jueves, 25 de marzo de 2010

Ojos carmesíes palpitan al ritmo del corazón

Adolescencia

-¡Daliana!-gritó aquel muchacho mientras jugueteaba con aquel cuchillo que ascendía y descendía impaciente.

El muchacho había cambiado radicalmente. Era verdad que su cabello seguía estando despeinado a voluntad pero su cuerpo había cambiado. Ahora estaba más alto, los largos días de entrenamiento había provocado que su musculatura se formara a la perfección. Y como de costumbre su tono de voz había cambiado frívola y armoniosa al mismo tiempo.

-¡Daliana!-gritó de nuevo-¡Voy a llegar tarde!-

-¡Voy!-gritó una voz aguda y titubeante-¡No me metas prisa que me toca empezar de nuevo!-

De repente una silueta se acercó a él mientras el cuchillo giraba sobre si mismo para regresar a sus dedos. Era un hombre de cabello moreno y despeinado con una belleza que aun no había expirado a causa de los años.

-Hijo mío-dijo elegantemente-Mucha suerte-

-Gracias padre-dijo él mientras aquel hombre le dedicaba un beso en la mejilla.

-Ya estoy-dijo de nuevo la voz de aquella dama.

De repente el sonido de sus tacones provocó que ambas miradas se dirigieran a ella. Un largo cabello rojo y liso se deslizaba por su cuerpo en forma de coleta. El blanquecino tono de su piel se mantenía oculto tras aquel traje de cuero negro tan parecido al de Jake. Aquel cuero se ajustaba a la perfección a la silueta de aquellos adolescentes.

-Estás deslumbrante Daliana-dijo el padre del vampiro mientras besaba el revés de su mano.

-Gracias Señor-dijo ella mientras se agarraba a la mano de Jake la cual la esperaba y desaparecían bajo el marco de la puerta.

Caminaron durante unos minutos a través de aquellas calles de piedra negra. Cuando la última mansión de piedra roja quedó atrás para dar paso a la calle del mercado, Jake quitó la mano de su compañera y la miró con una frívola sonrisa.

-Ya hemos actuado frente a mi padre-dijo él mientras Daliana sonreía-¿A gusto?-

-Sí-dijo-Hoy probarás mi sangre-

El muchacho alzó su mirada al cielo y suspiró. Esquivaron los sirvientes de las casas nobles los cuales compraban el género para los banquetes y demás fiestas de la alta nobleza vampírica.

El mercado quedó atrás mientras una serie de fantasmagóricos edificios les daba la bienvenida. El muchacho observó una vez más aquella fuente que simbolizaba un murciélago chupándole la sangre a un cuello humano que desprendía agua verdosa de sus heridas.

-¡Alumnos pertenecientes a la nueva generación-dijo un hombre que se sentaba en el aro exterior de la fuente de piedra-¡Venir a mí!-

De las diferentes calles que rodeaban aquellas casas fantasmagóricas comenzaron a emerger adolescentes vestidos del mismo modo que ellos. Todos se colocaron entorno al hombre de buen linaje y esperaron a oír sus palabras.

-El examen es simple-dijo él-En las casas hay veinte cristales rojos-explicó-Deberéis conseguir cuatro para aprobar-

-¡No hay suficientes para todos!-gritó uno de los muchachos.

-Entonces róbalos-dijo el hombre mientras se colocaba un silbato entre los labios y producía un fuerte sonido.

Apenas pasaron unos minutos cuando aquella cantidad de adolescentes se separaron para introducirse en aquellas lúgubres casas en busca de aquellos cristales rojos.

El muchacho miró a su compañera mientras las paredes de piedra negra se mostraban frente a ellos. En su interior se podía oír como el viento susurraba a través de las puertas o incluso en el piso superior, era verdaderamente aterrador.

-¿Por dónde vamos?-preguntó Daliana que abría el cagón de una cómoda que descansaba polvorosa en la entrada de la casa. Sus ojos se fijaron en una serie de viejos objetos como plumas, tinteros vacíos,…

-Primera lección-susurró Jake-Piensa como tu oponente y obtendrás respuestas-

-Segunda lección-dijo la muchacha sin bajar la voz mientras jugueteaba con su pelo rojizo-Nunca bajes la guardia a no ser que busques la muerte-

El muchacho cerró los ojos, concentró sus otros cuatro sentidos en la casa. Abrió sus ojos lentamente a la vez que su iris se teñía de un rojo brillante. Lentamente comenzó a observarlo todo hasta que su mirada se detuvo al pie de la escalera.

Allí frente a ellos se encontraba un cristal de forma hexagonal de un color rojo apagado, como el color de la sangre cuando entra en contacto con el aire. El vampiro comenzó a dar sigilosas zancadas hacia el cristal sin bajar la guardia.

De repente algo cayó a sus espaldas y rompiendo por completo aquel silencio que había durado apenas unos minutos. Jake se giró y fijó sus ojos en un jarrón que ahora se repartía en pedazos por aquel pasillo.

