miércoles, 17 de marzo de 2010

Un cuadro que mostraba la verdad

-¡Ven por aquí!-gritó el hombre haciendo ascender su voz de detrás de una puerta que se camuflaba con las llames de la pared.

Emily sacudió su cabeza saliendo de aquel trance que le había provocado el haber recordado una pequeña parte de su frustrada infancia. Comenzó a caminar mientras amarraba con gran fuerza su cabello en forma de coleta pues ya le estaba molestando.

Su mano tan solo rozó el pomo de la puerta cuando este comenzó a centellear rojizo. La muchacha cerró sus ojos, tomó aire y repitió el proceso. Está vez el tacto de su piel no surtió ningún efecto en el pomo de la puerta la cual llevaba a una pequeña habitación con las paredes forradas de madera y una estantería repleta de cosas viejas.

-¡Está aquí!-le gritó aquel hombre mientras se colocaba las gafas y levantaba un cuadro de gran tamaño.

De nuevo la mirada de la demonio permaneció absorta. Aquella pintura mostraba una escena un tanto macabra. Se podía ver como Emily observaba lamentada a una muchacha de moño rubio mientras sus ojos centelleaban naranjas al mismo tiempo que otra muchacha ardía atada en una columna de metal reforzado.

--------------------------------------------------------------------------

Adolescencia

El acero de aquellas espadas reflejaba aquellas llamas que las alumbran desde las antorchas.

La noche ya había invadido la ciudad de la oscuridad y su tenue luminosidad obligaba a sus ciudadanos a utilizar focos de luz para alumbrar lo que quería ser visto.

Los exámenes se habían alargado desde la mañana pues la gran cantidad de demonios ígneos que participaban obligó a que todo fuera así. Ahora se disputaba el último duelo amistoso.

-¡Vamos Divona!-gritó la voz de un muchacho el cual había sido comprometido con aquella demonio.

No había nadie que la motivara a ganar, no habían asistido ni si quiera sus padres a presenciar su ascenso, en verdad no había ni una sola persona que se interesara por la mísera vida de Emily.

La muchacha ascendió su brazo mientras agarraba con fuerza el escudo circular para protegerse de la estocada de aquella muchacha. La potencia con la que impactó aquella espada hizo que la adolescente se agachara para aguantar el golpe. Aprovechó aquel momento para utilizar su pierna y hacerla caer al suelo. No acabó el combate si no que se alejó unos pasos de su oponente.

No quería ganarlo pues no tenía motivos para hacerlos pero no quería tener una derrota patética.

Aquellas gladiadoras pues así había sido llamado por los mortales al estilo de lucha el cual le era impartido a todos los ígneos; se separaron la una de la otra. Emily hizo que su espada girara al mismo tiempo que gesticulaba con los dedos

El viento hizo que tanto aquellos cabellos rojizos y lisos, como aquellos cabellos castaños y ondulados se sacudirían en la misma dirección. Sus vestidos también se ondearon mientras aquellas muchachas descansaban sobre los pequeños tacones de sus botas.

-Terminemos esto querida-dijo Divona mientras golpeaba su espada con su escudo para después coger carrilla y abalanzase hacia su oponente acompañada de un agresivo grito.

Los ojos de Emily se fijaron en los de aquel gato negro justo en el mismo momento en el que la que se podía llamar como su única amiga comentaba algo que ella ignoró.

Toda la ciudad sabía que las brujas utilizaban gatos para vigilar que las normas se cumplieran. Esa era una de sus funciones como raza prodigio de los tres líderes.

Aquel gato de ojos verdes se sentó en el suelo y comenzó a lamer su pata mientras Divona se abalanzaba hacia la muchacha. Algo extraño ocurrió, aquel felino de pequeño tamaño hizo guiñar su ojo hacia Emily mientras sus labios le gesticularon dando a entender algo parecido a: “No permitas que te derrote”

De repente la muchacha golpeó con su escudo la espada de su enemiga, le proporcionó una patada en el torso para hacerla caer y colocó la hoja de su espada en su cuello.

