martes, 23 de marzo de 2010

Un pasado donde corren los ríos de sangre

Infancia

Aquellas casas rojas le daban un aspecto más que sangriento al territorio natural de los vampiros en la profundidad de la ciudad oscura. Aquel astro no les afectaba de la misma forma que lo que otros llamaban sol. Aquí los de piel blanquecina podían vivir en armonía sin importarles a que hora salir, sin importarles el ocultarse en las sombras. En cierto sentido las sombras si eran importantes en su vida pero no en ese sentido.

-Ocho, nueve-decía la voz de aquella niñita de cabello rojo amarrado en forma de dos coletas-¡Diez!-

Su cuerpo tan blanco como la nieve se mantenía cubierto por un vestido de época cuya falda se mostraba controlada por el can-can. Aquella niña parecía pertenecer a la alta nobleza quizá fuera su cabello lo que la separara un poco de aquel nivel de vida.

-¡No me pidas que vuelva a contar!-gritó la niña mientras sus ojos tornaban rojos y se movían con velocidad buscando a alguien entre las sombras-¡Porque ya va la tercera vez!-

Una sombra se movió a sus espaldas, algo o alguien había saltado de edificio a edificio sin que ella se diera cuenta. Una corbata descendió desde el cielo y cayó sobre aquel suelo de piedra negra.

La niña se movió a gran velocidad desapareciendo de su posición y apareciendo agachada cogiendo la corbata y oliéndola mientras unos colmillos sobresalían sobre aquella hermosa sonrisa.

-¡Vamos Jake!-gritó de nuevo-Si sigues tirando cosas te acabaré pillando antes de que puedas tocarme-

De repente un niño de cabello despeinado y color azabache apareció detrás de ella sin que apenas pudiera darse cuenta. Sus manos blanquecinas tomaron su cabeza y la giraron con terrible fuerza rompiéndola sin importarle el que podía pasar.

Aquel niño vestía un traje negro. Sus pantalones lisos hacían juego con su chaqueta mientras la camisa roja sobresaltaba entre tanto negro.

La niña se levantó mientras colocaba su cuello. Entre aquellos cabellos rojizos se pudo deslumbrar como aquel bello rostro esbozaba una divertida sonrisa. Daliana tomó su vestido y se levantó.

-¡Otra vez!-gritó efusiva queriendo una revancha-¡Quiero ser la damisela asesinada!-

Jake suspiró mientras se ataba la corbata. Otra vez tendría que esconderse, ya quedaban pocos sitios donde hacerlo por no decir ninguno. Llevaban toda la tarde jugando a aquel juego en el cual el entrenamiento del niño se mostraba con desdén.

-Venga Jakie-dijo de nuevo la niña-Si quieres aprobar los exámenes finales tendrás que entrenar-Daliana cerró los ojos mientras estiraba sus labios esperando que su prometido le besara. Al no obtener respuesta comenzó a contar de nuevo-Uno, dos,…-

La lentitud de aquella enumeración de números hizo que el vampiro pudiera caminar mientras buscaba un escondite. Aquel niño no era muy hablador, tan solo hablaba cuando tenía que hacerlo.

Desde que nació sus padres le asignaron una chica con la que pasaría el resto de su vida inmortal. Entre los vampiros no había sentimientos que pudieran chafar aquellos planes que se elaboraban con años de alteración. Ambos pasarían su infancia juntos, ambos experimentarían su adolescencia unidos y en su adultez serían casados para el fin de los tiempos.

Jake siguió caminando mientras su mano derecha se introducía en el bolsillo del pantalón. Sacó un botecito con tres pastillas, un botecito con el que no dudó en juguetear.

De repente Daliana comenzó a contar más rápido, había pasado del cinco al ocho en una milésima de segundo y el niño aun no había encontrado un escondite. Con agilidad extrajo una pastilla del bote y lo guardó en el pantalón.

Se lanzó la pastilla en la boca y comenzó a correr. La saliva deshizo aquella pastilla provocando que su paladar se embriagara de un sabor a sangre. Eso era lo que tomaban los vampiros cuando eran niños pues no les estaba permitido beber directamente de la presa hasta llegar a la adolescencia.

