martes, 16 de marzo de 2010

Recordando antiguos momentos, ocultando su pasado

Para su asombro estaba completamente vacía. No había nadie ni siquiera aquel hombre. Aquella habitación no tenía ninguna cama, en su defecto tenía una mesa de madera y una silla la cual no estaban ocultas tras una sábana blanca como el resto del mobiliario de aquel edificio.

Sobre la mesa descansaba lo que parecía un pequeño libro de color azulado con decoraciones doradas. También había un bote de tinta y una pluma. Pero lo que más preocupó a Orem fue aquel colgante, una extraña perla azulada que segregaba una energía muy opuesta a las suyas.

-¡¿Qué es eso?!-preguntó Hina repugnada en un tono irónico mientras elaboraba una pregunta con la respuesta a la anterior-¿Energía luminosa?

-Sí-respondió el muchacho mientras se acercaba a la mesa.

Su mano recorrió a la defensiva la pequeña distancia que existía hasta llegar al libro. Cuando lo tocó sintió como si algo le diera un calambre, esa fue la causa por la que separó sus manos del libro. De nuevo lo intentó, suspiró y tomó aquel libro en sus manos, estaba escrito en una lengua entendible para ellos, no quiso dejar a su compañera con la intriga así que comenzó a leer.

“Día uno

No he encontrado ni rastro de él. Sé que no está muerto pues su energía me trajo hasta aquí. Aunque me duela aceptarlo es al único al que puedo acudir pues el primer día que le vi logré captar una pequeña cantidad de luz entre aquel sendero de oscuridad”

-¿No hay rastro de quien puede ser?-preguntó Hina mientras se sentaba en la silla en una posición un tanto divertida y apoyaba su barbilla entre sus manos esperando escuchar algo más.

-Aún no-le respondió él antes de proseguir su lectura.

“Día dos

Hoy tampoco he encontrado resquicios de su energía. Pero mis ojos han descubierto una imagen un tanto atroz y a la vez relajadora. Un demonio de lengua bífida ha permanecido muerto sobre uno de los tejados salmantinos, a mi paso su cadáver a desaparecido”
-¡El que maté antes de que acabara con Jake!-gritó Hina-¡Sigue!-

“Día tres

Una extraña energía me ha llevado hasta una plazuela sobre una de las carreteras principales de la ciudad. Un demonio atacaba a una mortal. Sabía que no tenía que actuar pero sentía que tenía que hacerlo. Para mi suerte dos demonios aparecieron allí. No me fui decidí ocultarme en las sombras esperando espiar aquella conversación oscura, pensaba que podía descubrir donde se podía encontrar él o quizá algún dato que me permitiera ayudarle.

Para mi asombro aquellos demonios no eran sus aliados y aquella mortal era una criatura oscura. Pude observar como el demonio arácnido era asesinado y la mujer desaparecía antes de ser sentenciada.

Algo extraño estaba ocurriendo ¿Porque aquellas criaturas oscuras actuaban en contra de sus aliados?”

No he intentado entenderlo los oscuros siempre han sido extraños para mi”

“Día cuatro

Mis exploraciones han dado su fruto. No pude evitar seguir a las criaturas del día anterior y encontrar aquel bar en el cual mortales y oscuros citaban sus vidas en un mismo lugar.

Cuando pensaba que ya nada podía hacer que le encontrara pude verle. Sus ropas habían cambiado radicalmente desde nuestro primer y último encuentro, no estaba solo pues contaba con cinco aliados más. No entiendo el porque de que la energía oscura fuera disminuyendo poco a poco en el interior de aquel bar en cuyo cartel podía leer “La Sociedad”.

Me vi obligada a salir de allí al sentir una energía aun más intensa ¿Será alguno de los tres líderes de los que hablaban los libros prohibidos de la corte?”

“Día cinco

He decidido quedarme en casa. Al menos puedo llamarla así. Los difuntos que habitan el lugar son muy agradables, se podría decir que son la compañía más grata que he tenido, aunque en su vida fueron mortales puedo asegurar que me siento a gusto con ellos.

He entrenado con mis armas luminosas y he comprobado que el entrenamiento que recibí cuando era niña ha tenido sus ventajas.

Desde ayer voy perdiendo la esperanza de encontrarle, quizá de entre todas las energías que desaparecieron aquella noche esté la suya. No puedo evitar derramar alguna lágrima mientras lo pienso.

¿El destino me depara la soledad?”

-Nos ha estado siguiendo todo este tiempo-dijo Orem mientras pasaba las siguientes páginas que se mantenían en blanco.