-Lo siento-dijo la muchacha mientras contraía su rostro en perdón.

Ignorándola el muchacho se acercó al cristal lo tomó en su mano y lo dirigió hacia su compañera. Ella observó que aquel gesto no tenía trampa y fijo su mirada en la de aquel vampiro.

-Tú lo necesitarás más que yo-dijo él mientras lo dejaba caer en sus manos.

-Gracias-dijo ella mientras lo guardaba en su bolsillo.

-Si queremos hacer esto antes de que se ponga el sol, será mejor que nos separemos-

-Estoy de acuerdo-dijo Daliana mientras se acercaba a él.

Entonces fue en aquel momento cuando sus labios se juntaron con los del muchacho. No hubo pudores, no hubo descanso, tan solo sintieron como sus labios se empapaban con la saliva del otro.

-Llámame si necesitas algo-le dijo él mientras se movía rápido y se alejaba de ella.

Jake se movía rápido pero al mismo tiempo sigiloso. Sus ojos se fijaron en la casa de al lado donde uno de sus contrincantes se mantenía guardando uno de sus cristales en el bolsillo. Entonces recordó las palabras del profesor de artes sombrías y esas mismas palabras fueron las que levantaron un brillo en su mirada carmesí.

-Vamos a por el siguiente-susurró aquel muchacho de cabello blanquecino. Ignoraba la presencia de alguien más en aquella planta del caserón. Una silueta se movía rápida por el techo precedida por una mirada roja a la cual la oscuridad no le afectaba.

De repente sintió como su cuello crujía segundos antes de que Jake tomara el cristal de su bolsillo y saliera con velocidad de allí. Aquel rostro perfecto y marmolítreo esbozó una hermosa sonrisa a la vez que su cuerpo pasaba de tejado en tejado.

Antes de que pudiera pensar en buscar el siguiente cristal sus pies se toparon con él justo antes de explorar más a fondo la tercera casa. Su mente iba digiriendo su victoria cuando sus ojos se fijaron en una muchacha de largos cabellos rubios que corría para alejarse de la zona de examen.

Jake se apresuró a seguirla pues sabía que ella guardaba los tres cristales en sus bolsillos ¿Qué tenía de malo quitarle uno?
Sus zancadas avanzaron con velocidad y lograron atraparla antes de que ella callejeara por el territorio vampírico. El muchacho se colocó sobre ella al mismo tiempo que esta le bufaba con sus colmillos sacados.

-Tranquila-dijo él con un tono un tanto seductor.

-¡Suéltame!-gritó aquella vampiro mientras sus ojos tornaban rojos.

-Como desees-dijo él mientras la soltaba y rápidamente llevaba su mano a su bolsillo para extraer uno de sus cristales con suma sutileza.

-Estúpido-le insultó antes de desaparecer en la lejanía.

El muchacho suspiró mientras observaba aquel cristal que le daría el aprobado. Sus ojos se dirigieron a una apertura que había en la pared, una apertura que le era extrañamente familiar.

Sin pensárselo dos veces se dirigió a ella y se vio obligado a agacharse para poder bajar aquella cuesta. Aquellas letras se mantenían escritas como años atrás, aquel nombre figuraba con destellos sobre la mirada del muchacho. Rápidamente cogió el cristal y comenzó a escribir con elegante caligrafía.

“Bosque arbóreo cerca del lago”

Era el sitio donde más soledad había, de niño solía ir allí para desconectar de su función en la alta nobleza. Nunca había aceptado el hecho de tener que casarse con Daliana peor sabía que era lo que le había tocado y tenía que hacerlo tarde o temprano.

El silbato del profesor se pudo oír desde allí. Fue en aquel momento cuando Jake inició una corta carrera hacia la zona de las casas abandonadas. Ahora la gente avanzaba en forma de fila devolviéndole los cristales a aquel hombre.

-Enhorabuena-dijo aquel hombre mientras el muchacho dejaba caer los cristales sobre su mano.

Su compañera también había aprobado, había utilizado sus estratagemas para conseguir dos cristales más. Una vez más salían victoriosos.

-¿Volvemos a casa?-preguntó Daliana mientras se agarraba a su brazo.

-Tengo que hacer algo antes-le respondió él.

-¿Quieres que te acompañe?-

La mente de Jake caviló con velocidad, si quería quitarse a aquella muchacha de encima tenía que utilizar una excusa que sonara verdaderamente convincente.

-Si quieres ver tu regalo por anticipado hazlo-dijo sonriente.

-Iré a comunicarles nuestra victoria a nuestros padres-dijo ella sonriente y jugueteando con su cabello.

-Nos vemos-se despidió él.

Sus pasos se mantenían disimuladores al mismo tiempo que se movían rápidos. No tardó en bajar la cuesta general que comunicaba todos los territorios, no tardó en percatarse del bosque.

Desde hoy pasaba a ser un vampiro mayor, una criatura la cual se alimentaba de sangre preparada para tener un trabajo del que disfrutar. Pero cada vez que lo pensaba no podía imaginarse de pies en el altar procediendo a la gran boda que todo el territorio de los vampiros esperaban ansiosos.