-¡Diez!-gritó Daliana.

Aquellos ojos carmesíes vislumbraron una apertura al final de la calle, una apertura oculta entre las casas. No tuvo otra alternativa, sin tomarse un segundo de descanso se apresuró a entrar en aquel túnel mientras sus ojos miraban hacia atrás para observar como su amiga caminaba en dirección contraria.

De repente su cuerpo impactó contra otro de su mismo tamaño. Sin poder ver quien era sintió como sus cuerpos descendían por la cuesta y impactaban contra el suelo que había metros más abajo.

-¡Ouch!-se quejó Jake mientras el sentía como aquella figura le miraba.

-Hola-dijo aquel niño de cabello medio rizado y de un color marrón claro.

El vampiro no dijo nada. Se le estaba terminantemente prohibido hablar con cualquiera que no tuviera su piel tan marmolítrea como la suya. Entonces se hizo un silencio. La sangre artificial que Jake había saboreado segundos antes se había visto obligada a introducirse de golpe en la garganta del muchacho a causa del impacto. Jake arqueó una ceja cuando vio como en la espalda del niño descansaba una capa de terciopelo roja, ahora él quería una.

Una deliciosa fragancia comenzó a circular a través del sistema olfativo del vampiro. Sus ojos no pudieron contenerse y tornaron carmesíes mientras se fijaban en aquella herida que sangraba sin descanso en la rodilla de aquel niño la cual asomaba a través del roto de aquel pantalón de seda.

-Ya se-dijo el niño de la capa mientras tomaba la daga de la parte trasera de su cinturón.

Su mano comenzó a sacudir el polvo que había en aquellos túneles para mostrar tras la polvareda una piedra. Con su daga y con una escasa fuerza comenzó a escribir-Si obedeces la orden que nos imparten desde que somos pequeños debes saber la forma de eludirla-

Los ojos de Jake ahora se fijaban en aquel simpático rostro mientras ignoraba la herida de su rodilla. No podía ignorar la fragancia, no eternamente. Sus bajaron rápidamente antes de que la mirada de aquel niño se cruzara con la suya, se esforzó por entender aquellas letras y leer:

“Me llamo Ian ¿Cuál es tú nombre?”

Aquel niño acercó su daga a las manos del vampiro. En cierto sentido aquello no era hablar si no escribir. Si rememoraba todas las normas de la alta escuela de sangre comunicarse por medio de palabras escritas no estaba entre una de ellas

Con fuerza y con una caligrafía mucho más elegante que la suya el niño pudo escribir su nombre.

-Jake-leyó Ian con torpeza-¡Bien! ¡Ya no somos desconocidos!-

Un tanto efusivo aquel niño se levantó con gracia como si hubiera sido derribado por un oponente. De repente aquella herida que el vampiro había intentado ignorar hizo que unas gotas volaran hacia su dedo, unas gotas que ahora se deslizaban calientes sobre él

-¡Uy!-sonrió aquel niño con una sonrisa sumamente encantadora y que a Jake le llegó a divertir-Te he manchado-

-No pasa nada-dijo poniendo su voz más simpática con resquicios de frialdad mientras se llevaba el dedo a la boca. Aquella sangre recorrió gustosamente su paladar embriagando de un delicioso sabor aquel sistema gustativo. Era la primera sangre natural que probaba Jake la primera sangre que no procedía de pastillas, sangre de verdad-¡Qué rica!-

De repente aquellos ojos marrones se fijaron en los suyos, sin decir nada ambos niños comenzaron a reírse. La fragancia de aquella herida seguía circulando entre ellos. A Jake no le hubiera importado beber más quizá por ello su rostro se contraría ahora en adicción pero no quería meterle miedo a aquel niño por lo que rápidamente contrajo su rostro en preocupación. Otra de las lecciones que se le impartía era que el sangrado abundante no podía llevar a nada bueno.

