domingo, 7 de marzo de 2010

¿Esfuerzos en vano?

Las zancadas de Ailyn no daban más de sí. Aquellos ojos claros y profundamente humanos ahora albergaban una cantidad más que suficiente de lágrimas que evitaban deslizarse por su rostro. De los tres ella era la única que sabía en que estado se encontraba Ariadna, de los tres ella era la que más lastimaría la pérdida de su más fiel mentora y amiga.

Sus manos blanquecinas se deslizaron con velocidad sobre el pomo de una puerta que les encaminaba de nuevo a un largo pasillo lleno de prisiones enrejadas. Aquellas vacías no eran la que le interesaba si no la del final.

Seis camas se mantenían perfectamente colocadas en la última prisión la cual era la más grande y no tenía puerta que la cerrara por completo. Caminó por la calle que formaban las camas para llegar a una puerta de madera envejecida que se mantenía roñosa al final.

La estrella apareció y desapareció en un abrir y cerrar de ojos. La mano de Ailyn lanzó una fuerte bola de hielo negro que impactó contra la puerta. Primero la madera se congeló y después la presión del frío hizo que estallara en pedazos por todas partes.

Allí estaba el cuarto que Ariadna había ocupado durante todo el letargo de los muchachos. Ella era la que se había ocupado de cuidarles, de asegurarse que sus cuerpos estaban en el mejor estado antes de despertarse.

-¡Ari!-gritó la bruja sin poder evitar que aquellas lágrimas cayeran por sus ojos.

La mujer se mantenía amordaza y maniatada en su propia cama. Sus pies estaban colocados de tal manera que el parto no fuera costoso. Aun así el vestido de la bruja estaba destrozado haciendo juego con la cantidad de cortes que tenía su cuerpo e incluso la belleza de su rostro ahora estaba obsoleta.

La poseída salió de su vaina y comenzó a revolotear cortando las cuerdas que habían impedido que Ariadna se moviera durante su tortuoso parto. Ailyn se acercó a la cama y se sentó en un hueco que había en el colchón mientras su rostro era ocultado por su largo cabello y su cabeza se incubaba hacia abajo para ocultar el sufrimiento.

Con un brazo de apoyo para el bebé y la otra mano para ocultar su boca, Ian no pudo evitar llorar. Emily se mantuvo fría pues el juramento que le hizo a Ariadna no iba a ser en vano.

La silueta de Ailyn se vio envuelta por una sombra mientras la suavidad de su voz conjuraba. El cabello de la muchacha se tiñó de negro mientras un viento lo sacudía con desdén. De repente la mano de la muchacha se agarró fuertemente a la de la mujer e hizo que aquel cuerpo emitiera una fuerte sacudida. La joven bruja salió despedida por los aires impactando con la pared y cayendo al suelo. Cuando levantó su cabeza la pupila de sus ojos se mantenía dilatada por todo el globo ocular mientras un líquido oscuro se deslizaba por aquel rostro blanquecino. La espada se introdujo de nuevo en la funda de su espalda disminuyendo el tamaño de sus alas demoníacas con lentitud dándole una aterradora imagen a la muchacha.

La bruja terminó de conjurar segundos antes de que su cuerpo se desmayara. Emily la cogió en brazos y salió del cuarto para colocarla sobre la cama en la que había estado décadas antes.

Ian también tuvo que salir pues aquel bebé fijó sus ojos en su madre y comenzó a llorar y a chillar dejándose de sentir a gusto en los brazos de aquel apuesto muchacho.


-¿Qué os han hecho?-preguntó envuelta en lágrimas la demonio de tormenta mientras un viento aparecía en medio de la habitación y formaba pequeños torbellinos que giraban entorno a ellos.

