lunes, 15 de marzo de 2010

Misterios en el viejo internado

-¿Ian?-preguntó Netheril-¿Estás bien?-

El muchacho sacudió la cabeza eliminando aquellos recuerdos y dispuesto a explicar el mecanismo de aquel guantelete. Sus ojos pasaron desapercibidos ante la mirada del herrero mientras el muchacho asentía con la cabeza respondiendo sin palabras a aquella pregunta.

-Atrapan las almas-expuso el muchacho-Cuando lo hace brillan azuladas-

-¿Qué pasa con el alma de dentro?-preguntó Netheril golpeando con el dedo el guantelete.

-Solo las brujas pueden extraerla-respondió- Será mejor para todos y en concreto para Orem que este guantelete sea destruido-

-¡Un momento!-le detuvo el hombre viendo de antemano las intenciones del muchacho-¡Quiero saber más!-

-Las almas no pueden ser utilizadas en beneficio propio-explicó-Pues una vez que salga vagará por el mundo para recobrar su vida-

Ian se apartó de la mesa con el guantelete y lo dejó caer antes de que el hombre pudiera detenerle. No le importaba que buscaba el herrero solo quería que su compañero el licántropo descansara tranquilo tras la gran batalla contra su hermano, que este no regresara para retomarla pues era muy probable que las tornas cambiaran en una revancha.

El guantelete cayó al suelo con gran velocidad para salir despedido en pedazos hacia todos los lados. El íncubo esbozó una sonrisa en honor a su compañero. La razón por la que se unió a la nueva generación de renegados, a su nuevo aquelarre estaba clara. Nunca había aguantado aquellas leyes que prohibían la unión de las razas, siempre tuvo que fingir el estar dispuesto a darlo todo por aquellos tres líderes y lo que era para él más importante no soportaba la idea de castigar a criaturas cuyos errores no eran comparables con las grandes atrocidades que generaban los líderes sobre la sociedad oscura. ¿Utilizar armas que encerraban el alma durante la eternidad sin darle la oportunidad a exponer sus justificaciones?

-Todos-susurró-Debemos tener una segunda oportunidad con la que arrepentirnos-

----------------------------------------------------------------

Las manos empapadas del vampiro ayudaron a salir del agua a su última compañera.

-Gracias Jake-agradeció Hina segundos antes de que escurriera su cabellera castaña.

-¡Apresuraos a huir!-leyó Emily que se mantenía húmeda con la nota de la flecha la cual había dejado de resplandecer en el mismo momento en el que la demonio tomó la el papel-¡Si no podéis esconderos!-

-¿Porque dirá eso?-preguntó Ailyn.

-¿Quien será?-elaboró Orem antes de obtener la respuesta de su compañera.

-No se quien es pero nos ha salvado-respondió el vampiro con frialdad observando como el cuerpo de sus trajes ya había repelido todo el agua.

-Creo que ya comprendo ese aviso-dijo la bruja un tanto alterada mientras agarraba sus compañeros experimentaban una especie de telekinesia que los arrastraba hacia los arbustos. Ella se acercó y se agachó para ocultarse de cara al puente.

-¿Qué pasa?-preguntó Hina confusa.

De repente del puente resplandeció lo que parecía un destello negro. Después un portal del color de la noche surgió en el centro del puente alumbrado por las farolas.

-Parece que se lo estén tomando demasiado enserio-comentó Orem que lo observaba todo con su mirada agudizada.

-La vida nos da que Ailyn siempre tiene el radar activo-comentó Emily mientras tanto ella como Hina reían por lo bajo.

El portal dejaba salir una procesión de demonios, de siete demonios en concreto los cuales se dirigían hacia la ciudad para asegurarse de que su plan saliera a la perfección por quedaban menos de veinticuatro horas para ponerlo en funcionamiento.

-Cumplamos nuestra misión y aseguremos las vidas de Neth y los suyos-dijo la demonio de tormenta que era informada por el vampiro de todo lo que estaba ocurriendo.

Ascendieron la cuesta que separaba el río de la acera para proseguir su camino y dirigirse a su primer hogar. Primero tuvieron que pasar desapercibidos frente a una rotonda situada junto a unas piscinas públicas cerradas por el temporal. Después caminaron durante varios minutos, quince en concreto por la orilla de la carretera para llegar a lo que los salmantinos llamaban “Los Capuchinos”. Finalmente aquellos ojos se fijaron absortos en el edificio que tanto había vivido.

Sus paredes eran oscuras y su tejado negro. Era enorme, sus dimensiones eran totalmente habitables, o al menos antes lo habían sido. Ahora tanto sus ventanas como sus puertas se mantenían tapadas por maderas. Algunos decían que era un internado, otros afirmaban que era un viejo convento pero lo que ellos sabían a la perfección era que podía servir como hogar, un hogar oculto del centro de la ciudad, un hogar donde poder vivir tranquilos al margen del peligro sobrenatural.

La puerta de la entrada emitió un chillido ensordecedor justo en el mismo momento en el cual Orem la empujó. Todo estaba en silencio, la luz de las farolas de la zona entraba con sutileza a través de los huecos que existían entre las maderas de las ventanas.

Las paredes habían sido blancas pero ahora, a causa de la antigüedad se mantenían grisáceas. Ese olor que aparece en las cosas viejas surcó el sistema olfativo de los muchachos. El hall de la entrada les daba la bienvenida mientras una puerta de madera y cristal les incitaba a adentrarse en la penumbra.