Jake suspiró mientras caminaba por aquel bosque en silencio al mismo tiempo que sus ojos observaban unas pisadas que llegaban a ser sospechosas. ¿Quien andaría por una zona prohibida?

El bosque se abrió frente al lago. Allí un muchacho de cabello medio rizado se giraba para mirarle. Aquel olor del que pudo cerciorarse el vampiro no pertenecía a un íncubo, si no que era una mezcla de la que abundaba la esencia de los demonios ígneos.

-¿¡No sabes que este sitio está prohibido!?-dijo fríamente. Aquel demonio ígneo se mantenía leyendo una serie de hojas apoyadas sobre una carpeta.

Aquella criatura se giró para mirarle. El vampiro no dijo nada, esperó a que aquellos labios profirieran las palabras que su mente cavilaba antes de que el enfrentamiento que intuía se llevara a cabo.

-¿Jake?-preguntó aquel muchacho mientras guardaba aquellas hojas escritas en su carpeta.

El rostro del vampiros e contrajo inexpresivo, no sabía quien era aquel muchacho, no lo había visto en su vida pero parecía aquel demonio si que sabía de él.

-¡Si ese es mi nombre!-gritó el muchacho con frialdad a modo de respuesta. Tenía que alejarle de allí antes de que aquel niño que conoció en su infancia llegara. Quería tener el lago para ellos solos para charlar durante horas sobre su pasado y su posible futuro-¡Márchate o serás castigado!-

-¿Hola?-dijo aquel muchacho. Jake lo miró con rareza ¿A que venía ese saludo en medio de una conversación?-¿No me reconoces?-

Hubo un silencio en el cual sus ojos permanecieron inexpresivos frente a aquel desconocido. De repente aquella criatura llevó su dedo índice a su cuello, colocó su uña sobre la piel y apretó mientras lo movía para crear una pequeña herida sangrante.

Jake sintió como aquella fragancia recorría su sistema olfativo al mismo tiempo que sus ojos tornaban carmesíes. Era extraño pero aquella fragancia era aun más exquisita que la que él probó años atrás, era potente pues incluso podía sentirla en su paladar antes de si quiera degustarla.

El muchacho se movió rápido, tal y como lo había hecho durante su examen. Aquel muchacho no pudo percatar de su velocidad antes de que el vampiro apareciera frente a él. Jake deslizó sus labios sobre su cuello dejando que su aliento erizara su piel, colocó la comisura de los mismos sobre la herida a la vez que los colmillos emergían. No se demoró en absorber aquel líquido granate dejando que su potente sabor recorriera su paladar al mismo tiempo que una excitación embriagaba el cuerpo del vampiro. Ambos cerraron los ojos mientras el uno se alimentaba de la sangre del otro. Aquella sangre era tan deliciosa que el muchacho no podía separarse de su cuello cada gota que recorría su paladar, cada gota que se deslizaba por sus labios era única, quería más.

-Basta-susurró aquel muchacho de cabello medio rizado mientras apartaba su cabeza de su propio cuello. El muchacho llevó sus ojos rojos hacia los suyos. Fue en ese momento cuando dirigió su rostro blanquecino frente a él haciendo que sus narices casi se acariciaran

-Ian,…-susurró el muchacho mientras sus labios se juntaban con los del vampiro.

El beso perduró durante varios segundos, tiempo en el cual Jake sintió como si aquel momento lo hubiera esperado desde su infancia. Ambos separaron sus labios para dejar que sus cuerpos se acercaran y ambos pares de brazos envolvieran al otro cariñosamente.

-¿Sabes cuanto tiempo llevo esperando este momento?-susurró el muchacho sintiendo como los brazos del vampiro le daban un calor representativo pues aquella piel era tan fría como la nieve.

-Pensé que habías muerto-susurró el otro muchacho pues era verdaderamente lo que él había pensado. Había pasado mucho tiempo sin obtener noticias de él-No volviste a dar señales de vida-

-Cada día-comenzó a explicar Ian aun en susurro sin poder separar sus brazos de él-Desde que te conocí fui a los túneles para ver si estabas, iba a cada tiempo que tenía libre pero tú nunca apareciste-

-Te dije que comenzaban los exámenes-justificó él-No encontraba la forma de escaparme para ir y la única vez que lo hice aproveché para citarte aquí,… -

-Lo leí hoy-se justificó él también-Desistí de volverte a ver-

-¿Sigues desistiendo?-preguntó el vampiro con un susurro frívolo.

-No-respondió-Solo quiero que este momento no expire nunca-

-Hagamos que sea eterno-dijo él.

Aquellas ropas comenzaron a caer en el suelo al mismo tiempo que aquellos cuerpos se juntaban desnudos. Jake tomó la mano de Ian e hizo que ambos se zambulleran en aquella agua de un tono verdoso. De nuevo aquel beso duró una eternidad mientras ambos pares de manos acariciaban lo que ahora era suyo.



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