martes, 2 de marzo de 2010

Una vez más hay complicaciones

De repente la puerta que conectaba aquella habitación con el pasillo que conducía a lo que ellos llamaban salón, se abrió de golpe. Entonces una serie de hombres vestidos de un cuero negro similar al de ellos entraron. Aquella marabunta empuñaba armas de estilo medieval: hachas, espadas, martillos de gran tamaño, mazas,…

-¡Orem!-gritó Jake que se colocaba a su lado y disparaba hacia los peones que se dirigían directos a atacarle-¿Cuánto tiempo necesitas?-

El muchacho se levantó, empuñó su espada con ambas manos y suspiró mientras se dirigía sin decir ni una sola palabra hacia aquellos enemigos que no paraban de aparecer por la puerta. Aquella habitación tornó oscura hasta el mismo momento en el que la puerta permaneció abierta sin ver salir a nadie más.

-¿Qué haces?-preguntó de nuevo el vampiro que tomaba sus pistolas a modo de cuchillas y bloqueaba un par de estocadas. Aquellos dos enemigos que se dirigieron con exclusividad hacia el se trasformaron en arena.

-Lo pienso sobre la marcha-respondió Orem que aparecía cuando las siluetas se extendían por el suelo arenosas.

La espada curva surcó el aire mientras aquella cabeza se separaba de su cuerpo dejando que la sangre tiñera su piel blanquecina de carmesí. Las alas comenzaron a batirse de nuevo mientras la gran bola de picos pasaba desapercibida bajo sus pies llevándose a una serie de enemigos con ella.

-Ha faltado poco-susurró Ailyn mientras miraba hacía abajo. De repente otra bola apareció frente a ella a aquella altura. En un movimiento de acto reflejo la bruja soltó su espada y se dejó caer precipitándose al suelo.

Uno de sus enemigos se estaba levantando cuando la aguja de sus tacones penetró en su torso que poco a poco iba trasformándose inerte. Sin apenas darle tiempo a jadear una serie de enemigos se abalanzaron sobre ella. Fue en ese momento en el cual puso en práctica sus artes de lucha sin armas.

Su puño recorrió la distancia hasta la mandíbula de uno de sus enemigos mientras su pierna derecha se estiraba hacia atrás golpeando a otro de ellos. Desarmó a su enemigo y tomó aquella espada recta para cortarle en diagonal. Se agachó dejando que las armas de otros enemigos chocaran entre ellas y después conjuró algo muy rápido al mismo tiempo que abría su mano izquierda hacía uno de ellos. Una gran bola de fuego salió despedida e impactó en él haciéndole volar por los aires. Su cuerpo se elevó al mismo tiempo que cortaba la mano de su enemigo. De nuevo esquivó una de las bolas de picos mientras esta arrasaba con el resto de atacantes.

Hina sonrió al observar como su compañera se había librado sin muchas complicaciones de sus enemigos. Olvidó lo que veía y siguió su instinto. Sus ojos ya tornados reflectantes dejaron que las nubes y actuaran por su voluntad teniendo un poco en cuenta los sentimientos de la muchacha. Corrió hacia delante con la espada extendida dejando que su hoja paralizara cada uno de los enemigos que se cruzaba con ella, era rápida pero aun alguno logró esquivarla. Giró sobre si misma para retornar sobre sus pasos y caminar sobre la cabeza de sus enemigos paralizados, sobre los que estaban y sobre los nuevos que aparecían. Sintió como era desarmada y dejó que los rayos tomaran en ofensiva a su espada lastimándose por dentro.
Llegó al suelo y se agachó en el momento justo en el que una de las bolas de picos recorría lo que había sido instantes antes su posición. Sonrió mientras sentía como sus enemigos iniciaban un ataque. Utilizó sus puños para atacar las muñecas de aquellas criaturas y cortar las estocadas. Profirió una patada hacia atrás y giró hacia arriba la pierna sintiendo como aquella arma cuyos ojos no podían ver ascendía en el aire. Se impulsó en el enemigo que se mantenía colocado frente a ella para saltar más alto y tomar lo que parecía ser un hacha. Cuando bajó al suelo giró sobre si misma con el hacha extendida y sintió como la sangre manchaba su ropa y los cuerpos caían en el suelo.