La puerta de la entrada se cerró de golpe cuando Jake la soltó después de haber dejado entrar a su compañera, la demonio de tormenta. Toda la atención se dirigió a él mientras sus labios emitían una sonrisa que trasmitía un “lo siento” al resto de sus compañeros.

Un largo pasillo se postró ante ellos. El final de este ni siquiera podía ser mostrado por la escasa luz que se adentraba en el interior. A ambos lados del pasillo se mostraban un tanto roñosas las escaleras para acceder a los pisos superiores.

-Yo voy sola-dijo Emily dirigiéndose a las escaleras de su parte derecha mientras los grupos para separarse se definían a la perfección.

La bruja se mantenía escoltada por el vampiro mientras sus pasos les conducían a través del pasillo del piso bajo. Sus ojos giraban de un lado hacia el otro observando cada habitación que se cruzaba en su camino. Para su asombro todos los muebles se mantenían ocultos con una manta blanca, todo apuntaba que la orden de demolición del edificio había sido suspendida por sorpresa pues sus dueños ya se disponían a llevarse todo. Allí abajo la mayoría de las habitaciones eran salas de estar o cuartos de estudio.

Algo cayó más adelante, algo que por el sonido parecía de cristal y que daba la sensación de que sus pedazos habían sido repartidos por el suelo.

-¿Has oído eso?-preguntó Jake mientras se apresuraban tres habitaciones más adelante para ver que era lo que les había llamado la atención.

Frente a ellos ahora se levantaba un comedor de grandes dimensiones. Lo que parecían las mesas, estaban ocultas por sábanas blancas al igual que las sillas. Los ojos de la bruja se fijaron en unos cristales que descansaban en el suelo. Ambos se acercaron y el muchacho fue el que se agachó para tocar el líquido que se disponía a ser absorbido por el suelo de madera. Se llevo los dedos a la nariz y verificó de qué se trataba.

-Es agua-dijo mientras limpiaba sus dedos en los pantalones de cuero.

-¿Se ha caído sin más?-preguntó ella mirando hacia todos los lados.

-No lo sé-le respondió el abriendo sus manos y encogiendo los hombros en señal de ignorancia.

Ailyn salió al pasillo cuando observó como una silueta pasaba a gran velocidad frente la puerta. Cuando se asomó no había nadie tan solo la extraña sensación de poder haber visto algo que su radar mágico no pudo detectar.

-¿Lo has visto?-preguntó mientras el vampiro salía al pasillo y proseguían su camino en dirección contraría a la entrada del edificio.

-¿Ver el qué?-preguntó el muchacho.

-Nada-dijo ella extrañada.

Siguieron caminando, olvidaron lo que había pasado y se dirigieron a la última puerta en donde se encontraba una cocina de gran tamaño. Tanto los fogones como las mesas estaban también tapados por sábanas blancas pero hubo una cosa que les llamó la atención entre tanta claridad de colores, una capa con capucha negra se mantenía tirada en el suelo arrugada y esparcida por este.

-Creo que nuestro amigo está aquí-comentó Jake mientras giraba su cabeza para mirar de reojo aquel pasillo oculto entre las sombras.


Tanto el licántropo como su compañera se mantenían caminando por el segundo piso de aquel tenebroso internado, al menos eso era lo que parecía. A diferencia del primer piso, aquel largo pasillo giraba hacia la derecha para expandirse.

-¿Sientes algo?-le preguntó Orem a su compañera mientras esta se ajustaba la venda negra.

-No-respondió ella con aquella voz sedosa y aterciopelada-¿Y tú?-

-Tampoco y eso es lo que me preocupa-

Hina no pudo evitar desenvainar su katana mientras seguían caminando por aquel pasillo supervisando con sus miradas las habitaciones que albergaban con sus puertas abiertas camas y armarios ocultos tras mantas blancas.

Giraron a la derecha para proseguir el aseguramiento del edificio. Algo les llamó la atención, una silueta masculina les esperaba al final del pasillo. Sus labios esbozaron una sonrisa que sobresaltó en medio de la penumbra.

-¿Qué ocurre?-susurró la demonio sintiendo que su compañero se había detenido.

-Hay alguien frente a nosotros-dijo él mientras llevaba su mano a la empuñadura de “Coloso”.

-¡Se las verá conmigo!-dijo ella un tanto furiosa mientras empuñaba a su katana nombrada como “Tormenta a Contratiempo” eso es lo que se podía leer en la base de la empuñadura.

-¡Espera!-le detuvo antes de que pudiera cargar contra él-Hay algo extraño-

Sus ojos se fijaron en aquel hombre que llevaba ropas antiguas. En concreto una túnica marrón con un crucifijo colgado del cuello. Aquel monje caminó ignorándoles introduciéndose en una de las habitaciones.

-“¿Dos ta no?”-preguntó la muchacha en aquel idioma que tanto conocía y que poco a poco iba intentando no utilizarlo.

-No tiene olor-dijo él respondiendo a su pregunta la cual entendió a la perfección de tantas veces que la había escuchado.

-¿Un poltergeist?-preguntó ella.

-No, era un hombre de avanzada edad y no creo que ese crucifijo fuera el objeto que le mantuviera en simbiosis con este mundo-

-¿Entonces?-preguntó de nuevo.

-No lo sé-dijo él mientras seguían caminando y se introducían en la habitación en la cual aquel hombre lo había hecho segundos antes.




Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

No hay comentarios:

Publicar un comentario