a punto de acabar con él. Golpeo la cara de Tom mientras busco el punto débil del dragón, una apertura entre sus escamas que consiga darme la victoria.

El fauno se abalanza sobre mí. Mi mejor amigo Carlos quiere detener la pelea, es el primo de mi enemigo y ahora está decidiendo de que lado esta. El fauno quiere la victoria y me arrebata la rama. La dríada susurra mi ejecución mientras el Trol se ríe. Todos se están riendo, allí estoy sangrando con todo el instituto mirándome, burlándose de mí. Acabo de ser humillado, si el fauno quiere la victoria la tendrá, si la dríada quiere mi muerte así será.

Sigo las órdenes de mi mundo quimérico, me lanzo a las fauces del dragón al mismo tiempo que me lanzo por la ventana. No quiero vivir en la humillación, no quiero vivir sin mi victoria.

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