-¿A cual de nosotros está buscando?-preguntó Hina.

-¡Espera!-gritó el licántropo encontrando de nuevo texto el cual ojeaba por encima-Escucha esto-

“Retomando mis recuerdos.

Aun recuerdo como correteaba por el castillo. Aun recuerdo aquellas tardes que pasaba encerrada aprendiendo modales para mi futuro reinado en el mundo de la luz. ¿Porque lo hicieron? ¿Qué les hicimos para que empezaran la guerra?

De niña siempre fui un estorbo. Nunca atendía a los profesores y nunca me conformaba con lo que tenía. Si me regalaban dos muñecas yo quería tres, si me compraban tres vestidos yo quería cuatro.

Cuando crecí, cuando me introduje en la adolescencia mis ideas se fueron aclarando, me estaba definiendo como mujer o eso es lo que me dijo mi abuelo antes de perder la vida a causa de aquella maldición.

Las clases seguían ocupando gran parte de mi tiempo. Al menos mi familia y los plebeyos que llevaban el castillo ya se habían acostumbrado a que mi flequillo cayera sobre mi ojo izquierdo. En aquel tiempo descubrí que era una chica fácil de enamoramientos y para mi defecto mi primer amor pertenecía a los criados.

Su nombre no era más que otro que el de Damián, era perfecto. Conseguí conquistarlo pero tuvimos que llevar nuestra relación a escondidas pues podían cortarle las alas si descubrían la atrocidad que estábamos haciendo, violar el escalafón luminoso del castillo era uno de los peores delitos que se podía cometer.

Su sinceridad hizo que descubriera que llevaba una doble vida. La pobreza de la que disponía su familia le obligaba a ser criado y guerrero a la vez. Aquel amor el cual sentíamos se iba potenciando cada minuto que no estábamos juntos. El estar tan solo un pedazo de tiempo por la noche era un suplicio, no podía escaquearme de las clases de princesa, no podía evitar asistir a las clases de vuelo,… No tuve otro remedio que esforzarme por conseguir lo que mis padres querían.

Llegué a la adultez. Conseguía convencer a Damián de que me enseñara a luchar, mis sueños no limitaban con vivir durante toda mi vida en un castillo de piedra blanca y tocados dorados. Entonces la casualidad hizo que mis entrenamientos finalizaran el mismo día que los oscuros arrasaron mi mundo.

Mis padres fueron brutalmente asesinados pues ellos fueron los primeros que se resistieron a someterse a la oscuridad. Damián me llevó con él al mundo de la oscuridad no podíamos permitir que la oscuridad no fuera castigada por el hecho de asesinar a dos luminosos mayores.

Las tropas luminosas arrasaron parte de la ciudad oscura pero ellos eran mayores en números y para cuando llegamos a sus murallas aquellas criaturas las protegían. Uno a uno fueron exterminados mis aliados y antes de dar la vida por mí Damián me oculto entre aquel bosque oscuro.

Aquellos lupinos rastreadores me encontraron pero él les dijo que tomaría la cautela de asesinarme con sus propias manos, que nos dejaran solos. Sin tomar resistencia me apuntó con su espada y hubo algo que le detuvo.

-Regresa donde estés más segura-me dijo cuando se giró para volver a su ciudad-Ya se han perdido demasiadas vidas inocentes en esta estúpida guerra-

Tenía que tener una prueba de que había acabado conmigo así que no pudo hacer otra cosa que manchar su espada con alguna gota de mi sangre. Antes de escapar al mundo mortal observé como una mujer rubia le esperaba y como sus labios danzaban amorosos.

El mundo mortal fue mi escapatoria, fingí ser humana, fingí vivir como tal. Cada día no puedo evitar aquel beso entre los lupinos, mis labios solo probaron una vez los de Damián y eso fue antes de que su vida espirara por la mía.

La esperanza se fue apagando, me estaba volviendo demasiado humana para sentir lo que algún día fui. Pero cuando ya todo había expirado, cuando aquellas ganas de vivir se habían acabado sentí su energía.

Comencé a contar los días buscándole sin descanso. Abandoné mi caparazón humano para sentirle mejor.

Mientras miró la cicatriz que su espada hizo sin remedio sé que estoy cerca, sé que aquel lupino que me rescató podrá reconocerme en el mismo momento en el que le agradezca lo que hizo”

-¿Porqué lloras?-preguntó Hina sintiendo como una gota descendía por los ojos de Orem.

-No lloro-dijo él con frialdad-Es que me pica el ojo-



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