-Está vivo- verificó Jake sintiendo como la sangre que emergía de Sam era más que reciente-Necesita alimento-

Hina desabrochó un pequeño botón que solo existía en su brazo derecho. El cuero se levantó mostrando parte de su muñeca. Sin demorarse ni un segundo introdujo sus dientes en la carne y la desgarró dejando que la sangre saliera a borbotones sin impórtale cuanto tenía que sufrir. Colocó su brazo sobre la boca de Sam y apretó para que la sangre saliera rápidamente.

Mientras su sangre se introducía en la boca de Samuel, Hina iba sintiendo como su cuerpo se paralizaba hasta tal punto que solo pudiera mover sus ojos. Si hubiera podido llorar más lo hubiera hecho pero el esto de su metabolismo ahora no funcionaba.

-¡Loca!-gritó Orem observando como el tiempo de vida de Hina se paralizaba.

-¡Apresurémonos!-gritó Jake mientras tanto él como el licántropo salían del cuarto de tortura a gran velocidad.

Corrieron a través de los pasillos por los cuales se habían introducido antes guiados por su compañera. Se desviaron del camino para introducirse por una puerta la cual habían pasado antes por alto.

-¿Seguro que tendrá?-preguntó Orem mientras se apresuraban por un largo pasillo con tan solo tres puertas.

-Siempre tenía-respondió Jake mientras sus ojos se fijaban en la segunda puerta. Intentó abrirla pero estaba cerrada-¡Joder!-

Orem cogió carrerilla y se abalanzó sobre ella para intentar tirarla pero no pudo. Aquellas puertas estaban más reforzadas que el resto de habitaciones de la casa. El vampiro empuñó sus pistolas y les introdujo sus últimos cargadores.
La potencia de los disparos hizo grandes boquetes en la pared alrededor de la puerta.

-Aléjate-dijo mientras tomaba los cargadores, los mantenía unos pocos segundos en sus manos y luego los lanzaba hacia la puerta al mismo tiempo que saltaba hacia atrás y se adhería entre el techo y la pared. La explosión hizo que la puerta cayera al suelo acompañada del pedazo de pared que había sido agujereada.

Se adentraron por la puerta y observaron como una sala circular y alta albergaba una gran estantería con un infinidad de viales.

-Jake busca por la derecha-dijo Orem mientras comenzaba a separar frascos buscando el que necesitaban.

-No tenemos mucho tiempo-se dijo para si mismo el vampiro mientras se subía a una escalera y comenzaba a buscar por la parte alta de la zona que le había sido encomendada.

La estantería circular se mantenía a rebosar de viales de diferentes colores. Poco a poco iban cayendo en el suelo aquellos frascos que se mantenían colocados en la parte más exterior de la estantería. La adrenalina ahora afloraba en la piel de las criaturas oscuras pues se encontraban en una carrera a contra reloj para salvar a Neth y para impedir la muerte de Hina.

-¡Espera!-gritó Orem mientras se giraba al haber olido una fragancia fuertemente familiar. Se acercó al centro del cuartito y se agachó para tocar uno de los líquidos que impregnaban el suelo-¡Es este!-verificó mientras lo esparcía por sus dedos.

-Parece que no olvidaste aquel entrenamiento-comentó fríamente Jake mientras se impulsaba en la estantería para mover la escalera al mismo tiempo que se deslizaba hacia abajo para regresar al lugar donde había estado antes-El duelo contra Sam-

Había pasado lo que tenía que pasar. Uno se había encargado de la parte baja de la estantería mientras el otro lo había hecho de la alta. Las teorías apuntaban a que uno de los viales que caía golpeó al que necesitaban.

-¡Aquí está!-gritó Jake mientras lo cogía y saltaba de la escalera de regreso a la sala de torturas.

No contaban con mucho tiempo por lo que la idea de que el vampiro cabalgara a lomos de la forma lupia del licántropo fue más que aceptada. Sin demorarse más introdujeron uno de los líquidos del vial por la boca de Neth al mismo tiempo que embalsamaban con otro a Hina. Desataron las mordazas y tomaron los cuerpos de sus aliados antes de que impactaran débiles contra el suelo. Todo había salido bien pero necesitaban una explicación.


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