No hubo aplausos si no un silencio que la dejó indiferente. Nadie se esperara que la ígnea prodigio de la nueva generación fuera derrotada y menos por la peor alumna que el fuego había bautizado, pero había pasado, ella lo había hecho. Emily se giró para mirar aquel gato el cual gesticuló de nuevo: “Bien hecho”

-Enhorabuena-pronunció la maestra con frialdad mientras se acercaba a la muchacha y le daba la mano con una hipócrita educación.

-¡Imposible!-gritó Divona mientras pataleaba en el suelo-¡Quiero la revancha!-

-Solo puedes optar a una revancha si tu oponente está de acuerdo contigo-enumeró las normas aquella maestra deseando ver otro combate en el cual las tornas cambiaran radicalmente.

-Me niego-dijo Emily dejando caer su escudo y su espada.

-Bien-dijo la maestra cavilando una pequeña venganza-Da una vuelta alrededor de la ciudad-

-¡¿Qué?!-gritó la demonio un tanto furiosa.

-¿Te niegas a aceptar mi castigo?-preguntó la mujer mientras sus ojos centelleaban anaranjados al mismo tiempo que la espada y el escudo que habían sido empuñados por la ganadora se fundían a causa de unas potentes llamas. La maestra se colocó uno de sus dedos elegantemente bajo su nariz mientras una pequeña gota emergía de esta y se posaba en él.

-No-dijo ella mientras la profesora la miraba esperando que alguna palabra más saliera de aquella boca-Lo siento mi señora-
-Corre al rededor de la ciudad y serás perdonada-dijo la maestra mientras se alejaba de Emily la cual había iniciado el castigo. Aquella mujer abrazó a Divona mientras está lloraba. No pudo evitar susurrarle-Las normas aclaran que si los participantes exponen bien sus movimientos pueden ser aprobados sin tener en cuenta quien ha vencido y quien no-

-¡Sí!-gritó efusiva la muchacha mientras sus cabellos rojizos ondeaban y sus ojos miraban con furia a aquella compañera con la cual había fingido una falsa amistad para sobrevivir entre los demás compañeros.

Sin decir nada la muchacha se alejó de su territorio mientras ascendía por una de las dos cuestas generales que comunicaban todos los territorios de extremo a extremo de la ciudad. Sabía que una vez más tenía que acercarse al castillo, rodearlo y descender por la otra cuesta.

Una silueta se acercaba desde arriba, aquel muchacho de cabello medio rizado había emergido de uno de los territorios y bajaba con velocidad la cuesta. Los ojos de Emily centellearon al recordar la causa de su castigo. Fue entonces cuando ambos hombros impactaron.

-Ten más cuidado-le dijo la muchacha mientras sus ojos retomaban su normalidad.

-Lo siento-dijo aquel muchacho con una voz sedosa, seductora y al mismo tiempo amable sin que cesar su caminar y prosiguiendo su descenso de la cuesta.

La ígnea se detuvo un momento. Se agachó para quitarse las botas y sostenerlas en las manos mientras aquel muchacho se perdía en la lejanía. Cerró los ojos y sintió como el fuego aparecía en sus ojos. Cuando abrió los ojos miró atentamente aquellos tacones y observó como las llamas que acababa de convocar su mirada los consumían. Una vez más cedió sus párpados y dejó que su respiración se tranquilizara. De nuevo abrió los ojos pero el fuego no había desaparecido al contrario ahora aquellas llamas atacaban la suela de sus botas.

-¡Basta!-gritó enojada mientras aquella llama desaparecía sin poder haber evitado dejar una serie de pequeños agujeros en la suela-Aun me sirven-

Emily retomó su camino y continúo corriendo a un ritmo tranquilo dejando que el aire se llevara su pasado y que su mente se centrara en el presente. Sin quererlo un recuerdo le azotó pero a diferencia del resto de recuerdos este era alegre. Aquel gato negro le guiñaba el ojo de nuevo mientras ella vencía a Divona ¿Porqué las brujas la ayudaban? Mejor dicho ¿Porque la bruja que controlaba el gato la ayudaba?

Siguió subiendo mientras el final de aquella cuesta aparecía a una distancia menor mostrando las tres torres del castillo. No quería llegar tarde a casa pues no quería ser castigada de nuevo por sus padres pero le picaba demasiado la curiosidad como para desaprovechar la oportunidad.



Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

No hay comentarios:

Publicar un comentario