-No te preocupes-dijo niño de cabello rizado que se había dado cuenta de su rostro mientras alardeaba de su capa haciendo que Jake se preocupara de tener una-Ya soy seductor menor-los ojos de Jake se dirigieron a la herida la cual estaba eludiendo aquella fragancia fresca mientras esta se cerraba-Lo aprendí hace dos días-

El vampiro sonrió al ver la sonrisa de aquel niño. Se lo estaba pasando muy bien, podría tirarse allí todo el día e incluso había olvidado sus deberes como vampiro, su entrenamiento.

-¡Jakie!-se oyó la voz de una niña-¡Venga tu ganas! ¡Sal de donde estés!-

-Me tengo que ir-dijo Jake mientras su amigo guardaba la daga en el cinturón.

-¿Volverás mañana a jugar?-preguntó Ian.

-No puedo-respondió triste-Empiezan los exámenes de ascenso-

El vampiro miró hacia la cuesta y comenzó a caminar apenado porque aquella diversión fuera chafada por su amiga.

-Adiós-pudo oír a su amigo mientras ambos se separaban.

-¿Dónde estás?-gritó Daliana que se mantenía agachada mirando debajo de una escalera que conducían a una de las casas.

Jake caminó sin decir nada mientras recordaba el sabor de la sangre de aquel niño. Daliana le miró y sonrió mientras se agarraba de su brazo y caminaban hacia una de las casas de mayor tamaño.

-¡Ya estamos de vuelta!-gritó la niña mientras todos aquellos adultos se giraban para mirarla con grandes sonrisas.

La fiesta había comenzado, los invitados ya habían llegado y sus conversaciones se habían visto interrumpidas por la llegada de los niños. Todos iban vestidos con lujosos trajes. Las damas con largos vestidos brillantes a juego con sus largas cabelleras perfectamente peinadas. En cambio los caballeros vestían trajes de etiqueta en su gran totalidad negros con corbatas a juego con sus acompañantes.

-¡Niños!-se oyó la voz de una mujer de cabello moreno amarrado en forma de moño y con joyas que lo decoraban-¡Os habéis retrasado!-

Sus dedos chasquearon provocando que una escuadrilla de cuatro mujeres vestidas de uniforme descendiera por aquellas escaleras con alfombra roja y se acercaran a la dama.

-¡Venga!-dijo-Subir a cambiaros-

Los niños se acercaron a las sirvientas sin llegar a tocarlas y subieron con velocidad las escaleras para acceder al piso superior. Un hombre apareció entre la multitud. Su cabello moreno y despeinado destacaba entre tanta lujosidad.

-¡Qué prosiga la fiesta!-dijo sonriente mientras Jake le miraba para que su padre le guiñara un ojo segundos antes de regresar con su madre, la mujer que había hablado.

-Vamos señoriítos-dijo una de las sirvientas mientras se apresuraban al vestidor que era una de las habitaciones de la derecha.

-Estoy pensando si ponerme mi vestido azul o ponerme el blanco-dijo Daliana que danzaba por el pasillo quedándose atrás.

El vampiro suspiró mientras entraba en el cuarto repleto de ropa y comenzaba a ser desnudado por las sirvientas.

-Si tardan mucho no harán acto de presencia-dijo otra de las sirvientas que agarraba a la niña y la desnudaba.

-¿Otra vez sangre para mayores?-preguntó Jake mientras le vestían con una camisa azul y un pantalón blanco.

-Así es-dijo otra de las sirvientas que le peinaba el cabello hacia un lado.

-¡Qué royo!-dijo él de nuevo mientras observaba como Daliana le sonreía dejando volar su mente con aquella boda-¿Cuando harán una fiesta para mayores?-

-Cuando nos casemos-dijo la niña mientras le colocaban la falda del vestido al mismo tiempo que le peinaban el cabello.

Jake no dijo nada, tan solo dejó que aquellas mujeres le abrocharan los zapatos al mismo tiempo que le cambiaban de lugar el botecito con las dos pastillas restantes.