Sus enemigos volaban al mismo tiempo que las bolas intentaban atacarles sin importarlas a quien dar antes de su objetivo. Jake saltó hacía atrás elevándose en el aire y dejando que aquellas berettas de hojas cortantes vaciaran sus cargadores entre sus enemigos. Cuando la última bala inició el mecanismo de explosión de los cargadores los dejó caer con sutileza. Lanzó una de las pistolas observando como aquella cadena se extendía más y más a través de la boca de Jack Skelleton, la hoja se clavó en la frente del sangron que se sostenía con una mano mientras la cadena comenzaba a recogerse y el vampiro se alejaba del foco de explosión.
Introdujo el filo de su otra espada en uno de los ojos del sangron mientras aquellos labios dejaban mostrar unos colmillos inmortales.

-¿Te resistes a morir?-preguntó el vampiro obteniendo la respuesta de un gruñido aterrador-No me cuentes cuentos para no dormir-

Aun colgado desde su frente caminó por su rostro y se dirigió al otro ojo golpeándolo con una serie de fuertes patadas.

-Si no te mato yo-comentó de nuevo-La maldición de Ailyn acabará contigo-

Estaba en lo cierto su piel verdosa se marchitaba a cuenta de una enfermedad cuyo efecto se iba pasando al mismo tiempo que la mancha de su rostro se extendía destructible por el resto de su cuerpo tiñendo en primer lugar las venas del monstruo. El marchitamiento de su piel provocó que la hoja de la pistola se desencajara de la frente ya que esta estaba dejando de existir. Su cuerpo se vio obligado a descender rozando el rostro mientras aquella criatura cargaba uno de sus ataques salivales.

-¡No!-gritó Jake-¡Ni muerto!-con fuerza introdujo la hoja de sus pistolas en el rostro del sangron y presionó sobre ellas cesando su caída justo antes de terminar su nariz. El vampiro suspiró aliviado mientras el cuerpo del sangron desaparecía tras recibir una cantidad estimada de daño. El muchacho comenzó a caer de espaldas sin obtener ningún punto de apoyo y justo antes de llegar al suelo su cuerpo se giró para caer elegantemente de pie. Giró las berettas sobre sus dedos para dirigirlas al cinturón y cargarlas. Posteriormente comenzó a elaborar estocadas limpias sobre los enemigos que se dirigían hacia él mientras sus pistolas disparaban a los que aun estaban de camino.

“Coloso” salió disparado en línea recta girando sobre si mismo mientras aquellos enemigos que se topaban con él se trasformaban en arena al instante. El licántropo observó como aquel sangron desaparecía. Había obtenido el dato que le faltaba para completar su estrategia, aquellos monstruos necesitaban recibir una fuerte cantidad de daño para acabar con ellos.

-Desprotegido-susurró uno de sus enemigos mientras su espada se dirigía hacia él.

Las fauces del muchacho crecieron al mismo tiempo que sus dientes se afilaban. Aquel rostro semi-canino tomó la espada entres sus dientes y la rompió en pedazos acompañado de un suave ladrido ofensivo.

-No tanto-dijo Orem mientras su voz sonaba con resquicios animales.

Su codo golpeó a otro de sus enemigos mientras su puño ascendía para golpear con temible fuerza su rostro. Tomó a otro de las criaturas cuya raza no se veía definida y la partió a la mitad con la ayuda de sus dos manos y una de sus rodillas. Su bota de cuero negro paró el golpe de un martillo de gran tamaño mientras uno de sus puños hacía bolar a su enemigo por los aires el cual era eliminado por una de las bolas de picos que atacaba en aquel lugar en aquel preciso momento.
Orem tomó el martillo y comenzó a golpear a aquella marabunta que ahora se dirigía hacía él, de diez en diez sus enemigos se veían obligados a volar por los aires y alejarse de aquella área protegida por un martillo que ahora mismo se volvía el arma más peligrosa de la habitación.
La madera de su empuñadura se vio reducida a polvo cuando su propia espada le atacó empuñada por otro enemigo. Esquivó las estocadas de “Coloso” el cual se había vuelto en su contra y profirió un gran salto para colocarse en la espalda de su enemigo aprovechando uno de sus puntos muertos.

