lunes, 8 de marzo de 2010

TrAs El LeTaRgO

Abrí los ojos y descubrí que aquellas mantas me tapaban evitando que el frío invernal de la ciudad llegara a mí. Giré mi cabeza a ambos lados, observé como mis dos compañeras aun seguían dormidas.

Había pasado mucho tiempo desde que hablé con mi mentor y le pedí que nos ayudara en nuestra guerra. Quizá le había pedido demasiado pero él no se había podido resistir a los antojos de su discípula,… “La bruja prodigiosa”.

Me incorporé en la cama. Observé con aquellos ojos verdes y humanos como mis tres compañeros también descansaban en tres camas idénticas frente a nosotras. Mi maestro había cumplido su palabra, dijo que me levantaría antes que a ellos para asegurarme que todo iría bien.

El vestido que había llevado años atrás aun cubría mi cuerpo a modo de camisón. Descendí descalza de la cama y caminé con torpeza pues aquel letargo aun sacudía aquel cuerpo adolescente en el cual me había introducido.

-¿Ailyn?-se oyó la voz agradable de una mujer. Me giré con torpeza, cuando mis ojos vieron a aquella mujer mis labios no pudieron evitar sacar mi mejor sonrisa.

Gran parte de su cabello moreno se deslizaba por su espalda mientras otra parte, esta más pequeña se mantenía amarada en forma de moño por dos palos con tocados demoníacos. Su vestido negro con corsé le daba una imagen más que moderna y sus botas de tacón del mismo color la complementaban a la perfección. Su cuerpo era inmortalmente perfecto, sus curvas se repartían bien a lo largo de su silueta y cada recoveco de su piel me indicaba el porque de que Netheril la hubiera elegido a ella como su acompañante en la oscuridad.

-Veo que ya te despertaste-dijo mientras se acercaba a mí y rodeaba mi cuerpo con sus brazos en forma de abrazo. No dudé en responderla pues siempre me había caído bien.

-¿Qué tal está el mundo Ariadna?-pregunté cerrando y abriendo mis manos para ver si mi sistema nervioso respondía bien.

-De momento bien-respondió-Pocos son los que han cruzado el portal hacia el mundo mortal-

-Me alegro-dije al mismo tiempo que mi instinto mágico me hacía girarme sobre mi misma y observar como mis cinco compañeros se incorporaban de golpe.
-¡Buenas noches pequeños!-les dio la bienvenida Ariadna un tanto eufórica.

Observé como uno de mis compañeros, el íncubo se estiraba al mismo tiempo que profería un fuerte bostezo. No alcancé a oír el comentario de Emily pero supe que era divertido al ver a Hina reír a carcajada limpia.

-Hola Ariadna-saludó fríamente Jake mientras se levantaban y andaban como zombis hacia nosotros acostumbrándose lentamente a los movimientos de aquel cuerpo humano.

-Venir-dijo ella mientras atravesaba las rejas cuyo hueco de la puerta se mantenía vacío-Mi marido os espera-

Entonces nos encaminó por largos pasillos en aquel hogar tan familiar. No tardó en enseñárnoslo, donde se encontraba la armería, la ropería e incluso aquella habitación repleta de viales donde residían antídotos, pócimas, pequeños aperitivos demoníacos,…

En el salón se encontraba nuestro más fiel aliado, mejor dicho nuestro único aliado.

-No quiero que permanezcáis mucho tiempo aquí-dijo sin darnos tiempo a saludarle- Vuestros enemigos puede que aparezcan en cualquier momento, así que,… ir al grano-

Trascurrieron dos horas mientras le encargábamos diferentes utensilios como armas o trajes, queríamos combatir a la oscuridad y lo queríamos hacer bien, no permitíamos ningún fallo.

-¿Y Samuel?-preguntó Hina antes de marcharnos.

-Partió a por materiales-respondió Ariadna con más simpatía que su marido.

Supimos que no era verdad. Si Sam hubiera estado en casa nuestra compañera hubiera provocado que nuestra estancia se alargara por más tiempo y eso Neth no lo podía permitir. No le culpaba de su actitud pues se encontraba en una posición muy complicada ¿Cómo actuar cuando tus aliados están divididos en dos grupos? ¿Cómo hacerlo si no puedes hablarle a los unos de los otros?

-Cruzar el portal pequeños-dijo Ari tras conjurar una puerta-Llevo varios años preparando vuestra nueva casa. Tenéis alimento. Recordar el precio que debéis pagar por estar en el mundo mortal. Aquí si sentiréis el hambre-

-Gracias-le dije antes mientras dos de mis compañeros cruzaban el portal con algún arma que Netheril nos había dado a modo de gratitud por marcharnos tan deprisa.

-¿Emily?-

-Sí Ari-respondió mi compañera.

-Yo no lloraría en tu muerte a si que tu no lo hagas en la mía ¿Recuerdas?-dijo divertida Ariadna recordándole aquel estúpido pacto que se hicieron en el mundo oscuro.

-Yo se te ha olvidad-sonrió Emily antes de cruzar el portal.

-Adiós-me despedí.

El hogar era un viejo convento de tejado negro. Era bastante amplío y Ariadna tuvo la certeza de protegerlo con runas para evitar que fuera visitado por criaturas oscuras que no fuéramos nosotros. Las habitaciones rebosan por doquier y el alimento nos esperaba en una de ellas. Seis mortales agonizando, eso bastaría para sobrevivir durante quince días.

Ariadna dejó unos libros de hechicería para que repasara pues había estado demasiado tiempo dormida. Observé como se mantenía subrayado un conjuro de predicción junto a una nota de ella en la que podía leer: “Hazlo es muy bueno”
Ansiosa por saber lo hice y solo obtuve un mensaje sin significado.

“Dos opciones se debaten en vuestro mundo. La primera es el rescate y la segunda la salvación”

El estar en un edificio el cual podía ser observado por cualquier mortal llegó a ser un problema. Escuchamos rumores de que iba a ser derruido a si que nos tuvimos que marchar, sin decirle nada a nadie nos adjudicamos las cuevas de salamanca a las cuales cree una entrada mágica antes de descubrir que se podía acceder a través de las alcantarillas.

Bueno… el resto de la historia ya la sabéis.





Diario de una bruja







Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

No hay comentarios:

Publicar un comentario