-Daliana ¿Y tú frasco?-preguntó una de ellas.

-Lo perdí en mi cuarto-dijo ella mientras contraía su rostro en dolor por los fuertes tirones que le producían las sirvientas en el cabello cuando lo amarraban en forma de moño.

-Tus padres se enfadaran-dijo el niño con retintín.

-Claro-dijo una de las mujeres-¿Si te llamara la sed? ¿Cómo la calmarías?-

-Devorando a Jake claro está-dijo la niña mirando al niño al mismo tiempo que hacía brillar sus ojos.

-¡Bien!-celebró el niño.

-¿Que haces bobo?-dijo ella.

-Así no me casaré contigo-le sacó la lengua.

-Lo harás de todos modos-dijo ella mientras eran empujados de nuevo hacia el pasillo y llevados a cuestas por él hasta las escaleras.

De repente todas las miradas se dirigieron a ellos. Las sonrisas aparecieron cuando presenciaron como sus vestimentas habían cambiado radicalmente. Hubo aplausos mientras los padres de ambos infantes sobresalían entre la multitud.

-Agárrame de la mano-le susurró Daliana mientras colocaba su mano elegantemente para que Jake la agarrara segundos después.

-Me parece estúpido-dijo él.

Cuando descendieron el último escalón las miradas de todos los vampiros de la mansión se centraron en ellos. El niño miró a su compañera que esperaba su actuación con una gran sonrisa.

Jake se agachó posando una de sus rodillas en el suelo para tomar la mano de Daliana. Ambos se abrazaron e iniciaron un hermoso baile minutos antes de que el resto de invitados les siguieran.

-Quiero ser un caza recompensas-comentó el niño mientras cerraba los ojos para ignorar la expresión de su compañera-No un bailarín-

-Aun te queda un examen-dijo la niña sonriente cuyos pasos llevaban el mando de la danza.

Las palmadas de aquella dama que ahora descendía las escaleras con andares provocadores provocaron que la mansión entera se inmovilizara. Sus bucles rojizos caían lentamente por su espalda hasta llegar a la cintura. La mujer mantuvo el silencio mientras su acompañante un apuesto hombre de cabello moreno y liso hablaba.

-Niños-anunció-Ha llegado la hora de que subáis a vuestros aposentos-

-Jooo-se quejo la niña-Me estaba divirtiendo-

-Daliana hija mía-dijo el hombre-No será un sitio para niños, no cuando la sangre tiña nuestros labios de rojo-

-Señoriítos ya habéis oído al Señor-dijo una de las sirvientas, una mujer de cabello rubio, la que siempre se hacía cargo de ellos.

Jake subió sonriente pues aquellas fiestas no le gustaban mientras que la niña subió corriendo y medio llorando decepcionado por no dejarles estar allí más tiempo.

El niño se apresuró a llegar a su habitación. Se introdujo en ella, cerró su puerta y se quitó aquellas elegantes ropas para saltar en su cama tan solo con su ropa interior mientras miraba por la ventana como la luna de la ciudad oscura le observaba desde el cielo.

Desde allí solo se podía escuchar los llantos de Daliana cuya habitación se encontraba junto a la suya. En el cuarto de la niña se encontraban cuatro sirvientas tranquilizándola.

-Es hora de dormir-dijo una de las sirvientas que entraba y se dirigía con una sonrisa al armario para tomar el pijama del niño.

-Vale Úrsula-dijo él mientras saltaba hacia el suelo y introducía sus pies por el pantalón del pijama.

-Señoriíto mañana le espera un gran día-dijo ella-El examen de ocultamiento en las sombras-

-Seguro que aprueba-dijo él mientras introducía su cabeza por la parte superior del pijama.

-¿Úrsula?-preguntó el niño que se introducía entre las mantas de la cama.

-¿Sí?-

-¿Me cantarás?-

Antes de obtener su respuesta la sirvienta comenzó a entonar una hermosa melodía con un precioso tono de voz. Los párpados de Jake comenzaron a ceder al mismo tiempo que su mente viajaba al país de los sueños.




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