-No le gusta la gente nueva-dijo mientras su mano ahora convertida en fuertes garras atravesaba su torso, empuñaba su espada y regresaba sobre sus movimientos para convertir aquel hombre en arena-Solo le gusto yo-

Una bola se dirigía hacia él, no era lo suficientemente rápido como para esquivarla. En un movimiento de acto reflejo y arriesgando su vida a más no poder giró la espada con velocidad y la clavó de golpe en el suelo. De repente una onda recorrió el suelo de la habitación. Primero hizo que gran parte de sus enemigos se vieran obligados a retroceder mientras aquel suelo se sacudía con fuerza. Posteriormente hizo que la bola se elevara pasando sobre su cabeza y haciendo que chocara contra los enemigos que se habían colocado en su espalda.
Alzó su espada de nuevo y cortó las cadenas que amarraban la bola de picos. Con velocidad envainó la espada y tomó aquella arma por uno de sus picos. Giró sobre si mismo varias veces y lo soltó justo en el mismo momento en el que sus ojos se fijaron en el sangron que aun no había recibido ningún daño. La bola impactó contra su torso quedando perfectamente encajada al mismo tiempo que profería un gran chillido.

“La Escupe Fuego” pasó desapercibida en la entrepierna de su enemigo, no expiraron apenas unos segundos cuando la hoja comenzó a ascender partiendo a la mitad a aquella criatura. Emily sonrió mientras la sangre manchaba su rostro. La muchacha se lanzó al suelo para dar una vuelta y separar sus piernas para hacer caer a dos nuevos enemigos. Se levantó con agilidad e hizo que su espada se introdujera en uno de ellos antes de que cayera al suelo accionando el botón para expulsar el calor que la hoja guardaba. Aquella pareja se vio inmolada, uno por el fuego que expulsaba la espada y otro por el fuego que invocaba su mirada.

La adrenalina de la muchacha hizo que su temperatura aumentara en el instante en el cual aquella bola de picos se dirigió hacia ella. Su cuerpo se lanzó hacia el suelo dejando que sus manos se apoyaran una y otra vez a tiempo de que hacia una serie de piruetas lo suficientemente rápida como para tan solo dejar que uno de aquellos picos rozara su bota. Colocó su espada en dirección a una gran masa de enemigos que se acercaban rápido y accionó el botón que fundía la hoja para lanzar grandes llamas. Sus enemigos fueron calcinados pero un ataque de imprevisto hizo que su empuñadura sin hoja cayera al suelo y rodara.
Sus puños ametrallaron la cara de uno de sus enemigos mientras el último golpe que recibía era el de un puño en forma de gancho que hacía que su cara se girara fuertemente rompiendo su cuello. Antes de que caer inerte Emily empuñó su maza al mismo tiempo que se agachaba en compás con su enemigo y le hacía la zancadilla a otro de ellos. Se levantó a gran velocidad dando un giro sobre si misma y haciendo que su maza desgarrara por completo el rostro de aquella criatura que empapaba una vez más el suelo de sangre.
Se agachó para esquivar aquella bola de picos que retornaba sobre sus pasos y se dirigía al torso de uno de aquellos sangron.

Aquel torso medio desnudo se apartó del curso de una de aquellas espadas. La hoja colocada en la punta de su bota golpeó aquella arma e hizo que el curso de su hoja se dirigiera a la cabeza de su propio dueño. Su cuerpo se curvó hacia atrás al mismo tiempo que sus manos se apoyaban una y otra vez esquivando aquellas estocadas que se dirigían a los sitios más débiles de su cuerpo. Las cuchillas de sus protectores emergieron en los laterales mientras el iniciaba una rápida sucesión de patadas. De arriba a abajo el torso de su oponente se vio golpeado cuando segundos después una de aquellas hojas curvas rebanó su cabeza. Dos enemigos se abalanzaron hacia él desde sus laterales, en un movimiento de acto reflejo saltó y estiró sus piernas para proporcionarles dos grandes patadas al mismo tiempo que sus manos se apropiaban dos armas diferentes, una espada en la derecha y una maza en la izquierda. Giró sobre si mismo una y otra vez formando una bella danza en la cual sus armas alejaban a sus enemigos.
Se lanzó sobre el cuello de uno de ellos prescindiendo de sus armas y utilizando sus hombros como apoyo para elaborar un pino perfecto e impulsarse con sus brazos en el aire y esquivar una de aquellas bolas de picos.



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